La Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) (United Nations Educational Scientific and Cultural Organization), estableció como Día Mundial de la Filosofía el tercer jueves del mes de noviembre. Acabamos de celebrarlo, pues, el pasado jueves. Desgraciadamente pocas personas habrán tenido noticia de ello.

Naturalmente que el ser humano “piensa” desde el principio de su existencia. Precisamente esta es la característica propia de los seres humanos, pero la filosofía como ciencia, arte, método sistemático es una creación de los griegos, sin duda la más importante.

Las especiales condiciones históricas y culturales de la Grecia continental, insular y asiática, su situación geográfica también abierta a todos los caminos y vientos de este y oeste, norte y sur, su expansión por todo el Mediterráneo, hicieron posible que el hombre, el  sujeto, se enfrentara de manera sistemática a lo que tenía enfrente, el objeto, con el solo instrumento de su potente razón.

Allí se acuño el término Filosofía, que significa “amor a la sabiduría”, “deseo de saber”. Es una palabra     compuesta de  φιλος, filos , amigo, y  σοφία, sofía, sabiduría. Quien tiene amor a la sabiduría es un φιλο-σοφóς, un filósofo.

A partir de ese momento, esa manía de pensar fundamenta toda la vida social e individual. Su enorme importancia ha sido reconocida hasta hace bien poco, en que desgraciadamente parece ir desapareciendo poco de las facultades universitarias y del interés de las personas.

Cicerón sobresalió como orador y de él conservamos muchos discursos. También intervino activamente en política; llegó a ser cónsul, el primero de su familia y por eso se le consideró un “homo novus”, un “hombre nuevo” en política. En las disputas civiles entre César y Pompeyo optó por el perdedor, por Pompeyo. En los tres últimos años de su vida, apartado a la fuerza de la vida política y forense, tuvo tiempo para escribir algunos tratados de Filosofía. En uno de ellos, en la Disputaciones Tusculanas, (cinco jornadas de reflexión en su finca de Tusculum), nos explica el origen de la palabra “filosofía” y “filósofo”,  que Pitágoras utilizó el primero. También hace un encendido y grandioso elogio de la “Filosofía”, que difícilmente compartirá la sociedad actual, incluidas las personas hoy consideradas cultas.

Ofrezco  dos pasajes del libro V de las Tusculanas. En este libro el tema central es la discusión sobre si una vida virtuosa, el ejercicio de la virtud, es por si solo capaz de proporcionar la felicidad.


CICERÓN en  Disputaciones Tusculanas, V, 3,7-5,11 nos informa del origen de la palabra “filosofía” y hace un pequeño resumen histórico:

3(7)-5 (11)
Aunque nosotros vemos que la filosofía es un hecho antiquísimo, reconocemos, no obstante, que su nombre es reciente. Porque ¿quién puede negar que la sabiduría no solo es antigua en sí, sino que también lo es su nombre? Ella se ganaba este bellísimo nombre entre los antiguos por su conocimiento de las cosas divinas y humanas, especialmente por su conocimiento de los principios y las causas de todas las cosas. Así, si nos atenemos a la tradición, están aquellos famosos siete sabios, que por los griegos eran considerados y llamados “sophoí” y por nosotros sapientes y muchos  siglos antes Licurgo, en cuya época vivió también Homero antes de la  fundación de nuestra ciudad, y ya en los tiempos heroicos hemos oído de Ulises  y Néstor que fueron sabios y tenidos por tales. Ciertamente la tradición no habría hablado de que Atlante sostiene el cielo ni de que Prometeo está encadenado al Cáucaso, ni de que Cefeo está situado entre las estrellas con su esposa, su yerno y su hija, si su conocimiento divino de las cosas celestes no hubiera transferido sus nombres al error del mito. A continuación, todos aquellos que bajo su guía se dedicaban con pasión a la contemplación de la naturaleza eran considerados y llamados sabios y este título se extendió hasta el tiempo de Pitágoras, del que según Heráclides Póntico, discípulo de Platón, hombre de gran cultura, se cuenta que llegó a Fliunte, donde trató con erudición y elocuencia de algunas cuestiones con León, príncipe de los fliasios. Admiró León de su talento y de sus palabras, le preguntó en qué arte confiaba por encima de todo, a  lo que él respondió que no conocía ningún arte en particular, sino que él era un “filósofo”. León, asombrado por la novedad del nombre, preguntó quiénes eran los filósofos y qué diferencia había entre ellos y los demás; a lo que Pitágoras respondió que a él la vida de los hombres le parecía semejante a ese tipo de ferias que se celebran con un grandísimo aparato de juegos con la participación de toda Grecia, porque, del mismo modo que allí hay unos que tratan de alcanzar la gloria y la celebridad de la corona de la victoria con sus cuerpos entrenados, mientras que otros llegan con la intención de obtener una ganancia comprando y vendiendo, hay un tipo determinado de personas, y con gran diferencia el de mayor valía, que no buscan ni el aplauso ni el lucro, sino que llegan allí simplemente para ver y observar con atención qué es lo que sucede y cómo sucede, de la misma manera nosotros también, como si hubiéramos venido de una ciudad a una especie de feria atiborrada de gente, hemos venido a esta vida desde una vida y una naturaleza diferentes, unos para ser esclavos de la gloria, otros del dinero, pero hay unos pocos que, sin tener en consideración todo los demás, se dedican con pasión a examinar la naturaleza de la realidad, y ellos son los que se llaman a sí mismos amantes de la sabiduría, que es lo que significa ”filósofos” y, del mismo modo que en la feria el comportamiento más noble es limitarse a contemplar sin buscar nada para sí, así también en la vida la contemplación y el conocimiento de la realidad son actividades que superan con mucho a todas las demás.

Mas Pitágoras no se limitó a ser el inventor del término. Sino que también amplió los contenidos mismos de la filosofía. Cuando él llegó a Italia, después de esta conversación en Fliunte, bien como particular o como hombre público, con las instituciones y las artes más sobresalientes contribuyó al ornato de la llamada Magna Grecia. Quizá habrá otra ocasión para hablar sobre su doctrina. Pero desde los primeros tiempos de la filosofía hasta Sócrates, que había oído a Arquelao, un discípulo de Anaxágoras, los filósofos trataban de los números y los movimientos y se preguntaban de dónde se originan y a donde vuelven todas las cosas e investigaban con gran empeño las magnitudes, los intervalos y los cursos de los astros y todos los fenómenos celestes. Sócrates fue el primero que hizo descender la filosofía del cielo, la colocó en las ciudades, la introdujo también en las casas y la obligó a ocuparse de la vida y de las costumbres, del bien y del mal. Su variado método de discusión, la diversidad de los temas y la grandeza de su talento, inmortalizados por el recuerdo y los escritos de Platón, dieron origen a muchas escuelas filosóficas que disentían entre sí, de las cuales yo me he atenido sobre todo al método, que en mi opinión era el que practicaba Sócrates, que consiste en suspender nuestra opinión propia, en liberar a los demás del error y en buscar en toda discusión lo que es lo más verosímil. Y puesto que ésta es la costumbre a la que se ha atenido Carnéades con grandísima agudeza y elocuencia, también he intentad yo, no sólo en otras muchas ocasiones, sino también recientemente en Túsculo, adaptar nuestras discusiones a esta costumbre. (Traducción de Alberto Medina Gonazález, Editorial Gredos, 2005)

Nota: Según Platón en Protágoras 342 a-b, los siete sabios, que vivieron entre los siglos VII y VI fueron Tales de Mieto, Bias de Priene, Pitaco de Mitilene, Solón de Atenas, Cleóbulo de Lindos, Misón de Quene y Quilón de  Esparta. En otras listas  Misón, un campesiono de Quene, sustituye a  Periandro, tirano de Corinto.

Véase el texto latino más abajo

Piensa Cicerón que con frecuencia echamos la culpa de nuestras desgracias a la naturaleza y no a los propios errores; y en ese momento continúa haciendo un encendido y grandioso elogio de la “Filosofía” .
CICERÓN, Disputaciones Tusculanas, V, 2, 5-6

Mas la corrección de este fallo, así como la de todos nuestros otros errores y faltas, debe buscarse en la filosofía. Al haberme impulsado a mi, desde los primeros años de mi vida, mi voluntad y mi celo a echarme en su regazo, ahora, en mis gravísimos infortunios presentes, golpeado por una violenta tempestad, he buscado refugio en el mismo puerto del que yo había zarpado. ¡Oh filosofía, guía de la vida, indagadora de la virtud y desterradora de los vicios! ¿Sin ti qué habríamos podido ser, no sólo nosotros, sino también la vida humana en general? Tú has engendrado las ciudades, tú has llamado a los hombres dispersos a una comunidad de vida, tú los has unido, en primer lugar compartiendo una vivienda, luego mediante el matrimonio, a continuación, mediante la comunión de la escritura y el lenguaje, tú has sido la inventora de las leyes, tú has sido la maestra de la moralidad y el orden; en ti buscamos refugio, a ti pedimos ayuda, a ti nos entregamos ahora, del mismo modo que antes en gran parte, en cuerpo y alma. Un solo día bien vivido y acorde con tus preceptos es preferible a una inmortalidad sumida en el error. ¿A qué otra ayuda mejor que a la tuya podemos recurrir, tú que nos has regalado la tranquilidad de la vida y nos has suprimido el terror de la muerte? Y, a pesar de ello, la filosofía dista tanto de ser alabada en consonancia con los servicios que presta a la vida humana que, además de ser dada de lado por muchos, por muchos incluso es vituperada. ¿Puede alguien atreverse a vituperar a la madre de la vida y a mancillarse con un parricidio semejante y llegar en su ingratitud a un grado tal de impiedad que le permita acusar a la que debería venerar, aun en el caso de que no fuese capaz de comprenderla? Pero, en mi opinión, este error y esta neblina se derrama sobre las almas de los ignorantes porque ellos no son capaces de retrotraer tanto su mirada en el tiempo y porque ellos no consideran que los filósofos han sido los primeros a quienes los hombres deben una organización de la vida. (Traducción de Alberto Medina Gonazález, Editorial Gredos, 2005)

Véase el texto latino más abajo

Difícilmente compartirá la sociedad actual, incluidas personas de cultura, este encendido y algo retórico elogio de la Filosofía.

CICERÓN, Disputaciones Tusculanas, V, 3,7-5,11

[7] Quam rem antiquissimam cum videamus, nomen tamen esse confitemur recens. nam sapientiam quidem ipsam quis negare potest non1 modo re esse antiquam, verum etiam nomine? quae divinarum humanarumque rerum, tum initiorum causarumque cuiusque rei cognitione hoc pulcherrimum nomen apud antiquos adsequebatur. itaque et illos septem, qui a Graecis σοφοί, sapientes a nostris et habebantur et nominabantur, et multis ante saeculis Lycurgum, cuius temporibus Homerus etiam fuisse ante hanc urbem conditam traditur, et iam heroicis aetatibus Ulixem et Nestorem accepimus et fuisse et habitos esse sapientis.

[8] nec vero Atlans sustinere caelum nec Prometheus adfixus Caucaso nec stellatus Cepheus cum uxore genero filia traderetur, nisi caelestium divina cognitio nomen eorum ad errorem fabulae traduxisset. a quibus ducti deinceps omnes, qui in rerum contemplatione studia ponebant, sapientes et habebantur et nominabantur, idque eorum nomen usque ad Pythagorae manavit aetatem. quem, ut scribit auditor Platonis Ponticus Heraclides, vir doctus in primis, Phliuntem ferunt venisse, eumque cum Leonte, principe Phliasiorum, docte et copiose disseruisse quaedam. cuius ingenium et eloquentiam cum admiratus esset Leon, quaesivisse ex eo, qua maxime arte confideret; at illum: artem quidem se scire nullam, sed esse philosophum. admiratum Leontem novitatem nominis quaesivisse, quinam essent philosophi, et quid inter eos et reliquos interesset;

[9] Pythagoram autem respondisse similem sibi videri vitam hominum et mercatum eum, qui haberetur maxumo ludorum apparatu totius Graeciae celebritate; nam ut illic alii corporibus exercitatis gloriam et nobilitatem coronae peterent, alii emendi aut vendendi quaestu et lucro ducerentur, esset autem quoddam genus eorum, idque vel maxime ingenuum, qui nec plausum nec lucrum quaererent, sed visendi causa venirent studioseque perspicerent, quid ageretur et quo modo, item nos quasi in mercatus quandam celebritatem ex urbe aliqua sic in hanc vitam ex alia vita et natura profectos alios gloriae servire, alios pecuniae, raros esse quosdam, qui ceteris omnibus pro nihilo habitis rerum naturam studiose intuerentur; hos se appellare sapientiae studiosos—id est enim philosophos—; et ut illic liberalissimum esset spectare nihil sibi adquirentem, sic in vita longe omnibus studiis contemplationem rerum cognitionemque praestare.

[10] Nec vero Pythagoras nominis solum inventor, sed rerum etiam ipsarum amplificator fuit. qui cum post hunc Phliasium sermonem in Italiam venisset, exornavit eam Graeciam, quae magna dicta est, et privatim et publice praestantissumis et institutis et artibus. cuius de disciplina aliud tempus fuerit fortasse dicendi. sed ab antiqua philosophia usque ad Socratem, qui Archelaum, Anaxagorae discipulum, audierat, numeri motusque tractabantur, et unde omnia orerentur quove reciderent, studioseque ab is siderum magnitudines intervalla cursus anquirebantur et cuncta caelestia. Socrates autem primus philosophiam devocavit e caelo et in urbibus conlocavit et in domus etiam introduxit et coëgit de vita et moribus rebusque bonis et malis quaerere.

[11] cuius multiplex ratio disputandi rerumque varietas et ingenii magnitudo Platonis memoria et litteris consecrata plura genera effecit dissentientium philosophorum, e quibus nos id potissimum consecuti sumus, quo Socratem usum arbitrabamur, ut nostram ipsi sententiam tegeremus, errore alios levaremus et in omni disputatione, quid esset simillimum veri, quaereremus. quem morem cum Carneades acutissime copiosissimeque tenuisset, fecimus et alias saepe et nuper in Tusculano, ut ad eam6 consuetudinem disputaremus.
…..
CICERÓN, Disputaciones Tusculanas, V, 2, 5-6

[5] Sed et huius culpae et ceterorum vitiorum peccatorumque nostrorum omnis a philosophia petenda correctio est. cuius in sinum cum a primis temporibus aetatis nostra voluntas studiumque nos compulisset,  his gravissimis casibus in eundem portum, ex quo eramus egressi, magna iactati tempestate confugimus. o vitae philosophia dux, o virtutis indagatrix expultrixque vitiorum! quid non modo nos, sed omnino vita hominum sine te esse potuisset? tu urbis peperisti, tu dissipatos homines in societatem vitae convocasti, tu eos inter se primo domiciliis, deinde coniugiis, tum litterarum et vocum communione iunxisti, tu inventrix legum, tu magistra morum et disciplinae fuisti; ad te confugimus, a te opem petimus, tibi nos, ut antea magna ex parte, sic nunc penitus totosque tradimus. est autem unus dies bene et ex praeceptis tuis actus peccanti inmortalitati anteponendus.

[6] cuius igitur potius opibus utamur quam tuis, quae et vitae tranquillitatem largita nobis es et terrorem mortis sustulisti? Ac philosophia quidem tantum abest ut proinde ac de hominum est vita merita laudetur, ut a plerisque neglecta a multis etiam vituperetur. vituperare quisquam vitae parentem et hoc parricidio se inquinare audet et tam impie ingratus esse, ut eam accuset, quam vereri deberet, etiamsi minus percipere potuisset? sed, ut opinor, hic error et haec indoctorum animis offusa caligo est, quod tam longe retro respicere non possunt nec eos, a quibus vita hominum instructa primis sit, fuisse philosophos  arbitrantur.
 

La Filosofía presta grandes servicios a la vida humana (CICERÓN, Disputaciones Tusculanas, V, 2)

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