La curiosidad innata del hombre le ha impulsado a innumerables empresas. El deseo de conocer el mundo en el que habita le ha empujado una y otra vez a realizar viajes y exploraciones de los lugares más inaccesibles.

Ciertamente, la carrera por la exploración del planeta  eclosiona después del descubrimiento de América por Colón a finales del siglo XV. A principios del siglo XX casi no quedaba ningún rincón por descubrir y una vez conocida la Tierra, comienza la exploración del espacio. La curiosidad, el deseo de conocer  sigue siendo la fuerza impulsora  imparable.

Al hombre antiguo le frenó en buena medida su temor al mar insondable, desconocido, tenebroso,  el miedo  a alta mar. ( “altus,-a,-um” significa en latín “alto” y también “profundo”, que es la acepción que habremos de aplicar cuando hablamos de “alta mar”).

Pero esto no nos debe engañar. Los antiguos, fenicios, griegos, romanos y el resto de pueblos marineros recorrieron todo el Mar Mediterráneo, salieron al Atlántico y al Indico. ¿Qué otra cosa es la “Odisea” sino el relato de los difíciles viajes de los griegos por el Mediterráneo?. Son varios los viajes de exploración notables en época antigua de que tenemos noticias.

Uno de los asuntos que más intrigó al Mundo Antiguo, a los faraones, a los griegos, a los romanos fue el descubrimiento de las llamadas “fuentes del Nilo”.  Son numerosos los textos antiguos que hacen referencia a las desconocidas fuentes del Nilo y a sus fertilizadoras crecidas estivales.  Heródoto, que también vivió en Egipto,  es el autor de la famosa frase “(Egipto) es un don del Nilo ; δῶρον τοῦ ποταμοῦ (Historias, II, 5,1” y   en numerosas ocasiones se refiere al río y sus crecidas en el citado Libro II.

Lucano, Ovidio, PetronioMarcial se refieren también en numerosos pasajes a este tópico antiguo . Por ejemplo, Horacio, cantando exageradamente el poder de Augusto,  recurre al lugar común y dice en Odas,IV,14, 45-46

a ti te (obedece) el Nilo, que oculta el origen de sus fuentes

te, fontium qui celat origines
Nilusque…venerantur…

En varias ocasiones se intentó explorar el curso del rió. La más importante, al menos la mejor documentada, tuvo lugar en época del emperador Nerón . En ella tiene su parte la intervención del filósofo y naturalista Lucio Anneo Séneca, hispano de Corduba, que pasó parte de su juventud en Egipto, por razones de salud. Le atrajo sin duda, como buen naturalista,  el asunto del origen del río Nilo, de las “fuentes del río Nilo”,  de la cabecera,  “caput Nili” como  entonces se decía.

Séneca años después fue maestro y preceptor del emperador Nerón (vivió del año 37 al 68). Nerón ha pasado a la Historia, merecidamente, como un monstruo, pero ni siempre lo fue ni todo lo hizo mal. Sin duda  Séneca le hizo interesarse por  el asunto de las “fuentes del Nilo”, y preparó una expedición al mando de dos centuriones en torno al  año 60 . Séneca recoge en el Libro VI de sus “Cuestiones Naturales”  el  relato o informe de los centuriones, que reproduzco a continuación en castellano y en latín:

¿No sabes que entre las opiniones con las que se explica la inundación estival  del Nilo hay una que dice que surge  de la tierra misma y aumenta su caudal debido  no a las aguas del cielo, sino a las del subsuelo? He oído contar  a dos centuriones, que Nerón César, apasionado por todas las cosas valiosas  y especialmente por la verdad, había enviado  a investigar la cabecera  del Nilo,  que recorrieron un largo camino y que ayudados  por el Rey de  Etiopía y recomendados a los reyes vecinos  avanzaron  más allá.

Luego, me dijeron, “ llegamos  a unos  pantanos inmensos, cuya salida ni los habitantes del lugar habían conocido ni nadie podía esperar conocerla:  tan mezcladas están las hierbas con el agua que ni a pie ni en barco se pueden pasar, porque la laguna, llena de fango y de hierbas, no soporta sino una  barca pequeña y capaz de una sola persona. Ahí, me dijo, vimos dos peñascos, de los que caía un río de enorme caudal”.

Tanto si es   éste el nacimiento o un afluente del Nilo, tanto si nace entonces o reaparece en la tierra después de un recorrido anterior, ¿no crees que esta agua, sea la que sea, procede de un gran lago de esas tierras? Es necesario, pues, que las tierras retengan  el agua desparramada por muchos lugares encerrada en uno  solo  , para que puedan brotar con tanta fuerza.

Nescis autem inter opiniones, quibus enarratur Nili aestiua inundatio, et hanc esse, a terra illum erumpere et augeri non supernis aquis sed ex intimo redditis? Ego quidem centuriones duos, quos Nero Caesar, ut aliarum uirtutum ita ueritatis in primis amantissimus, ad inuestigandum caput Nili miserat, audiui narrantes longum illos iter peregisse, cum a rege Aethiopiae instructi auxilio commendatique proximis regibus penetrassent ad ulteriorem.
Inde, ut quidam aiebant, peruenimus ad immensas paludes, quarum exitum nec incolae nouerant nec sperare quisquam potest: ita implicatae aquis herbae sunt et aquae nec pediti eluctabiles nec nauigio, quod nisi paruum et unius capax limosa et obsita palus non fert. Ibi, inquit, uidimus duas petras, ex quibus ingens uis fluminis excidebat.
Sed siue caput illa siue accessio est Nili, siue tunc nascitur siue in terras ex priore recepta cursu redit, nonne tu credis illam, quicquid est, ex magno terrarum lacu ascendere? Habeant enim oportet pluribus locis sparsum umorem et in uno coactum, ut eructare tanto impetu possint.

                                                                               (Séneca, Quaestiones Naturales, VI,8,3-5)

De este relato podemos deducir que los centuriones remontaron el Nilo Blanco y que llegaron a la zona del Sudán, llamada “Sudd” que significa “barrera”. Es una zona pantanosa también en nuestros días, que ocupa miles de  kilómetros cuadrados y por tanto infranqueable en el mundo antiguo.

Hay todavía un hecho más intrigante. El geógrafo, astrónomo y matemático Claudio  Ptolomeo de Alejandría (vivió aproximadamente del año 100 al 170), escribió una Geografía con detalladas descripciones. No se han conservado los mapas confeccionados por él, pero con las detalladas indicaciones del manuscrito aparecido hacia el año 1300 los cartógrafos han reproducido sus mapas. Curiosamente en el aparecen los dos brazos del Nilo y su origen en unos grandes lagos. Ptolomeo había recogido una información del cartógrafo Marinos de Tiro que recogía la historia de un comerciante griego, Diógenes, que  desde la costa africana del mar Rojo  viajó hacia el año 100 hasta la región de los grandes lagos Victoria y Alberto, de los que surge el Nilo. Los “Montes de la Luna” de los que habla serían el Ruwenzori .

Se habría anticipado en 1700 años al famoso viaje de Richard Burton, Speke y Stanley.  La noticia la recogió Ptolomeo, la tradujeron los árabes. En la Edad Media se creía que el Nilo nacía de unos lagos generados por las nieves de los  “Montes de la Luna” y así se refleja en la cartografía desde el siglo XIV en que apareció la Geografía de Ptolomeo.

En el siglo XVII el jesuita l español Pedro Páez (1564-1622),que intentaba crear una misión jesuítica  en una zona de enormes dificultades encontró las fuentes del Nilo Azul. Pero esto se olvidó.

En el siglo XIX los exploradores ingleses citados , después de varias exploraciones y muchas discusiones, reencontraron las “fuentes” de Diógenes y han pasado a la Historia como sus “descubridores”. Su obra en cambio no se ha olvidado, al menos hasta ahora.
 

¿Conocieron los romanos las fuentes del Nilo?

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