Algunos romanos celebraban banquetes pantagruélicos, pero lo realidad cotidiana de la mayoría de romanos era muy distinta: cientos de miles de ciudadanos debían ser socorridos diariamente para no morir de hambre.

Frente al tópico del banquete pantagruélico, fruto en gran parte de la creatividad literaria, que ayer como hoy presta atención a lo excepcional  y anecdótico frente a lo común y prosaico, la realidad de Roma es mucho más triste:  miles de ciudadanos pasan hambre.

Frente a la imagen   de la exagerada “Cena de Trimalción” en el Satiricón  de Petronio o las exquisiteces de la cocina de la obra de Apicio en su libro de cocina  “De re coquinaria”, la realidad es la de masas de ciudadanos sin capacidad adquisitiva suficiente ni para asegurar su mera subsistencia.

Las crisis de subsistencia, desabastecimiento  y carestía de alimentos son frecuentes en Roma, sobre todo cuando van unidas a las malas cosechas y a las constantes guerras civiles.

Durante la época republicana los problemas periódicos de subsistencia se solucionan primero de forma esporádica y  luego de manera más institucionalizada a partir de Cayo Graco (123 a.C), que  propone el reparto de grano subvencionado a parte de los ciudadanos, intentando por primera vez resolver  el problema de la falta de trigo.  Pero la clase senatorial conservadora no era partidaria de estos repartos subvencionados que los líderes populares defendían.

En el 57 a.C. se producen graves disturbios en Roma y  por iniciativa de un tribuno de la plebe y  por recomendación senatorial, Pompeyo recibe la  "cura annonae", el encargo de avituallar Roma, por un período de 5 años con un presupuesto  de 40 millones de sestercios; es el precedente de lo que más tarde será la prefectura de la “annona”. 

En época de Augusto (la primera referencia escrita es del año 14 d.C. )    la “praefectura annonae” es un edificio administrativo y un servicio  centralizado encargado de la importación de grano y otros productos para abastecimiento de la capital,  explotando y rapiñando con todo egoísmo los recursos de las provincias.

El hambre, pues,  era habitual y frecuentes los disturbios y revueltas en la ciudad.  Séneca nos informa de que  cuando es asesinado Calígula sólo había en Roma reservas de trigo  para siete u ocho días

Piénsese  que en el año 270 a.C. Roma tendría unos 180.000 habitantes, 375.000 en el 130 a.C. y un millón o más en época de Augusto.

Ya en el año 73 se establece una ración por persona y mes de 5 modios (Salustio, Hist., 3.48). En época de Augusto se llegó a repartir trigo a 320.000 personas cabezas de familia, que luego el mismo Augusto redujo a 200.000. En total serían beneficiadas más de 600.000 personas. Si recibían 5 modios (modii) mensuales (unos 36,6 litros mensuales, el equivalente para hacer un pan de un kilo diario), 60 modii anuales por persona, se consumirían unos 12 millones al año, unas 80.000 toneladas a expensas del Estado. La ciudad necesitaba en total unas 200.000 toneladas para una alimentación suficiente.

El trigo procedía fundamentalmente de Sicilia, de Cerdeña, del norte de África y sobre todo de Egipto, que proporcionaba entre 100.000 y 150.000 toneladas de trigo anuales.

La Annona era, pues, una importante ayuda para la subsistencia diaria y para mantener el orden social. Sin la “annona” y sin el “circo” las cosas podían haber sido muy diferentes (panem et circenses).

El Estado romano socorre a los ciudadanos hambrientos con la “annona”

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