El héroe Teseo había escapado del laberinto de Creta con la ayuda de Ariadna, a la que prometió matrimonio, pero abandonó en Naxos. Teseo es el padre de Hipólito, al que tuvo con una Amazona que unos llaman Antíope o Melanipe o Hipólita o simplemente la Amazona. Luego Teseo casó con Fedra, hermana de Ariadna. Muchos siglos,después del tiempo mítico, hubo otro Hipólito, mártir cristiano.

El Hipólito mítico con el tiempo se convirtió en un hermoso y casto joven cuya única ocupación era cazar animales salvajes en compañía de la diosa virgen cazadora Artemisa o Diana. Como seguidor de esta diosa virgen, él también permanece casto y desdeña el amor femenino. Este desprecio del amor ofendió a Afrodita, que inspiró en su madrastra Fedra un pasional e incontenido amor por su hijastro. Hipólito resistió los requerimientos de Fedra, que lo acusó falsamente ante Teseo, su padre, de haber pretendido violarla. Teseo, ingenuo, creyo a Fedra y rogó a Poseidón que le ayudase a vengar la ofensa de su hijo.

Así cuando un día paseaba Hipólito en su carro a la orilla del mar, surgió de las aguas un toro bravo que asusto a los caballos, que se desbocaron, arrastraron y descuartizaron a Hipólito. Luego Diana convenció a Esculapio para que le devolviera la vida y esto enfureció a Júpiter. Diana  cambió la  figura de Hipólito envejeciéndolo y lo ocultó en Italia, en el bosque de Nemi o de Aricia, en donde vivió con el nombre de Virbio.

Nota: el propio nombre “Hipólito” es la síntesis del mito, puesto que viene a signifcar “el de los caballos desbocados” o “estampida de los caballos”; procede de hipos Ιππός   caballo,  y lio,litos λυτος,  del  verbo λύω que significa “soltar, desatar”

Es esta, como se ve, otra versión del célebre tema de Putifar, mito que está constatado en diversas culturas orientales.

Pues bien,  el bosque italiano de Nemi o de Aricia, estaba consagrado a Diana y a Virbio, identificado luego en la mitología con Hipóito, como acabamos de ver. En este bosque de Aricia no podían entrar los caballos por haber sido los causantes de la muerte de Hipólito. La fiesta de Diana e Hipólito se celebraba el día 13 de Agosto. Diana y Virbio recibían culto en numerosos lugares de Italia, como en la Campania.

Siglos después hubo otro Hipólito, mártir.

Las noticias sobre San Hipólito son muy confusas y no han dejado de generar polémica entre los estudiosos ya desde la propia antigüedad. No conocemos la fecha de su nacimiento y  de su muerte sabemos que murió hacia el año 236. Se le presenta como oficial romano que mantenía detenido a San Lorenzo, episodio que propició su conversión al cristianismo. Parece que seguía la herejía novaciana cuando era presbítero, aunque luego se reconcilió con la Iglesia. Se opuso a los  papas Calixto, Urbano y Ponciano  y por eso se le considera el primer “antipapa”. Se dice que es”obispo”, pero no sabemos de qué diócesis.  Es uno de los autores más prolíficos de la patrística antigua, pero apenas si se conservan de él unos pocos fragmentos.

Hay varios Hipólitos que con frecuencia se han confundido, como Hipólito de Porto, cuya fiesta se celebraba el 22 de agosto.

Fue enterrado en  la Via Tiburcina.  Su festividad se celebra  el 13 de Agosto. Su muerte y martirio debió tener lugar hacia el año 236. Prudencio (348 d. C. – c. 410), el famoso poeta cristiano de Calahorra o menos probablemente de Zaragoza (él mismo genera esta confusión), cantó la heroica muerte de algunos mártires, entre otros la de Hipólito en el Himno XI de su obra Peristéphanon (Libro de las coronas de los mártires). Se trata de un largo poema de 246 versos, del que citaré algunos especialmente significativos.

Prudencio pone de manifiesto en su obra la relación del culto cristiano con la mitología pagana y, como buen conocedor del mundo pagano,  tuvo la feliz idea de aplicar a la muerte del  mártir  Hipólito el brutal descuartizamiento por unos caballos del mítico Hipólito, el hijo de Teseo. En relación con ello, se le considera el patrón de los caballos.

Prudencio  dice basarse en un fresco de la tumba de Hipólito, que lógicamente describiría la muerte del mítico Hipolito. La tumba parece que ha sido encontrada, pero sin rastro alguno del citado fresco.

Así el santo de Prudencio es una mezcla de héroe mítico griego y mártir cristiano. Por otra parte, el poema plantea numerosos problemas históricos: utiliza diversas fuentes, parece referirse, mezclándolos, a varios Hipólitos,..

Prudencio se inspira para su poema en la tragedia de Séneca, Fedra. En realidad no sólo se inspira, sino que va más allá: en algunos momentos es casi una transcripción del texto de Séneca.

 

"Martirio de San Hipólito" (1468, Museo de San Salvador. Catedral de Bruja), originalmente hecho para decorar el alar de la catedral de Brujas.

Veamos los textos:

Himno XI de su obra Peristéphanon (Libro de las coronas de los mártires

En los versos 83 a 122 describe la condena y suplicio de Hipólito. En los versos 123-132 describe el fresco en el que se inspira. Aportaré estos dos largos fragmentos:

Piden una forma de muerte extraordinaria  y que se busque un nuevo suplicio
con cuyo ejemplo tiemblen los demás.
El (
el juez) presidiendo, con la cabeza vuelta a lo alto, dijo:
¿Cómo te llaman?;

dicen que se llama Hipólito.

“Pues si es Hipólito, que aguante y sufra el yugo
y que muera descoyuntado por caballos salvajes”

Apenas había terminado de hablar, cuando obligan a dos animales,
que no habían conocido el freno,  a someter su cuello al yugo desacostumbrado.
No eran animales acariciados en el establo o por la blanda mano de su cuidador
o acostumbrados antes a obedecer la orden del jinete,
sino ganado savaje capturado poco antes de una manada salvaje
por lo que un salvaje temor se agita en su corazón indómito.
Ya habían unido con ataduras las bigas reacias
y habían atado sus cabezas con un acuerdo divergente.
En lugar de timón colocan una cuerda, que separa los lomos de los dos
y colocado en medio toca los lados de ellos,
y extendiéndose a lo largo desde el yugo hacia atrás
se deja arrastrar y pasa por debajo de las patas.
En su extremo,  por donde con gran polvareda la rodada marcada
de los cornípedos (
animales con pies de cuerno) sigue el camino que se esconde,
un lazo ata las piernas de este hombre y con un fuerte nudo
aprieta los pies y los une con el cable.
Una vez que estuvieron a punto los preparativos,
dispusieron para el suplicio del mártir los látigos y las ataduras,
excitan a los animales salvajes con gritos imprevistos y con latigazos
y clavan en  su vientre crueles aguijones. 
Las últimas palabras que se escucharon del venerable anciano fueron éstas:

“¡Que éstos me arrebaten mis miembros, tú, Cristo, arrebata mi alma!"

Se lanzan veloces empujados en su ciego error
por donde el sonido y el terror, por donde  el furor les empuja.
Su ferocidad les enciende, su fuerza les arrebata y el ruido les empuja,
Y su alada carrera no siente la carga que llevan.
Se precipitan por los bosques, por las rocas, y la orilla
de un río no les detiene ni el torrente con el que se encuentran les para;
derriban el cercado y rompen todos los obstáculos,
se dirigen a las pendientres rocosas y saltan el acantilado.
El campo erizado de plantas espinosas recoge pedazos diminutos
arrancados  de su cuerpo caído. Una parte cuelga de lo alto de los  peñascos, otra se clava en las espinas, con una parte enrojecen los arbustos, con otra se humedece la tierra.

Nota: véase el texto latino más abajo:

Y  a propósito del fresco en el que se inspira, dice,  abusando de la  más barroca y sanguinolenta descripción  en los versos  132-152:

Una  pared pintada al fresco ofrece la representación del crimen,
en la que la pintura multicolor ha dibujado todo el crimen;
La figura pintada sobre la tumba aumenta su fuerza del contraste de las sombras,
dibujando los miembros ensangrentados del hombre que había sido arrastrado.
Yo he visto, buen padre, las crestas de las rocas cubiertas de rocío
y manchas de púrpura dejadas en los abrojos.
Una mano experta en representar los verdes espinos imitándolos
había dibujado la roja sangre con minio.
Se podía ver, con las articulaciones destrozadas, sin orden alguno,
cómo los miembros estaban desparramados por  el variado terreno.
Había añadido a los amigos que le seguían con su paso y con sus lágrimas,
por donde la desviada senda mostraba el camino destrozado.
Marchaban sobrecogidos por la tristeza con los ojos abiertos
y llenaban los pliegues de sus vestidos con sus vísceras desgarradas.
Aquel abraza su nívea cabeza
y la protége venerable en su suave pecho.
Este recoge los hombros  y las manos arrancadas y los brazos y los codos
las rodillas y los fragmentos desnudos de las piernas.
Con pequeños paños se secan también las arenas empapadas
Y ni siquiera una gota de rocío queda  en el polvo sucio.
Si alguna gota de sangre queda en las espinas
con la reciente aspersión,  toda ella se recoge empapada en una esponja.
Ya el denso bosque nada retiene del sagrado cuerpo
ni le priva de unas completas exequias.
Hecho el recuento de las partes, cuando se recogió el número
que había sido el del cuerpo intacto,
y limpios los lugares escabrosos  con su vegetadicón y
con sus peñascos revisados que  no tenían ningún trozo más de todo el hombre,
se busca un lugar para erigir la tumba, se abandona las bocas (
del Tiber, Ostia),
Roma es un buen lugar para guardar las santas cenizas.

Nota: véase más abajo el texto latino:

Sobre el día de la festividad del santo nos dice también en 231-234

Si recuerdo bien, la muy hermosa Roma honra a este
en los Idus del mes de Agosto,  como llama
a la manera antigua a este día, al que yo también querría,
santo maestro que tú contases entre las fiestas anuales.

Nota: Véase más abajo el texto latino.

Prudencio se inspira directamente en la tragedia de Séneca  “Fedra”, como demostaría un estudio comparado.  Para el fragmento expuesto ofrezco el texto correspondiente a  los versos 1050-1114. Pero este texto lo que demuestra es que Prudencio no sólo aplica al mártir el suplicio del míto, sino que le atribuye todos los detalles del suplicio que Séneca aplicó al mítico héroe en su tragedia.

Podemos pensar que si Prudencio está describiendo un fresco y su descripción coincide casi milimétricamente con el texto de Séneca, lo que realmente estaba viendo en su ecfrasis era la representación del suplicio del mítico Hipólito y no el del mártir. 

 Séneca, Fedra, 1050-1114

Se estremecieron las tierras. Huye atónito el ganado por doquier a través de los campos y el pastor no se acuerda de seguir a sus propios novillos. Desde la selva toda clase de fieras salen huyendo hacia acá y hacia allá. Todos los cazadores, horrorizados, se quedan lívidos por aquel miedo escalofriante. Sólo Hipólito, que no conoce el miedo, contiene los caballos tirando de los frenos y, despavoridos, trata de animarlos con sus gritosque les son conocidos. Hay un camino  elevado que va hacia los labrantíos por un desfiladero del monte, bordeando el mar que queda allá abajo.Aquí se estimula a sí misma aquella mole y prepara su cólera.

Cuando hubo cobrado ánimos y, ejercitándose, ensayó lo bastante su ataque, sale disparada en frenética carrera, rozando apenas la superficie de la tierra en su vertiginoso desplazamiento, y se detuvo con torva mirada ante el tembloroso carro. Por su parte, tu hijo, levantándose amenazador,con aire altanero, no se inmuta y grita fuertemente con voz atronadora: «No quebranta mis ánimos este vano terror, pues conozco, por herencia de mi padre, la tarea de vencer a los toros». Al punto, sin obedecer a los frenos, los caballos arrastraron el carro y, saliéndose ya fuera del camino, prosiguen su carrera, por doquier los condujo delirantes su enloquecido pavor, y se lanzan a través de los escollos.Y él, como el piloto en un mar enfurecido, retiene la embarcación de modo que no choque de costado y con habilidad va engañando a la ola, no de otro modo lleva el timón de los desenfrenados caballos.

Sujeta unas veces sus bocas frenándolas con los bocados bien apretados; otras veces castiga sus lomos blandiendo repetidamente el látigo. Le sigue, sin apartarse de su lado, aquel acompañante, ora corriendo a su misma velocidad; ora, en cambio, saliéndole al encuentro, se le ponía por delante, provocando el terror por todas partes.

No pudo huir más allá, pues con toda su mole acometió de frente, encrespado, aquel monstruo cornudo salido del mar.Y entonces los corceles, fuera de sí por el pavor, no obedecen las órdenes y luchan por escapar al yugo y, encabritándose sobre sus patas traseras, tiran la carga a tierra.

Al caer de cabeza, quedando tendido de bruces, enredó su cuerpo en un apretado lazo ycuanto más lucha, tanto más aprieta los nudos corredizos.Advirtieron las bestias lo que habían hecho… y, al pesar poco el carro y no haber quien lo gobernara, se precipitan por donde el temor las fue impulsando.

De igual manera, a través de los aires, al no reconocer como suya la carga e indignándose de que se hubiese confiado el día a un falso Sol, el carro echó a Faetón de aquella parte del cielo por donde andaba extraviado. Ensangrienta extensamente los campos y se estrella su cabeza rebotando contra los escollos:los espinos le arrancan los cabellos y  la dura piedra hace estragos en su bello rostro y, entre múltiples heridas, perece su infausta hermosura. Las veloces ruedas revuelcan los miembros moribundos y, por fin, mientras era arrastrado, un tronco con una estaca a medio quemar, lo retiene por en medio de las ingles con su punta erguida.

Y un poco se detuvo el carro  al quedar clavado su señor. Quedaron inmovilizados los caballos con el golpe… y, a una, rompen su tardanza y desgarran a su dueño. Luego, ya casi sin vida, lo despedazan los matorrales, las erizadas zarzas con sus punzantes espinos; no hubo tronco que no se llevara una parte de aquel cuerpo.

Errantes por los campos, como fúnebre tropa, van los criados a través de aquellos lugares por donde Hipólito hecho pedazos va marcando un largo sendero de manchas de sangre y, tristes,los perros rastrean los miembros del dueño. Hasta ahora la diligente labor de los dolientes no ha podido completar su cuerpo.

¿Es esto la gloria de su hermosura? El que hace poco, ilustre partícipe y heredero seguro del poder de su padre, brilló como las estrellas, ése está siendo ahora recogido por acá y por allá para la hoguera de la hora postrera y tratan de recomponerlo para el funeral.

(Traducción de Jesús Luque Moreno para Editorial Gredos).

Por lo demás, la descripción que hace del fresco que Prudencio dice haber visto en la tumba de Hipólito es un claro eejmplo de écfrasis o ecfrasis (del griego ἔκφρασιϛ, 'explicar hasta el final). Una ecfrasis, según la retórica y tradición clásica,  es una descripción verba, con palabras, de una obra de arte visual, de una pintura o una escultura, por ejemplo.

Otro ejemplo de ecfrasis nos lo ofrece el mismo Prudencio en el poema IX.

Una hipotiposis , (del griego: úποτúπωσις), sería una descripción animada, especialmente emotiva para excitar la imaginación del público oyente. La ecfrasis podría ser una especie de hipotiposis.

En esta cuestión de los dos Hipólitos, tal mezcla y confusión de datos, tal coincidencia en aspectos tan importantes como la forma de morir, la coincidencia milimétrica con el texto de Séneca  y la fecha de su  festividad , el 13 de Agosto, no dejan de inquietar e interrogarnos sobre las relaciones y sincretismo que durante los primeros siglos se produjeron entre la tradicional religión pagana y el Cristianismo y que en muchas ocasiones perdura hasta nuestros días.

Todo ello permitió a Sir James George Frazer (1854-1941)  afirmar en las primeras páginas de su famosa e importante obra “La rama dorada”:

Es importante señalar aquí que en el largo y cambiante curso de este personaje mítico, desplegó una vida de notable tenacidad; difícilmente podemos dudar de que el San Hipólito del calendario romano, arrastrado y muerto por caballos el 13 de agosto, el mismo día de Diana, sea otro que el héroe griego del mismo nombre, que, después de morir dos veces como pecador pagano, fue resucitado felizmente como santo cristiano.”

“Here it is worth observing that in his long and chequered career this mythical personage has displayed a rema rkable tenacity of life. For we can hardly doubt that the Saint Hippolytus of the Roman calendar, who was dragged by horses to death on the thirteenth of August, Diana’s own day, is no other than the Greek hero of the same name, who, after dying twice over as a heathen sinner, has been happily resuscitated as a Christian saint”.

Himno XI de su obra Peristéphanon (Libro de las coronas de los mártires: v. 83-132

Insolitum leti poscunt genus et noua poenæ
inuenta, exemplo quo trepident alii.
Ille supinata residens ceruice : " Quis ", inquit,
" dicitur ? " adfirmant dicier Hippolytum.
" Ergo sit Hippolytus, quatiat turbetque iugales
intereatque feris dilaceratus equis. "
Vix hæc ille, duo cogunt animalia freni
ignara insueto subdere colla iugo,
non stabulis blandiue manu palpata magistri
imperiumque equitis ante subacta pati,
sed campestre uago nuper pecus e grege captum,
quod pauor indomito corde ferinus agit.
Iamque reluctantes sociarant uincula bigas
oraque discordi foedere nexuerant :
temonis uice funis inest, qui terga duorum
diuidit et medius tangit utrumque latus,
deque iugo in longum se post uestigia retro
protendens trahitur transit et ima pedum.
Huius ad extremum, sequitur qua puluere summo
cornipedum refugas orbita trita uias,
crura uiri innectit laqueus nodoque tenaci
adstringit plantas cumque rudente ligat.
Postquam composito satis instruxere paratu
martyris ad poenam uerbera, uincla, feras,
instigant subitis clamoribus atque flagellis
iliaque infestis perfodiunt stimulis.
Vltima uox audita senis uenerabilis hæc est :
" Hi rapiant artus, tu rape, Christe, animam ! "
Prorumpunt alacres cæcoque errore feruntur,
qua sonus atque tremor, qua furor exagitant.
Incendit feritas, rapit impetus et fragor urget,
nec cursus uolucer mobile sentit onus.

Per siluas, per saxa ruunt, non ripa retardat
fluminis aut torrens oppositus cohibet ;
prosternunt sæpes et cuncta obstacula rumpunt,
prona fragosa petunt, ardua transiliunt.
Scissa minutatim labefacto corpore frusta
carpit spinigeris stirpibus hirtus ager.
Pars summis pendet scopulis, pars sentibus hæret,
parte rubent frondes, parte madescit humus.

Versos 132-152

Exemplar sceleris paries habet illitus, in quo
multicolor fucus digerit omne nefas ;
picta super tumulum species liquidis uiget umbris,
effigians tracti membra cruenta uiri.
Rorantes saxorum apices uidi, optime papa,
purpureasque notas uepribus impositas.
Docta manus uirides imitando effingere dumos
luserat et minio russeolam saniem.
Cernere erat, ruptis compagibus, ordine nullo,
membra per incertos sparsa iacere situs.
Addiderat caros gressu lacrimisque sequentes,
deuia quo fractum semita monstrat iter.
Mærore adtoniti atque oculis rimantibus ibant
implebantque sinus uisceribus laceris.
Ille caput niueum complectitur ac reuerendam
canitiem molli confouet in gremio ;
hic humeros truncasque manus et brachia et ulnas
et genua et crurum fragmina nuda legit.
Palliolis etiam bibulæ siccantur harenæ,
ne quis in infecto puluere ros maneat.
Si quis et in sudibus recalenti aspergine sanguis
insidet, hunc omnem spongia pressa rapit.
Nec iam densa sacro quidquam de corpore silua
obtinet aut plenis fraudat ab exsequiis.
Cumque recensitis constaret partibus ille
corporis integri qui fuerat numerus,
nec purgata aliquid deberent auia, toto
ex homine extersis frondibus et scopulis,
metando eligitur tumulo locus, ostia linquunt,
Roma placet, sanctos quæ teneat cineres.

Versos 231-234

Si bene commemini, colit hunc pulcherrima Roma
Idibus Augusti mensis, ut ipsa uocat
prisco more diem, quem te quoque, sancte magister,
annua festa inter dinumerare uelim.

Séneca: Fedra,  1050-114

tremuere terrae, fugit attonitum pecus
passim per agros nec suos pastor sequi
meminit iuvencos; omnis e saltu fera
diffugit, omnis frigido exsanguis metu
venator horret, solus immunis metu
Hippolytus artis continet frenis equos
pavidosque notae vocis hortatu ciet.
est alta ad agros collibus ruptis via,
vicina tangens spatia suppositi maris;
hic se illa moles acuit atque iras parat.
ut cepit animos seque praetemptans satis
prolusit irae, praepeti cursu evolat,
summam citato vix gradu tangens humum,
et torva currus ante trepidantes stetit.
contra feroci gustus insurgens minax
vultu nec ora mutat et magnum intonat:
'haud frangit animum vanus hic terror meum:
nam mihi paternus vincere est tauros labor.'
inobsequentes protinus frenis equi
rapuere currum iamque derrantes via,
quacumque rabidos pavidus evexit furor,
hac ire pergunt seque per scopulos agunt.
at ille, qualis turbido rector mari
ratem retentat, ne det obliquum latus,
et arte fluctum fallit, haud aliter citos
currus gubernat: ora nunc pressis trahit
constricti frenis, terga nunc torto frequens
verbere cohercet. sequitur adsiduus comes,
nunc aequa carpens spatia, nunc contra obvius
oberrat, omni parte terrorem movens.
non-licuit ultra fugere: nam toto obvius
incurrit ore corniger ponti horridus.
tum vero pavida sonipedes mente exciti
imperia solvunt seque luctantur iugo
eripere rectique in pedes iactant onus.
praeceps in ora fusus implicuit cadens
laqueo tenaci corpus et quanto magis
pugnat, sequaces hoc magis nodos ligat.
sensere pecudes facinus— et curru levi,
dominante nullo, qua timor iussit ruunt.
talis per auras non suum agnoscens onus
Solique falso creditum indignans diem
Phaethonta currus devio excussit polo.
late cruentat arva et inrisum caput
scopulis resultat; auferant dumi comas,
et ora duras pulchra populatur lapis
peritque multo vulnere infelix decor.
moribunda celeres membra pervolvunt rotae:
tandemque raptum truncus ambusta sude
medium per inguen stipite ingesto tenet,
paulumque domino currus affixo stetit.
haesere biiuges vulnere— et pariter moram
dominumque rumpunt, inde semanimem secant
virgulta, acutis asperi vepres rubis
omnisque truncus corporis partem tulit.
errant per agros funebris famuli manus,
per illa qua distinctus Hippolytus loca
longum cruenta tramitem signat nota,
maestaeque domini membra vestigant canes.
necdum dolentum sedulus potuit labor
explere corpus, hocine est formae decus?
qui modo paterni clarus imperii comes
et certus heres siderum fulsit modo,
passim ad supremos ille colligitur rogos
et funeri confertur.

Hipólito mítico e Hipólito mártir: inquietantes coincidencias

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