Si aceptamos absolutamente el principio estoico de la estrecha relación entre la vida y el lenguaje y lo aplicamos absolutamente a la creación literaria, nos veremos obligados a juzgar la vida del escritor en relación con sus escritos: si sus escritos son elevados, su vida será moralmente elevada, si sus escritos son escabrosos y escandalosa, su vida será igualmente escandalosa.

Esto encierra el enorme peligro de confundir la realidad con la ficción y valorar injustamente a las personas. Considerando que la literatura, la palabra en general, es un poderoso instrumento de comunicación y de influencia en las personas, es fácil comprender cómo en numerosas ocasiones se ha condenado en sus diversas formas al disidente en función de su obra literaria.

Ocurre ahora con frecuencia, pero también ocurrió en la Antigüedad: hubo quien consideró inmorales algunos de los escritos de Ovidio y en consecuencia quien juzgó a Ovidio como inmoral en su vida, y así pasó a la posteridad como “poeta inmoral” por escribir un par de libros eróticos. Y lo mismo ocurrió con Catulo y Marcial y tantos otros.

Pero hay quien por el contrario entiende que el escritor o el orador tiene una enorme capacidad de crear una ficción, una obra imaginada que nada tenga que ver con la realidad existente. De ello se puede deducir que no se podrá deducir del contenido moral de un escrito la condición moral de un autor.

Por ejemplo, Estratón de Sardes fue un griego autor de epigramas del que no sabemos con precisión la época en la que vivió, aunque generalmente se le enmarque en el siglo II de nuestra era. Sus epigramas fueron todos de tema homoerótico, la mayor parte de ellos referidos a la “pederastia” griega, y fueron recogidos en el libro XII de la Antología Palatina, o recopilación de poemas griegos desde el período clásico al bizantino.

  La crudeza con la que describe el amor físico homosexual hizo que fuera considerado como “autor inmoral” y sus poemas ocultados en muchos manuscritos. Pues bien, él mismo nos aclara en el epigrama 258 con que cierra el citado libro XII de la Antología Palatina, que los sentimientos que canta no son propios, sino que hace poemas para otros dada su facilidad para componer versos:

Tal vez alguien en los años futuros, escuchando estos poemas míos informales, piense que estas penas de amor fueron todas mías. ¡No! Yo siempre garabateo esto o aquello para este o aquel amantede los jóvenes, ya que algún dios me ha dado este regalo (de hacer versos).

Me limitaré ahora a presentar tan sólo algunos ejemplos en que “literatura erótica”, casi siempre jocosa, alegre, desinhibida, pero también crítica y amarga, choca con comportamientos de moral más rígida, a veces, como decía, evidentemente hipócrita.

El asunto es más chocante cuando autores generalmente respetables y respetados se han permitido escribir alguna cosa de tono “más subido” que no se esperaba de ellos; ejemplos modernos de ello pueden ser en español el dramaturgo Nicolás Fernández de Moratín y su “Arte de las putas” o Félix María de Samaniego y su “Jardín de Venus”, el escatológico Quevedo y su “Gracias y desgracias del ojo del culo” o mucho más rediente el el Académico de la Real Academia Española y Premio Nobel de Literatura Camilo José Cela y su “La insólita y gloriosa hazaña del cipote de Archidona”. El lector más beligerante e intransigente moralmente tiende a confundir y utilizar como arma la identificación de lo expresado en el texto, que puede ser una absoluta ficción, con la vida real del autor.

Refiriéndonos al mundo antiguo, la obscenidad erótica en Roma, es un tema frecuente al que recurren los escritores satíricos latinos en su objetivo de  criticar los vicios de su sociedad. Lo vimos en el artículo anterior http://http://www.antiquitatem.com/talis-oratio-qualis-vita

Los griegos en cambio, a los que los autores moralistas romanos atribuyen gran parte de la culpa, son mucho más permisivos en la crítica de los comportamientos obscenos.

La obscenidad de los escritos eróticos choca con la “gravitas” y “severitas” o “seriedad” de las antiguas “mores maiorum” de la República primitiva, o comportamiento moral de los antepasados, y es una fuente de corrupción moral, sobre todo de los jóvenes, y se puede interpretar como un signo de vida inmoral del propio escritor, que es el tema de este artículo.

Así ha pasado desde la antigüedad a nuestros días, como decía.  Esta cuestión de la influencia de la obscenidad, hoy diríamos pornografía, en la formación, educación y conducta de las personas sigue siendo un asunto de absoluta actualidad.

Entre los  ejemplos antiguos, citaré los de los tres famosos poetas latinos citados anteriormente, que se vieron obligados a reivindicar su rectitud de vida personal frente a la alegría procaz de sus poemas, que algunos de sus lectores parecen no admitir.

El primero de los tres en el tiempo es Catulo (h. 84 a. C.-Roma, h. 57 a. C.).

El poema 16 de Catulo es un poema complejo, a cuya interpretación se han dedicado muchas páginas porque en él se reflejan algunas de las características de la sexualidad de los romanos hasta el punto de haber sido considerado como expresión de la identidad masculina en toda su fuerza: el “vir romanus” puede ser homosexual y recibir  la “fellatio” sólo si  es activo y dominador y no pasivo. Parece también que a Catulo le ha molestado enormemente que se le considere “poco hombre” porque pide miles de besos a su amada (en la condición del “vir” romano está el tomar y no pedir a un ser inferior como es considerada la mujer).

Pero no me interesa ahora analizar estas cuestiones sino el hecho de que Catulo contrapone la inventiva literaria, la persona poética, a la persona real, negando así el principio estoico de talis oratio qualis vita (el discurso ha de ser acorde con la vida) que al menos obliga a guardar las apariencias y cómo reivindica cierta libertad para la literatura si ha de resultar atractiva.

"Os joderé y me la chupareis,
bujarrón Aurelio y marica Furio,
que me habéis creído poco decente
porque mis versos son voluptuosos.
Pues el buen poeta debe ser casto,
pero no sus versos que no lo necesitan.
Que estos sólo tienen sal y encanto
si son algo voluptuosos y poco púdicos
y si pueden encender los ánimos,
no diré yo de los muchachos, sino de esos velludos
varones que no menean ya sus duros lomos.
Y vosotros, porque leísteis tantos miles
de besos ¿me juzgáis poco hombre?
Os joderé y me la chuparéis."

(Traduccion de L.A. de Villena)

Pedicabo ego vos et irrumabo,
Aureli pathice et cinaede Furi,
qui me ex versiculis meis putastis,
quod sunt molliculi, parum pudicum.
Nam castum esse decet pium poetam
ipsum, versiculos nihil necesse est;
qui tum denique habent salem ac leporem,
si sunt molliculi ac parum pudici,
et quod pruriat incitare possunt,
non dico pueris, sed his pilosis
qui duros nequeunt movere lumbos.
Vos, quod milia multa basiorum
legistis, male me marem putatis?
Pedicabo ego vos et irrumabo

Otro ejemplo posterior en el tiempo es el de Ovidio (43 a.C.-17 d.C.). Acusado de “inmoral” en su tiempo y para toda la posteridad con la colaboración decisiva del emperador Augusto, que utilizo su famoso Arte de Amar como excusa para condenarlo al exilio en los confines del Imperio, y del Cristianismo que lo calificó de poeta “absolutamente pagano e inmoral”, tuvo que reivindicar una y otra vez la honorabilidad de su vida personal explicando la diferencia entre la creación literaria  y la vida real.

En la elegía dirigida a un amigo orador, dice en Tristia I,9,55 y ss:

Mejor hubiera sido que mi obra no hubiera brillado por su celebridad, y así como las graves disciplinas, elocuente amigo, te están dando provecho, así un arte diferente a ellas me ha perjudicado. Sin embargo mi vida te es conocida; tú sabes que las costumbres de su autor se apartaron de tales artes; y sabes que ese viejo poema fue compuesto en mi juventud y que tales poemas, aunque no son precisamente dignos de elogio, con todo no son sino bagatelas. (Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

at nostrum tenebris utinam latuisset in imis !
expediit studio lumen abesse meo.
utque tibi prosunt artes, facunde, severae,
dissimiles illis sic nocuere mihi.
vita tamen tibi nota mea est. scis artibus illis
auctoris mores abstinuisse sui :
scis vetus hoc iuveni lusum mihi carmen, et istos
ut non laudandos, sic tamen esse iocos.

Ovidio aclara las cosas en  Tristia II, 345 y ss. :

Este libertinaje es el que me ha hecho odioso ante ti por culpa de mi Arte, del que tú piensas que incita a las alcobas veladas. Pero ni bajo mi magisterio las esposas aprendieron a ser infieles, ni nadie puede enseñar lo que poco conoce. Yo he compuesto versos divertidos y poemas amorosos de manera que ninguna habladuría atentara contra mi reputación. Y no hay ni siquiera marido alguno entre el pueblo llano, cuya paternidad se ponga en duda por mi culpa. Créeme, mis costumbres son distintas de mi poesía (mi vida es honesta, mi Musa divertida) y gran parte de mis obras es falsa y fingida: se han permitido decir más de lo que su propio autor se propuso. Mi libro no es expresión de mi espíritu, sino la inocente intención de ofrecer muchos temas apropiados para deleitar los oídos. De lo contrario Accio sería cruel, Terencio un parásito y los que cantan fieros combates serían belicosos. (Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

Haec tibi me inuisum lasciuia fecit, ob Artes,
      Quis ratus es uetitos sollicitare toros.
Sed neque me nuptae didicerunt furta magistro,
      Quodque parum nouit, nemo docere potest.
Sic ego delicias et mollia carmina feci,
      Strinxerit ut nomen fabula nulla meum.
Nec quisquam est adeo media de plebe maritus,
      Vt dubius uitio sit pater ille meo.
Crede mihi, distant mores a carmine nostro
      (Vita uerecunda est, Musa iocosa mea)
Magnaque pars mendax operum est et ficta meorum:
      Plus sibi permisit compositore suo.
Nec liber indicium est animi, sed honesta uoluntas:
      Plurima mulcendis auribus apta feres.
Accius esset atrox, conuiua Terentius esset,
      Essent pugnaces qui fera bella canunt.

Insiste en la misma idea en Tristia II, 303 y ss.

Además, la primera página aleja las manos virtuosas de mi Arte, escrito solamente para cortesanas. Toda aquella que irrumpe en un lugar adonde el sacerdote no permite la entrada, inmediatamente se convierte en culpable de un delito del que el sacerdote queda absuelto.

No es, por tanto, un delito hojear versos de tema amoroso, pues a las mujeres les está permitido leer muchas cosas que, sin embargo, han de evitar hacer. Con frecuencia una matrona de severa expresión ve mujeres desnudas y preparadas para todo tipo de experiencia amorosa; los ojos de las Vestales contemplan los cuerpos de las prostitutas*, sin que esto haya sido motivo de castigo para su jefe.

Pero ¿por qué en nuestra poesía hay demasiado libertinaje o por qué mi libro incita a todos a amar? No es sino un error y (hay que reconocerlo) una falta manifiesta: me arrepiento de mi inspiración y de mi juicio. (Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

* Porque asistían a las fiestas de Floralia entre el 28 de abril y el 3 de mayo en que las prostitutas se exhibían desnudas según la obra también de Ovidio Fastos V, 159-378.

et procul a scripta solis meretricibus Arte
summovet ingenuas pagina prima manus.
quaecumque erupit, qua non sinit ire sacerdos,
protinus huic dempti criminis ipsa rea est.
nec tamen est facinus versus evolvere mollis ;
multa licet castae non facienda legant.
saepe supercilii nudas matrona severi
et veneris stantis ad genus omne videt.
corpora Vestales oculi meretricia cernunt,
nec domino poenae res ea causa fuit.
at cur in nostra nimia est lascivia Musa,
curve meus cuiquam suadet amare liber ?
nil nisi peccatum manifestaque culpa fatenda est :
paenitet ingenii iudiciique mei.

También en Tristia 3, 2, 5-9

Ni a mí me sirve de nada el hecho de haber compuesto poesías sin delito real alguno y el que mi Musa haya sido más licenciosa que mi propia vida, sino que, tras haber sufrido incontables peligros por tierra y por mar, me tiene prisionero el Ponto abrasado por el persistente frío. (Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

Nec mihi, quod lusi uero sine crimine, prodest,
      Quodque magis uita Musa iocata mea est:
Plurima sed pelago terraque pericula passum
      Vstus ab assiduo frigore Pontus habet.

De Marcial (40 d.C.-104), el poeta hispano de Bilbilis (Calatayud) que marchó como tantos otros a Roma, a la Urbe, al centro del mundo, nos quedan unos 1.550 epigramas; de ellos unos 100 pueden considerarse obscenos aplicando criterios de moral contemporánea: son los que se refieren o mencionan el cunnilingus másculino y femenino, la fellatio y la sodomía.

Marcial tiene también que repetir la misma aclaración y casi con las mismas palabras que los poetas anteriores, sobre la diferencia entre la literatura y la vida:

Martial I,4:

Si por casualidad te topas, César, con mis libritos, deja de fruncir tu entrecejo
señor del mundo. Vuestros triunfos acostumbran también a tolerar las bromas, y no siente pudor un general por ser materia de chistes. Te ruego que leas mis obras con esa misma frente con que contemplas a Timele y al payaso Latino. La censura puede permitir unas inocentes chanzas: mis páginas son licenciosas; mi vida, honesta.
(Traducción de José Guillén)

Contigeris nostros, Caesar, si forte libellos,
Terrarum dominum pone supercilium.
Consuevere iocos vestri quoque ferre triumphi,
Materiam dictis nec pudet esse ducem.
Qua Thymelen spectas derisoremque Latinum,
Illa fronte precor carmina nostra legas.
Innocuos censura potest permittere lusus:
Lasciva est nobis pagina, vita proba.

También en la presentación del Libro VIII y en el primer epigrama de ese libro aborda la cuestión del lenguaje de sus poemitas:

AL EMPERADOR DOMICIANO CÉSAR AUGUSTO GERMÁNICO DÁCICO, VALERIO MARCIAL, SALUD
Todos mis libritos, ciertamente, señor, a los que tú has dado fama esto es, vida, se ponen bajo tu protección y gracias a ello, pienso, serán leídos. Pero éste, que lleva por título el octavo de mi obra, disfruta de más frecuentes ocasiones de manifestarte mi piedad filial. Hube, por consiguiente, de esforzarme menos en las agudezas, cuyo lugar había ocupado la materia, a la que, desde luego, he tratado de darle variedad con alguna inserción de vez en cuando de mis chanzas, para que no todos los versos aportaran a tu divina modestia elogios que más fácilmente podrían cansarte a ti que saciarme a mí. Pero aunque hasta los hombres más severos y de mayor fortuna han escrito los epigramas con tal estilo que parecen haber emulado el lenguaje licencioso de los mimos, yo, sin embargo, no les he permitido hablar tan licenciosamente como suelen. Siendo así que una parte del libro no sólo la mayor, sino también la mejorestá ligada a la majestad de tu sagrado nombre, recuérdese que, a no ser purificados con una lustración religiosa, no se debe acceder a los templos. Esto, para que quienes van a leerme sepan que lo guardaré fielmente, en el mismo umbral del presente librito, he tenido a bien declararlo con un brevísimo epigrama.

I
Propósito
Libro, que te dispones a entrar a los penates ornados de laurel de nuestro
señor, aprende a hablar más honestamente con una lengua respetuosa. Retírate, desnuda Venus; no es el tuyo este librito. Ven tú en mi ayuda, tú, Palas del César.
(Traducción de José Guillén)

Imperatori Domitiano Caesari Augusto Germanico Dacico Valerius Martialis S.
Omnes quidem libelli mei, domine, quibus tu fa-
mam, id est vitam, dedisti, tibi supplicant; et, puto,
propter hoc legentur. Hic tamen, qui operis nostri octa-
vus inscribitur, occasione pietatis frequentius fruitur.
Minus itaque ingenio laborandum fuit, in cuius locum
materia successerat: quam quidem subinde aliqua ioco-
rum mixtura variare temptavimus, ne caelesti verecun-
diae tuae laudes suas, quae facilius te fatigare possint,
quam nos satiare, omnis versus ingereret. Quamvis
autem epigrammata a severissimis quoque et summae
fortunae viris ita scripta sint, ut mimicam verborum
licentiam adfectasse videantur, ego tamen illis non per-
misi tam lascive loqui quam solent. Cum pars libri et
maior et melior ad maiestatem sacri nominis tui alli-
gata sit, meminerit non nisi religiosa purificatione
lustratos accedere ad templa debere. Quod ut custo-
diturum me lecturi sciant, in ipso libelli huius limine
profiteri brevissimo placuit epigrammate.

I

Laurigeros domini, liber, intrature penates
Disce verecundo sanctius ore loqui.
Nuda recede Venus; non est tuus iste libellus:
Tu mihi, tu Pallas Caesariana, veni.

Marcial I, 35 XXXV

No pidas recato a mis epigramas
Te lamentas, Cornelio, de que escribo unos versos poco serios y que no puede comentar el maestro en la escuela. Pero estos libritos, como los maridos a sus mujeres, no pueden deleitar si están capados. ¿Qué, si me mandas que entone un epitalamio sin las palabras del epitalamio? ¿Quién pone vestidos a los juegos Florales o permite a las meretrices el pudor de la estola?  Tal es la norma que se les ha dado a los versos jocosos: que no pueden agradar si no son picantes. Por ello, abandonada tu severidad, te ruego que tengas consideración con mis retozos y juegos y no te empeñes en castrar mis libritos. No hay cosa más torpe que un Príapo capón.
(Traducción de José Guillén)

Versus scribere me parum severos
Nec quos praelegat in schola magister,
Corneli, quereris: sed hi libelli,
Tamquam coniugibus suis mariti,
Non possunt sine mentula placere.
Quid si me iubeas talassionem
Verbis dicere non talassionis?
Quis Floralia vestit et stolatum
Permittit meretricibus pudorem?
Lex haec carminibus data est iocosis,
Ne possint, nisi pruriant, iuvare.
Quare deposita severitate
Parcas lusibus et iocis rogamus,
Nec castrare velis meos libellos.
Gallo turpius est nihil Priapo.

Lo mismo en 9, 28

El mimo Latino
Honor amable de la escena, gloria de los juegos públicos, yo soy el famoso
Latino —tus aplausos y tus delicias— que fui capaz de convertir a Catón en
espectador, de relajar la seriedad de los Curios y Fabricios . Pero mi vida no ha
copiado nada de nuestro teatro y me guío tan sólo por las normas escénicas. Y no podría agradar a nuestro señor sin moralidad: ese dios escudriña bien adentro de los corazones. Vosotros llamadme parásito del laureado Febo, con tal que Roma sepa que soy el servidor de su Júpiter.
(Traducción de José Guillén)

Dulce decus scaenae, ludorum fama, Latinus
Ille ego sum, plausus deliciaeque tuae,
Qui spectatorem potui fecisse Catonem,
Solvere qui Curios Fabriciosque graves.
Sed nihil a nostro sumpsit mea vita theatro,
Et sola tantum scaenicus arte feror:
Nec poteram gratus domino sine moribus esse;
Interius mentes inspicit ille deus.
Vos me laurigeri parasitum dicite Phoebi,
Roma sui famulum dum sciat esse Iovis.

Y en Libro 11, 15

Mis páginas son lascivas; pero mi vida, honrada
Tengo páginas que podrían leer la esposa de Catón y las horribles sabinas2309;
pero quiero que este libro sonría todo él y que sea más atrevido que mis otros libros. Éste, que se empape en vino y que no le dé rubor estar sucio de los aceites cosmianos, que juegue con los chicos, que ame a las chicas  y que no hable con rodeos de aquella de la que todos nacemos, la madre de todos, a la que el venerable Numa llamaba picha. Estos versos, sin embargo, acuérdate que son saturnales, Apolinar: este librito no refleja mis costumbres.
(Traducción de José Guillén)

Sunt chartae mihi, quas Catonis uxor
Et quas horribiles legant Sabinae:
Hic totus volo rideat libellus
Et sit nequior omnibus libellis.
Qui vino madeat nec erubescat
Pingui sordidus esse Cosmiano,
Ludat cum pueris, amet puellas,
Nec per circuitus loquatur illam,
Ex qua nascimur, omnium parentem,
Quam sanctus Numa mentulam vocabat.
Versus hos tamen esse tu memento
Saturnalicios, Apollinaris:
Mores non habet hic meos libellus.

Plinio el Joven hace referencia al uso de palabras crudas en los poemitas para darles su gracia. Reproduzco íntegra la Epistula 4, 14:

Gayo Plinio a Paterno
Tal vez tú reclamas y esperas, según la costumbre, un  discurso mío, pero yo te envío mis entretenimientos poéticos como si se tratase de una mercancía exótica y refinada. Recibirás con esta carta algunos de mis endecasílabos, con  los que he recreado el tiempo libre en los viajes, en los baños, en las comidas. En ellos puedes encontrar mis bromas y [3] juegos, mis amores, lamentos, quejas y enfados, y descripciones, a veces algo más concisas, a veces algo más elevadas; y con su propia variedad pretendemos conseguir que unos agraden a unos, otros tal vez a todos. Sin embargo, si [4] alguno de ellos te parece poco delicado, tu erudición te permitirá recordar que aquellos ilustres y serios escritores, que cultivaron tales géneros, no sólo no evitaron la escabrosidad de los temas, sino que ni siquiera se abstuvieron de emplear palabras crudas, que nosotros rehuimos, no porque seamos más estrictos que ellos (¿de dónde acá?), sino porque somos más tímidos. Por otra parte, sé que la regla más auténtica de[5] estas piezas cortas es la que Catulo expresó con estas palabras: «En verdad el poeta virtuoso debe ser él mismo puro, pero no es necesario que lo sean sus versos; pues, sólo si son lascivos y algo desvergonzados, entonces tienen por fin gracia y encanto»

Puedes valorar en cuánto estimo tu [6] opinión sobre todo por el hecho de que he preferido someter a tu juicio la totalidad de la obra a que elogies algunos pasajes seleccionados, y por otra parte los versos más excelentes [7] dejan de parecerlo cuando encuentras otros análogos. Además, un lector inteligente y sutil no debe comparar unos pasajes con otros diferentes, sino juzgar cada uno en sí mismo, y no considerar uno, que es perfecto en su género, inferior a otro. [8] ¿Pero, para qué seguir? Pues utilizar un largo prefacio para excusar o recomendar mis majaderías, resulta el colmo de la majadería. Me parece que debo decirte aún una cosa más: observa que yo he titulado estas bagatelas mías «endecasílabos», título que hace referencia solamente al metro [9]en el que están escritas. Por todo ello, puedes llamarlas epigramas o idilios o églogas o, como hace la mayoría, poemas cortos, o de cualquier otra forma que prefieras; pero yo[10] mantendré la denominación de endecasílabos. Espero de tu franqueza que me digas a mí lo que estás dispuesto a decir a otros sobre mi libro, y creo que no es pedirte demasiado. Pues si este pequeño trabajo nuestro fuese el mejor o el único de mi producción tal vez resultase cruel decirme: «Intenta hacer otra cosa»; pero es gentil y humano que me digas: «Tienes algo mejor que hacer». Adiós. (Traducción de JuliánnGonzález Fernández.Edit. Gredos)

C. PLINIUS [DECIMO] PATERNO SUO S.
Tu fortasse orationem, ut soles, et flagitas et exspectas; at ego quasi ex aliqua peregrina delicataque merce lusus meos tibi prodo.  Accipies cum hac epistula hendecasyllabos nostros, quibus nos in vehiculo in balineo inter cenam oblectamus otium temporis.  His iocamur ludimus amamus dolemus querimur irascimur, describimus aliquid modo pressius modo elatius, atque ipsa varietate temptamus efficere, ut alia aliis quaedam fortasse omnibus placeant.  Ex quibus tamen si non nulla tibi petulantiora paulo videbuntur, erit eruditionis tuae cogitare summos illos et gravissimos viros qui talia scripserunt non modo lascivia rerum, sed ne verbis quidem nudis abstinuisse; quae nos refugimus, non quia severiores – unde enim? -, sed quia timidiores sumus.  Scimus alioqui huius opusculi illam esse verissimam legem, quam Catullus expressit:
Nam castum esse decet pium poetam
ipsum, versiculos nihil necesse est,
qui tunc denique habent salem et leporem
si sunt molliculi et parum pudici.
Ego quanti faciam iudicium tuum, vel ex hoc potes aestimare, quod malui omnia a te pensitari quam electa laudari. Et sane quae sunt commodissima desinunt videri, cum paria esse coeperunt.  Praeterea sapiens subtilisque lector debet non diversis conferre diversa, sed singula expendere, nec deterius alio putare quod est in suo genere perfectum. Sed quid ego plura? Nam longa praefatione vel excusare vel commendare ineptias ineptissimum est. Unum illud praedicendum videtur, cogitare me has meas nugas ita inscribere 'hendecasyllabi', qui titulus sola metri lege constringitur.  Proinde, sive epigrammata sive idyllia sive eclogas sive, ut multi, poematia seu quod aliud vocare malueris, licebit voces; ego tantum hendecasyllabos praesto.  A simplicitate tua peto, quod de libello meo dicturus es alii, mihi dicas; neque est difficile quod postulo. Nam si hoc opusculum nostrum aut potissimum esset aut solum, fortasse posset durum videri dicere: 'Quaere quod agas'; molle et humanum est: 'Habes quod agas.' Vale.

También Apuleyo nos da una valiosa información en su Apología, o discurso sobre la magia, en defensa propia.

Apología, 11:

Pero, si seré necio, que trato estos temas incluso ante un tribunal. ¿O es que, más bien, sois vosotros unos acusadores de mala fe, por presentar tales cargos en una acusación, como si el entretenerse haciendo versos constituyera una prueba irrefutable sobre el valor moral de quien los hace? :No habéis leído, desde luego, los versos en los que Catulo  responde así a los malintencionados:

Conviene, en efecto, que el poeta piadoso observe
una conducta personal intachable, pero sus versos no
tienen por qué ser también castos.

El divino Adriano, como honrase con sus versos la tumba del poeta Voconio, amigo suyo, escribió sobre ella este epitafio:

Tus versos eran lascivos, pero tu mente era pura.

Nunca habría dicho tales palabras, si unos poemas, por ser un tanto voluptuosos, debieran interpretarse como prueba inequívoca de conducta licenciosa. Recuerdo haber leído también muchas poesías de este género compuestas por el propio emperador Adriano*. Atrévete, si quieres, Emiliano, a decir que no está bien hacer lo que el divino Adriano, emperador y, por tanto, censor, no sólo hizo, sino que, una vez hecho, legó a la posteridad. ¿Pero es que piensas acaso que Máximo va a condenar mis poemas, sabiendo que los he compuesto siguiendo el ejemplo de Platón? Los versos que acabo de citar de este filósofo son tanto más puros, cuanto mds sinceros; su obra poética es tanto más casta, cuanto menos artificiosamente ha sido expresada. En realidad, el disimular y ocultar estas cosas y todas las de este género es propio de quien tiene conciencia de culpabilidad; el expresarlas con sinceridad y el publicarlas es, por el contrario, un simple pasatiempo literario. La naturaleza, en efecto, ha asignado a la inocencia el atributo de la palabra y al mal, en cambio, el del silencio.

No quisiera citar este profundo pensamiento del divino Platón, ya que son muy raros los hombres piadosos que lo ignoran, aunque sea desconocido por todos los profanos; dice Platón que la diosa Venus posee dos naturalezas, que cada una de ellas personifica un tipo peculiar de amor y que ambas reinan sobre amantes  diferentes. … (Traducción de Santiago Segura Munguía. Editorial Gredos)

* Elio Espartiano en Scriptores historiae Augustae, XIV,  asegura que el emperador Adriano compuso varios poemas amatorios: Et de suis dilectis multa versibus composuit, amatoria carmina scripsit.

** Platón en su diálogo El Banquete 180C opone la Afrodita Pandemos a la Afrodita Urania.

Sed sumne ego ineptus, qui haec etiam in iudicio? an uos potius calumniosi, qui etiam haec in accusatione, quasi ullum specimen morum sit uersibus ludere? Catullum ita respondentem maliuolis non legistis:

nam castum esse decet pium poetam
ipsum, uersiculos nihil necesse est?

Diuus Adrianus cum Voconi amici sui poetae tumulum uorsibus muneraretur, ita scripsit: ‘lasciuus uersu, mente pudicus eras,’ quod nunquam ita dixisset, si forent lepidiora carmina argumentum impudicitiae habenda. ipsius etiam diui Adriani multa id genus legere me memini. aude sis, Aemiliane, dicere male id fieri, quod imperator et censor diuus Adrianus fecit et factum memoriae reliquit. ceterum Maximum quicquam putas culpaturum, quod sciat Platonis exemplo a me factum? cuius uersus quos nunc percensui tanto sanctiores sunt, quanto apertiores, tanto pudicius compositi, quanto simplicius professi; namque haec et id genus omnia dissimulare et occultare peccantis, profiteri et promulgare ludentis est; quippe natura uox innocentiae, silentium maleficio distributa.

mitto enim dicere alta illa et diuina Platonica, rarissimo cuique piorum ignara, ceterum omnibus profanis incognita:  geminam esse Venerem deam, proprio quamque amore et diuersis amatoribus pollentis;

earum alteram uulgariam, quae sit percita populari amore, non modo humanis animis, uerum etiam pecuinis et ferinis ad libidinem imperitare ui immodica trucique perculsorum animalium serua corpora complexu uincientem: alteram uero caelitem Venerem, praeditam quae sit optimati amore, solis hominibus et eorum paucis curare, nullis ad turpitudinem stimulis uel illecebris sectatores suos percellentem; quippe amorem eius non amoenum et lasciuum, sed contra incomitum et serium pulchritudine honestatis uirtutes amatoribus suis conciliare, et si quando decora corpora commendet, a contumelia eorum procul absterrere; neque enim quicquam aliud in corporum forma diligendum quam quod ammoneant diuinos animos eius pulchritudinis, quam prius ueram et sinceram inter deos uidere. quapropter, ut semper, eleganter Afranius hoc scriptum relinquat: ‘amabit sapiens, cupient ceteri,’ tamen si uerum uelis, Aemiliane, uel si haec intellegere unquam potes, non tam amat sapiens quam recordatur.

Citaré para finalizar esta larga serie de textos la última parte del Centón Nupcial, Cento Nuptialis, de Ausonio, poeta de Burdeos, que vivió entre los años 310 y 395 y fue preceptor del emperador Graciano en su niñez.

Ausonio escribió un poema muy famoso llamado Centón Nupcial (Cento Nuptialis) que nos desconcierta con un erotismo, pornografía tal vez para algunos, que de ninguna forma esperaríamos en este poeta.

Debemos aclarar que un Centón es un poema confeccionado con versos diversos extraídos de otro autor que se integran en un conjunto distinto en el que adquieren otro significado distinto. Ausonio confeccionó un poema sobre el matrimonio precisamente con versos de Virgilio, el poeta más puro del que se hacían juegos de palabra con su nombre Virgilio relacionándolo con “virgen”, calificándolo pues de “virginal”.

En otro momento dedicaré un artículo a este poema, del que ahora tan sólo quiero citar la última parte, Cento Nuptialis,10, (Aus. Cent. Nupt. 8,132 y ss. en otras ediciones) en la que justifica su texto recordando precisamente lo dicho y hecho por otros muchos autores, entre otros los citados en este mismo artículo.

Date por contento, qerido Paulo,
  con esta página, Paulo, lasciva:
que rías, nada más te pido.

Mas cuando la hayas leído, ayúdame con esos que, como dice Juvenal, “fingen ser Curios y viven Bacanales”, no sea que crean que mis costumbres son como mi poema.
“Lasciva es mi página, honrada mi vida”, como dice Marcial. Que recuerden también, pues además son eruditos, al más que honrado Plinio, que introdujo la lascivia en sus poemas, la limpieza en sus costumbres; que la obrita de Sulpicia ardía de prurito, mas su frente estaba fruncida; que Apuleyo fue en su vida un filósofo, en sus epigramas un erótico; que hay en todos los preceptos de Tulio severidad, más en sus cartas a Cerelia había un fondo de descaro; que el Banquete de Platón contiene epilios compuestos para efebos. ¿Y qué diré de los Fesceninos de Aniano, qué de los libros del Erotopaegnion del vetusto poeta Levio? ¿Y qué de Eveno, a quien Menandro llamó sabio? ¿Qué del propio Menandro? ¿Qué de los cómicos todos? Su vida es severa y su profesión, de contenido festivo. ¿Qué de Marón, llamado “Partenio” (virginal) a causa de su recato? En el octavo libro de la Eneida, cuando describía el coito de Venus y Vulcano introdujo “verdulerías” de un modo decente. ¿Y qué? En el libro tercero de las Geórgicas, ¿acaso no veló al tratar de los machos sueltos en la vacada el obsceno asunto con un honesto cambio de palabras? Y, si la severidad que viste a algunos hombres, condena algo en nuestro juego, que sepa que todo se ha tomado de Virgilio. Así pues, a quien no le guste nuestro juego, que no lo lea, y si lo ha leído, que lo olvide, y si no lo olvida que lo perdone. Al fin y al cabo es la historia de una boda y, quiera o no quiera, estas solemnidades no son de otra manera.
(Traducción de Antonio Alvar Ezquerra. Edit. Gredos)

Notas:
Sulpicia es una de las escasas escritoras romanas de la que conocemos su nombre, que cita Marcial en el libro X, 35 y 38; parece que escribió epigramas eróticos dirigidos a su marido; podría también ser un personaje ficitio creado por Marcial. Aniano, autor del siglo II, escribió unos Fescennini versi. Se trata de versos de contenido obsceno. El nonbre deriva de “fascinum” y su función está relacionada con la evitación del “mal de ojo”.  Véase http://http://www.antiquitatem.com/fascinar-mal-de-ojo-falo-apotropaico
De Virgilio se dice en Donatus, Vita Vergilii,6, (11): Por lo demas es conocido que en su vida fue tan honesto en su rostro y en su alma que en Nápoles se le llamaba “Parthenias” (virginal). Cetera sane vita et ore et animo tam probum fuisse constat ut Neapoli Parthenias appellaretur; La palabra griega παρθένος, parthenos, significa “virgen” (Recordemos que el famoso Parthenon es el templo a la Virgen Atenea, patrona de Atenas) .

Contentus esto, Paule mi,
lasciva, Paule, pagina:
ridere, nil ultra, expeto.
Sed cum legeris, adesto mihi adversum eos, qui,
ut Iuvenalis  ait, ‘Curios simulant et Bacchanalia
vivunt,’ ne fortasse mores meos spectent de carmine.
‘Lasciva est nobis pagina, vita proba,’
ut Martialis  dicit, meminerint autem, quippe eruditi,
probissimo viro Plinio in poematiis  lasciviam,
in moribus constitisse censuram; prurire opusculum
Sulpiciae, frontem caperare; esse Appuleium in vita
philosophum, in epigrammatis amatorem; in praeceptis
Ciceronis extare severitatem, in epistulis ad
Caerelliam subesse petulantiam; Platonis Symposion
composita in ephebos epyllia continere, nam quid
Anniani Fescenninos, quid antiquissimi poetae Laevii
Erotopaegnion libros loquar? quid Evenum, quem
Menander sapientem vocavit? quid ipsum Menandrum?
quid comicos omnes, quibus severa vita est
et laeta materia? quid etiam Maronem Parthenien
dictum causa pudoris, qui in octavo Aeneidos, cum
describeret coitum Veneris atque Vulcani, atque αἰσχροσεμνίαν
decenter immiscuit? quid? in tertio Georgicorum
de summissis in gregem maritis nonne obscenam
significationem honesta verborum translatione
velavit? et si quid in nostro ioco aliquorum hominum
severitas vestita condemnat, de Vergilio arcessitum
sciat, igitur cui hic ludus noster non placet, ne
legerit, aut cum legerit, obliviscatur, aut non oblitus
ignoscat, etenim fabula de nuptiis est et, velit nolit,
aliter haec sacra non constant.

Sirvan también las palabras fnales de Ausonio como final perfecto para este artículo.

Tan sólo me queda añadir que en consecuencia no tiene por qué existir una real y absoluta coincidencia entre lo que el poeta o autor literario escribe y su forma de vida; dejemos un amplio campo a la creatividad e imaginación del autor. Incluso puede ocurrir que el objetivo del escritor sea sencillamente engañar al lector.

En este caso deberemos admitir también la posibilidad de que autores de escritos de elevado y rígido tono moral  lleven una vida personal poco edificante. ¿Pero añade algo a la densa obra del autor cristiano a marchamartillo saber que visitaba con asiduidad los prostíbulos madrileños o murió de cirrosis etílica? ¿Debemos caer en esos cotilleos?

Pero también habremos de concluir que también son muchos los casos en los que la literatura es un reflejo de la vida real del autor y en los que el propio estilo literario está en relación directa con la forma de ser del autor. Todo ello obliga siempre a una lectura atenta, informada y crítica de cualquier obra literaria.

Que tu vida sea como tu discurso (talis oratio qualis vita) (II). ¿Realmente los escritos son el reflejo evidente de la vida del autor?

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