Estamos inmersos en una de las diversas campañas electorales que deciden asuntos que marcan nuestra vida. En este caso se trata de elecciones al Parlamento Europeo. También en el mundo antiguo había elecciones a determinados cargos públicos y aunque las diferencias con el momento actual eran muchas,también son numerosas las semejanzas, hasta el punto de que habrá quien se quede realmente sorprendido.

En la Roma republicana había toda una carrera política que llamaban “cursus honorum”. Para acceder al cargo más elevado, el de cónsul (equivalente a presidente de la república), había que haber pasado previamente por los de edil (concejal), cuestor (responsable de hacienda), pretor (responsable de justicia) y finalmente cónsul. Entre el desempeño de una y otra magistratura había tiempos intermedios, porque se requería determinada edad mínima para cada cargo. Cada una de estas magistraturas se elegía  en la asamblea (había varias) correspondiente. Sólo votaban los ciudadanos romanos. En otra ocasión trataré estos asuntos con más extensión. La duración de los cargos era anual.

Pues bien, no había partidos políticos como los actuales, pero sí grupos o clases sociales con sus intereses y grupos familiares muy poderosos. Ni había tampoco un período concreto de campaña electoral; el candidato hacía visible su interés y capacidades en su vida ordinaria  a lo largo de todo el año. La propaganda electoral, basada fundamentalmente en el contacto directo con los ciudadanos, también utilizaba carteles electorales que  influyesen en la decisión de los electores. Es este sin duda un asunto sorprendente para el ciudadano moderno poco informado del mundo antiguo. De todo ello he hablado ya en un reciente artículo. Véase http://www.antiquitatem.com/pompeya-grafiti-electorales-edil-iivir

Voy a presentar ahora un documento realmente excepcional, de absoluta actualidad, válido incluso para los candidatos y partidos políticos de la actualidad, y que una vez más justifica el eslogan de este blog “nihil novum sub sole”. Me refiero a una verdadera guía de campaña electoral, el “Commentariolum petitionis” , que podríamos traducir como “Notas a una candidatura” u “Observaciones a propósito de tu candidatura” o "Manual del candidato".

Es un opúsculo en forma de carta que Quinto Cicerón envía a su hermano Marco Tulio Cicerón, el famoso orador,  con ocasión de su candidatura al consulado del año 64 en competencia con L. Sergio Catilina y C. Antonio.

Las magistraturas importantes como el consulado y la pertenencia al Senado estaban en manos de las familias tradicionales poderosas. A los individuos que no siendo de esa clase pretenden acceder al Senado se les llama “homo novus”,”hombre nuevo” en política y este es el caso de Cicerón, para quien la campaña no será fácil.

Se ha dudado y se sigue dudando de la autoría del hermano de Cicerón. No es ésta la ocasión de tratar sobre los argumentos a favor o en contra. Sea de la época de Cicerón o unos cuantos años posterior, como defienden algunos, lo realmente interesante y sorprendente es el contenido de una “guía de campaña electoral” que, en cualquier caso, tiene 2.000 años y que demuestra cuán semejantes somos a nuestros abuelos, los romanos.

Voy a extractar algunas de las ideas esenciales de la obrita, pero ofreceré el texto íntegro en español y en latín, aconsejando al amable lector que haga el pequeño esfuerzo de leer una docena escasa de páginas que no dejarán de sorprenderle.

Observaciones y consejos de un hemano:

No te fíes de tu sola inteligencia; preparar la campaña  te será muy útil

Tómatelo muy en serio y piensa quién eres tú, qué quieres y en que ciudad eres candidato.

Sírvete sobre todo de los amigos y conocidos que tengas. Si algo te deben,indícales que este es el momento de que te devuelvan el favor.

Gánate el favor de todos, empezando por los más influyentes. Que todos piensen que siempre has pensado como ellos.

Atraete a los jóvenes, porque eso te da prestigio

Resalta los aspectos negativos de la personalidad e historia de tus adversarios: esfuérzate y trabaja, y les ganarás.

Tienes que aparecer como digno del cargo al que aspiras. Y piensa que muchos van a envidiarte y otros no te querrán nada bien. Por eso debes utilizar toda tu inteligencia y esfuerzo, pero convence a todos de que eres su mejor opción y de que incluso no quieres mal ni a tus mismos adversarios.

Es esencial el apoyo de los amigos y piensa que a la hora de las elecciones el grupo de amigos es mucho más amplio que el de la vida normal; cualquiera que esté dispuesto a votarte es tu amigo. En campaña tendrás la oportunidad de hacer muchos nuevos amigos.

Piensa que las personas votan en función del beneficio que obtienen, de la esperanza que generas en ellos y de la simpatía con la que te ven, y que se mueven incluso por pequeños favores y detalles.

Hazles ver a todos que valoras mucho su apoyo, que los tienes en alta estima y que siempre podrán contar contigo.

Dirígete y conoce a todo el mundo por su nombre para que vean en ti a un amigo.

Aparece siempre en público con la compañía de muchos amigos, de gente de toda condición y edad. Nunca aparezcas solo. Dáles a entender a todos que eres consciente de su ayuda y estás dispuesto a devolver el apoyo.

Pero debes estar también atento a tus enemigos, a los falsos, a los envidiosos.

Utiliza sin pudor el halago, que si en la vida normal es inadecuado, en política es necesario.

Dirígete a todo el mundo, que nadie te niegue el apoyo porque no se lo hayas pedido.

No niegues nada por completo a nadie. La gente prefiere una mentira piadosa a una negativa rotunda.

No tengas pudor en prometer muchas cosas; luego no te las reclaman. Además las prometes para el futuro y nunca se sabe lo que puede pasar. La gente siempre entenderá que no lo haces porque las circunstancias no te lo permiten, pero que querrías cumplir tus promesas si te fuera posible.

Procura que en tu campaña todo sea pompa, brillo, prestigio, grandeza.

Que todo el mundo piense que tú eres la mejor solución para la república y quien mejor defenderá sus intereses.

Tienes también que saber sobrevivir en Roma, en donde tendrás que soportar la arrogancia, la malevolencia, la grosería, la soberbia, el odio y las molestias de muchos. Tendrás también que saber adaptarte a tanta variedad de situaciones, opiniones e intereses.

Que tus adversarios comprendan que vas a luchar con todas tus fuerzas para conseguir tu objetivo y que vas a estar vigilante para evitar la corrupción y compra de votos y que por tanto deben tener cuidado contigo.

Texto íntegro:

Quinto desea salud a su hermano Marco.
1. Aunque tú dispones en abundancia de todas esas cosas que los hombres pueden conseguir con su inteligencia o con su práctica, sin embargo he considerado propio de nuestro cariño ponerte por escrito las ideas que me venían a la cabeza día y noche cuando pensaba en tu candidatura, no porque vayas a aprender algo nuevo de ellas, sino para que esas cosas que parecen dispersas e indefinidas, las ordenes y organices desde un único punto de vista. Pues aunque la naturaleza propia tiene una gran fuerza, sin embargo creo que la simulación (
el entrenamiento) puede vencer a la naturaleza en  asuntos de pocos meses.  Reflexiona en  qué ciudad es ésta, a qué eres candidato y qué tipo de hombre eres tú.

2. Prácticamente todos los días, cuando bajes al foro tienes que pensar: “soy nuevo en política, busco el consulado y se trata de Roma”. La condición de que seas un nombre nuevo (un advenedizo) la superarás sobre todo por la fama de buen orador, pues siempre esto ha proporcionado mucho prestigio; no puede ser considerado indigno del consulado quien es considerado digno abogado de los consulares. Por todo ello, puesto que partes desde esta posición de reconocimiento y todo lo que eres lo eres por esto, estate preparado para intervenir como si en cada uno de los asuntos el veredicto dependiese sólo de tu propio ingenio.

3. Procura tener preparada y dispuesta la ayuda  de esta capacidad tuya, que yo se que tienes oculta, -y recuerda a menudo lo que Demetrio escribió sobre el esfuerzo y ejercicios de Demóstenes- , luego que se vean bien  tus muchos amigos y sus familias de origen. Pues tienes contigo lo que no muchos hombres nuevos tuvieron: a todos los publicanos (financieros), a casi todo el Orden Ecuestre (segundo grupo social en importancia), a muchos municipios relacionados contigo, a muchas personas defendidas por ti de cualquier clase social, algunas asociaciones, además a muchos jóvenes atraídos por la afición a la oratoria, y a los numerosos y asiduos amigos de todos los días.

4.Procura conseguir también esto: que advirtiéndolo, pidiéndolo y actuando con todo sentido común,  entiendan quienes te son deudores y quieran devolverte el favor, que no tendrán otra oportunidad mejor de conseguir tu agradecimiento. Parece que también esto puede ayudar mucho a un hombre nuevo: el aprecio de los hombres nobles y sobre todo el de los consulares. Ayuda mucho, ya que quieres llegar a la categoría y número de ellos, que seas considerado por ellos mismos digno de esa categoría y de ese número.

5. A estos se lo tienes que pedir atentamente y acudir a ellos y convencerlos de que nosotros siempre hemos estado de acuerdo con los optimates (los nobles) y de ninguna forma hemos sido partidarios de los populares; si ha parecido que en alguna ocasión hablábamos algo como los populares, lo hemos hecho con este sólo objetivo: para unir a Pompeyo a nuestra causa, para tenerlo como amigo en nuestra candidatura o al menos como no adversario a él, que es muy poderoso.

6. Además trabaja para conseguir a los jóvenes nobles o al menos para retener a los que ya tienes entusiasmados contigo; te aportarán mucho prestigio. Tienes muchísimos;  procura ahora que sepan cuanto de bueno crees que hay en ellos. También te aprovechará mucho que consigas que aquellos que no son tus enemigos, te sean partidarios.

7. Y ayuda también mucho a tu condición de nuevo candidato el que lo intentan contigo unos nobles, de tal manera que no hay nadie que se atreva a decir que les es más útil que  a ellos les ayude su nobleza que a ti tus méritos. Pues, ¿quién hay que piense que les conviene que busquen el consulado P. Galba y L. Cassio, aunque nacidos de noble cuna? Ya ves, pues, que hombres de familias extraordinariamente nobles, no te igualan a ti porque no tienen nervio.

8. Pero dirás, “Catilina y Antonio son difíciles”.  Al contrario, cualquier persona diligente, trabajadora, inocente, estimada entre aquellos que juzgan los asuntos,  desearía tener como competidores a estos dos asesinos desde su niñez, a estos dos mujeriegos, a estos dos indigentes. Hemos visto embargados los bienes de uno de ellos, hemos oído luego la voz del que juraba que no podía enfrentarse en Roma en un juicio justo a un hombres griego; ya sabemos que fue expulsado del senado pero por la decisión irreprochable de los censores; lo tuvimos como competidor en la pretura con sus amigos Sabidio y Pantera, y cuando ya no tenía otros a los que poner en la mesa (del recuento de votos?, de la venta de esclavos?), y sin embargo por ello una vez magistrado compró una amiga en la subasta de esclavos, que tenía a la vista en su casa. Ahora en la candidatura al consulado, ha preferido reunir a todos los taberneros con escandalosa misión  que presentarse y hacer la petición al pueblo romano.

9.Y por los buenos dioses, ¿el otro de qué esplendor puede alardear? En primer lugar de la misma nobleza que el otro (Catilina). ¿Tal vez mayor? No, pero sí en valor. ¿Por qué? Porque teme hasta a su propia sombra, y éste ni siquiera a las leyes, nacido en la indigencia de su padre, criado en los vicios de su hermana, afianzado en el asesinato de ciudadanos, cuya primera actividad en los asuntos públicos fue matar caballeros romanos, –Sila lo puso a solo él al frente de aquellos Galos, que recordamos, que segaban entonces la cabeza de los Titinios y Nanios y Tanusios—entre los que mató con sus propias manos a aquel famoso y extraordinario hombre, Q. Cecilio, esposo de su hermana, caballero romano, de ningún partido, persona tranquila siempre, no sólo por su forma de ser sino también por su edad.

10. Qué más? ¿Diré que busca contigo el consulado quien azotó con sarmientos a la vista del pueblo romano por toda la ciudad a aquel hombre muy querido del pueblo Romano, a M. Mario, y lo llevó al cadalso, en donde lo torturó con todo tipo de tormentos, y donde estando todavía vivo le cortó el cuello con la espada en su mano derecha, mientras le agarraba del cabello de la coronilla con su izquierda, y luego levantó la cabeza con su mano, chorreando ríos de sangre entre sus dedos? ¿No es éste  el que luego ha vivido entre histriones y gladiadores, de tal forma que en unos tenía colaboradores de sus vicios y en otros de sus crímenes? ¿No es éste  el que no hay lugar tan santo y sagrado al que se haya acercado, en el que aun no habiendo culpa de otros, sin embargo no quede sospecha de deshonor por su iniquidad? ¿no es  este  el que se compró como amigos a los Curios y Anios de la Curia, a los Sapalas y Carvilios en las salas de subastas, a los Pompilios y Vetios en el orden ecuestre? ¿Y el que tiene tanta audacia, tanta maldad y tanta habilidad y eficacia en la pasión, que corrompió a los hijos todavía con la toga praetexta casi en brazos de sus padres? ¿Y qué te voy a decir de lo de Africa, y de lo que dicen los testigos?  Todo esto es conocido y tú debes leerlo muchas veces; pero sin embargo creo que no debe pasarse por alto en primer lugar que de aquel juicio salió tan pobre como ciertamente lo fueron algunos jueces suyos antes de aquel juicio y luego tan odiado que todos los días se exigía otro juicio contra él.  Se encuentra en tal situación que se le teme más, aunque se esté quieto, de lo que se le desprecia cuando está revolviendo las cosas.

11.Se te ofrece una posibilidad de elección bastante mejor que la  que hace poco tuvo Cayo Celio. Él competía con dos hombres tan nobles que en ellos cualquier cosa valía más que la misma nobleza:  enorme inteligencia, enorme pudor, muchísimos hechos buenos, mucho sentido y mucho esfuerzo en la candidatura. Y sin embargo Celio ganó a uno de ellos, aunque era muy inferior en linaje y superior prácticamente en nada.

12. Por todo esto, si haces lo que tu forma de ser y tu dedicación, que siempre has aplicado, te han concedido, lo que la oportunidad del momento pide, lo que puedes y lo que debes, no te será difícil la confrontación con estos competidores que de ninguna manera son tan extraordinarios por su estirpe como nobles por sus vicios; ¿qué ciudadanos puede encontrarse tan desalmado que quiera sacar en una elección dos puñales contra la República?

13. Una vez  que he hablado de los apoyos de tu condición de hombre nuevo que tienes o podrías tener,  parece conveniente que ahora hable sobre la dimensión  de tu candidatura: pides el consulado y no hay nadie que piense que no eres digno de este cargo, pero sí hay muchos que te tienen envidia. Tú, un hombre  de la clase ecuestre aspiras al más alto puesto de la ciudad  y de tal forma alto que ese cargo aporta a un hombre valiente, buen orador, inocente, mucho más prestigio que a otros. No pienses que aquellos que ya han desempeñado este cargo no ven  el honor que tú tendrás una vez que alcances lo mismo; pero  aquellos que nacidos en familias de consulares no han conseguido el puesto de sus antepasados, me sospecho que te envidiarán, excepto los que te quieran de verdad;  también considero que hombres nuevos de rango pretorio, excepto los que te estén ligados por algún favor tuyo, no querrán ser superados por ti en honor.

14. Ya se ciertamente  que te  vienen a la mente los muchos  envidiosos que hay entre el pueblo, y los muchos  distanciados de los hombres nuevos en política según es costumbre de estos años. También es lógico que muchos estén enfadados contigo por las causas judiciales que tú llevaste.  Y considera también esto: si  porque te entregaste con tanto celo a acrecentar la gloria de Cneo Pompeyo,  crees que algunos son tus amigos por esa causa.

15. Por todo ello, puesto que aspiras al más alto puesto de la ciudad y ves que hay también quien desea oponerse, es necesario que emplees toda tu inteligencia y atención y trabajo y esfuerzo.

16. La candidatura de las magistraturas consiste en la atención a dos cuestiones: la primera de ellas se ha de basar en el apoyo de los amigos y la segunda en la voluntad del pueblo. Conviene que el apoyo de los amigos surja  de los favores y de las obligaciones satisfechas y de la larga relación y de la confianza y de la propia alegría natural; pero este nombre de amigos es más amplio  en el asunto de la candidatura que en el resto de la vida; debes considerar entre tus amigos a cualquiera que manifieste alguna inclinación hacia ti, que acuda a ti, que visite tu casa con frecuencia; y sobre todo es útil que seas amable y atento  con aquellos que son amigos por una razón más fuerte como la familia, el parentesco, la amistad o cualquier otra relación.

17. Después has de procurar sobre todo que cualquier persona próxima, sobre todo los de tu casa, te quieran y deseen que tu seas el más importante, y luego también los de tu tribu, y tus vecinos y tus clientes  y luego tus libertos y finalmente también tus esclavos; pues toda opinión  que sale de los miembros de tu casa llega a ser fama  pública.

18. Luego has de hacer  amigos de todo tipo: para la buena imagen  a hombres ilustres por su honor y fama, que aunque no sirven para la acción electoral, sin embargo aportan dignidad al candidato; para conseguir el apoyo del derecho, a los magistrados, y de ellos sobre todo los cónsules, luego los tribunos de la plebe; y para obtener el voto de las centurias a hombres de gran influencia. Obtén y confirma otra vez con toda atención a aquellos que o tienen o esperan obtener de ti el voto de una tribu o de una centuria o algún otro favor; pues durante estos años los hombres que desearon un cargo trabajaron enérgicamente con toda su voluntad y esfuerzo para poder conseguir de sus compañeros de tribu aquello que buscaban; tú trabájate a estos hombres, con todos los medios que puedas, para que de buen ánimo y con todas sus ganas se conviertan en tus partidarios.

19. Ahora bien, si los hombres fuesen suficientemente agradecidos, todas estas cosas las deberías tener ya preparadas, como confío que las tengas; pues en estos dos años te has ganado a cuatro hermandades de hombres muy influyentes para tu candidatura, la de M. Fundanio, Q.Galo, C.Cornelio y C. Orquivio; conozco, porque intervine en ello, lo que de ti recibieron y a lo que se comprometieron sus compañeros cuando te encargaron a ti la defensa de sus intereses. Por ello debes actuar de la siguiente manera: exígeles en este momento lo que te deben, advirtiéndoles muchas veces, pidiéndolo, asegurándoles y procurando que entiendan que no tendrán ninguna otra ocasión para devolverte el agradecimiento; de este modo estos hombres serán animados a servir a tus deseos tanto por la esperanza de tus nuevos servicios como por los favores ya recibidos.

20. Y, puesto que tu candidatura está muy fortalecida por este tipo de amistades, lo que conseguiste por completo, por la defensa de sus asuntos judiciales, haz que claramente todos aquellos a los que tienes atados a ti, tengan bien definida y concreta su obligación, y puesto que a ninguno de ellos le has pedido nada en ninguna ocasión, preocúpate de que entiendan que has guardado para este momento todo aquello de lo que crees que ellos te son deudores.

21 Pero puesto que los hombres son empujados a la  benevolencia y a la acción de votar sobre todo por tres cosas, por el beneficio, por la esperanza y por la unión de la buena opinión con el aprecio (por simpatía), hay que prestar atención al modo como has de servirte de cada uno de estos tipos. Los hombres son empujados con pequeñísimos favores a considerar que hay motivo suficientes para el apoyo de una candidatura, así que con más razón aquellos, para quienes fuiste su salvación, y estos son muchos, no dejarán de entender que, si no te corresponden suficientemente en este momento importante para ti, nunca ya serán reconocidos por nadie. Y aunque esto es así, sin embargo se lo has de pedir de nuevo y también has de inducirlos a pensar que, aunque ahora todavía nos están obligados, también nosotros  podemos estarles obligados a ellos en lo sucesivo.

22. En cuanto a los que son retenidos por la esperanza, tipo de hombres que es también mucho más trabajador y cumplidor, actúa para que a estos les parezca que tu ayuda está siempre dispuesta y preparada, y que comprendan que tú siempre estás como diligente observador  de sus servicios, y que quede claro que tú ves y anotas completamente lo que de cada uno procede.

23 El tercer tipo de apoyos es el voluntario, por lo que convendrá que lo asegures siendo agradecido con ellos, adaptando tus palabras a sus motivos, por los que cada uno parecerá que es partidario tuyo, mostrando pues igual consideración para con ellos, añadiendo la amistad a la esperanza de familiaridad y frecuente relación.  Y  en todos estos tipos de apoyos juzga y sopesa cuánto puede aportar cada uno para que sepas también en qué medida has de ayudarles tú y también cuando puedes esperar y pedir a cada cual.

24 Hay, pues, algunos hombres entre sus vecinos y en sus municipios muy influyentes; son hombres que están dispuestos y tienen recursos, que aunque antes no hayan aplicado esa influencia, sin embargo en su momento pueden fácilmente trabajar por la causa de aquel al que le deben un favor o les cae simpático; a este tipo de hombres les has de atender de tal manera que ellos mismos comprendan que tú ves lo que esperas de cada uno de ellos, que valoras lo que recibes, y que recordaras lo que recibas; hay sin embargo algunos que no pueden nada o incluso son odiosos para sus compañeros de tribu y que no tienen ni energía ni capacidad para esforzarse de repente: debes ver cómo reconocerlos no sea que poniendo en alguno mucha  esperanza, recibas poca ayuda.

25.Y aunque conviene estar confiado protegido por las amistades ya existentes  y consolidadas, sin  embargo en la propia campaña se consiguen muchas y útiles amistades;  pues entre muchas molestias  la candidatura también tiene esta ventaja:  que puedes honestamente, lo que no es posible en la restante vida normal, unir a tu amistad a cualquiera que quieras, y si les permitieras  en otro momento a estos que se relacionaran contigo, parecerías obrar sin sentido común, y en cambio si no actúas así en tu candidatura con muchos y con todo interés, parecerá que no eres un verdadero candidato.

26 Yo te aseguro esto: que no habrá nadie, si no es que por alguna necesidad se hubiera unido a alguno de tus competidores, del que no puedas conseguir con toda facilidad,  si es que lo intentas, que te preste su apoyo para  que le quieras y  seas su deudor, una vez que entienda  que tú lo valoras  mucho,  que actúas con sinceridad,  que él se  ha situado bien, y que por ello surgirá una  amistad no  breve y reducida a la campaña sino firme y perpetua.

27. No habrá nadie, créeme, si tiene algún sentido común, que deje pasar esta oportunidad que se le ofrece para conseguir tu amistad, sobre todo cuando la casualidad te añade esto, que aquellos que compiten contigo, cuya amistad o debe ser despreciada o de la que hay que huir, no sólo no pueden conseguir sino ni siquiera intentar esto que yo te aconsejo.

28. Pues, ¿cómo va a comenzar Antonio a añadir e invitar a su amistad a hombres a los que ni puede llamar por su nombre? A mí ciertamente me parece que nada hay más tonto que pensar que alguien, a quien no conoces, es devoto tuyo. Conviene que haya algún motivo importante de gloria y honor y grandeza en las acciones en aquel a quien hombres desconocidos, sin que nadie se lo pida, le ofrecen un cargo público. Ciertamente no puede ocurrir sin una grave culpa de negligencia que un don nadie, un hombre inútil, sin oficio, sin inteligencia alguna, con mala fama, sin ningún amigo, vaya por delante de un hombre que goza del aprecio de muchos y protegido por la buena opinión de todos.

29. Por eso, procura tener  seguras a todas las centurias con muchas y variadas amistades. En primer lugar, y esto salta a la vista, dedícate a los senadores y caballeros romanos, y a los hombres activos e influyentes de los restantes órdenes sociales. Por el foro se mueven muchos hombres de negocios urbanos, muchos libertos influyentes y personas activas. A estos los podrás hacer partidarios tuyos a través de amigos comunes: trabájalos con suma atención, búscalos, queda con ellos, muéstrales que te sientes agradecido por su gran favor.

30. Luego presta atención a toda la ciudad: a todas las asociaciones, a todas las aldeas vecinas, si consigues unir a las personas principales de ellas a tu amistad, fácilmente conseguirás a través de ellos a la restante multitud. Luego consigue tener a Italia entera en tu corazón y en tu cabeza descrita y comprendida tribu a tribu, de tal forma que no admitas que haya un solo lugar en Italia en el que no tengas todo el apoyo que te sea necesario.

31 busca, investiga en todas las regiones a estos hombres, conócelos, búscalos, dales confianza, procura que sean tus votantes en todos sus barrios y que sean como candidatos de tu causa. Te querrán como a un amigo si ven que tú buscas su amistad;  conseguirás que  que lo entiendan así si utilizas el discurso que se adapte a ese fin. Tanto los hombres del municipio como los del campo pensarán que gozan de tu amistad si te son conocidos por su nombre; si por otra parte consideran que consiguen algún beneficio para ellos, no desaprovecharán la ocasión de merecerlo. Tus restantes competidores a estos ni siquiera los conocen: tu los conoces y los tratas con toda facilidad y sin esto no puede darse la amistad.

32. Y sin embargo esto no es suficiente, aunque es importante, si no acompaña luego la esperanza de alguna utilidad y de la amistas y tu pareces ser no sólo un buen conocedor de los nombres sino también un buen amigo. Así sólo deberás estar absolutamente esperanzado cuando en las centurias tengas como seguidores tuyos por su propia ambición a todos estos que son muy influentes entre sus compañeros de tribu y  consigas que sean también seguidores  los restantes que en parte de sus tribus tienen alguna influencia por razón de su municipio o vecindad o asociación.

33. Así pues me parece que con un poco de atención puedes hacerte fácilmente con las centurias de los caballeros. Primero conoce a los caballeros,  pues son pocos; luego solicítalos, pues la edad de los jóvenes es mucho más favorable a la amistad; además porque ya tienes contigo a los mejores de la juventud y a los más amantes de la cultura y también porque la clase ecuestre es la tuya, seguirán ellos la autoridad de su clase si tu aplicas tal cariño que no solo  tienes seguras a esas centurias por la decisión de su clase sino también por las amistades de cada uno de sus miembros, pues los apoyos de los jóvenes son maravillosamente importantes y prestigiosos cuando se trata de votar, de ir a algún sitio, de enviar un mensaje, de servir de acompañamiento.

34. Y ya que he hecho mención al acompañamiento, también has de tener cuidado con esto: que todos los días debes ir acompañado por gente de todo tipo, condición social y edad; pues de la mucha compañía se puede inferir cuánta fuerza y poder tendrás en la elección (en el Campo de Marte en donde se hacía la elección).De estos acompañantes hay tres clases: una los que vienen a casa a saludarte, otra los que te acompañar fuera de casa y otra los que forman tu cortejo.

35. Respecto de los que vienen a saludarte, que son los más frecuentes y que según la costumbre ahora establecida, vienen muchos, has de obrar de tal manera que parezca que su pequeña obligación es para ti motivo de gran agradecimiento;  a los que vienen a tu casa, muéstrales que tú te das cuenta de ello; díselo a sus amigos, para que se lo cuenten a ellos y díselo también muchas veces a ellos mismos. Así los hombres muchas  veces, cuando se encuentran con muchos candidatos pero ven que sólo es uno el que presta sobre todo atención a estas obligaciones, se entregan a él, abandonan a los otros y poco a poco pasan de electores comunes a exclusivos, de dudosos a firmes votantes. Y ten también sumo cuidado en esto: si has oído o te has dado cuenta que alguien que te prometió su apoyo está fingiendo o quiere fingir, disimula que lo has oído o lo sabes;  si alguien se te quiere disculpar porque piensa que tú sospechas de él, asegúrale que nunca has dudado de su intención ni él debe dudarlo; pues aquel que piensa que no se comporta suficientemente bien, de ningún modo puede ser  amigo.  Pero conviene que conozcas bien qué disposición de espíritu tiene cada uno para que puedas determinar cuánto puedes confiar en él.

36. Manifiesta y muestra que para ti es más de agradecer el detalle de los que te acompañan. porque es mayor que el de los que acuden a saludarte; y en la medida que puedas, baja (al foro) siempre a la misma hora; un frecuente acompañamiento diario a la hora de salir a la calle genera una buena opinión y un gran prestigio.

37. El tercer apoyo de este tipo es la constante abundancia de acompañantes: en ese grupo procura que entiendan los que lo hacen voluntariamente que tú les estarás para siempre obligado por su favor; respecto de los que por su parte te son deudores, exígeles abiertamente su deuda, que los que por su edad o por su disponibilidad puedan, que te acompañen siempre, y los que no puedan acompañarte, que les sustituyan sus parientes en esta obligación. Yo quiero mucho y pienso que es importante para este asunto que tú estés siempre acompañado por  una multitud.

38. Además te aportarán gran alabanza y prestigio si están contigo aquellos que por ti fueron defendidos y que por ti se salvaron y quedaron libres de los cargos en los juicios: a estos pídeselo abiertamente, que puesto que sin ningún gasto unos obtuvieron por ti lo que pedían, otros su honor, otros la salvación y todos sus fortunas, te paguen con este servicio, porque no tendrán ninguna otra ocasión para poder devolverte su agradecimiento.

39. Y puesto que todo este discurso trata de los apoyos de los amigos, creo que no se debe pasar por alto  el tema de las precauciones en este asunto,  pues todas las cosas están llenas de fraude, insidias y traiciones. No es propio de este momento la eterna discusión sobre con qué cosas puede diferenciarse al  sincero del falso. Tan sólo es propio de este momento hacerte algunas advertencias: tus méritos excepcionales a obligado a estos mismos hombres tanto a simular que son tus amigos como a envidiarte; por ello ten presente aquello que dijo Epicarmo: “los nervios y los miembros de la sabiduría consisten en no tener confianza sin motivo”.

40. Y cuando vayas consiguiendo los apoyos de tus amigos, también entonces debes ir conociendo los tipos y clases de tus detractores y adversarios. Estos son tres: uno aquellos a los que les has producido algún daño; otro los que no te quieren sin ningún motivo; el tercero los que son muy amigos de tus competidores. Respecto de los que dañaste cuando abogaste contra ellos por defender a un amigo, discúlpate con ellos abiertamente, condúcelos a la esperanza de que si ellos vienen ahora a tu amistad, tu habrás de actuar en el futuro en sus asuntos con igual favor y obligación. Respecto de los que no te quieren sin motivo, ponte a trabajar para sacar de su interior esa malquerencia o con favores o dándoles esperanzas o mostrándoles tu apoyo. Y respecto de aquellos cuyas simpatías están más lejos por su amistad con tus adversarios, con estos emplea también la misma táctica que con los anteriores y si lo puedes probar, muéstrales que tú estás bien dispuesto de ánimo incluso con tus mismos adversarios.

41 Pero ya hemos hablado bastante de cómo conseguir amistades; ahora hemos de tratar de otro aspecto de la candidatura, la que se refiere a la voluntad popular; el pueblo desea en la vida política que se le trate por su nombre, amabilidad, presencia constante, generosidad, que se hable de sus problemas y se le de esperanza.

42, Lo primero, que ya lo haces, deja bien claro que aarezca que conoces todos los hombres y proponte  aumentar tu memoria para hacerlo cada día mejor: nada me parece a mí ni tan querido por el pueblo ni tan agradecido.  Luego, lo que no está en tu naturaleza,  inculca en tu interior que has de disimular de tal manera que parezca que lo haces por naturaleza: pues no te falta ese comedimiento que es propio de toda persona buena y tranquila; pero en gran medida es necesario el halago, que si en la vida normal es inadecuado y vergonzoso, sin embargo en una candidatura es necesario; pues cuando hace peor a alguien con su  complacencia, es inmoral, pero cuando lo hace más amigo no es tan rechazable; y desde luego es necesario para el candidato, cuya cara y cuyo rostro y discurso han de cambiar y adaptar al sentido y voluntad de aquellos con los que se encuentra reunido.

43 Sobre la presencia en la calle no te doy ninguna norma, porque la misma palabra indica en qué cosa consiste. Ciertamente es muy provechoso no apartarse de ningún lugar, y en esto consiste el fruto de la presencia permanente, no sólo en estar en Roma y en el foro, sino buscar permanentemente, dirigirse muchas veces a los mismos y no permitirte que alguien pueda decir que lo podrías conseguir, pero que no se lo pediste, que no se lo pediste insistente y diligentemente.

44 Por otra parte la generosidad tiene un ancho campo:  se da en la vida familiar, que aunque no puede alcanzar a muchos, sin embargo es  alabada por los amigos y agradecida por la multitud;  se da en los banquetes  y por eso debes procurar celebrar muchos tú y tus amigos por todas partes  y por tribus; y se da también en toda tu actividad, que debes divulgar y defender; y procura que el acceso a ti esté abierto día y noche, y no sólo las puertas de tu casa, sino tu rostro y tu cara, que es la puerta del alma, y si lo que expresa es que tu simpatía está escondida y reticente, de poco sirve que la puerta de tu casa esté abierta. Pues los hombres no sólo quieren que se les prometa, sobre todo quieren, cuando piden algo al candidato, que se les prometa con generosidad y con toda consideración. 

45 Por lo que este consejo es fácil de seguir: que demuestres que lo que vas a hacer, lo harás con gusto y con placer; y lo más difícil y más adecuado a las circunstancias que a tu naturaleza, si no puedes hacerlo, niégalo con amabilidad o no lo niegues completamente; la primera de estas opciones es propia de un hombre bueno, lo segundo de un buen candidato; pues cuando se nos pide lo que honestamente y sin detrimento de nuestra reputación no podemos prometer, como cuando alguien nos pide que aceptemos una causa contra un amigo, nos debemos negar cortésmente, manifestando la imposibilidad y mostrando lo que nos contraría y convenciéndole de que le compensarás en otros asuntos,

46. He oído que cierta persona decía de unos abogados (oradores) a los que había llevado su causa,  que fue más agradable la respuesta de quien se negó a aceptarla que la de aquel que la asumió. Así los hombres son conquistados por su actitud y sus palabras más que por  el mismo beneficio y por el asunto en sí. Sin duda esto es lo que se debe aprobar como correcto y parece que es difícil convencer de lo otro a un hombre “platónico” como tú, pero sin embargo me atendré a tus circunstancias: pues bien, aquellos a quienes te niegas a asistirlos por algún deber de una necesidad tuya, estos sin embargo pueden marcharse en paz  y con buen ánimo; sin embargo si te niegas  porque les dices  que te lo impiden los intereses de hombres amigos u otros asuntos más importantes o que aceptaste antes, se marcharán como enemigos, porque todo el mundo es de esta condición: que prefieren que les mientas a que te niegues.

47 Cayo Cota, un experto en campañas electorales, solía  decir que él solía prometer a todos su colaboración siempre y cuando no se le pidiera contra su propio deber, pero que sólo lo hacía con los que pensaba que estaban mejor colocados;  que por tanto él a nadie decía que no, porque muchas veces se daba la circunstancias de que aquel, a quien se lo había prometido, no lo usaba, de modo que muchas veces estaba más desocupado de lo que había pensado; y que no podía llenarse la casa de quien acepta  sólo tanto como cree que él puede abarcar. Puede ocurrir  que surjan cosas que no pensabas, y que aquellas que creías que estaban en tus manos, por alaguna razón no sucedan;  además que lo último es que se enfade aquel a quien le has dicho una mentira. 

48 Si prometes algo, esto es incierto y para más adelante  y para pocos; si por el contrario te niegas, ciertamente te enfrentas inmediatamente y con muchos, pues son muchos más los que  piden que se les permita usar del trabajo de otro que los que realmente lo usan. Por lo que es mejor que algunos de estos se enfaden contigo alguna vez en el foro a que todos se enfaden continuamente en tu casa, sobre todo cuando se enfadan mucho màs con aquellos que dicen que no que con aquellos que ven que por alguna causa les es imposible, pero que desearía hacer lo que prometió si de algún modo pudiera hacerlo.

49 Y para que no parezca que yo me he apartado de mi plan inicial, cuando trato estos temas en esta parte de la candidatura, referida al pueblo, yo sostengo esto, que todas esas cosas no dependen tanto del apoyo de los amigos como  del favor popular.  Aunque hay algo de ese tipo, como responder con benevolencia, servir con celo a los negocios y dificultades de los amigos, sin embargo en este lugar me refiero a estas cosas con las que podrías conquistar a una multitud, para llenar desde por la noche tu casa, para mantener a muchos fieles con la esperanza de tu protección, para que se vayan de ti más amigos de lo que se acercaron, para que los oídos de muchos se hayan saturado de la mejor de las conversaciones.

50 Seguimos  ahora hablando de la opinión pública, de la que nos debemos ocupar con toda atención.  Pero todo lo que hemos dicho en  los párrafos anteriores, eso mismo es válido para acrecentar la opinión pública sobre tí: la alabanza de tu oratoria, el apoyo de los financieros y del orden ecuestre, el favor de los hombres nobles, la compañía de los jóvenes, la presencia  de los que fueron defendidos por ti, la cantidad de gente de los municipios que se ve que han venido por tu causa, el que tú conoces bien a los hombres, que les nombras con afabilidad, que les pides el voto con frecuencia y con insistencia, que dicen y piensan que eres buena persona y generoso, que tu casa se llena desde  mucho antes de amanecer,  que está presente una multitud de todo tipo, que a todos satisfaces con tus palabras, y a muchos con la realidad y con tus acciones, todo esto  hace que con trabajo, con habilidad y con dedicación se consiga hasta donde se puede conseguir,  de tal forma que no es la buena fama la que se traslada  de todos estos puntos al pueblo, sino que es el mismo pueblo el  que se implica en los apoyos.

51. Ya te has ganado a toda una multitud de la ciudad y los apoyos de los que tienen asambleas celebrando a Pompeyo, aceptando la causa de Manilio, defendiendo a Cornelio:  ahora hemos de movilizar las fuerzas que nadie ha tenido hasta ahora sin tener  él mismo la simpatía de los hombres más importantes. También hay que hacer que todos sepan  que cuentas con la mayor simpatía de Cn. Pompeyo y que se corresponde absolutamente con los intereses de él que tú consigas lo que pretendes.

52. Finalmente procura que todo el proceso de candidatura esté lleno de pompa, que sea ilustre, espléndida, popular, que tenga la mayor brillantez y prestigio, que incluso si es posible se difunda de tus competidores el rumor infamante de lo criminal, de lo deshonesto, de lo corrupto de acuerdo con  sus costumbres.

53. Y también ha de verse en esta candidatura sobre todo que por ti hay la mejor esperanza para la República y la mejor opinión; sin embargo no has de intervenir  en tu candidatura  en temas políticos  ni en el senado ni en la asamblea; sin embargo si has de intentar que el senado considere, por la forma en que tú has vivido, que tú serás el defensor de su autoridad, y los caballeros romanos y los ciudadanos honrados y ricos piensen de acuerdo con la vida que has llevado, que serás amante de la paz  y de la tranquilidad de las cosas, y la multitud, porque has sido favorable al pueblo en tus discursos y en las asambleas y en los juicios, piense que tú no serás ajeno a sus intereses.

54 Estas son las cosas que me venían a la cabeza sobre aquellos dos comentarios matutinos, cuando te dije que todos los días cuando bajaras al foro debías pensar para ti: “soy un hombre nuevo en política, busco el consulado”. Falta lo tercero: se trata de Roma, una ciudad formada por la reunión de varias naciones, en la que se agitan muchas asechanzas, muchas mentiras, muchos vicios de todo tipo, y en la que hay que soportar la arrogancia de muchos, la grosería de muchos, la malevolencia de muchos, la soberbia de muchos, el odio y las molestias de muchos. Veo que es propio de una gran inteligencia y habilidad cuando uno se encuentra inmerso en tantos y tan grandes vicios de los hombres y de todo tipo el evitar las ofensas, las habladurías, las asechanzas,, el ser un hombre único adaptado a tanta variedad de  costumbres y de discursos y de intenciones.

55.Por todo esto intenta una y otra vez mantener este camino que empezaste: sobresale en la oratoria; en Roma a los hombres se les retiene y son atraídos por esto y se les rechaza cuando molestan o incomodan. Y como quiera que la ciudad es absolutamente viciosa en esto, en que aparecida la corrupción, suele olvidarse de la virtud y de la dignidad, consigue  en esto conocerte bien a ti mismo, es decir, que comprendas que tú eres el que puedes inspirar  a tus competidores el mayor miedo a un juicio o a un peligro judicial; consigue que sepan que les vigilas y les observas; temerán no sólo tu autoridad y fuerza de tu oratoria, sino también de hecho el apoyo del orden ecuestre a tu causa.

56. Y yo no quiero que tú les propongas estas cosas de tal manera que parezca que ya estás preparando la acusación, sino para que consigas más fácilmente con este miedo esto mismo que pretendes. Y lucha así abiertamente con todos tus nervios y facultades para conseguir lo que pretendemos. Yo veo que no ha habido ninguna elección tan maleada por la corrupción en la que algunas centurias no voten gratis a los que son especialmente sus próximos.

57. Por lo tanto si estamos vigilantes por la dignidad del proceso y si movemos a los partidarios nuestros al mayor compromiso y si especificamos a los hombres agradecidos y partidarios nuestros a cada uno su obligación y si proponemos un juicio para los competidores, y metemos miedo a los intermediarios y controlamos de alguna manera a los que distribuyen el dinero (para comprar los votos) , puede conseguirse que o no haya corrupción alguna o que no valga nada.

58 Estas son las cosas que yo creí que no conocía mejor que tú, pero que podía recoger más fácilmente en un solo lugar, dadas tus ocupaciones, y una vez escritas enviártelas: y aunque estas están escritas de tal manera que no valen para todos los que concurren a un cargo, sino especialmente para ti y para tu propia candidatura, tú sin embargo si te parece que algo debe ser cambiado o suprimido por completo o si he pasado por alto algo, querría que me lo digas; porque quiero que estas breves notas a tu candidatura sean consideradas perfectas en todos sus puntos.

QUINTUS MARCO FRATRI S. D.
   I. 1. Etsi tibi omnia suppetunt ea, quae consequi ingenio aut usu homines aut diligentia possunt, tamen amore nostro non sum alienum arbitratus ad te perscribere ea, quae mihi veniebant in mentem dies ac noctes de petitione tua cogitanti, non ut aliquid ex iis novi addisceres, sed ut ea, quae in re dispersa atque infinita viderentur esse, ratione et distributione sub uno aspectu ponerentur. [Quamquam plurimum natura valet, tamen videtur in paucorum mensum negotio posse simulatio naturam vincere.] Civitas quae sit cogita, quid petas, qui sis. 2. Prope quotidie tibi hoc ad forum descendenti meditandum est: "novus sum, consulatum peto, Roma est." Nominis novitatem dicendi gloria maxime sublevabis: semper ea res plurimum dignitatis habuit; non potest, qui dignus habetur patronus consularium, indignus consulatu putari. Quamobrem, quoniam ab hac laude proficisceris et, quidquid es, ex hoc es, ita paratus ad dicendum venito, quasi in singulis causis iudicium de omni ingenio tuo futurum sit. 3. Eius facultatus adiumenta, quae tibi scio esse seposita, ut parata ac prompta sint cura–et saepe, quae de Demosthenis studio et exercitatione scripsit Demetrius, recordare–, deinde ut amicorum et multitudo et generea appareant; habes enim ea, quae non multi homines novi habuerunt: omnes publicanos, totum fere equestrem ordinem, multa propria municipia, multos abs te defensos homines cuiusque ordinis, aliquot collegia, praeterea studio dicendi conciliatos plurimos adolescentulos, quotidianam amicorum assiduitatem et frequentiam: 4. haec cura ut teneas commendando et rogando et omni ratione efficiendo, ut intelligant, qui debent tua causa, referendae gratiae, qui volunt, obligandi tui tempus sibi aliud nullum fore. Etiam hoc multum videtur adiuvare posse novum hominem: hominum nobilium voluntas et maxime consularium; prodest, quorum in locum ac numerum pervenire velis, ab iis ipsis illo loco ac numero dignum putari. 5. Hi rogandi omnes sunt diligenter et ad eos allegandum est persuadendumque iis nos semper cum optimatibus de re publica sensisse, minime populares fuisse; si quid locuti populariter videamur, id nos eo consilio fecisse, ut nobis Cn. Pompeium adiungeremus, ut eum, qui plurimum posset, aut amicum in nostra petitione haberemus aut certe non adversarium. 6. Praeterea adolescentes nobiles elabora ut habeas vel ut teneas studiosos [tui], quos habes: multum dignitatis afferent. Plurimos habes: perfice, ut sciant, quantum in iis putes esse. Quod si adduxeris, ut ii, qui non nolunt, cupiant, plurimum proderunt.
   II. 7. Ac multum etiam novitatem tuam adiuvat, quod eiusmodi nobiles tecum petunt, ut nemo sit, qui audeat dicere plus illis nobilitatem quam tibi virtutem prodesse oportere. Nam P. Galbam et L. Cassium summo loco natos quis est qui petere consulatum putet oportere? vides igitur amplissimis ex familiis homines, quod sine nervis sint, tibi pares non esse. 8. "At Catilina et Antonius molesti sunt." Immo homini navo, industrio, innocenti, diserto, gratioso apud eos, qui res iudicant, optandi competitores ambo a pueritia sicarii, ambo libidinosi, ambo egentes. Eorum alterius bona proscripta vidimus, vocem denique audivimus iurantis se Romae iudicio aequo cum homine Graeco certare non posse, ex senatu eiectum scimus [, optima vero censorum existimatione]; in praetura competitorem habuimus amico Sabidio et Panthera, cum alios, ad tabulam quos poneret, non haberet, quo tamen in magistratu amicam, quam domi palam haberet, de machinis emit; in petitione autem consulatus caupones omnes compilare per turpissimam legationem maluit quam adesse et populo Romano supplicare. 9. Alter vero, di boni! quo splendore est? Primum nobilitate eadem. Num maiore re? Non, sed virtute. Quamobrem? Quod inanius umbram suam metuit, hic ne leges quidem, natus in patris egestate, educatus in sororis stupris, corroboratus in caede civium, cuius primus ad rem publicam aditus in equitibus Romanis occidendis fuit–nam illis, quos meminimus, Gallis, qui tum Titiniorum ac Nanniorum ac Tanusiorum capita demetebant, Sulla unum Catilinam praefecerat–, in quibus ille hominem optimum, Q. Caecilium, sororis suae virum, equitem Romanum, nullarum partium, cum semper natura, tum etiam aetate iam quietum, suis manibus occidit.
   III. 10. Quid ego nunc dicam petere eum consulatum, qui hominem carissimum populo Romano, M. Marium inspectante populo Romano vitibus per totam urbem ceciderit, ad bustum egerit, ibi omni cruciatu lacerarit, vivo stanti collum gladio sua dextera secuerit, cum sinistra capillum eius a vertice teneret, caput sua manu tulerit, cum inter digitos eius rivi sanguinis fluerent? qui postea cum histrionibus et cum gladiatoribus ita vixit, ut alteros libidinis, alteros facinoris adiutores haberet, qui nullum in locum tam sanctum ac tam religiosum accessit, in quo non, etiamsi aliis culpa non esset, tamen ex sua nequitia dedecoris suspicionem relinqueret, qui ex curia Curios et Annios, ab atriis Sapalas et Carvilios, ex equestri ordine Pompilios et Vettios sibi amicissimos comparavit, qui tantum habet audaciae, tantum nequitiae, tantum denique in libidine artis et efficacitatis, ut prope in parentum gremiis praetextatos liberos constuprarit? Quid ego nunc tibi de Africa, quid de testium dictis scribam? Nota sunt, et ea tu saepius legito; sed tamen hoc mihi non praetermittendum videtur, quod primum ex eo iudicio tam egens discessit, quam quidem iudices eius ante illud iudicium fuerunt, deinde tam invidiosus, ut aliud in eum iudicium quotidie flagitetur. Hic se sic habet, ut magis timeat, etiamsi quierit, quam ut contemnat, si quid commoverit. 11. Quanto melior tibi fortuna petitionis data est quam nuper homini novo, C. Caelio! ille cum duobus hominibus ita nobilissimis petebat, ut tamen in iis omnia pluris essent quam ipsa nobilitas: summa ingenia, summus pudor, plurima beneficia, summa ratio ac diligentia petendi; ac tamen eorum alterum Caelius, cum multo inferior esset genere, superior nulla re paene, superavit. 12. Quare tibi, si facies ea, quae natura et studia, quibus semper usus es, largiuntur, quae temporis tui ratio desiderat, quae potes, quae debes, non erit difficile certamen cum iis competitoribus, qui nequaquam sunt tam genere insignes quam vitiis nobiles; quis enim reperiri potest tam improbus civis, qui velit uno suffragio duas in rem publicam sicas destringere?
   IV. 13. Quoniam, quae subsidia novitatis haberes et habere posses, exposui, nunc de magnitudine petitionis dicendum videtur: consulatum petis, quo honore nemo est quin te dignum arbitretur, sed multi, qui invideant; petis enim homo ex equestri loco summum locum civitatis atque ita summum, ut forti homini, diserto, innocenti multo idem ille honos plus amplitudinis quam ceteris afferat. Noli putare eos, qui sunt eo honore usi, non videre, tu, cum idem sis adeptus, quid dignitatis habiturus sis; eos vero, qui consularibus familiis nati locum maiorum consecuti non sunt, suspicor tibi, nisi si qui admodum te amant, invidere; etiam novos homines praetorios existimo, nisi qui tuo beneficio vincti sunt, nolle abs te se honore superari. 14. Iam in populo quam multi invidi sint, quam multi consuetudine horum annorum ab hominibus novis alienati, venire tibi in mentem certo scio; esse etiam nonnullos tibi iratos ex iis causis, quas egisti, necesse est. Iam illud tute circumspicito, quod ad Cn. Pompeii gloriam augendam tanto studio te dedidisti, num quos tibi putes ob eam causam esse amicos. 15. Quamobrem, cum et summum locum civitatis petas et videas esse studia, quae tibi adversentur, adhibeas necesse est omnem rationem et curam et laborem et diligentiam.
   V. 16. Et petitio magistratuum divisa est in duarum rationum diligentiam, quarum altera in amicorum studiis, altera in populari voluntate ponenda est. Amicorum studia beneficiis et officiis et vetustate et facilitate ac iucunditate naturae parta esse oportet; sed hoc nomen amicorum in petitione latius patet quam in cetera vita; quisquis est enim, qui ostendat aliquid in te voluntatis, qui colat, qui domum ventitet, is in amicorum numero est habendus; sed tamen, qui sunt amici ex causa iustiore cognationis aut affinitatis aut sodalitatis aut alicuius necessitudinis, iis carum et iucundum esse maxime prodest. 17. Deinde, ut quisque est intimus ac maxime domesticus, ut is amet et quam amplissimum esse te cupiat, valde elaborandum est, [tum] ut tribules, ut vicini, ut clientes, ut denique liberti, postremo etiam servi tui; nam fere omnis sermo ad forensem famam a domesticis emanat auctoribus. 18. Denique sunt instituendi cuiusque generis amici: ad speciem homines illustres honore ac nomine, qui etiamsi suffragandi studia non navant, tamen afferunt petitori aliquid dignitatis, ad ius obtinendum magistratus, ex quibus maxime consules, deinde tribuni pl., ad conficiendas centurias homines excellenti gratia. Qui abs te tribum aut centuriam aut aliquod beneficium aut habeant aut sperent, eos prorsus magno opere et compara et confirma; nam per hos annos homines ambitiosi vehementer omni studio atque opera elaborarunt, ut possent a tribulibus suis ea, quae peterent, impetrare: hos tu homines, quibuscumque poteris rationibus, ut ex animo atque ex illa summa voluntate tui studiosi sint, elaborato. 19. Quod si satis grati homines essent, haec tibi omnia parata esse debebant, sicuti parata esse confido; nam hoc biennio quattuor sodalitates hominum ad ambitionem gratiosissimorum tibi obligasti, M. Fundanii, Q. Gallii, C. Cornelii, C. Orchivii: horum in causis ad te deferendis quid tibi eorum sodales receperint et confirmarint, scio, nam interfui; quare hoc tibi faciendum est, hoc tempore ut ab iis quod debent exigas saepe commonendo, rogando, confirmando, curando ut intelligant nullum tempus aliud se umquam habituros referendae gratiae: profecto homines et spe reliquorum tuorum officiorum et [iam] recentibus beneficiis ad studium navandum excitabuntur. 20. Et omnino, quoniam eo genere amicitiarum petitio tua maxime munita est, quod ex causarum defensionibus adeptus es, fac, ut plane iis omnibus, quos devinctos tenes, descriptum ac dispositum suum cuique munus sit, et, quemadmodum nemini illorum molestus ulla in re umquam fuisti, sic cura, ut intelligant omnia te, quae ab illis tibi deberi putaris, ad hoc tempus reservasse.
   VI. 21. Sed, quoniam tribus rebus homines maxime ad benevolentiam atque haec suffragandi studia ducuntur, beneficio, spe, adiunctione animi ac voluntate, animadvertendum est, quemadmodum cuique horum generi sit inserviendum. Minimis beneficiis homines adducuntur, ut satis causae putent esse ad studium suffragationis, nedum ii, quibus saluti fuisti, quos tu habes plurimos, non intelligant, si hoc tuo tempore tibi non satisfecerint, se probatos nemini umquam fore. Quod cum ita sit, tamen rogandi sunt atque etiam in hanc opinionem adducendi, ut, qui adhuc nobis obligati fuerint, iis vicissim nos obligari posse videamur. 22. Qui autem spe tenentur, quod genus hominum multo etiam est diligentius atque officiosius, iis fac ut propositum ac paratum auxilium tuum esse videatur, denique ut spectatorem te suorum officiorum esse intelligant diligentem, ut videre te plane atque animadvertere, quantum a quoque proficiscatur, appareat. 23. Tertium illud genus est studiorum voluntarium, quod agendis gratiis, accommodandis sermonibus ad eas rationes, propter quas quisque studiosus tui esse videbitur, significanda ergo illos pari voluntate, adducenda amicitia in spem familiaritatis et consuetudinis confirmari oportebit. Atque in iis omnibus generibus iudicato et perpendito, quantum quisque possit, ut scias et quemadmodum cuique inservias et quid a quoque exspectes ac postules. 24. Sunt enim quidam homines in suis vicinitatibus et municipiis gratiosi, sunt diligentes et copiosi, qui etiamsi antea non studuerunt huic gratiae, tamen ex tempore elaborare eius causa, cui debent aut voluit, facile possunt: his hominum generibus sic inserviendum est, ut ipsi intelligant te videre, quid a quoque exspectes, sentire, quid accipias, meminisse, quid acceperis; sunt autem alii, qui aut nihil possunt aut etiam odio sunt tribulibus suis nec habent tantum animi aut facultatis, ut enitantur ex tempore: hos ut internoscas, videto, ne spe in aliquo maiore posita praesidii parum comparetur.
   VII. 25. Et, quamquam partis ac fundatis amicitiis fretum ac munitum esse oportet, tamen in ipsa petitione amicitiae permultae ac perutiles comparantur; nam in ceteris molestiis habet hoc tamen petitio commodi, ut possis honeste, quod in cetera vita non queas, quoscumque velis adiungere ad amicitiam, quibuscum si alio tempore agas, ut te utantur, absurde facere videare, in petitione autem nisi id agas et cum multis et diligenter, nullus petitor esse videare. 26. Ego autem tibi hoc confirmo, esse neminem, nisi aliqua necessitudine competitorum alicui tuorum sit adiunctus, a quo non facile, si contenderis, impetrare possis, ut suo beneficio promereatur, se ut ames et sibi ut debeas, modo ut intelligat te magni aestimare ex animo agere, bene se ponere, fore ex eo non brevem et suffragatoriam, sed firmam et perpetuam amicitiam. 27. Nemo erit, mihi crede, in quo modo

Una guía de campaña electoral de 2000 años de antigüedad

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies