Uno de los cambios más importantes que se ha originado en la sociedad moderna occidental y en buena medida en todo el mundo es el de la igualdad entre hombres y mujeres; igualdad legal total y real tan sólo en parte en el status o función social.

Esta tendencia afortunadamente imparable se intenta reflejar en el lenguaje, en el que se procura evitar toda connotación sexista o machista. En ese intento hay quien utiliza simultáneamente el artículo y otros determinantes en sus formas masculina y femenina (el/la; los/las) o los propios sustantivos en sus formas masculina y femenina si es que las tuvieran (chicos/ chicas, hombres/ mujeres, ciudadanos/ciudadanas…).

Sabemos que en el Mundo Antiguo la mujer juega un escaso papel social, recluida generalmente en el hogar doméstico, (o en una parte del hogar, en el gineceo  del latín gynaecēum, y este del griego γυναικεῖος y este de γυνή, gyné, que significa mujer) y limitada su función a la procreación y cuidado de los hijos y al gobierno de la casa. Pero esta idea general debe ser matizada y la realidad conocida con alguna precisión.

Probablemente sorprenderán al lector moderno algunas de sus fórmulas lingüísticas no sexistas y muchas de las ideas que Platón expone en sus diálogos en los que diseña el sistema político de una nueva ciudad ideal, de una nueva polis. Lo hace fundamentalmente en sus diálogos La República  y Las Leyes.

Entre esas ideas no serán las que menos asombro produzcan las referidas a la educación y la función que la mujer ha de desempeñar en la sociedad. Leamos algunas de las cosas que dice Platón en la traducción que para editorial Aguilar hizo Francisco de P. Samaranch:

     ATENIENSE: … He aquí una cosa que, de manera muy conveniente, podrían imitar tanto los jóvenes como las jóvenes (κόρους τε ἅμα καὶ κόρας)  honrando así el juego que encantará a la diosa, y preparándose así no sólo para las fiestas, sino también para la guerra. (Las Leyes, 796c)
                                          …………………….
     ATENIENSE: …. Por consiguiente, todo hombre y toda mujer (πάντ᾽ ἄνδρα καὶ γυναῖκα), a lo largo de toda su vida, deben acomodarse lo mejor posible a este papel, jugando a los juegos más bellos que pueda haber, pero con pensamientos totalmente distintos de los que tienen hoy en día.

CLINIAS: ¿Qué quieres decir?                                                   (Las Leyes, 803c- 803d)

    …………


  Estas fórmulas no deben extrañarnos si lo que está proponiendo es una educación y una función iguales para los jóvenes y las jóvenes.  Por eso dice poco después:

ATENIENSE: … Volviendo a nuestro tema, habíamos prescrito se construyeran gimnasios, así como también escuelas públicas, en tres lugares del centro de la ciudad y, asimismo, en las afueras de la ciudad otros tres gimnasios y campos de ejercicio para la equitación, para el tiro del arco y para otras clases de tiro a larga distancia, a fin de atender a la instrucción y adiestramiento de los jóvenes.
Si nuestras prescripciones no fueron entonces suficientemente explícitas, aclarémoslas aquí dándoles forma de leyes. En todos estos edificios deberán residir, como maestros encargados de cada una de las disciplinas, extranjeros a quienes se haya convencido pagándoles bien; ellos enseñarán a sus discípulos todo aquello que sea útil para la guerra y todo lo que concierne a la música. Pero lo que no admitiremos es que este tal frecuente la escuela porque su padre lo quiera, mientras que aquel otro a quien no le obligan, se abandone y falte a ella; no, antes obligaremos a que se haga instruir todo el mundo y en la medida de lo posible, porque pertenecen a la ciudad más aún que a sus padres.
La ley que yo quiero promulgar impondrá otro tanto a las mujeres, igual que a los varones, es decir, que las mujeres deberán formarse de la misma manera; y lo diré sin dejarme amilanar por la objeción  de que ni la equitación ni la gimnasia, que son decentes para los hombres, no son decentes para las mujeres; estaba antes persuadido de ello por haber oído algunos mitos antiguos, pero mucho más ahora que he sabido que en torno al Ponto hay miles y miles de mujeres, llamadas sauromátides, a las que se impone, con el mismo título que a los hombres,  y que practican igual que los hombres, la equitación, así como el tiro del arco y el ejercicio con las demás armas.
A esto añado yo, manteniéndome dentro del mismo tema, el razonamiento que sigue: puesto que es posible una costumbre de este tipo, el que actualmente gobierna en nuestros países  posee una notable necedad al prohibir a los hombres y a las mujeres que practiquen, todos juntos, con todas sus fuerzas y animados de un mismo espíritu, los mismos ejercicios. De aquella forma, en efecto, todas las ciudades o casi todas, haciendo los mismos gastos y con las mismas dificultades, llega a ser no más que una media ciudad, en lugar de valer como dos ciudades; y sería realmente sorprendente que un legislador cometiera una falta como esta.
CLINIAS: Eso parece; no obstante, en todo esto que nosotros estamos exponiendo hay muchas cosas que se oponen a las constituciones existentes en la actualidad.
…..
ATENIENSE: …. pero ahora habrá que buscar otra táctica para obstinarse en negar esta ley, y tales negativas no van a extinguir el vigor con que nosotros no cejaremos en nuestra exigencia de que en la medida de lo posible, para la educación como para todo lo demás, la mujer comparta los trabajos del hombre.
(Las Leyes, 804c- 805d)

Nótese cómo el argumento de que sólo los  necios, incluidos los gobernantes,  prescindirían de la mitad de la población y construir media ciudad en vez de dos ciudades es de absoluta actualidad.

Quien sienta curiosidad por propuestas tan  antiguas y tan modernas  deberá leer los diálogos de Platón citados. En ellos los pasajes llamativos, similares al citado,  son numerosos.  Desgraciadamente Platón fracasó en esta cuestión a la hora de hacer realidad su propuesta de ciudad ideal en Sicilia y ello le produjo cierta amargura y buena dosis de realismo, como se refleja en Las Leyes y en su República .

Profundizaré en otra ocasión en estas  propuestas  de Platón, a las que por cierto poco caso se hizo en la Edad Antigua , Media y hasta en ocasiones en la Contemporánea.
 

Todos y todas, los muchachos y las muchachas, κόρους τε ἅμα καὶ κόρας (kórous te áma kaì kóras), πάντ᾽ ἄνδρα καὶ γυναῖκα (pánt’ándra kaì gynaîka)

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