Para muchos conocedores y amantes de la literatura latina, Virgilio es el primer poeta con su poema épico la “Eneida”. El segundo poeta en importancia sería el lírico Horacio.
Para algunas de estas personas el mejor poema escrito en latín es precisamente la Oda 7 del libo IV de Horacio. Naturalmente, sobre los gustos, también los literarios, no hay nada escrito; a fin de cuentas cualquier valoración artística no deja de ser un juicio personal porque en ello no sólo incide la fría evaluación racional.
En todo caso algún valor especial debe tener este poema para que el famoso filólogo, erudito y poeta inglés Alfred Edward Housman ( 1859 – 1936), extraordinario profesor de latín en Cambridge de 1911 a 1936, considerara a esta Oda el más bello poema de la literatura antigua.
G. Highet cuenta en su obra The Classical Tradition. Greek and Roman influences on Western literature, traducida al castellano en editorial FCE como La tradición clásica. Influencias griegas y romanas en la literatura occidental la siguiente anécdota, referida a Housman:
En el mes de mayo de 1914, en la floreciente primavera, comentaba el poema a sus alumnos de Cambridge y les sorprendió con una confesión personal absolutamente inesperada en tan serio profesor: “Este –dijo apresuradamente, casi como un hombre que traiciona un secreto- es para mí el poema más hermoso de la literatura antigua” y abandonó emocionado el aula ante el asombro respetuoso de sus discípulos. Naturalmente también los más serios y severos profesores son seres humanos de corazón sensible.
Es el pensamiento epicúreo el que anima esta composición. En este poema el regreso de la primavera, que ya se anuncia con fuerza incontenible, y la sucesión de las estaciones del año nos advierten de que todo pasa; pero así como los años se renuevan cíclicamente, no nos ocurre igual a los hombres; cuando llega nuestro ocaso (no sabemos cuándo ha de ser), no regresamos a la vida, sólo somos polvo (en la urna funeraria) y sombra (en el mundo de ultratumba); ni siquiera los dioses pueden resucitar a los hombres; así que debemos aprovechar el momento (carpe diem).
Oda, IV, 7
Han huido las nieves, retorna la yerba a los campos
y a los árboles su cabellera.
Cambia su aspecto la tierra y los ríos en sus crecidas
abandonas sus cauces.
Una de las Gracias, con las Ninfas y sus dos hermanas,
se atreve a dirigir, desnuda, sus danzas.
No esperes algo inmortal, te aconsejan el año
y las horas que arrebatan el día soleado.
Los fríos se suavizan con el Céfiro,
el verano deja atrás la primavera,
para a su vez morir tan pronto
como el otoño cargado de manzanas
derrame sus frutos;
y pronto volverá la bruma inactiva.
Aunque, rápidas, las lunas repararán los daños del cielo.
Nosotros en cambio, cuando caemos
a donde cayó el padre Eneas y el rico Tulo y Anco,
polvo y sombra somos.
¿Quién sabe si los dioses de arriba añadirán todavía mañana
un tiempo a la cuenta de hoy?
Sólo lo que tú te hayas dado con ánimo amigo
escapará de las ávidas manos de tu heredero.
Una vez que hayas muerto y Minos
te haya dictado su majestuosa sentencia,
ni tu estirpe, Torcuato, ni tu elocuencia, ni tu piedad
te restituirán a la vida:
Ni Diana libró del tenebroso infierno
al pudoroso Hipólito,
ni Teseo pudo romper las cadenas leteas
de su querido Pirítoo.
Notas para mejor entender el poema:
Gracias y sus hermanas: Son las tres Gracias, diosas menores de la belleza, del
encanto y del atractivo.
Ninfas: bellas divinidades de la naturaleza, de las fuentes, de los ríos, de los
árboles, de las cuevas.
Céfiro: viento del oeste, suave y fructífero que sopla en primavera
Tulo y Anco: Son Tulo Hostilio y Anco Marcio, dos de los reyes legendarios de
Roma y representan la grandeza del pasado.
Minos: Es uno de los jueces del mundo inferior, del mundo de los muertos
Torcuato: persona a la que Horacio dedica el poema
Diana: es la diosa de la caza, de los bosques, virgen y por tanto diosa del pudor
Hipólito: hijo de Teseo, del que se enamora su madrastra Fedra y al que inculpa
falsamente, devoto de Diana y no de Venus.
Teseo: mítico rey de Atenas, amigo de Pirítoo; los dos bajaron al infierno en
busca de Perséfone, pero sólo regreso Teseo con la ayuda de Heracles.
Leteo: uno de los ríos del Hades o infierno (de este nombre deriva “letal” =mortal)
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Diffugere nives, redeunt iam gramina campis
arboribusque comae;
mutat terra vices et decrescentia ripas
flumina praetereunt;
Gratia cum Nymphis geminisque sororibus audet
ducere nuda choros.
Inmortalia ne speres, monet annus et almum
quae rapit hora diem.
Frigora mitescunt zephyris, ver proterit aestas
interitura, simul
pomifer autumnus fruges effuderit, et mox
bruma recurrit iners.
Damna tamen celeres reparant caelestia lunae;
nos ubi decidimus,
quo pius Aeneas, quo Tullus dives et Ancus,
pulvis et umbra sumus.
Quis scit an adiciant hodiernae crastina summae
tempora di superi?
Cuncta manus avidas fugient heredis, amico
quae dederis animo.
Cum semel occideris et de te splendida Minos
fecerit arbitria,
non, Torquate, genus, non te facundia, non te
restituet pietas;
Infernis neque enim tenebris Diana pudicum
liberat Hippolytum,
nec Lethaea valet Theseus abrumpere caro
vincula Pirithoo.