La erupción del Vesubio en la tarde del 24 de Agosto del año 79 (esta fecha tan exacta está en discusión) destruyo la vivaz y jovial ciudad de Pompeya, cerca de Nápoles (Neapolis = la ciudad nueva) y paradójicamente conservó sus ruinas durante siglos, hasta el año 1748.

La visita de la ciudad impresiona a millones de visitantes que tienen la oportunidad de pasear por una auténtica ciudad romana extraordinariamente bien conservada.

Entre las muchas cosas que impresionan destaca la imagen realista de un perro, enterrado por las cenizas, que no pudo escapar porque estaba atado con una cadena en la entrada de la casa de su dueño, Marcus Veronius Primus. Fue encontrado el 20 de noviembre 1874. Podemos imaginar la lucha del pobre animal intentando escapar de las cenizas que poco a poco lo iban cubriendo. Probablemente murió antes asfixiado  por los gases del volcán o la falta de oxígeno. Su cuerpo, como el de otros hombres y seres orgánicos, al descomponerse  dejó su molde que rellenado de yeso nos ha dejado esta dramática figura.

El perro es el primer animal domesticado por el hombre, el primero que convive con el hombre como atestiguan los yacimientos arqueológicos desde el Paleolítico. Por cierto, en esos yacimientos nunca aparecen huesos de perro que haya sido comido por el hombre.

En todas las culturas de la Antigüedad está presente el perro., el fiel amigo del hombre, el único que reconoció a Odiseo, Ulises, cuando regresó a su palacio en Itaca.

Los romanos tenían perros en sus casas. La imagen anterior lo evidencia, no menos que esta otra imagen en la que aparece un mosaico a la entrada (fauces en latín) con la figura de un perro y la inscripción cave canem (cuidado con el perro). El mosaico forma parte de la llamada “Casa del poeta trágico”, llamada así porque en ella hay un mosaico que representa una escena teatral.
 

Hoy, casi dos mil años después, seguimos practicando la misma costumbre y son numerosas  las casas o chalets en los que figura en la puerta la misma inscripción admonitoria: cuidado con el perro.

Por lo demás, el perro resultó tan buen guardián de la propiedad,  que en la mitología grecorromana lo hacen guardián de los Infiernos, del mundo inferior, del mundo de ultratumba. Es el famoso Canis Cerberus, Cancerbero,(de canis  = perro y cerberus, del griego Κέρβερος Kérberos =demonio del abismo), perro de tres cabezas  que impide la salida del Hades a quienes han finalizado  su vida terrena.

La palabra “canis”  queda en castellano en los términos cultos o técnicos can, canino, cánido y canícula (período de máximo calor, relacionado con la aparición de  Sirio, una de las estrellas de la constelación de Canis Maior).

Perro” en cambio es una palabra exclusivamente castellana de origen oscuro. Corominas piensa que es una onomatopeya   (nombre que imita el sonido propio de lo significado)  que reproduce el sonido o gruñido del perro perrr perrr con el que los pastores designaron a su fiel ayudante. 

Canis sí ha pasado al  francés  chien,  al italiano cane, al gallego can y al portugués cão.

Cave canem

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