El hombre antes de “sapiens” fue “faber”, “hombre que hace (al principio toscos instrumentos de piedra), que construye, que produce, que fabrica…”. Así que llevamos sobre la tierra muchos miles de años haciendo obras, generalmente de proporciones adecuadas a las fuerzas y limitada capacidad del hombre.

Pero de vez en cuando el hombre ejecuta obras que se salen de lo común, de lo normal, de lo habitual. Para calificarlas disponemos de algunos adjetivos poco expresivos, generalmente expresando un concepto negativo, o mejor, negando uno positivo (descomunal, extraordinario, enorme…) y de otros cuantos con más fuerza calificativa y semántica (ciclópeo, colosal, hercúleo, titánico…).

Curiosamente estos últimos derivan del nombre de algunos seres mitológicos antiguos de los que reciben precisamente su riqueza expresiva. Así que una vez más podemos concluir que es mucho, en todos los aspectos, lo que debemos a los griegos y sus creaciones culturales. Si decimos “extraordinario” queremos decir que se sale de lo ordinario; si decimos “ciclópeo” decimos mucho más.

Así hablamos de “obra ciclópea” para referirnos por ejemplo a murallas de algunas ciudades o poblados antiguos, como las de Micenas o Tirinto o Tarragona en España,  construidas conr bloques de piedra enormes que parecen imposibles de ser manejados por hombres normales.

El adjetivo  deriva de “cíclope”, del griego  Κύκλωπες Kýklopes, de κύκλος kyklos, ‘rueda’, ‘círculo’ y ὤψ ops, ‘ojo’. Los Cíclopes son seres mitológicos gigantescos y brutos con un solo ojo en la frente. Los de la primera generación eran hijos de Urano (el Cielo) y Gea (la Tierra).

El más conocido es el de segunda generación llamado Polifemo, Πολύφημος Polyphêmos, ‘de muchas palabras’, hijo de Poseidón y la ninfa Toosa. Es muy conocido el episodio narrado en la Odisea en el que los griegos que habían entrado en su cueva han de valerse de un ardid para escapar de la voracidad antropófaga del monstruo; el Cíclope Polifemo era capaz de levantar y arrojar enormes piedras a los griegos que huían en su barco, pero con poco tino por haber perdido la visión de su único ojo. Nos lo cuenta Homero en Odisea, IX. A lo largo de muchos versos; en los número 536 y ss. dice:

Así habló rogando y le escuchó el dios de cabellera cerúlea. Después cogió el Ciclope un peñasco mayor que el de antes, y lo lanzó  volteándolo  con fuerza inmensa, y lo arrojó contra  nuestro barco de azulada proa, y  faltó poco para darnos  en la punta del gobernalle. Se agitó el mar por la caída del peñasco, y las olas, empujando la nave  hacia adelante, la hicieron llegar a tierra firme.    

Los propios antiguos ya utilizaron la palabra ciclópeo con este significado. Así por ejemplo Virgilio en  Eneida I, v. 201

Vosotros también habéis visto de cerca el furor de Escila
y sus escollos ensordecedores y conocéis también las rocas ciclópeas:
reunid vuestro valor y deponed el triste temor;
quizás algún día os producirá placer recordar estas cosas.

Vos et Scyllaeam rabiem penitusque sonantis
accestis scopulos, vos et Cyclopea saxa
experti: revocate animos, maestumque timorem
mittite: forsan et haec olim meminisse iuvabit.

No en vano el geógrafo Estrabón y Pausanias, autor de la primera guía de viajes de la que tenemos noticias, recogen la opinión extendida de las murallas de grandes piedras eran obra de los Cíclopes.

Estrabón, VIII, 6,11:

Parece que Tirinto sirvió de base de operaciones al rey Proteo y que fue fortificada por las propias manos de los Cíclopes.

También Plinio en Historia Natural, VII, 56 (195) nos dice:

Cinira, hijo de Agriopas inventó el azulejo y descubrió las minas de cobre, las dos cosas en la isla de Chipre; inventó también las tenazas, el martillo, la palanca y el yunque: Dánao trajo los pozos de Egipto  a la parte de Grecia que antes se llamaba Argos Dipsion (la Seca). Cadmo las canteras de piedra en Tebas o, según Teofrasto en Fenicia. Trason las murallas; según Aristóteles, los Cíclopes las torres, pero según Teofrasto los Tirintios.

tegulas invenit Cinyra, Agriopae filius, et metalla aeris, utrumque in insula Cypro, item forcipem, martulum, vectem, incudem; puteos Danaus ex Aegypto advectus in Graeciam qua vocabatur Argos Dipsion; lapicidinas Cadmus Thebis aut, ut Theophrastus, in Phoenice; Thrason muros; turres, ut Aristoteles, Cyclopes, Tirynthii, ut Theophrastus;

Pausanias, en varios pasajes, entre otros en Descripción de Grecia, II, 25,8

(Tirinto) Se dice que  las murallas, que es lo único que queda de las ruinas, son obra de  los Cíclopes y  están construidas de piedras que son tan grandes que un par de mulas no pueden mover ni un milímetro ni las más pequeñas. A lo largo de ellas se meten pequeñas piedras  entre las grandes, de forma que no queda ningún hueco y los grandes bloques quedan firmemente unidos. 

Colosal es otro adjetivo sinónimo para calificar a estas obras extraordinarias derivado del sustantivo griego κολοσσός (kolossos),  con el que los helenos designaban a las estatuas grandes. El coloso por antonomasia es el Coloso de Rodas, dedicado a Helios, el Sol, construida en el año 292 a.C.  y destruida en 226 a.C. por un terremoto. Tan famosa en la Antigüedad como para ser considerada una de las Siete Maravillas, aparece en numerosísimos textos antiguos. Plinio,  por ejemplo, nos da información de ella en Historia Natural, lib. 34, 18,(41):

Pero el más admirado de todos fue el Coloso del Sol, en Rodas, que había hecho Cares el Lindio, alumno del Lisipo  mencionado antes. Esta estatua medía 70 codos de altura. Después de 66 años un terremoto la derribó, pero incluso yacente es digna de admirar. Pocos pueden abrazar su dedo  pulgar, sus dedos son mayores  que la mayoría de las estatuas. En sus miembros fracturados se abren grandes cavernas. En el interior se ven rocas de grandes dimensiones, con cuyo peso lo habían estabilizado al levantarlo. Dicen que lo hicieron en doce años y costó 300 talentos, que se consiguieron del equipamiento  de guerra del rey Demetrio abandonado por la larga duración del  asedio de Rodas.

Nota: Se mantuvo en el lugar donde fue derribada durante casi 900 años, hasta el año 653 d. C, cuando Moavia, califa de los sarracenos, tras la captura de Rodas, vendió los materiales; se dice que se requirieron novecientos camellos para retirar los restos.

Ante omnes autem in admiratione fuit Solis colossus Rhodi, quem fecerat Chares Lindius, Lysippi supra dicti discipulus. LXX cubitorum altitudinis fuit hoc simulacrum, post LXVI annum terrae motu prostratum, sed iacens quoque miraculo est. pauci pollicem eius amplectuntur, maiores sunt digiti quam pleraeque statuae. Vasti specus hiant defractis membris; spectantur intus magnae molis saxa, quorum pondere stabiliverat eum constituens. Duodecim annis tradunt effectum CCC talentis, quae contigerant ex apparatu regis Demetrii relicto morae taedio obsessa Rhodo.

Hubo numerosas estatuas gigantescas y por lo tanto muchos “colosos”. Una de estas estatuas colosales era la que representaba a Nerón, situada en su Domus aurea, casa de oro,  cerca del anfiteatro Flavio, al que llamaban por eso Amphiteatrum Colosseum o Colossei, el anfiteatro del Coliseo. De ahí que Coloseo pasó a designar al propio anfiteatro, edificio que como saben era dedicado a celebrar luchas de gladiadores, con otros gladiadores o con animales salvajes. Todavía hoy el esqueleto en pie de este colosal edificio asombra al turista que visita Roma y que bien podría haberse llamado así por las enormes dimensiones que tiene con capacidad para 40.000 espectadores, que además pueden desalojarlo en pocos minutos por los numerosos, estratégicos y bien diseñados “vomitoria” o accesos a las gradas.

La estatua de Nerón se convirtió en estatua del Sol después de la destrucción de la Domus aurea y finalmente fue retirada en tiempos del emperador Adriano para construir el Templo de Venus y Roma, necesitándose para ello 24 elefantes, como nos cuenta Espartiano en la Historia Augusta.

HISTORIA AUGUSTA. DE VITA HADRIANI AELII SPARTIANI XIX, 12 ss.

Se trasladó también el coloso que estaba colocado por el arquitecto Decriano de aquel lugar en el que ahora está el templo de la Ciudad, con su enorme dimensión, de tal forma que necesitó para la operación veinticuatro elefantes. Y como quiera que esta estatua, que primero tenía el rostro de Nerón, al que estaba dedicada, se consagró al Sol, se le encargó hacer otra dedicada a la Luna al arquitecto Apolodoro.

Transtulit et colossum stantem atque suspensum per Decrianum architectum de eo loco, in quo nunc templum Urbis est, ingenti molimine, ita ut operi etiam elephantos viginti quattuor exhiberet. 13 Et cum hoc simulacrum post Neronis vultum, cui antea dicatum fuerat, Soli consecrasset, aliud tale Apollodoro architecto auctore facere Lunae molitus est.

Curiosamente de coliseo deriva la palabra coso, que en España y países influenciados por su cultura designa a las circulares plazas de toros, en que se celebran sus corridas, herencia moderna sin duda de las antiguas luchas de hombres con animales salvajes que se celebraron en el Anfiteatro Coliseo.

Hercúleo,-a es otra palabra apropiada a las dimensiones y grandiosidad de estas obras. Hércules, en griego  Ἡρακλῆς, Hēraklḗs, Heracles, hijo de Zeus y de la mortal Alcmena, es el más célebre de los héroes griegos, de extraordinaria fuerza. Hubo de realizar 12 difíciles trabajos.  Ya de pequeño dio pruebas de su fortaleza: poco después de nacer Hera le envió dos serpientes mientras dormía para matarlo, pero las estranguló con sus solas manos.

Luego de adulto muy fuerte debía de ser para separar Europa de Africa y colocar las famosas columnas. El décimo trabajo consistía en robar los bueyes o vacas del pastor Gerión, monstruo de tres cuerpos que vivía en Occidente, en la actual Cádiz,  y transportarlos vivos a Micenas. Al llegar al final del mar Mediterráneo encontró el camino del mar cerrado, por lo que abrió el estrecho de Gibraltar para comunicar los dos mares y colocó las columnas, una en Gibraltar y la otra en el monte Hacho de Ceuta (otras  versiones proponen otra localización africana).

Más allá de esas columnas los navegantes fenicios, griegos y romanos no se atrevían a navegar por el “mare ignotum” o “mare tenebrosum”. Por eso se acompañan de la inscripción “non plus ultra”,  “no más allá”, como seria advertencia, leyenda superada cuando a finales del siglo XV Colón y los españoles descubren América. Carlos V eliminó el “non” de la leyenda convirtiéndola en el lema     “plus ultra”, “más allá”.

El geógrafo  Pomponio Mela, que nació curiosamente en Tingentera, identificada con Iulia Traducta, y con las modernas Algeciras o Tarifa, y por lo tanto de la zona del Estrecho,  escribió al respecto en su Chorographia, I, 23:

Más allá hay un monte muy alto, y frente a él, en Hispania hay otro que alcanza su atura: a éste le llaman Abila, a aquel Calpe y a los dos las Columnas de Hércules. La tradición nos cuenta la fábula de su nombre: el mismo Hércules separó los dos montes unidos en otro tiempo por una cordillera continua, y así el Océano, cerrado antes por la mole de los montes tuvo entrada a las tierras que ahora inunda. Aquí ahora el mar se desparrama más anchamente y cae  con gran fuerza a lo ancho sobre las tierras que han retrocedido. Por lo demás la región es pobre, y sin suerte de tener algo importante está habitada por pequeños pueblos; produce pequeños ríos, más valiosa por su suelo que por sus hombres y oscura por el poco  valor de sus gentes. 

Deinde est mons praealtus, ei quem ex adverso Hispania adtollit obiectus: hunc Abilam, illum Calpen vocant, Columnas Herculis utrumque. Addit fama nominis fabulam, Herculem ipsum iunctos olim perpetuo iugo diremisse colles, atque ita exclusum antea mole montium oceanum ad quae nunc inundat admissum. Hic iam mare latius funditur, submotasque vastius terras magno impetu inflectit. ceterum regio ignobilis et vix quicquam inlustre sortita parvis oppidis habitatur, parva flumina emittit, solo quam viris melior et segnitia gentis obscura.

Entre otros muchos textos, por ejemplo Estrabáon,3,5,2, Plinio en su Historia Naturalis, 3,1 (4), y Séneca, en  su tragedia Hércules Furioso pasa revista a sus trabajos y entre ellos al episodio de las vacas de Gerión. Reproduzco Hercules furens, versos  232-238:

Entre los remotos rebaños del pueblo hesperio, fue matado el pastor de tres cuerpos de la costa tartesia; y el botín fue traído desde los confines de Occidente;  y el ganado, conocido por el  Océano pastó luego en el Citereón (monte del interior de Grecia) .

Cuando se le mandó que penetrara en las regiones del sol estival y en los requemados reinos que abrasa el mediodía, separó los dos montes a uno y otro lado, y rota esta barrera abrió un ancho camino para que se precipitara el Océano.

inter remotos gentis Hesperiae greges
pastor triformis litoris Tartesii
peremptus, acta est praeda ab occasu ultimo;
notum Cithaeron pavit Oceano pecus.
penetrare iussus solis aestivi plagas
et adusta medius regna quae torret dies
utrimque montes solvit ac rupto obice
latam ruenti fecit Oceano viam.

Titánico también califica adecuadamente a estas obras de esfuerzos excepcionales, por lo infrecuentes. Los Titanes son primitivos dioses dela mitología griega, hijos de Urano y Gea, anteriores a los dioses olímpicos. En la Titanomaquia o Guerra de los Titanes fueron vencidos por Zeus y los olímpicos y encerrados en el Tártaro. Hesiodo nos narra la terrible batalla en su Teogonía, de la que reproduzco un pequeño fragmento.

Hesiodo, Teogonía, 674 y ss.

Ellos, entonces, en cruel batalla, se enfrentaron a los Titanes con enormes piedras en sus robustas manos. Los Titanes, desde el otro lado, fortificaban sus filas con prontitud; ambos mostraban a la vez el poder de sus manos y de su violencia. Terrible resonó el inmenso mar; la tierra produjo un gran estruendo; el ancho cielo agitándose se lamentó; el inmenso Olimpo desde su base vibró por el ímpetu de los inmortales; llegó al umbroso Tártaro el pesado ruido de pies y el profundo griterío del inmenso tumulto y de los fuertes disparos. ¡De ese modo lanzaban funestos dardos unos contra otros!; la voz de unos y otros exhortándose llegó al estrellado Cielo, y ellos confluyeron con un gran alalá. (Traducción de Adelaida Martín Sánchez y María Angeles Martín Sánchez. Alianza Editorial, 2005)

Gigantesco,-a refleja a la perfección una obra muy grande. Los  Γίγαντες (gigantes) son seres de gran tamaño, como los cíclopes, nacidos de  Gea, la Tierra y la sangre de Urano, el Cielo, como relata Hesiodo en su Teogonía, 183 y ss.: 

(Cuando Crono mutila a su padre Urano) …Estos verdaderamente no en vano escaaron de su mano, pues cuantas gotas de sangre desprendieron, todas las recogió Gea y, transcurrido el tiempo, dio a luz a las poderosas Erinias, a los grandes Gigantes, resplandecientes con el brillo de sus armas, con largas lanzas en sus manos, y a las Ninfas que llaman Melias en la inmensa tierra.

Los Gigantes también lucharon con los dioses. Nos lo cuenta, entre otros muchos, Apolodoro en su Biblioteca I 6,1:

Gea, irritada por lo acontecido a los Titanes, genera con Urano a los Gigantes, insuperables por la magnitud de sus cuerpos e invencibles por su potencia física, presentaban espantosa apariencia, de su cabeza y mentón pendía espesa pelambrera y tenían por pies escamas de dragón. Nacieron según dicen unos en Flegra, pero según otros en Palene.
….
Pero los dioses estaban en posesión de un vaticinio según el cual ningún Gigante podría perecer a manos de los dioses, mientras que si un mortal luchaba en su bando moriría. Zeus por medio de Atenea llamó en su ayuda a Heracles.

Faraónico podríamos incluir en esta serie de adjetivos, significando también obra enorme o descomunal, derivado naturalmente de las grandes pirámides y otras enormes esculturas y templos construidos en el Egipto antiguo.

Y por supuesto y con toda justicia la expresión “obra de romanos”, porque algunos puentes, vías y murallas sobre todo de época romana nos asombran por sus dimensiones o dificultad.  

Mastodóntico, que añade   al sustantivo correspondiente la magnitud propia de los grandes elefantes antiguos, de los que de vez en cuando aparecen restos llamativos.

Frente a estos adjetivos, que acumulan en su significado los detalles de su mito o historia, disponemos de una serie muy numerosa de términos menos significativos; quizás sea tan numerosa la serie por el significado general y abstracto y el escaso valor semántico que encierran. Muchos de ellos expresan un mero concepto negativo o la negación de un concepto.

extraordinario: Fuera del orden o regla natural o común.

enorme: fuera de norma

Desmedido: fuera de medida

Descomunal. fuera de lo común

Inmenso: sin medida

Más contenido tienen por ejemplo

Magna opera: magnus,-a significa grande; opera obra; por lo tanto “gran obra

Ingente: palabra latina que significa “muy grande”, relacionado tal vez con la misma raíz del griego “gigas”, gigante. El latino “ingens” cayó en desuso y curiosamente lo hemos recuperado como cultismo.

Magnífico y magnífica obra: compuesto de “magnus”, grande, y “facere”, hacer”: que produce grandeza

Monumental:  propio de un monumento y por tanto digno de ser recordado

Monstruoso: relacionado con el anterior, significando que avisa, que advierte de algo dada su excepcionalidad.

Fenomenal, de significado semejante al anterior; proviene del griego φαινομένον, phainomenon, fenómeno,de φαινεῖν, fainein,  = brillar, hacer brillar, aparecer; mostrar, hacer ver,  que literalmente significa ''lo que se muestra''  y fenomenal lo que por sus características tiene y se merece gran visibilidad.

Maravilloso expresa algo semejante. Maravilla deriva del latín mirabilia, cosas admirables o dignas de ser admiradas o sorprendentes, del verbo mirari, admirar. De la misma raíz es “milagro”,miraculum en latín.

Formidable: del latín formido, miedo, temor: con cierta relación con los anteriores: que produce temor, aunque ahora haya perdido absolutamente sus connotaciones negativas

Imponente: relacionado con los anteriores: que pone asombro o temor

Excelente y excelso:  significa “sobresaliente”; de ex y celsus, elevado, superior, de una raíz indoeuropea, cel, que significa culmen, altura.

En fin, no hemos agotado el listado pero estos términos pueden ser suficientes. De alguna manera, como sinónimos nunca perfectos, todos coinciden en el carácter sobrehumano de las acciones a las que califican. Ciertamente los personajes mitológicos de los que derivan no son hombres, son dioses o como mínimo héroes (mitad hombres –mitad dioses).

En fin, los mitos griegos y todo lo con ellos relacionado está absolutamente integrado en nuestro acervo cultural y por tanto lingüístico, aunque no seamos conscientes al emplearlos.

Ciclópeo, colosal, hercúleo, gigantesco, titánico, faraónico, monstruoso, enorme, obra magna, obra de romanos

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