Aulo Gelio, en el libro XI, capítulo 9, de sus Noches Áticas, nos relata cómo el famoso orador griego Demóstenes se deja comprar por una buena cantidad de dinero para no pronunciar un discurso en contra del macedonio Harpalo. En el capítulo siguiente en el 10, nos da otra versión atribuida ahora a un discurso de Cayo Graco. Pero el interés de este texto va más allá de la diferente atribución, porque en él Graco nos descubre con toda crudeza cómo los oradores políticos y los abogados buscan sobre todo el lucro y el beneficio.

Dice el texto:

Que C. Graco en un discurso suyo atribuyó la historia anteriormente escrita al orador Demades y no a Demóstenes; se citan las palabras del propio C.Graco.

Lo que en el capítulo anterior dijimos que había sido escrito por Critolao sobre Demóstenes, Cayo Graco  se lo atribuyó con estas palabras a Demades en el discurso contra la ley Aufeya:

"Si vosotros, ciudadanos, quisierais usar de vuestra sabiduría y honradez, aunque lo buscaseis, encontraríais que ninguno de nosotros sale aquí si no es por un precio. Todos nosotros, que tomamos la palabra, algo buscamos y ninguno se presenta ante vosotros por ningún otro motivo que el de sacar algún beneficio. Yo mismo, que os estoy hablando para que aumentéis vuestra ganancia  para que podáis administrar más fácilmente vuestros bienes y la república, no he salido gratis, aunque no pido de vosotros dinero sino buena consideración y honor. 

Quienes salen aquí  para disuadiros de que aprobéis esta ley, no buscan vuestro reconocimiento  sino el dinero de Nicomedes;  quienes os aconsejan que la aprobéis, éstos tampoco buscan de vosotros  el reconocimiento sino el precio y el premio de Mitrídates para su patrimonio familiar; y quienes desde el mismo lugar y orden social se callan, estos son los peores, pues reciben recompensas de todos y a todos engañan. Vosotros, si consideráis que se apartan de estas cosas, les prestáis buena consideración; así pues, los embajadores de los reyes, considerando que permanecen callados a favor de su causa, les ofrecen las mayores recompensas y dineros, como asimismo ocurrió en tierra griega,  en la ocasión en que un actor de tragedias  consideraba motivo de honra que se le hubiera entregado un talento por una sola obra de teatro, y se dice que Demades, el más elocuente de su ciudad, le respondió: “  ¿Te parece maravilloso que hayas recibido un talento por hablar? Yo, por estar callador, recibí diez talentos del rey”. Del mismo modo ahora esos individuos reciben  los mayores pagos por callar”.

Quod C. Gracchus in oratione sua historiam supra scriptam Demadi rhetori, non Demostheni, adtribuit; verbaque ipsius C. Gracchi relata.
Quod in capite superiore a Critolao scriptum esse diximus super Demosthene, id C. Gracchus in oratione, qua legem  Aufeiam dissuasit, in Demaden contulit verbis hisce:  "Nam vos, Quirites, si velitis sapientia atque virtute uti, etsi quaeritis, neminem nostrum invenietis sine pretio huc prodire. Omnes nos, qui verba facimus, aliquid petimus, neque ullius rei causa quisquam ad vos prodit, nisi ut aliquid auferat. Ego ipse, qui aput vos verba facio, uti vectigalia vestra augeatis, quo facilius vestra commoda et rempublicam administrare possitis, non gratis prodeo; verum peto a vobis non pecuniam, sed bonam existimationem atque honorem. Qui prodeunt dissuasuri, ne hanc legem accipiatis, petunt non honorem a vobis, verum a Nicomede pecuniam; qui suadent, ut accipiatis, hi quoque petunt non a vobis bonam existimationem, verum a Mithridate rei familiari suae pretium et praemium; qui autem ex eodem loco atque ordine tacent, hi vel acerrimi sunt; nam ab omnibus pretium accipiunt et omnis fallunt.  Vos, cum putatis eos ab his rebus remotos esse, inpertitis bonam existimationem;  legationes autem a regibus, cum putant eos sua causa reticere, sumptus atque pecunias maximas praebent, item uti in terra Graecia, quo in tempore tragoedus gloriae sibi ducebat talentum magnum ob unam fabulam datum esse, homo eloquentissimus civitatis suae Demades ei respondisse dicitur: "Mirum tibi videtur, si tu loquendo talentum quaesisti? ego, ut tacerem, decem talenta a rege accepi". Item nunc isti pretia maxima ob tacendum accipiunt".

Este Demades es un orador, contemporáneo de Demóstenes, que se muestra favorable a los macedonios Filipo y luego Alejandro, su hijo y su política de expansión por Grecia.  Véase el artículo …. En el que se cuenta la misma anécdota, si bien aplicada a Demóstenes. http://www.antiquitatem.com/corrupcion-politica-demostenes-filipicas

Una consideración sobre la Ley Aufeia a la que se refiere el discurso de Graco expone bien a las claras cuál es el ambiente general de corrupción en la adjudicación de servicios públicos en el momento en el que Roma se está extendiendo por todo el Mediterráneo de forma imparable.

Los filólogos como H. Hill consideran que el término “Aufeia” es un término corrupto y que en realidad se refiere a la Lex Aquilia, que debe su nombre a Manio Aquilio, cónsul en el año 129 a.C.  Pero lo pertinente de la cita es que este Aquilio fue procónsul de Asia y en calidad de tal adjudicó la recaudación de los impuestos de las provincias de Asia; en concreto adjudicó  al rey del Ponto Mitrídates V los impuestos del reino de la Gran Frigia, según se decía, a cambio de un fuerte soborno. Se le acusó ante el tribunal “de repetundis”.  La “Lex de pecuniis repetundis”, “ley de reclamación de dineros indebidamente percibidos”, actuaba contra las concusiones (exacción arbitraria hecha por un funcionario público en provecho propio) y  cohechos (delito de sobornar a un juez o a un funcionario o de  aceptación del soborno). 

Aquilio fue absuelto con gran escándalo. Como consecuencia, el tribuno Cayo Sempronio Graco, que buscaba recursos para sus reformas agrarias, promulgó la “Lex Sempronia de provincia Asia”  para que los recursos de Asia fueran subastados y arrendados a los “publicanos” en la propia Roma y por los censores, como garantía contra los abusos de los gobernadores.

En fin, esto de la adjudicación de “obras públicas” a quien paga una buena comisión parece un asunto extraído de la prensa de hoy mismo; lo de la absolución del corrupto también.

Como detalle curioso diremos que la palabra “concusión”  deriva del verbo latino “concutere” que significa sacudir, mover, golpear; parece estar tomada de la práctica de “sacudir o mover el árbol para recoger los frutos que caen”  y en verdad que parece adecuado el origen porque eso es lo que hacían generalmente los gobernadores y funcionarios romanos de las provincias, agitarlas y golpearlas hasta recoger de ellas todo el fruto.

Ya el propio nombre de “provincia” es suficientemente expresivo: “territorio para vencer”, dominar y expoliar, aplicando implacablemente el significado de otra expresiva frase latina: “vae victis” “¡ay de los vencidos!”, frase cuyo interesante origen comentaremos en otro momento.
 

Cayo Graco: sólo el interés mueve al orador político

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