La palabra epigrama procede de la latina epigramma, y esta de la griega ἐπίγραμμα (de ἐπί = sobre y γραμμα =, escritura, letra), que significa “inscripción”. Su etimología hace referencia a las inscripciones sepulcrales o votivas en piedra u otro material, naturalmente breves.
Luego este tipo de poemas fue tratando otros asuntos y designó a un poema corto, generalmente de tema erótico-amoroso, una especie de grabación ficticia. En el siglo I d.C. la temática es muy variada, sobre todo satírica y de crítica social.
En este tipo de poesía sobresale el poeta hispano de Biblbilis (junto a la actual Calatayud) Marco Valerio Marcial (40-104). Escribió más de 1.500 epigramas, la mayoría en dísticos elegiacos (del gr. δί-, dos y στιχον, surco, verso), estrofa , pues, de dos versos, un hexámetro y un pentámetro.
Son muy conocidos los de temática erótica, a veces obscenos, pero en realidad trató todos los temas y aspectos de la vida y costumbres de la sociedad romana, siendo su obra un documento de gran valor para conocer diversos aspectos de la sociedad y cultura de la Roma del siglo I.
Digamos que sus temas pueden ser dulces como la miel (mel); satíricos y amargos como la hiel (fel), ácidos como el vinagre (acetum), graciosos e ingeniosos como la sal (sal). Son estas comparaciones que desde la Antigüedad se vienen utilizando para definir estos poemitas y su temática.
Así pues, el epigrama es un poemita que ha de tener como características, señaladas ya por los propios poetas antiguos como el propio Marcial, brevedad, suavidad y dulzura, agudeza, ingeniosidad e ingenio, burla, acidez y mordacidad
El mismo Marcial nos lo explica en Lib. 7, 25:
“Si siempre escribes sólo epigramas dulzones
y más blancos que la piel blanqueada con albayalde,
si no hay en ellos ni una pizca de sal ni una gota de amarga hiel,
loco, ¿quieres encima que alguien los lea?
Ni nos agrada comer un alimento sin algo de vinagre,
ni es agradable un rostro al que le falta un risueño hoyuelo.
Dale al niño manzanas enmeladas e insípidos higos,
a mí dáme higos de Chios, que saben picantes”.
“Dulcia cum tantum scribas epigrammata semper
et cerussata candidiora cute,
nullaque mica salis nec amari fellis in illis
gutta sit, o demens, vis tamen illa legi!
Nec cibus ipse iuvat morsu fraudatus aceti,
Nec grata est facies, cui gelasinus abest.
Infanti melimela dato fatuasque mariscas:
nam mihi, quae novit pungere, Chia sapit."
Pues bien, Juan de Iriarte y Cisneros (Tenerife 1702- Madrid 1771) fue un importante latinista, helenista, bibliógrafo y poeta con una ingente obra. Su género preferido fue el epigrama y tradujo muchos de los de Marcial en verso, así como de otros autores modernos. El mismo escribió numerosos epigramas en latín y teorizó sobre las características de estos poemas.
Este importante personaje define perfectamente lo que es un epigrama en un conocido poemita, epigrama también, naturalmente:
A la Abeja semejante,
Para que cause placer,
El Epigrama ha de ser:
Pequeño, dulce y punzante.
Estas comparaciones para definir al epigrama ya se utilizaban en tiempos de Marcial. Este epigrama, en el que define las características esenciales de este género literario (pequeño, dulce y punzante) es muy conocido por el público lector; más conocido por los lectores de alguna edad que por los más jóvenes de la actualidad, que apenas si memorizan algún texto literario.
Lo que pocos conocen, antes como ahora, es su versión latina del propio autor (Iriarte), el número CCLXVI , que titula Epigrammatis dotes y que dice:
Sese ostendat Apem, si vult Epigramma placere:
Insit ei brevitas, mel, et acumen Apis.
cuya traducción más literal es del tenor siguiente:
Si el epigrama quiere agradar, se ha de manifestar como una abeja;
En él ha de encerrarse brevedad, miel y el aguijón de la abeja.
La misma definición hace Martínez de la Rosa (1787-1862), poeta, dramaturgo y político liberal, poco posterior, en su Poética, canto IV
“Mas el festivo ingenio deba sólo
al sutil epigrama su agudeza:
un leve pensamiento,
una voz, un equívoco le basta
para lucir su gracia y su viveza;
y cual rápida abeja, vuela, hiere,
clava el aguijón y al punto muere”
En realidad, son éstas definiciones tradicionales, que exigen como “virtudes” (término más frecuente que el “dotes” utilizado por Iriarte) del epigrama, sobre todo brevedad y agudeza, a las que algunos añaden la suavidad o dulzura, que es lo característico de la miel.
Pondremos unos pocos ejemplos, extraídos del millar y medio que escribió Marcial, como muestra para que el lector se anime a realizar una lectura completa de su obra.
Lib. VIII, 14
Para que tus pálidos frutales de Cilicia no teman al invierno
y un viento fuerte no muerda tus tiernos arbolillos,
unas cristaleras, opuestas a los vientos invernales del sur,
dejan pasar el sol límpido y la luz pura.
Y en cambio a mí me das una choza, con una ventana que ni cierra por completo,
en la que no querría estar ni el mismo Boreas.(1)
¡Y así, cruel, condenas a vivir a un viejo amigo!
Estaría mejor tratado como huésped de tus árboles.
(1) Viento del norte, frío
Pallida ne Cilicum timeant pomaria brumam
mordeat et tenerum fortior aura nemus,
Hibernis obiecta notis specularia puros
admittunt soles et sine faece diem.
At mihi cella datur, non tota clusa fenestra,
in qua nec Boreas ipse manere velit.
Sic habitare iubes veterem crudelis amicum.
Arboris ergo tuae tutior hospes ero.
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Lib. V, 9
Estaba enfermo y rápido viniste a mí, Símaco, (1)
acompañado de cien discípulos.
Me palparon cien manos heladas por el cierzo.
No tenía fiebre, Símaco, pero ahora la tengo.
(1) Evidentemente, Símaco era médico.
Languebam: sed tu comitatus protinus ad me
venisti centum, Symmache, discipulis.
Centum me tetigere manus aquilone gelatae:
Non habui febrem, Symmache, nunc habeo.
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Lib. III, 87
Se rumorea, Quíone, que nunca has sido follada
y que nada hay más puro que tu coño.
Sin embargo te bañas sin taparte la parte que debes.
Si tanto pudor tienes, ponte el bikini en la cara.
Narrat te, Chione, rumor numquam esse fututam
atque nihil cunno purius esse tuo.
Tecta tamen non hac, qua debes, parte lavaris:
Si pudor est, transfer subligar in faciem.
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Lib. III, 89
Come lechugas y come tiernas malvas,
pues tienes, Febo, la cara del que caga duro.
Utere lactucis et mollibus utere malvis:
nam faciem durum, Phoebe, cacantis habes.
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Lib. I, 38
Ese librito que recitas es mío, Fidentino,
pero cuando lo recitas tan mal comienza a ser tuyo.
Quem recitas meus est, o Fidentine, libellus:
Sed male cum recitas, incipit esse tuus.
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Lib. I, 28
El que crea que Acerra apesta a vino de ayer
se equivoca; Acerra siempre bebe hasta el alba.
Hesterno fetere mero qui credit Acerram,
Fallitur: in lucem semper Acerra bibit.
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Lib. I, 29
Se rumorea, Fidentino, que recitas al público
mis versos como si fueran tuyos.
Si quieres que se diga que son míos, te enviaré gratis mis poemas,
Si quieres que se diga que son tuyos, cómprame esto: que no sean míos.
Fama refert nostros te, Fidentine, libellos
Non aliter populo quam recitare tuos.
Si mea vis dici, gratis tibi carmina mittam:
Si dici tua vis, hoc eme, ne mea sint.
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Lib. II, 87
Dices que las bellas muchachas arden de amor por ti,
Sexto, tú que tienes la cara del que nada bajo el agua.
Dicis amore tui bellas ardere puellas,
Qui faciem sub aqua, Sexte, natantis habes.
Y así hasta 1.500…