¿Por qué se llama “agonía” al momento final de la vida de una persona, con frecuencia terrible y doloroso?
Con la palabra “agonía” nos referimos al momento final de la vida en que un cuerpo, hasta entonces vivo y capaz de automantenerse y conservarse, pierde tal potencia y comienza su descomposición como ser orgánico y estructurado.
“Agonía” proviene del latín agonia, y ésta del gr. ἀγωνία, que significa lucha, combate.
Para quien haya tenido la desgracia de observar una muerte no instantánea, sobra toda explicación. Quien no haya tenido esta terrible experiencia debe saber que la vida se agarra a sí misma hasta el último momento y que toda la maquinaría vital se resiste, en una terrible lucha, a dejar de funcionar y darse por vencida. Esos momentos agónicos son una lucha real de la vida contra la muerte. Desgraciadamente, al final, siempre vence la muerte y así ha de aceptarse.
Por lo demás, todo lo referente a la muerte, que, en el mundo antiguo y hasta hace bien poco también entre nosotros, se veía con más normalidad al estar más integrada en la experiencia vital de las personas, ahora es tratada menos directamente, procurando ocultarla o velarla de alguna forma, en los hospitales o en los llamados “tanatorios”, palabra derivada de la griega θάνατος, (thanatos) que significa precisamente muerte.
Incluso en el lenguaje médico-forense ni siquiera a este trance se le llama ya “muerte” sino “exitus”, palabra latina que significa salida, marcha, ida, viaje.
La cuestión final sin embargo sigue siendo la eterna pregunta: “exitus”, salida, pero ¿hacia dónde…?
Pero lo curioso es que también los antiguos se referían con este eufemismo a la “muerte”, a la que no conviene nombrar.
Así por ejemplo en Eurípides, Andrómaca 1083:
PELEO: …¿Cómo se ha ido (ha muerto) el único hijo de mi único hijo?
Y en Hécuba 414, del mismo trágico, Políxena, a punto de ser sacrificada ritualmente, le dice a su madre Hécuba:
“¡Oh, madre, oh tú que me diste la luz! Ya me voy a ir abajo”
La muerte nos asusta, la muerte nos estremece. Parece que lo mejor es no hablar de ella.