Los griegos fueron quienes decidieron que el saber y los avances del conocimiento debían ser enseñados a los ciudadanos y que estos debían ser educados en ese conocimiento y en el respeto a las leyes. Ciertamente ni los griegos ni los romanos crean un sistema público de enseñanza similar a los modernos, pero sí un sistema de enseñanza con sus diversas etapas.

En un principio es la propia familia la que educa a los niños en las cuatro letras y números y en el respeto a la religión y a las normas con los ejemplos de los antepasados. Luego, las familias ricas y poderosas encargan a un maestro  o pedagogo, generalmente esclavo, , la educación; los menos pudientes acuden a escuelas , a las que por cierto llaman “ludus”, juego, hasta los 15 años, con el magister, el maestro. Para los jóvenes ricos se organiza a partir del siglo II a.C. una enseñanza secundaria en latín y en griego con el  grammaticus que enseña la literatura sobre todo griega y el  rhetor que enseña elocuencia;  los más afortunados acceden a la enseñanza superior en alguna ciudad griega a partir de los 18 años.

Pues bien, un elemento importante en la educación del ciudadano, del que de alguna manera debe preocuparse la sociedad, es el conocimiento de los grandes hechos y pensamientos memorables de los antepasados ilustres, la enseñanza por el ejemplo de las personas ilustres.

Por ejemplo dice Platón en su Protágoras, 325d-326a:

“Más tarde, cuando ya se le envía a la escuela, se recomienda mucho más al maestro la buena conducta del niño que sus progresos en el conocimiento de las letras o de la cítara; el maestro por su parte, pone en ello el máximo cuidado y, cuando los niños saben sus letras y están en disposición de comprender las palabas escritas, como ocurriera antes con el lenguaje hablado, hace leer a toda la clase, colocada en filas en los bancos, los versos de los grandes poetas y le hace aprender de memoria estas obras llenas de buenos consejos, y también de digresiones, de elogios en que e exaltan los antiguos héroes, para que el niño, movido por la emulación, los imite y aspire a ser semejante a ellos.” (Trad. De Francisco de P. Samaranch para Edit. Aguilar)

La cita de las hazañas, dichos y hechos de esas personas con intención educativa es constante en los escritos de cualquier autor. Para facilitar el uso de esos dichos que recogen los hechos  o pensamientos se editan selecciones y colecciones de ellos. Esas selecciones se han sucedido sin interrupción desde la antigüedad hasta nuestros días, desde Plutarco hasta los modernos diccionarios de frases y expresiones latinas, o colecciones de refranes, etc.  pasando por los Humanistas como Erasmo.

Son constantes las publicaciones de “dichos” atribuidos a los Siete Sabios. No hace tanto Editorial Gredos publicaba, en 1991, de la mano de Alvaro Galmés la obra “Dichos de los Siete Sabios de Grecia.Sentencias morales en verso” a partir de un manuscrito aljamiado-morisco, es decir, un texto morisco en romance pero escrito con caracteres árabes.

Es por ejemplo frecuente recopilar las sentencias llamativas de autores concretos, como por ejemplo las Marci Tullii Ciceronis Sententiae illustriores de Pedro Lagnerio,Paris, 1546. En estos repertorios encuentran fácilmente ejemplos y dichos todo tipo de orador o autor de los siglos XVI, XVII, XVII… para adornar sus discursos, sermones, escritos, etc.

De hecho los humanistas suelen preparar una carpeta o cartapacio personal (proverbiador le llama Gracián) que en latín se llama “codex excerptorius, catálogo de citas”  en el que van anotando todos los pasajes de los antiguos que les resultan de interés. A veces publican esos cartapacios o simplemente se sirven de ellos como instrumento auxiliar para adornar sus reflexiones.

Los nombres que estas colecciones reciben son muchos. Conviene citarlos y definir algunos de ellos, al menos los menos evidentes para el posible lector. Es verdad que como la sinonimia perfecta no existe, hay diferencias y matices entre unos y otros, pero todos coinciden en lo básico: brevedad, densidad del concepto expresado, importancia para la vida de los individuos, sobre todo para su educación moral.

Este uso de frases cortas plenas de significado es de alguna manera el precedente de los actuales microblogs que como twitter facilitan la comunicación social pero limitando el número de caracteres de cada mensaje.

Se les denomina aforismos, apotegmas, adagios, proverbio,  paremias,  máximas, agudezas, axiomas, refranes, sentencias,  exprexiones gnómicas, pensamientos,  consejos, dichos, opiniones, instrucciones, preceptos, juicios, principios, reflexiones, emblemas, sátiras,apólogos y con un término grecolatino polyantheae, polianteas,(del griego πολύς, mucho, y   ἄνθος, flor) o florilegios o colecciones de flores (literarias, naturalmente) .
Este mismo blog se define como  1001 hechos, dichos, curiosidades y anécdotas del mundo antiguo.

Aforismo ( del  lat. aphorismus, y este del gr. ἀφορισμός, de ἀφορίζω,aforiso, poner límites). Según la Real Academia Española se define como “ Sentencia breve y doctrinal que se propone como regla en alguna ciencia o arte”, Corominas dice “sentencia breve que se da como regla”; Lázaro Carreter: “frase  breve que resume en pocas palabras un conocimiento esencial, muchas veces médico o jurídico”.

Apotegma: (del griego ἀπόφθεγμα, del prefijo  ἀπό, apo, aparte, lejos, de = aparte, fuera, lejos y    φθέγγομαί , phthengomai = decir en voz alta, enunciar una sentencia). Apotegma es una sentencia o dicho breve y memorable de un personaje ilustre que encierra un contenido moral.  Cicerón dice en De officiis, I, 104:

"cosas agraciadas y donosas como aquellas que recopiló el viejo Catón las cuales se llaman Apothegmas".

multaque multorum facete dicta, ut ea, quae a sene Catone collecta sunt, quae vocant ἀποφθέγματα.

(Nota: No confundir con apotema, que es un término de la geometría  que designa a una línea perpendicular desde el centro de un polígono a uno de sus lados).

Axioma: de ἀξίωμα, axioma, dignidad, de ἀξίόω, axioo,  juzgar justo, de ἄξιος,  axios, justo), enunciado cuya verdad se admite sin discusión para construir un pensamiento moral o intelectual.

Gnómica (expresión): de γνωμἰκός, gnomikós, sentencioso, de γνώμη, gnóme, conocimiento, sentencia.

Paremia: del griego  παροιμία, paroimía, proverbio, refrán instrucción.

Adagio: , del latín adagium: proposición breve que plantea una acción moral.

Máxima y sentencia (sententiae en latín): expresión abreviada de “sentencia máxima”, proposición general que expresa una verdad incontestable que ofrece una norma de conducta o advertencia moral. Sententia deriva de sentire, sentir, pensar; es una proposición que encierra una reflexión profunda.

Proverbio: del latín proverbium, frase de uso general que en pocas palabras encierra una verdad moral.

Refrán: proviene del francés y este del antiguo occitano refranh, estribillo, que se convirtió en sinónimo de proverbio desde su función de estribillo de las canciones.     

Agudeza es la sustantivación de “dichos agudos”.

A las colecciones de estas sentencias o pensamientos se les llama Dicta aurea, dichos de oro,  encareciendo e igualando su valor al del metal más preciado, florilegios o polianteas (polyantheae, polianteae,(del griego πολύς, mucho, y   ἄνθος, anthos, flor,) misceláneas o mezclas, etc.

Como ejemplo comentaré un apotegma famoso atribuido a Agesilao, con el que se intenta enseñar que no es el lugar que se ocupa el que honra a la persona, sino la persona la que ennoblece el lugar.
Lo cuenta Plutarco en sus  Apophthegmata Laconica 2,6:

Cuando todavía (Agesilao) era un joven, en la celebración de un festival de muchachos desnudos, el director de la danza le asignó un lugar inadecuado; él obedeció aunque ya estaba designado para ser rey, pero  le dijo: Está bien,  yo te demostraré que no es el lugar el que honra a los hombres,  sino los hombres los que honran a los lugares

El mismo Plutarco en Moralia 149 A , pág. 564-5  (Plutarchi Chaeronensis, quae supersunt, omnia: Operum moralium et ..Volumen VI,  Edición de Iohan Iacob Reiske, Lipsiae 1777)  recuerda el episodio y comenta, de acuerdo con la  versión latina citada:

No nos debe preocupar en qué lugar o detrás de quienes nos colocan, sino que nos sea adecuado estar con aquellos con quien se nos sienta.

Non enim curandum est quo loco aut post quos collocemur: sed ut, quibus assidemus, cum iis bene nobis conveniat.

Luego, en 219, 35, pág. 822   atribuye el suceso a otro personaje, a Damonidas.  (Plutarchi Chaeronensis, quae supersunt, omnia: Operum moralium et ..Volumen VI,  Edición de Iohan Iacob Reiske, Lipsiae 1777)

Damonidas, colocado en el último lugar en el coro por el que dirigía el coro, le dijo: te felicito, corego (director),  porque has encontrado una razón para honrar este lugar hasta ahora devaluado.

Damonidas, ultimo loco in choro constitutus ab eo, qui chorum instituebat: laudo te, inquit, chorage, qui rationem  inveneris, qua hunc quoque locum alioqui  ignominiosum cohonestares. 

A su vez Diógenes Laercio en II, 73, lo cuenta aplicado a  Aristipo:

“Cuando Dioniso quiso obligarlo una vez a hablar de filosofía, dijo:  “sería ridículo que aprendieras de mí a halar y, en cambio, me enseñaras tú cuándo hay que hablar”. Dionisio se enfureció y lo relegó al último asiento; él (Aristipo) dijo: “has querido dar más prestigio a este asiento”.

Erasmo lo recoge referido a Agesilao en sus  Apophthegmata,I,Agesilaus,8,p.18

Así  que el hecho, que resulta educativo, se adjudica sin mucho rigor a varios autores distintos ya en la Antigüedad.

Resulta, pues, menos llamativa una  anécdota similar en tiempos modernos que he oído contar del General y Presidente de la República Francesa Charles De Gaulle y,  aunque resulta verosímil,   no lo he podido documentar. Según esta versión, en cierta ocasión se le colocó en un lugar  protocolariamente inadecuado y cuando se quiso corregir el error y se le propuso el lugar adecuado, él lo rehusó diciendo: “la presidencia está donde está el presidente”

Todavía más recientemente, en una serie de éxito de la Primera Cadena de Televisión Española sobre el reinado de Isabel la Católica, emitido el pasado día 2 de diciembre de 2013, en el momento en que el rey Boabdil entrega la ciudad de Granada, su hijo le pregunta a dónde irán ahora. Boabdill responde que vivirán al sur en un castillo en el que nada les faltará; su hijo le pregunta si ese destino es propio de un rey y su padre Boabdil le responde:

no son los palacios los que dignifican a los reyes, son los reyes los que los honran con su presencia”.

Desconozco si el guionista ha tomado la cita de alguna fuente histórica contemporánea. En todo caso su inclusión en la serie televisiva de éxito demuestra cómo la anécdota de Agesilao sigue siendo productiva.

He oído también a alguien usar una versión generalizadora del mismo apotegma:

No es la profesión la que dignifica a la persona, sino la persona la que dignifica a la profesión.

Estas frases, expresión concentrada y rítmica de un pensamiento o resumen de una experiencia,  tienen sin duda un indudable atractivo.

 

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