La pretensión de los Ptolomeos fue recopilar los “libros de todos los pueblos de la tierra”, siguiendo tal vez los consejos de Demetrios de Falera. Ciertamente algunas de las anécdotas que se contaban en la Antigüedad revelan la pasión de los Ptolomeos por dotar a su biblioteca de Alejandría de los libros existentes en el mundo conocido. También traslucen las fuentes la rivalidad existente entre las dos grandes bibliotecas, la de Alejandría y la de Pérgamo.

La  pretensión de los Ptolomeos fue recopilar los “libros de todos los pueblos de la tierra”, siguiendo tal vez los consejos de Demetrios de Falera.   Ciertamente algunas de las anécdotas que se contaban en la Antigüedad revelan la pasión de los Ptolomeos por dotar a su biblioteca de Alejandría de los libros existentes en el mundo conocido. También traslucen las fuentes la rivalidad existente entre las dos grandes bibliotecas, la de Alejandría y la de Pérgamo.

El procedimiento más frecuente de adquisición sería sin duda la compra de originales o de copias. En otro artículo  ya hemos citado a Ateneo a propósito de la compra de la biblioteca de Aristóteles y Neleo. http://www.antiquitatem.com/biblioteca-de-alejandria-ptolomeo-serape

Según una versión,  Ptolomeo II había comprado la biblioteca de Aristóles, que según otras fuentes  acabó en Roma. Naturalmente es imposible que la  biblioteca de Aristóteles estuviera en dos lugares al mismo tiempo, en Alejandría y en Roma, pero la discrepancia en el destino final de la biblioteca de Aristóteles lo que indica es el interés de los romanos por atestiguar su participación en la génesis de la cultura occidental, de la que la tradición aristotélica es parte esencial: Alejandría sigue siendo el centro cultural, pero el poder político ahora está en Roma.

Además de la compra de originales, el método más frecuente, como decía sería la copia  de textos.
En realidad, en su pretensión de coleccionar todos los libros del mundo, lo que intentan también es traducirlos al griego, porque no aprendieron todas las lenguas pero los Ptolomeos sí pretendían conocer a los pueblos que conquistaban (Alejandro conquistó un enorme imperio) como un instrumento más de dominio.  Así que naturalmente les interesaron los libros sagrados de otros pueblo (judíos, Zoroastro…, egipcios…)

El médico Galeno, que vivió en el siglo II de Cristo, nos da alguna información curiosa sobre la adquisición de libros. Galeno nos comenta cómo, en el afán por conseguir los volúmenes,  se requisaban las obras que hubiera en  las naves que llegaban a Alejandría, se copiaban y se entregaban las copias a sus dueños, no los originales requisados.

Nos lo cuenta en su obra “Hippocratis  Epidemiorum  et Galeni in illum commentarius I (Libro de Hipocrates  sobre las epidemias y comentario de Galeno sobre él, en el Tomo XVII, Libro II (239) (página 606) de la edición de  las obras completas en griego y en latín por C.G.Kühn, Lipsiae, 1828.  Aporto la versión en español y el texto latino, que es más asequible para más lectores que el texto griego:

Dicen algunos que el mismo  rey de Egipto Tolomeo los trajo de Panfilia (Pérgamo) y que era tal su ambición por los libros, que ordenó que se le llevaran los libros de todos los nombres y que se copiaran en nuevos papiros y se entregasen los escritos a sus dueños, que se le llevasen los libros de las naves que arribaban y se colocasen en las estanterías los transportados en las naves y se les pusiese  el título “Libros de (procedentes) de barcos”.

Nonnuli vero et ipsum ex Pamphylia asportasse et regem Aegypti Ptolemaeum ita libroum ambitionem fuisse, ut appellantium ómnium libros ad se deferre iuberet et hos in novas chartas scriberet daretque scriptos dominis, a quibus appulsis libri ad ipsum asportati essent et naves advectos libros in bibliothecis reponeret, essentque ipsis inscriptiones  “Libri ex navibus”.

El caso más llamativo de este procedimiento abusivo fue sin duda cómo Atenas prestó las copias oficiales  de las tragedias de Esquilo, Sófocles y Eurípides contra la garantía de 15 talentos; la biblioteca entregó las copias de las copias, es decir, se quedó con los originales y perdió los talentos, que equivalían a 90.000 dracmas o  540.000 óbolos (un jornalero ganaba unos dos óbolos diarios).

Nos lo cuenta el mismo Galeno en la misma obra una página después, en la 607 de la edición de Kühn:

De hasta qué punto se interesaba en la compra de libros antiguos el famoso Ptolomeo no es pequeña prueba lo que dicen que hizo con los Atenienses. Recibió las obras de Sófocles, Eurípides y Esquilo para copiarlas simplemente y devolveros inmediatamente después íntegros contra la fianza de quince talentos de plata. Sin embargo, una vez que los copió magníficamente en el mejor papiro, se quedó con los que había recibido de los Atenienses, y les envió a ellos los que él había copiado, rogándoles que se quedasen con los quince talentos y recibiesen los  libros nuevos en lugar de los viejos que ellos habían entregado. Y así si no hubiese enviado también a los Atenienses los libros nuevos pero hubiese retenido los antiguos, nada podían hacer ellos, que en todo caso habían recibido la plata con esa condición, que ellos se quedarían con la plata si él se quedaba con los libros; y así recibieron los libros nuevos y se quedaron con la plata.

   Quod autem Ptolommaeus ille ad antiquorum librorum comparationem ita sollicitus esset non parvum esse testimonium aiunt quod cum Atheniensibus fecit. Dato namque ipsis pignore quindecim talentorum argenti accepit Sophoclis, Euripidis et Aeschyli libros, ut solum scriberet, deinde statim salvos redderet. Ubi autem magnifice in chartis optimis paravit,quos ab Atheniensibus acceperat, retinuit; quos vero ipse paraverat, ad ipsos misit, rogans ut quindecim talenta tenerent, acciperentque novos pro veteribus quos dedissent libris. Atheniensibus itaque si quoque non novos libros misisset, antiquos vero retinuisset, nihil aliud faciendum erat istis, qui utique argentums ex tali conditione acceperant, ut hoc ipsi detinerent, si ille quoque libros detineret; proptereaque novos libros acceperunt et argentum  detinuerunt.

La demanda de tantos libros aguzó el ingenio de algunos. Galeno comenta cómo algunos desaprensivos se aprovechan del interés de las bibliotecas de Pérgamo y Alejandría y de los precios que pagan para cometer algunos abusos y falsificaciones, algunas con gran habilidad en la mezcla de lo auténtico y lo espurio o  como por ejemplo mezclar varias obras en una para hacerla de mayor extensión. 

Nos lo cuenta en su obra “Hioppocartis de natura hominis liber et Galeni in eum commentarius” (Comentario de Galeno al libro Sobre la naturaleza del hombre de Hipócrates), en el Tomo XV, Libro II (128) (página 109) de la edición de  las obras completas en griego y en latín por C.G.Kühn, Lipsiae, 1828.  Aporto la versión en español y el texto latino.

En el  tiempo en que los reyes Atalo y Ptolomeo rivalizaban entre sí a porfía para comprarse libros,  se comenzó a falsificar los títulos y clasificación de los libros por parte de aquellos que obtenían dinero de los reyes por escritos de los autores más célebres ofrecidos por ellos. Así como dos libros, uno de ellos sobre la naturaleza del hombre y otro sobre la condición del alimento saludable, fueran pequeños, pensando alguien que por su pequeñez ninguno de los dos serían valorados en mucho, los fundieron los dos en uno solo.

Quo enim tempore Attalus et Ptolemaeus reges certatim inter se de comparandis sibi libris contendebant: ab his qui ex oblatis celebriorum virorum scriptis pecuniam a regibus reportabant, coepere inscriptiones et digestiones librorum vitiari. Quum itaque uterque liber tum de natura hominis tum de salubri victus ratione parvus extiterit, arbitratus aliquis ob parvitatem neutrum ipsorum multi ducendum ambos in unum et eundem simul contulit.

Es especialmente llamativa la adquisición por parte de la biblioteca de Pérgamo de una nueva Filípica de Demóstenes que la de Alejandría se encargó de demostrar que existía en sus estanterías pero como parte del libro séptimo de Anaxímenes de Lampsaco; a pesar de ello se siguió comentando  la pseudo-Filípica aunque advirtiendo que no era auténtica. Dídimo de Alejandría (;  Δίδυμος χαλκέντερος,  Didymos chalkenteros,  en latín Didymus Chalcenterus, que significa «Dídimo tripas de bronce», conocido también como Bibliolathas ,"Olvidalibros", h. 63 a.C.-10 d.C., llega a decir rizando el rizo, según indica Cánfora en su obra “La  biblioteca desaparecida”:

algunos sostienen que el discurso no es auténtico porque se encuentra tal y como está en las Filípicas de Anaxímenes”.

Ptolomeo II escribió también a otros colegas reyes pidiendo obras para su biblioteca. Incluso se tradujeron al griego obras de otras lenguas, persas, babilónicos, caldeos y egipcios, judíos. El ejemplo más relevante fue la traducción  del Pentateuco en la llamada versión de Los Setenta, como cuenta la famosa Carta de Aristeas, asunto al que dedicaremos otro articulillo.

Se cuenta cómo Ptolomeo escribió una carta a todos sus colegas reyes y gobernantes de la tierra en la que les rogaba que le enviasen cualquier obra de cualquier autor. El siguiente texto de  Epifanio de Salamis o de Salamina (ca 310–20 – 403) , obispo….en su obra de De mensuris et ponderibus, 9 (Sobre las pesas y medidas)  Nos lo cuenta y también nos informa de la tarea enorme de la traducción al griego:

Περί μέτρων και σταθμών
Texto de Epianio: De mensuribus et ponderibus, 9

Después del primer Ptolomeo, el segundo que reinó en Alejandría, el llamado Ptolomeo Filadelfo, era, como ya se ha dicho, un amante de la belleza y del conocimiento. Fundó una biblioteca en la propia ciudad de Alejandría,  en la parte  llamada el Bruchion, que es un barrio de la ciudad que todavía está arrasado en ruinas. Puso al frente de la biblioteca  a un tal Demetrio, de Faleras, con el encargo de que recopilara todos los libros existentes en cualquier parte del mundo. Escribió cartas y solicitó a todos los reyes y príncipes de la tierra que se tomasen la molestia de enviarle los que hubiera en su reino o principado. .. Me refiero a los libros escritos por los poetas y escritores en prosa y por los  oradores y los filósofos y los físicos y los profesores de medicina y por los historiadores y por cualquier otro autor. Y una vez que el trabajo hubo avanzado y se habían recogido libros de todas partes, un día el rey preguntó al hombre que había sido puesto al frente de la biblioteca ¿cuántos libros habían sido recogidos ya en la biblioteca? Le respondió al rey diciendo: “Ya hay aproximadamente 54.800 libros más o menos; pero hemos oído que hay una gran cantidad en el mundo, entre los cusitas, los indios, los persas, los elamitas, los babilonios, los asirios y los caldeos, y entre los romanos, los fenicios, los sirios, y los romanos de Grecia”— en aquel tiempo llamados no romanos sino latinos. “Además con éstos están en Jerusalén yJudea las divinas escrituras de los profetas, que hablan sobre dios y la creación del mundo y todas las demás doctrinas de valor general.  Por eso, si le parece bien a su majestad, oh rey, que enviemos por ellos también, escriba a los doctores de Jerusalén y ellos se los enviarán a su gracia (su graciosa majestad) para que los coloque esos libros en esta biblioteca”. Entonces el rey escribió la carta en estos términos:

Nota:  Esta obra “De mensuris et ponderibus (Περί μέτρων και σταθμών), Sobre pesos y medidas,  que se escribió en Constantinopla el año 392, es en realidad una especie de “diccionario de la Biblia” que trata de las traducciones del Antiguo Testamento, de los pesos y medidas que aparecen en esos libros y de la geografía de Palestina. Se ha conservado entero en lengua siria y fragmentariamente en griego y armenio.

Es evidente que los coleccionistas, movidos frecuentemente de un deseo compulsivo, no reparan  ni en gastos ni en medios, sobre todo si disponen de los recursos necesarios. Pero en fin, esta manía de coleccionar libros no es la peor de todas.

Por otra parte, la pretensión ptolemaica de coleccionar todos los libros del mundo parecía empresa imposible para su época. ¿Lo es también hoy día, en la época de la globalización digital? ¿No es esta  pretensión mítica la que hoy persiguen proyectos como “google books”  o las enciclopedias electrónicas como “Wikipedia”?

La Biblioteca de Alejandría (3): La biblioteca de Alejandría adquirió libros de manera harto curiosa

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies