Conocida y frecuente es la expresión “las cuentas del Gran Capitán” para referirnos a una falta de justificación o justificación exageradamente ridícula de unos cuantiosos gastos.

Se basa la frase en la anécdota apócrifa, tal vez real, tal vez  posible y probablemente falsa, que le sucedió a Gonzalo Fernández de Córdoba (el Gran Capitán)  cuando tras la campaña de Nápoles que puso Italia prácticamente a disposición del rey de Aragón, Fernando el Católico le pidió cuentas de los enormes gastos ocasionados. Pronto corrieron coplas y versos que glosaban  la actitud orgullosa del noble, según algunos tan acorde con el carácter español. El verso sin duda más conocido, de una larga retahíla de explicaciones irónicas o chulescas es:

en picos, palas y azadones, cien millones…

Pues bien, en la guerra parece que lo importante es ganarla, sin reparar en gastos. Hay en el mundo antiguo una anécdota referida al gran Escipión el Africano, vencedor de Anibal, no exactamente coincidente pero sí con alguna semejanza.

Nos lo cuenta Aulo Gelio en sus Noctes Atticae, lib. IV, 18,7:

Existe también otra anécdota célebre de Escipión. Unos Petilios, tribunos de la plebve, predispuestos, según dicen, y azuzados contra él por M.Porcio Catón, rival de Escipión, solicitaban insistentemente en el Senada que rindiera cuentas del dinero de Antioquía y del botín conquistado en aquella guerra, pues en tal expedición había sido legado de L. Cornelio Escipión el Asiático, hermano suyo y general en jefe. Entonces Escipión se levantó y, sandando de entre los pliegues de lo toga un libro, dijo que en él estaban registradas las cuentas de todo el dinero y de todo el botín; que los había traído para que se leyera públicamente y fuera depositado en el erario público. Y añadió_ “Pero ya no lo haré, no voy a infligirme una afrenta a mí mismo”. Y al punto despedazó el libro con sus propias manos, molesto porque se le pedían cuentas del dinero del botín a quien se le debía agradecer la obtención de la salvación del gobierno y del Estado.

Item aliud est factum eius praeclarum. Petilii quidam tribuni plebis a M., ut aiunt, Catone, inimico Scipionis, comparati in eum atque inmissi, desiderabant in senatu instantissime ut pecuniae Antiochinae praedaeque in eo bello captae rationem redderet; [8] fuerat enim L. Scipioni Asiatico, fratri suo, imperatori in ea provincia legatus. [9] Ibi Scipio exsurgit et, prolato e sinu togae libro, rationes in eo scriptas esse dixit omnis pecuniae omnisque praedae; [10] illatum, ut palam recitaretur et ad aerarium deferretur. [11] “Sed enim id iam non faciam,” inquit, “nec me ipse afficiam contumelia,” [12] eumque librum statim coram discidit suis manibus et concerpsit, aegre passus quod cui salus imperii ac reipublicae accepta ferri deberet rationem pecuniae praedatae posceretur.

Ya antes, este Escipión ya dio muestras de su respeto por las cuentas claras. Allá por el año 204 a.C. fue acompañado a Africa por Catón el Viejo, Catón el Censor. La suntuosidad y chulería del Escipión casaba mal con la frugalidad y rigidez del censor. Catón  le pidió cuentas y Escipión le contestó según Plutarco: Vida de Catón el Viejo, 3:

«Escipión le contestó (…) que no necesitaba un cuestor tan severo, porque de lo que había de dar cuenta a la ciudad era de sus acciones y no del dinero».

Catón volvió a Roma y propicio una acción en el Senado para que enviara una legación que investigara los gastos de Escipión. La “comisión investigadora”  no encontró pruebas del derroche del general Escipión, que ganó batallas.

Dice el texto de Plutarco en la traducción al castellano que  Ranz Romanillos hizo a principios del siglo XIX:

Hubo también otro motivo, y fue que yendo de cuestor con Escipión a la guerra de África, como advirtiese que éste usaba de su acostumbrada profusión y permitía que en el ejército se gastara sin medida, le habló francamente, diciéndole que lo de menos era el gasto, y el mal principalmente estaba en que estragase la antigua frugalidad del soldado, acostumbrándole para en adelante al regalo y a los deleites; y como Escipión le contestase que no necesitaba un cuestor tan severo, cuando ponía toda la atención en desempeñar cumplidamente su deber con respecto a la guerra, porque de lo que había de dar cuenta a la ciudad era de sus acciones y no del dinero, se retiró de Sicilia. Hablaba frecuentemente en el Senado con Fabio de la inmensa cantidad de dinero que gastaba Escipión, y desacreditaba en los circos y en los teatros su porte fastuoso, como si hubiera ido a celebrar fiestas y no a mandar un ejército; tanto, que obligó a que se enviaran cerca de éste tribunos de la plebe para que le hicieran venir a Roma, si estas acusaciones eran ciertas. Mas Escipión, habiendo hecho ver que la victoria estaba en los preparativos de la guerra, y convencido a los tribunos de que si usaba de humanidad y condescendencia, en los gastos esto en nada perjudicaba a la diligencia y a las demás grandes prendas militares, partió de Sicilia para la guerra”.

Ratio et numeri  cedant armis, “que las cuentas (claras) cedan ante las armas”, parece ser el comportamiento ayer y hoy, a juzgar por la oscuridad y falta de transparencia con la que suelen ocurrir las “hazañas bélicas”.  Este famoso Escipión vivió hace tan sólo 2.220 años.
 

Las cuentas del Gran Publio Cornelio Escipión Africano el Mayor

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