“Rara avis”, “mirlo blanco”, “cuervo blanco”, “cisne negro” son expresiones antiguas que nos sirven para expresar la rareza y escasa o excepcional existencia de un ser, persona, animal, objeto e incluso idea y pensamiento. La antigüedad de la expresión “rara avis” (rara ave, extraña ave) podemos afirmarla a partir de la antigüedad de su lengua, el latín, pero también “mirlo blanco” y “cisne negro” y hasta “cuervo blanco” se vienen usando desde la Antigüedad grecolatina hasta nuestros días.

Desde el punto de vista de la “Estilística” podemos hablar de ejemplos de la figura retórica denominada adýnaton o impossibile, en plural adýnata o impossibilia, con la que hacemos referencia a seres o hechos imposibles porque contradicen las leyes de la Naturaleza.

Nota: ἀδυνατον (adynaton, "una imposibilidad"), a partir de α- (a-, "sin") + δύναμαι (dynamai, "soy poderoso, soy capaz")

Los griegos ya utilizaban como expresión proverbial “ver un cuervo blanco”, λευκὸν ἰδεῖν κόρακα,  (leukòn ideîn kóraka) como algo imposible o adýnaton; nos lo atestigua Antología Palatina11 (11. 417).

Anónimo
Sobre una mujer vieja que  molesta a un hombre joven.
Agita las bellotas de otro roble, Menesthion; Así como yo no acepto manzanas arrugadas más allá de su estación, desea tú siempre la fruta en su mejor momento como yo; porque  ¿para qué tratar de ver un cuervo blanco?

Nota; Es decir, te va a ser tan difícil tenerme a mí como  encontrarte con un cuervo blanco

Nota: La Antología Palatina es una compilación de epigramas de todo tipo (funerarios, votivos, amorosos, etc.)  de autor desconocido, redactada hacia el año 980 d. C. Recibe el nombre de la Biblioteca Palatina de Heidelberg, adonde fue a parar a finales del siglo XVI.

De “mirlo blanco” encontramos referencias ya entre los griegos; podemos suponer que se utilizaba ya con sentido proverbial.

Aristóteles (384 a.C.-322ª.C.) no fue sólo un filósofo, profesión por la que es mejor identificado por los lectores actuales, sino un científico variado que tocó todos los temas de su época y que ha tenido una enorme influencia en la cultura occidental hasta los tiempos modernos. Entre los numerosos tratados de ciencia que escribió, (muchos no se conservan) algunos son de “biología”. Uno de estos últimos tiene por título  “Historia de los animales”, en su versión latina “Historia animalium”. Aristóteles describió más de 500 seres vivientes. Sin entrar en consideraciones sobre la autoría real o no de Aristóteles de algunas partes de esta obra, lo cierto es que en el libro IX, 617a (19) se  nos habla de los “mirlos” y nos dice:

Hay dos variedades de mirlos: uno es negro y se encuentra en todos los sitios, y el otro blanco, de tamaño igual al primero y su voz allá se va con la de aquel. Este último se encuentra en Cilene de Arcadia y en ningún otro sitio más. Semejante al citado mirlo negro es el izquierdo (lectura insegura), pero de tamaño un poco más pequeño. Este pasa el tiempo en las rocas y en los tejados, pero el pico no lo tiene rojo como el mirlo. (Traducción de José Vara Donado, para Editorial Akal)

Nota: Cilene es la segunda montaña más alta del Peloponeso en Grecia, frontera entre la regiones de Arcadia y Acaya, que alcanza los 2.374 metros.

El Pseudo-Aristóteles,   nos dice en  “De las cosas maravillosas oídas”,  en latín “de Mirabilibus Auscultationibus15, 831b 14”:

Dicen que en Cilene en Arcadia los mirlos son blancos, pero no existen en ningún otro lugar, y que tienen voces armoniosas y salen a la luz de la luna; Y que si alguien intentara pillarlos de día, son muy difíciles de atrapar.

Nota: El “de mirabilibus auscultationibus” es una colección de anécdotas de diversos temas generalmente relacionados con la naturaleza, plantas, animales, minerales, clima, geografía, etc. Tradicionalmente esta obra  se atribuyó erróneamente a Aristóteles y es un ejemplo de Paradoxografía o relato de  anécdotas o fenómenos anormales o inexplicables.

Plinio el Viejo (23 d. C.- 79 d. C.), el naturalista que murió durante la erupción del Vesubio recoge esta peculiaridad de algunos mirlos en su obra Historia Natural (Naturalis Historia) X ,87,:

Los mirlos en Cilene en la Arcadia y en ningún otro lugar nacen blancos. El ibis en Pelusio sólo es negro mientras que en todos los restantes lugares es blanco.

merulae circa Cyllenen Arcadiae, nec usque aliubi, candidae nascuntur. ibis circa Pelusium tantum nigra est, ceteris omnibus locis candida.

También nos habla de ello Pausanias, el viajero griego de la época imperial de Adriano que nos legó una auténtica guía turística de Grecia, que se titula “Descripción de Grecia”. Precisamente fue hojeando este guía para preparar un reciente viaje a Grecia cuando encontré la referencia a los “mirlos blancos”, que me ha sugerido este artículo.
La referencia la hace en el libro VIII al describir la Arcadia, paisaje abrupto y duro que nada o poco tiene que ver con la visión idealizada, tópica e idílica construida por Virgilio, mil veces repetida luego, especialmente en el Renacimiento.

Pues bien dice Pausanias en Descripción de Grecia, VIII, 17,3-4:

También presenta Cilene la maravilla de que en él los mirlos son blancos. Las aves a las que los beocios dan este nombre son de otra especie que no canta. Hay águilas llamadas cicnias, semejantes a los cisnes en su blancura, las vi en Sípilo junto a la laguna que llaman de Tántalo; jabalíes blancos y osos blancos de Tracia fueron adquiridos por algunos particulares. Liebres las hay en Libia que tienen crías blancas, y ciervas las vi blancas en Roma, pero no pude averiguar si habían sido llevadas del continente o de las islas. Digo estas cosas a propósito de los mirlos de Cilene, para que nadie dude de ser verdad lo que acerca de su color he dicho.

Claudio Eliano o Eliano (en latín, Claudius Aelianus en griego: Κλαύδιος Αἰλιανός), Praeneste, ca. 175 – ca. 235) fue un de retórica y escritor romano que hablaba el griego perfectamente y escribió sus obras en  griego.  En su “ Historia de los animales”,  V, 27, nos dice:

“Las siguientes características de los animales son propias de un determinado número y distintas de las que poseen los demás miembros de la especie. Teopompo dice las liebres del país de los bisaltas tienen dos hígados. Istro dice que las gallinas de Ginea (Numida meleagris) no reciben  ningún daño de las aves de rapiña. Aristóteles asegura que los bueyes del país de los neuros tienen los cuernos sobre las paletillas, y Agatárquides que las cerdas de Etiopía tienen cuernos. Sósgrato dice que todos los mirlos de Cilene son blancos. Alejandro de Mindos asegura que las ovejas de la región del Ponto engordan a base del ajenjo más amargo. El mismo autor dice que las cabras nacidas en Mimante no beben agua en seis meses, sino que únicamente miran al mar con la boca abierta y que así aspiran la brisa marina. Estoy enterado de que las cabras de Iliria tienen la pezuña entera, no hendida. Teofrasto cuenta lo que parece un milagro: que en Babilonia los peces muchas veces salen del río y se ponen a pastar en tierra firme. (Traducción de José Vara Donado, para Editorial Akal)

Obsérvese cómo en la información o desinformación de Eliano son blancos ya todos los mirlos de Cilene, sin espacio ni oportunidad alguna para los negros. Es esto lo que suele pasar en la transmisión poco cuidadosa de mensajes: en cada transmisión se modifica y deforma más el mensaje inicial.

Yo nunca he tenido la oportunidad de ver alguna vez un “mirlo blanco”, pues todos con los que me he encontrado han sido negros con el pico anaranjado. Dudaba y sigo dudando de que existan los mirlos blancos. La ciencia seria nos dice que el nombre “mirlo” deriva del latino “merula”, que es un pájaro de unos 25 centímetros, que los machos son enteramente negros con el pico anaranjado y la hembra es de color pardo oscuro; que es capaz de aprender y repetir sonidos. Ninguna referencia seria se hace a la existencia de “mirlos blancos”, como no sea como consecuencia de alguna anomalía genética.

Cicerón utiliza en una de sus cartas la expresión “avis alba”, con el mismo significado, sustituyendo el concreto “mirlo” por el genérico “ave”. Parece una extraña mezcla o contaminación de la expresión griega originaria “mirlo blanco” con la más latina “rara avis” que comentaré a continuación.

Lo emplea Cicerón en una carta del año 45 o 46 a.C., es decir en el 707 o 708 desde la fundación de la Ciudad (Roma), en una carta a Curión, que ha decidido marchar a Grecia para dedicarse a los negocios. Aprovecha una vez más, dada su elevada autoestima, para autoconsiderarse un “una blanca ave”, es decir, un escaso buen ciudadano de buen criterio y opinión. Nótese cómo en la traducción del famoso humanista español de Alcaraz, en Albacete, se traduce “avem albam” por “cuervo blanco”.

Dada la longitud no excesiva de la carta, me permito reproducirla completa, aprovechando así la oportunidad de leer por quien lo desee una de las más de ochocientas cartas que conservamos de Cicerón.

Cicerón, Epistulade ad Familiares, VII, 28

CICERÓN A CURIÓN. Año 707.

Yo me acuerdo que un tiempo te tenía por loco, porque querías más vivir entre esa gente que en nuestra compañía. Porque para tu afable condición y dulce trato era más conveniente habitación esta ciudad (cuando ella era ciudad) que no toda la Morea cuanto más Patraso. Pero ahora veo que fuiste muy prudente en haberte ido a vivir a Grecia viendo las cosas de Roma casi sin esperanza de remedio; y vea también que el día de hoy en estar ausente de aquí, no solamente eres sabio, pero aun dichoso. Aunque, ¿qué hombre que algún poco de buen seso tenga se puede decir hoy día dichoso? Pero lo que tú, porque lo podías hacer así, has ganado por tus pies, que es estar en tierra donde no veas los hechos de estos poderosos…, ya me entiendes lo demás que quiero decir, esto mismo procuro yo alcanzar por otros medios. Porque después de haber empleado parte del día en visitar a mis amigos, lo cual ahora hago más a menudo que solía, porque les parece que hoy día ver un ciudadano que tenga buena opinión y parecer es como ver un cuervo blanco, enciérrome en mi librería, donde yo hago tantas obras cuantas tú por ventura sentirás. Porque de una tu conversación en que reprendías mi tristeza y poca confianza, entendí que decías a los de tu casa que no mostraba yo en mi vivir aquel ánimo que en mis libros parecía. Pero entonces lloraba yo la caída de la República, la cual quería yo y amaba mucho, no solamente por las buenas obras que ella me había hecho a mí, pero aun también por las grandes cosas que yo había hecho en su servicio: y aun el día de hoy, aunque ya no solamente me da consuelo la razón, la cual debe ser de mucha importancia, pero aun también el discurso del tiempo, que es el consuelo de los necios; con todo eso tengo grande sentimiento de ver el bien común tan arruinado y postrado, que no hay ni un aliento de esperanza de que algún día tendrá mejor asiento. De lo cual ahora no tiene la culpa aquel en cuyo poder está todo: si ya de esto no le damos culpa, y nos parece que no fuera razón que todo estuviera en poder de uno; pero parte ha sucedido de esta manera por desgracia, y parte por nuestra culpa, de manera que no hay ya para qué pensar en lo pasado ni quejarnos de ello. Para lo venidero no veo esperanza ninguna. Y así me vuelvo a lo que dije al principio. Que si por tu propio consejo te fuiste de aquí, has sido muy sabio; y si acaso, has sido muy dichoso. Ten salud.  (Traducción de Pedro Simón Abril. 1530-1595)

Scr. Romae in. m. Sext. a. 708 (46) M. CICERO S. D. CVRIO. .
Epistulae, 7.28
memini cum mihi desipere videbare, quod cum istis potius viveres quam nobiscum. erat enim multo domicilium huius urbis, cum quidem haec urbs, aptius humanitati et suavitati tuae quam tota Peloponnesus, nedum Patrae. nunc contra et vidisse mihi multum videris, cum prope desperatis his rebus te in Graeciam contulisti, et hoc tempore non solum sapiens, qui hinc absis, sed etiam beatus. quamquam quis, qui aliquid sapiat, nunc esse beatus potest?
sed quod tu cui licebat, pedibus es consecutus ut ibi esses, 'ubi nec Pelopidarum' (nosti cetera), nos idem prope modum consequimur alia ratione. Cum enim salutationi nos dedimus amicorum, quae fit hoc etiam frequentius quam solebat, quod quasi avem albam videntur bene sentientem civem videre, abdo me in bibliothecam. itaque opera efficio tanta quanta fortasse tu senties; intellexi enim ex tuo sermone quodam, cum meam maestitiam et desperationem accusares domi tuae, discere te ex meis libris animum meum desiderare.

sed me hercule et tum rem publicam lugebam, quae non solum suis erga me sed etiam meis erga se beneficiis erat mihi vita mea carior, et hoc tempore, quamquam me non ratio solum consolatur, quae plurimum debet valere, sed etiam dies, quae stultis quoque mederi solet, tamen doleo ita rem communem esse dilapsam ut ne spes quidem melius aliquando fore relinquatur. nec vero nunc quidem culpa in eo est in cuius potestate omnia sunt (nisi forte id ipsum esse non debuit), sed alia casu, alia etiam nostra culpa sic acciderunt ut de praeteritis non sit querendum. reliquam spem nullam video. qua re ad prima redeo: sapienter haec reliquisti, si consilio, feliciter. si casu.

La expresión, pues, solo sirve para referirse a una cosa rara, y esto desde la antigüedad y en varias lenguas como también ocurre  en francés , en donde por ejemplo existe, con el mismo significado, la expresión “merle blanc”. En italiano parece que prefieren “mosca bianca”, mosca blanca, relacionado tal vez con el ciceroniano “avis alba”, que he comentado anteriormente. En alemán emplean una expresión parecida a “mirlo blanco”, “ein weisser Rabe”, un cuervo blanco.

En inglés no conozco expresión propia, habiéndose generalizado entre el ciudadano culto la expresión “rara avis”, que comento a continuación.

“Rara avis” es una expresión latina bien extendida como proverbio, que ya utiliza Horacio (65 a.C-8 a.C.) en su Sátira II,2, en la que ensalza la vida sobria y la frugalidad que en el comer llega hasta la extravagancia en los manjares empujados por la moda y la vanidad. En esta Sátira el viejo campesino Ofelo, con su sabiduría popular, es el que expone las ventajas de la frugalidad frente al lujo sin sentido.

Ciertamente, Horacio no utiliza la frase en el mismo sentido que aquí estamos comentando, pero utiliza la frase “rara avis” como tal.

Dice Horacio en Sátiras, II, 2, 23 y ss:

Y sin embargo a duras penas podré disuadirte de que, si te sirven un pavo (real), prefieras mimarte el gusto con él que con una gallina, corrompido como estás por las vanidades, porque aquella ave rara se vende a precio de oro y despliega el colorido espectacular de su cola; como si eso tuviera que ver con lo que nos importa. ¿Te comes acaso esas plumas que tanto encareces? ¿Es que una vez guisado conserva la misma belleza? (Traducción de José Luis Moralejo, para Editorial Gredos. 2010)

vix tamen eripiam, posito pavone velis quin
hoc potius quam gallina tergere palatum,
corruptus vanis rerum, quia veneat auro      
rara avis et picta pandat spectacula cauda:
tamquam ad rem attineat quidquam. num vesceris ista,
quam laudas, pluma? cocto num adest honor idem?

Con el sentido que aquí se comenta se suele citar como primer texto latino escrito uno de Juvenal, que inmediatamente comentaré, pero Juvenal nacía precisamente cuando Persio moría y éste ya emplea en una de sus sátiras la expresión  "rara avis"

Perrsio (Aulo Persio Flaco, 34 d. C. – Roma, 62 d. C.) es un poeta satírico latino que murió muy joven cuando apenas tenía 28 años. De moral estoica y rígida, critica los vicios de la sociedad de Nerón. Escribió seis Sátiras; en la primera critica la literatura de la época, por ejemplo a los poetas sus contemporáneos que pretenden agradar al público con una poesía altisonante hueca vacía de contenido. En este contexto en un ficticio diálogo en el que un poeta reconoce que a veces le sale algo digno de consideración, dice Persio en Sátira I, v. 43 y ss.

¿Oh tú, quienquiera que seas, a quien ahora mismo he movido a hablar contra mí! Sí, cuando escribo me sale, por puro azar, algo un poco aceptable. Pero, ¿cuándo ocurre? Es una rara ave; con todo, si me ha salido algo aceptable no me darán miedo las alabanzas, puesto que no soy de piedra. (Traducción de Manuel Balasch para Editorial Gredos, 2001)

Ahí tenemos el primer testimonio escrito en latín de la expresión “rara avis”, que inmediatamente empleará también el otro gran satírico latino, Juvenal, en su Sátira VI. En esta ocasión se refiere a un individuo que pretende casarse y aprovecha la ocasión para criticar los vicios de las señoras y señores en relación con su matrimonio y dice a propósito de la mujer casta:

 Satira VI, 162 y ss.:

“Y en medio de tantos hatajos de mujeres, ¿ninguna te parece digna de ti?”
“Que sea hermosa, decente, rica, fecunda, que en sus pórticos alinee las vetustas figuras de sus antepasados, más intacta que aquellas sabinas que con sus cabellos sueltos impidieron una guerra: ave rara en esta tierra, muy semejante a un cisne negro… ¿Quién soportará a una mujer que no tenga defectos?
(Traducción de Manuel Balasch para Editorial Gredos, 2001)

‘Nullane de tantis gregibus tibi digna videtur? ’
sit formosa decens dives fecunda, vetustos
porticibus disponat avos, intactior omni
crinibus effusis bellum dirimente Sabina,
165rara avis in terris nigroque simillima cycno:
quis feret uxorem cui constant omnia?

El mismo Juvenal, en la Sátira VII, 189 y ss. utiliza también la expresión “cuervo blanco”, similar a la de “mirlo blanco”, con la que iniciaba este artículo. ¿Serán el mismo pájaro el mirlo y el cuervo? Téngase en cuenta que la precisión antigua en la denominación y clasificación de los seres vivos, en este caso las aves, está muy lejos de la científica taxonomía moderna. Dice el texto de Juvenal en este pasaje, al hablar de la fortuna:

“No atiendas a los casos de un hado excepcional. El hombre de suerte es bello y talentudo, el hombre de suerte es prudente, generoso y noble, puede atarse por encima del cuero negro (del calzado) una media luna; el hombre de suerte es buen orador y óptimo acusador; por ronca que tenga la voz, canta bien. Pues hay su diferencia según la estrella que te acoja cuando, rojizo aún del vientre de tu madre, empieces a emitir tus primeros vagidos. Si la Fortuna lo decide, de retórico llegarás a cónsul, y si ella misma lo resuelve uno que sea cónsul descenderá a retórico. ¿Pues qué prueba Ventidio? ¿Qué Tulio? ¿Acaso algo que no sea el ejemplo de su estrella y del poder mismo del destino? Los hados pueden dar reinos a los esclavos y la pompa triunfal a los cautivos. Sin embargo un hombre con una fortuna así es algo más raro que un cuervo blanco”.
(Traducción de Manuel Balasch para Editorial Gredos, 2001)

Nota: Ventidio, de prisionero de guerra con Pompeyo, llegó a cónsul. Tulio es el rey Servio Tulio, de origen humilde.

exempla novorum
fatorum transi: felix et pulcer et acer,
felix et sapiens et nobilis et generosus
adpositam nigrae lunam subtexit alutae;
felix orator quoque maximus et iaculator,
et si perfrixit, cantat bene. distat enim quae
sidera te excipiant modo primos incipientem
edere vagitus et adhuc a matre rubentem.
si Fortuna volet, fies11 de rhetore consul;
si volet haec eadem, fiet de consule rhetor.
Ventidius quid enim? quid Tullius? anne aliud quam
sidus et occulti miranda potentia fati?
servis regna dabunt, captivis fata triumphum.
felix ille tamen corvo quoque rarior albo.

Juvenal unía en el primer texto aquí reproducido la expresión “ave rara” a otra de similar significado, “cisne negro”, utilizada desde la antigüedad con el mismo significado.

Evidentemente, en la Antigüedad se daba por hecho que todos los cisnes habían de ser blancos y que por lo tanto no existían cisnes negros. Parece como si la expresión fuera el resultado de la conversión en proverbio del asunto que el científico Lucrecio plantea en el libro II de su “Sobre la naturaleza de las cosas”, v. 817  y ss. a propósito de los colores:

Además, puesto que a cada forma determinada no le corresponde un determinado color, sino que todas las configuraciones de átomos pueden entrar en un tono cualquiera, ¿por qué los cuerpos que constan de ellos aparecen teñidos de todos los visos, sea cual sea su especie? Consecuente sería que a veces bandadas de cuervos despidieran un blanco color de su blanco plumaje, y que de gérmenes negros nacieran cisnes negros o de otro ti te cualquiera, uniforme o polícromo. (Traducción de Eduard Valentí Fiol para Editorial Bosch. 1976)

Praeterea quoniam non certis certa figuris
est natura coloris et omnia principioru
formamenta queunt in quovis ese nitore,
cur ea quae constant ex illis non pariter sunt
omne genus perfusa coloribus in genere omni?
conveniebat enim corvos quoque saepe volantis
ex albis álbum pinnis iactare colorem
et nigros fieri nigro de semine cycnos
aut alio quovis uno varioque colore.

Ovidio en una carta dirigida a Fabio Máximo, recogida en Pónticas III, 3, 95 y ss. hace una referencia al cisne negro:

Si dudara de que tú, Maximo, apruebas estas palabras, creería que los cisnes son del color de Memnón. Pero ni la leche se cambia en negra pez, ni se convierte en terebinto lo que era marfil de brillante blancura.

Nota: Memnón era rey de los etíopes y por tanto de color negro. La madera de terebinto es de color oscuro, según Plinio tan negra como el ébano.

No nos puede extrañar que muchos años después un padre de la iglesia, tan misógino como Jerónimo (340 – 420) recoja la expresión de Juvenal y su opinión sobre la castidad de las mujeres; es ciertamente plausible que Jerónimo conociera a Juvenal y su famosa VI Sátira. Jerónimo emplea la expresión proverbial con alguna frecuencia; así lo hace en   De perpetua virginitate B. Mariae Liber, 20 (Adversus Helvidium) y en Dialogus adversus Pelagianos.Lib. II, 11; pero es en la referencia que hace a Teofrasto y su libro De nuptiis en su Adversus Iovianum, LIb. I, 47 donde lo emplea en el mismo sentido que Juvenal. Dicé allí:

Pero si ella misma está mal, debemos caer enferma con ella y nunca apartarnos de su cama. O si ella es una esposa buena y agradable (¡lo que es una “rara avis”!), tenemos que compartir sus gemidos cuando está de parto y sufrir tortura cuando está en peligro. Un hombre sabio nunca puede estar solo.

Quod si ipsa languerit,coegrotandum est, et numquam ab eius lectulo recedendum. Aut si bona fuerit et suavis uxor (quae tamen rara avis est), cum parturiente gemimus, cum periclitante torquemur. Sapiens autem numquam solus esse potest.

Desde entonces a hoy no han dejado de utilizarse estas expresiones proverbiales.

Pero ocurrió que en 1697, los ingleses trajeron de Australia a Inglaterra unos cisnes negros, (cygnus atratus) y este hecho produjo una notable conmoción en la sociedad inglesa y europea, acostumbrada a ver cisnes sólo blancos y que ahora habían de admitir la existencia de “cisnes negros”. Si la frase hasta ahora había servido para referirse a una persona o hecho especialmente raro o imposible ahora podría servir para referirse a la necesidad de explicación de un hecho cuya posibilidad de existencia no se contemplaba con anterioridad porque los hechos no lo hacían previsible.

En fin, en cualquier caso es llamativo el hecho de que estas frases convertidas en proverbio soportan muy bien el paso de tiempo y aun de una lengua a otra con las necesarias adaptaciones.

El mirlo blanco y el cisne negro son «una rara avis», es decir «dos raras aves»

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