Algunos parajes naturales, sea por su belleza recóndita, por su silencio o por su profundidad que se hunde en las entrañas de la tierra, parecen emanar una fuerte atracción para los seres humanos. Entre estos parajes tienen una especial fuerza las cuevas. No en vano habitó en ellas el hombre durante la larga noche de su infancia como especie.

No es infrecuente localizar cuevas o simas subterráneas en las que se ha realizado alguna práctica religiosa desde la más remota antigüedad: existen cuevas en la Península Ibérica en las que se acumulan restos votivos desde época ibérica, vasos cerámicos de ofrendas, y también restos medievales; algunas de estas cuevas incluso en época actual siguen concitando  reuniones  periódicas, anuales generalmente, de numerosos devotos o romeros para celebrar a la “virgen” o deidad del lugar.

Muchos de ellos son santuarios en los que incluso hoy se busca la curación de una enfermedad, la eliminación de un dolor o la búsqueda genérica de la salud. Esto viene ocurriendo desde la remota Antigüedad y esto es así en todo el Mediterráneo, desde España a Grecia, desde Italia al norte de Africa.

Con frecuencia junto a ofrendas en forma de vasos o  en forma de cáliz o copa, aparecen  exvotos ofrecidos por los fieles con formas de pies, manos, brazos, piernas, cabezas, torsos,… haciendo referencia a la parte dolorida cuya salud se implora. Suelen estar colgados en los muros del santuario.

Exvoto es precisamente una  transcripción de la frase latina ex voto (por voto, por promesa),

En las cuevas, lógicamente, se veneraban  especialmente divinidades subterráneas a las que se ofrecen sacrificios, dádivas, ofrendas.

¿Quién puede resistirse a relacionar, por ejemplo, la veneración en Soria al santo Saturio, en una mítica cueva junto al río Duero, el padre Duero, con el culto a Saturno, divinidad romana de las profundidades terrenales? Pues todavía hoy dos mil años después, son centenares, miles las  personas que visitan la cueva de San Saturio, cuya festividad se celebra en los primeros días de Octubre.

Las profundas cuevas sobrecogen y atraen a los hombres devotos

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