Sabido es que la Guerra de Troya, que Homero canta en su poema “La Ilíada” se desencadenó porque el príncipe troyano Paris, de visita en Grecia, raptó a la rubia Helena, esposa de Menelao, y la llevó a la corte de su padre, Príamo, en Troya.

Los pueblos griegos se unieron bajo el mando de Agamenón, “pastor de pueblos”  (ποιμὴν  λαῶν, poimen laôn) ,  y sitiaron la ciudad hasta destruirla después de  diez años de lucha. Este es el asunto literario que dio origen a un ciclo tan productivo en la creación literaria y artística griega y aún después hasta nuestros días por la importancia cultural del mundo clásico.

Heródoto, al principio de sus “Historias”, cita varios precedentes de raptos de mujeres como origen del secular enfrentamiento entre Asia y los griegos, entre Oriente y Occidente:   el rapto de “Io” por los fenicios, rapto de Europa por los griegos, rapto de Medea por los griegos     ….. Así que este mito y motivo del “rapto” ha sido muy productivo en la historia de la Mitología y de la Literatura, en la Antigüedad y aun después para justificar el secular enfrentamiento entre Occidente y Oriente, entre la Europa de la libertad y el Asia de la tiranía. 

Pero por debajo del relato literario, hay una realidad histórica que explica los enfrentamientos entre griegos y troyanos en el caso que nos ocupa como fruto de la competencia por la colonización de todo el Mediterráneo  entre pueblos diversos, como los fenicios.

No  es ocioso recordar  que los fenicios son culturalmente semitas (el fenicio y el hebreo son dos lenguas tan próximas que se entienden entre ellas) frente a la entidad indoeuropea de los griegos, aunque estos conceptos nacionalistas deban ser matizados y relativizados en extremo, porque la excesiva importancia concedida al componente indoeuropeo o ario en los orígenes de Grecia se fraguó en un contexto científico contaminado por el nacionalismo germánico.

No es tampoco inoportuno recordar cómo esta zona del planeta fue y sigue siendo de gran importancia geoestratégica y por lo tanto sede de conflictos permanentes hasta nuestros días. A su importancia geoestratégica se une ahora su riqueza en petróleo, fuente de energía y materia prima indispensable hoy en día y nuevo motivo de enfrentamiento.

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