Contra todo pronóstico ha aparecido recientemente (finales de mayo de 2013) en los medios de comunicación españoles una noticia con tres palabras de sabor antiguo que parecen trasladarnos a otro mundo: pitonisa, conjuro, pócima.

Ciertamente pitonisas, conjuros, pócimas de amor no parecen temas de nuestra época sino del pasado remoto. Y sin embargo los grandes diarios titulaban:

El gran gol de la pitonisa panadera. La vidente cobró 165.000 euros al expresidente del Castellón por un conjuro amoroso”  o“Detienen a Laparra por asaltar la casa de una vidente que le vendió una pócima de amor falsa

En resumen, la noticia se refería al hecho de que un tal Laparra, presidente de un club de futbol, había contratado los servicios de una “pitonisa”  (en otros tiempos dirían “bruja”), que le preparó una pócima para obtener el amor de Sandra, de la que estaba locamente enamorado. Pero la pócima resultó ineficaz y el enamorado reclamaba la astronómica cantidad pagada de 165.000 euros.

La fórmula de la pócima o “elixir” (término que también utilizan los diarios) consistía en lavarse con el agua en la que previamente habían estado sumergidas unas flores durante 40 días; después, debía recoger tierra de un cementerio y frotarse el cuerpo con ella.

Las pócimas, filtros o elixires de amor existen desde la más remota Antigüedad. En la cultura griega y romana son omnipresentes en los relatos mitológicos y en la vida diaria de las personas. Recordemos a la “brujaMedea que atrae a Jasón o a la maga Circe que convierte con su barita a los hombres en cerdos y retiene a Ulises (Odiseo) en su palacio, por referirnos a los griegos.

Entre los latinos son muy frecuentes las referencias de los poetas como Horacio, Ovidio, Catulo, Propercio, y en las novelas de Petronio y Apuleyo a los filtros amorosos con los que conseguir el amor de las muchachas. Recordemos a título de ejemplo las quejas de Cintia, que ha sufrido la infidelidad de su amado Propercio en Elegías, III,6,25-30:

No me ha vencido esa malvada con sus gracias, sino  con yerbas: él es arrastrado por el giro del rombo con su cuerda. A él lo arrastran  los portentos de una rana de zarza hinchada   y los huesos ocultos  de culebras abiertas en canal  y plumas de “estrige” (1) encontradas  entre  las piras abandonadas y la faja de lana que rodea  la funesta hoguera.

(Nota 1): ave nocturna como el búho que chupa la sangre a los niños como los vampiros en la creencia popular romana

Non me moribus illa, sed herbis improba vicit:
staminea rhombi ducitur ille rota.
Illum turgentis ranae portentae rubetae
et tecta exsectis anguibus ossa trahunt,
et strigis inventae per busta iacentia plumae,
cinctaque funesto lanea vitta rogo.

Desde luego es esta una fórmula algo más complicada que la de la moderna “pitonisa”. Como lo es la que nos cuenta Plinio en su Historia Natural XXX,49, 141 (Libro dedicado al uso medicinal de productos animales):

Un lagarto que ha muerto en la orina de un hombre, lo inhibe en el amor, pues los magos dicen que se encuentra entre los filtros amorosos. Inhiben también el estiércol de caracol y el de paloma bebido con aceite y vino. La parte derecha del pulmón de un buitre atado (al cuerpo)  con la piel de una gruya excita el amor, lo mismo que si ingieres con miel las yemas de cinco huevos de paloma mezcladas con el peso de un denario de grasa de cerdo, o gorriones o sus huevos con el alimento o el testículo derecho de un gallo atado (al cuerpo) con  la piel de un carnero.

In urina virili enecata lacerta venerem eius, qui fecerit, inhibet; nam inter amatoria esse Magi dicunt. inhibent et cocleae, fimum columbinum cum oleo et vino potum. pulmonis vulturini dextrae partes venerem concitant viris adalligatae gruis pelle, item si lutea ex ovis quinis columbarum admixta adipis suilli denarii pondere ex melle sorbeantur, passeres in cibo vel ova eorum, gallinacei dexter testis arietina pelle adalligatus.

En fin, si alguien tiene curiosidad por conocer un poco más de estos rituales mágicos puede leer el Epodo V de Horacio en el que nos describe una verdadera escena de magia negra en la que se mata lentamente a un niño para elaborar con sus vísceras un potente filtro amoroso.

En todo caso no carece de interés constatar la pervivencia de estas prácticas mágicas que se pierden en la noche de los tiempos durante milenios.

Como es también de gran interés el constatar que hoy como hace miles de años son mujeres precisamente quienes son las poseedoras de estas artes mágicas. Ellas son las que conocen las hierbas y sus efectos y preparan medicinas para las enfermedades y filtros. Curiosamente venenum (filtro de hierbas bueno o malo) y Venus (amor, acto amoroso, objeto de amor) tienen una misma raíz  común. En latín se les llama “sagae”, hechiceras. Al respecto dice Plinio en Naturalis Historia XXV,5, 10:

sin embargo en la mayor parte de la gente está firmemente arraigada la idea de que esto se consigue con venenos y hierbas y que el conocimiento de este arte es exclusivo de las mujeres.

durat tamen tradita persuasio in magna parte vulgi, veneficiis et herbis id cogi eamque unam feminarum scientiam praevalere.

En todo caso, si este enamorado moderno hubiese leído a Ovidio se habría evitado algunos problemas. Apenas comenzado su librito “Remedia amoris” (Remedios del amor), en los versos 21-22 nos aconseja bien:

El que está a punto de morir por un amor desdichado si no lo abandona,
que lo abandone y así no será el culpable de ningún funeral.

Qui, nisi desierit, misero periturus amore est,
desinat: et nulli funeris auctor eris.

Y si hubiera conocido el famoso Ars amandi del mismo Ovidio, habría leído  en el libro II, versos 99-102, cómo descalifica el valor de las pócimas y yerbas para conquistar a la mujer amada o deseada:

Se engaña el  que recurre  a las artes de Hemonia (1
y da  lo que brota de la tierna frente de un potrillo.
Las hierbas de Medea no harán que el amor perviva,
ni los conjuros marsos (2) mezclados con  sonidos mágicos.

Nota 1. Hemonia es Tesalia, al norte de Grecia, debajo de Macedonia
Nota 2: Los marsos son un pueblo del centro de Italia

Fallitur, Haemonias si quis decurrit ad artes
Datque, quod a teneri fronte revellit equi;
Non facient ut vivat amor Medeides herbae
Mixtaque cum magicis naenia Marsa sonis.

Y si nada de esto le viniera bien, podría recurrir a otra fórmula o conjuro, pero esta vez para olvidar  un amor esquivo, como hace Scylla en Appendix Vergiliana, Ciris, 369-374

Pero la nodriza, mezclando en un recipiente plano azufre
narciso y casia, quema plantas aromáticas
y envolviéndole tres por nueve veces (27)
con una venda de tres colores distintos
dice “muchacha, escupe tres veces en tu seno conmigo;
escupe tres veces, muchacha; el dios se alegra con un número impar.

At nutrix patula componens sulpura testa
narcissum casiamque herbas incendit olentis
terque novena ligans triplici diversa colore
fila «ter in gremium mecum» inquit «despue, virgo,
despue ter, virgo: numero deus impare gaudet..

Cualquiera de estas propuestas hubiera sido preferible a sufrir el engaño o timo de una fórmula descabellada con un fin descabellado por la que se pagan 165.000 euros.

Podríamos acabar estas reflexiones con alguna consideración sobre la terminología empleada en las crónicas periodísticas. Hablan de una moderna “pitonisa” sin duda con el significado, que admite la Real Academia Española, de encantadora, hechicera, y que no es sino derivado de la función de la antigua Pitonisa o sacerdotisa del templo de Apolo en Delfos, al que acudían fieles de todo el mundo griego para preguntar al dios sobre su futuro o el de sus empresas y proyectos. Poco tiene que ver, pues, la pitonisa moderna de la noticia con la función de la antigua de intermediaria entre los mortales y Apolo.

Le llaman también “vidente”, palabra que evidentemente se refiere a “quien ve”, aunque sean visiones sobrenaturales, y a quien “pretende adivinar el porvenir o esclarecer lo que está oculto” (curiosamente en numerosas ocasiones estos videntes del futuro o de lo sobrenatural son ciegos físicamente del mundo en el que viven; recordemos al famoso adivino Tiresias, ciego, personaje de la tragedia de Edipo, ).  Poco debía ver la moderna pitonisa,  que no adivinó ni previó la violenta reacción del crédulo cliente al que estafó 165.000 euros. Por tanto el uso de esta palabra en este contexto es absolutamente improcedente.

Tampoco es una “pócima” , porque esta palabra procede del  griego  apó, ἀπό,  'lejos de' , 'a partir de' y  zé-ma ζέμα  'cocción', 'decocción' de hierbas y aquí tan sólo se habla de “flores sumergidas en el agua”..

No es más adecuado el uso del término conjuro, porque aunque suponemos que junto al baño en agua de flores y untado con barro del cementerio, había alguna fórmula verbal mágica, nada se nos dice al respecto.

Tampoco se ajusta exactamente a la situación el término “elixir”, según la Real Academia del lat. cient. elixir, este del ár. clás. al'iksīr, y este del gr. ξηρά, sustancias secas, porque no se trata de un licor o líquido medicinal para beber. Sólo podría admitirse como una generalización de su significado propio.

Tampoco parece muy adecuado, en fin, hablar en la subentrada del titular como “pócima de amor falsa”, como si hubiera alguna “verdadera”.

En fin, si curiosas son estas imprecisiones lingüísticas, lo realmente llamativo es que estas prácticas mágicas procedan de los albores de la humanidad y hayan atravesado todas las épocas históricas, desde la Antigüedad a la Edad Media, Moderna y Contemporánea, y que pervivan hoy en día bajo formas diversas,( a veces cubiertas con ropajes culturales como la famosa ópera de Donizetti  “L'elisir d'amore”):  creencias, ceremonias, horóscopos, nigromancia, echadoras de cartas, espacios televisivos de notable audiencia y, por supuesto, millares de páginas web absolutamente deleznables.

¿Tan débil e imperfecta e irracional es nuestra constitución humana?

Pócimas o filtros de amor

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