Hay asuntos, personas y situaciones de los que es mejor no hablar

Conocido es el prestigio y marchamo de cultura que la utilización adecuada de una sintética frase latina confiere a una sentencia, a un pensamiento, a una afirmación. Son muchas las frases de este tipo que los muchos siglos de cultura latina han transmitido en Occidente, hasta el punto de que existen numerosos diccionarios o índices de frases latinas a los que recurrir para su comprensión o para encontrar  la adecuada a un determinado contexto.

Nec nominetur  es una de estas frases latinas, aunque no de las más frecuentes. Literalmente significa “ni se nombre; ni se cite”. Su origen está en la Carta o epístola que San Pablo dirigió a los habitantes de Éfeso (Efesios, 5,3-4), ciudad griega en Asia Menor, actual Turquía, en donde leemos la frase completa:

Pero la fornicación y toda inmundicia, ó la avaricia, ni se nombre entre vosotros, como conviene a los santos; ni palabras vergonzosas, ni necedades, ni payasadas, que no vienen al caso; sino antes bien acciones de gracias.

En su versión latina (el judío San Pablo habla y escribe en Griego):

“Fornicatio autem, et omnis immunditia, aut avaritia nec nominetur in vobis, sicut decet sanctos;  aut turpitudo, aut stultiloquium, aut scurrilitas, quæ ad rem non pertinet; sed magis gratiarum actio” 

El sentido de la frase de San Pablo se refiere, pues, precisa y concretamente a la necesidad de que los  seguidores primitivos de Jesús se mantengan alejados de estos vicios y del uso de frases indecorosas o no adecuadas.

Ahora bien, una vez extraído de ese contexto, el “nec nominetur” adquiere un valor más general,  o mejor, varios valores y significados que imponen y exigen desde el silencio material hasta la restricción mental o la repugnancia por hacer real algo que se rechaza, o el deseo de no querer enterarse de la realidad.

Sus matices significativos  pueden ir, pues,  desde el conspirativo  “ni se cite entre ustedes” hasta el suasorio o aconsejante   “ni lo menciones”, “ni me lo nombre”  o el más imperativo  y castizo “mejor no meneallo”. 

En todo caso es el silencio el que parece negar o intentar negar la realidad de lo que por otra parte todos conocen, porque requisito previo a la circunstancial  “nominación” es el conocimiento del asunto.

  La frase, de significado muy concreto en el texto de San Pablo,  se va enriqueciendo, pues,  en sus matices según los contextos en que se utiliza, coincidentes todos ellos en el rechazo a reconocer (volver a conocer) lo que ya se conoce.

Nec nominetur (ni lo nombres)

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