El estudio de la lengua se enfrenta a veces a cuestiones de difícil explicación que se pierden en la noche de los tiempos.

Con el término “cálculo”, (del latín “calculus, diminutivo de  calx,-cis  = guijarro, piedrecita; probablemente préstamo  del griego  χάλιξ =piedra de cal) nos referimos a las piedras que se forman en el riñón y en otros órganos del cuerpo como la vesícula y que deben ser extirpadas o eliminadas cuanto antes para evitar molestias o problemas mayores.

Pero “cálculo” también se refiere a la acción aritmética de “calcular” o contar, precisamente porque los niños aprenden a contar con piedrecitas, sea amontonándolas o manejándolas en el ábaco.

Así desde luego aprendían los niños romanos y griegos a contar, como denota el significado etimológico de “calculus, cálculo”  y también la palabra  griega   ψῆφος , pséphos ,  que significa piedra y número; la expresión ψήφους τιθέναι, pséphous tithénai,     significa "echar los guijarros, echar cuentas, hacer una cuentas ".

El contar o calcular es uno de los más difíciles aprendizajes que realizan los seres humanos en su infancia. Los hombres tenemos ciertas dificultades para contar. En principio sólo somos capaces de identificar con un solo golpe de vista conjuntos de uno, dos, tres o cuatro objetos; a partir de cinco nos vemos obligados a contar para conocer el número.

A contar se aprende primeramente con los dedos de la mano y también con piedrecitas como decíamos o con otros sistemas de características tan primitivas, como la cuerda con nudos en los que estos equivalen a la unidad.

Curiosamente esta limitación de tan sólo identificar de manera inmediata hasta cuatro unidades tiene su reflejo en las lenguas y de manera evidente en el latín, la lengua de los romanos de la que deriva entre otras el castellano o español.

Se refleja la limitación, por ejemplo, en el uso de las cifras o escritura de los números: los romanos representaban los números con letras y contra lo que piensan algunos se podían repetir hasta cuatro veces y no más (otro día comentaremos el modo de representar los números en latín y griego). Es decir, el  “4” lo representaban con  cuatro palotes o “ies” (“IIII”) precisamente porque se aprecian de un solo golpe de vista; pero para el “5” utilizaban la “V”.

Se refleja también la limitación indicada en que los tres primeros números (unus, duo,tres; quattuor tuvo una evolución fonética especial), se declinan, es decir tienen diversas terminaciones o desinencias, que no existen ya a partir del 5.

Se refleja también en el nombre de los meses. El año romano inicialmente tenía diez meses; los cuatro primeros tenían nombre especial: martius, aprilis, maius, iunius; a los siguientes les llamaban con el numeral quintilis, sextilis, september, october,  november  y dicember. (quinto, sexto, séptimo, octavo, noveno y décimo).

Más curioso todavía es el reflejo en el nombre de las personas. Tan sólo los miembros masculinos de una familia tenían praenomen y nomen, que equivalen a nuestro nombre propio y apellido o nombre de la familia; las mujeres sólo llevan el nombre familiar de forma que todas las de la familia Julia se llaman “Iulia”.

Pues bien, en una familia romana hay hijos que se llaman “Quinto”, como Quintus Horatius Flaccus, el famoso poeta; y “Sexto” como Sextus Iulius Frontinus, que escribió un tratado sobre las aguas y acueductos; y Septimius  como el emperador  de los años 193 a 211 Lucius Septimius Severus; y Octavio como Caius Octavius Turinus, llamado luego Octavio César Augusto,  y Décimo como el famoso poeta satírico Decimus Iunius Iuvenalis; alguno se llama hasta “Numeroso”, como    Numerius Iulius Caesar, senador de la familia Julia que vivió a caballo entre los siglos III y II a.C.

Pero no hay hijos que se llamen “Primus, y realmente escasos los que se llamen Secundus, Tertius, Quartus; estos tienen su nombre propio; es a partir del siguiente cuando hay que contar y ya de paso se quedan con el número como nombre.

Curioso, desde luego; parece como si en la lengua latina se hubiera fosilizado una limitación primitiva en el contar, por lo demás ampliamente superada hacía tiempo.
 

Aprender a contar no fue fácil

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