La insufrible corrupción que parece dominar toda la vida pública está a punto de arruinar la confianza de los ciudadanos en la política. Tal vez alguno piense que este es un mal de los tiempos modernos y limitado a algunas sociedades en las que la democracia es más débil. Nada más lejos de la verdad histórica.

Son muchos los ejemplos de corrupción de la Antigüedad y muchas las leyes que intentan controlarla. Algunos ciudadanos pueden pensar que en vano.

Aulo Gelio, en su famosa obra “Noches Aticas”, libro XI, 18 hace unas consideraciones sobre los primitivos legisladores y el rigor con el que combaten el robo. En el parágrafo 18 de este capítulo de este libro dice algo que no puede sino crearnos una enorme desazón porque parecen palabras recién leidas en el periódico de hoy:

“Sin embargo, M. Porcio Catón, en el discurso que escribió sobre “El reparto del botín a los soldados”, se queja con palabras enérgicas  y brillantes de la impunidad y licencia para la malversación de los fondos públicos.  Transcribo estas palabras porque nos impresionaron mucho. Dijo:

“Los ladrones de robos  privados pasan la vida  en la cárcel y con cadenas; los ladrones de lo público, entre el oro y la púrpura”.

Sed enim M. Cato in oratione, quam de Praeda militibus dividenda scripsit, vehementibus et inlustribus verbis de inpunitate peculatu atque licentia conqueritur. Ea verba, quoniam nobis inpense placuerant, adscripsimus: "Fures" inquit "privatorum furtorum in nervo atque in compedibus aetatem agunt, fures publici in auro atque in purpura".

Han pasado 2.200 años desde que Catón pronunció la frase.Así eran  las cosas ayer como son hoy, aunque a decir verdad, en la actualidad la perversión es aún mayor,  porque la rapiña y robo de lo privado también queda impune en muchas ocasiones si  el ladrón, de guante blanco por supuesto, es poderoso.  ¿O no es privado el dinero que especuladores sin escrúpulos, promotores inmobiliarios sin escrúpulos, banqueros y  gestores de cajas de ahorro sin escrúpulos, han birlado a miles de particulares indefensos con bancarrotas, productos tóxicos, preferentes y productos bancarios incomprensibles?

Todo esto no hace sino sumarse al robo de lo público y corrupción.

Todo ello no hace sino alimentar  la decepción y la tristeza y alejar a los ciudadanos de la política. Pero la política, la buena política, la política democrática  no puede claudicar y darse por vencida,  porque en realidad es el único instrumento para hacer cara a tanto desmán.

Los ladrones de lo público

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