Quizás algún lector se haya preguntado alguna vez de dónde nos viene esta tentación tan antigua y tan moderna de creer en hechos maravillosos e inexplicables, a los que con frecuencia se les concede la cualidad de milagros, hechos divinos, mensajes de la divinidad y del más allá.

En el presente artículo encontrarán decenas de milagros y hechos maravillosos e inexplicables que ya se producían en la Antigüedad y de los que se dejaba constancia en los textos escritos hace más de dos mil años. Y con toda seguridad esta debilidad de un ser tan racional como el hombre venía ya de un pasado de miles de años antes, tantos como tiene la humanidad. De esta y otras debilidades se alimentan todo tipo de supersticiones y religiones.

Pero ¿qué es un prodigio, un milagro, una maravilla, un portento, un fenómeno, un monstruo de la naturaleza?

De entrada nos serviremos de la etimología y su fuerza significativa para explicar el significado de estos términos y algunos otros:

Prodigio: del latín “Prodigium”,  “Portento” del latín “portentum” y “presagio” del latín “praesagium”  vienen a significar lo mismo en latín: señal divina.

El Diccionario de la Real Academia Española define “prodigio” como “Suceso extraño que excede los límites regulares de la naturaleza” . Y “portento” como  “Cosa, acción o suceso singular que por su extrañeza o novedad causa admiración o terror” , y “presagio” como:  “1. Señal que indica, previene y anuncia un suceso.2. Especie de adivinación o conocimiento de las cosas futuras por medio de señales que se han visto o de intuiciones y sensaciones”.

La etimología de  “prodigium” no es segura; se ha relacionado  con “prod- agio,” y este con “aio” que significa hablar, decir, y por eso, tal vez erróneamente Cicerón lo relaciona con “pro-dico”; pero más bien parece estar relacionado con “ago”, “llevar, empujar, conducir”.

Praesagium” se relaciona con “prae- “ante, delante” y “sagire", infinitivo de "sagio”, percibir, sentir ,  de dónde deriva sagax, que ha dado nuestro “sagaz”. Por eso Cicerón dice en su De divinatione, 1,31,65:

Ahora sagire significa "tener una percepción aguda". Por eso, algunas ancianas se llaman sagae, (brujas) porque se supone que conocen mucho, y se dice que los perros son «sagaces». Y así el que tiene conocimiento de una cosa antes de que suceda se dice que "presagia", es decir, percibe el futuro por adelantado.

“sagire sentire acute est: ex quo sagae anus, quia multa scire volunt; et sagaces dicti canes. Is igitur, qui ante sagit quam oblata res est, dicitur praesagire, id est futura ante sentiré”

Más segura parece la de “portentum” con “pro– (efecto de metátesis o cambio de posición de algún fonema) y tendo: dirigir, tender,.., que define la Real Academia como “Cosa, acción o suceso singular que por su extrañeza o novedad causa admiración o terror”.

Maravilla: es un “suceso o cosa extraordinarios que causan admiración”. La palabra procede de la latina “mirabilia”, cosas admirables, que es el plural neutro de “mirabilis”, admirable, que se forma de la raíz del verbo “mirari”, admirar, y del adjetivo “mirus, -a,-um”, maravilloso, extraño, sorprendente.

De la misma raíz y palabras proceden mirar, admirar, y sus compuestos y también “milagro”, de “miraculum”, con metátesis o cambio de posición las consonantes “r” y “l”. (como ocurre en “parábola y palabra”)

La RAE define milagro como: “1. Hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino. 2. m. Suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa.”

De la misma raíz proceden la francesa  “miroir”,  y la inglesa “mirror”, espejo. La española “espejo” deriva de “speculum”, derivada de “spicere” que significa ver, mirar, observar, de donde “specto y spectaculum, espectáculo, etc..

Fenómeno es una palabra griega φαινόμενον phainómenon, que nos ha llegado a través del lat. tardío phaenomĕnon ;  el verbo griego φαινεῖν, phainein significa   brillar, hacer brillar, aparecer; mostrar, hacer ver. La RAE lo define como: “1. m. Toda manifestación que se hace presente a la consciencia de un sujeto y aparece como objeto de su percepción. 2. m. Cosa extraordinaria y sorprendente. 3. m. coloq. Persona o animal monstruoso.”

Con estos términos están relacionados también “oráculo”,  del latín oraculum y este de orare, hablar, que significa etimológicamente mensaje, comunicado, parlamento.

Y también  “profecía”, “predicción hecha en virtud de don sobrenatural.” Palabra griega que nos ha llegado como tantas otras a través del latín: propheta, griego prophêtês, προφήτης,  "que dice con anticipación", de > προ- (pro-) (antes) y  φημί, phemí,  hablar.

En todo caso en el mundo romano un “prodigio” es una señal de los dioses con la que anuncian a los hombres un suceso futuro, bueno o malo; incluye por tanto los presagios y los augurios.

Augurio, augur, arúspice  son términos que merecen otro artículo extenso. Sea suficiente ahora recordar que un “augur” es un sacerdote, en su origen etrusco, que observa el cielo y las señales de los dioses, señales que por eso se llaman “augurios”. Los arúspices, también etruscos, analizan las entrañas de los animales sacrificados a los dioses para observar en ellas los mensajes de la divinidad.

Con un sentido más restringido, prodigio se refiere a cualquier incidente extraño o aparición maravillosa que se supone que anuncia una desgracia y que por tanto suele aparecer en circunstancias calamitosas tanto para la sociedad colectiva como para el individuo.

El mismo Cicerón nos dice en De divinitatione, I, 42 (93)  y ss.  que es sinónimo de ostentum, monstrum y portentum”:

porque, como se nos aparecen, se nos ponen por delante, se nos muestran y nos aportan predicciones, se llaman ‘aparicio¬nes’, ‘portentos’, ‘monstruos’ y ‘prodigios’ .

Quia enim ostendunt, portendunt, monstrant, praedicunt; ostenta, portenta, monstra, prodigia dicuntur”.

Amplío un poco la cita porque nos sirve de perfecta ambientación de lo que estamos tratando. Pero antes quiero referirme al término “monstruo”, que derivado del verbro “monstrare”, enseñar, mostrar, no es sino “ todo ser, fenómeno o suceso inesperado y fuera de lo acostumbrado que precisamente por ello produce una importante conmoción en quien lo ve o siente”, es decir, “indica, muestra, advierte de algo especial”. Hoy en castellano, la palabra “monstruo” tiene más frecuentemente un significado peyorativo, referido a algo malo o inadecuado, pero no siempre es así y también mantiene el significado de algo especialmente positivo, como cuando decimos de un artista, cada uno elija a su ídolo, que es un “monstruo de la naturaleza”, como Cervantes definió al autor de teatro del Siglo de Oro Español Lope de Vega y Carpio impresionado por la facilidad del escritor para escribir comedias; en veinticuatro horas escribía una obra, según confesión propia atribuida a él mismo: “más de ciento, en horas veinticuatro/ pasaron de las Musas al teatro”.

Así lo encontramos en la Egloga a Claudio

Mil y quinientas fábulas admira,
Que la mayor, el numero parece,
Verdad que desmerece,
Por parecer mentira,
Pues más de ciento en horas veinticuatro
Pasaron de las Musas al teatro.

Texto amplio de Divinatione I, 42 (93) y ss.

Y a mí, al menos, me parece que la adopción de cada procedimiento adivinatorio ha dependido también del tipo de lugar que ocupaba, propiamente, cada colectividad. En
efecto: los egipcios, al igual que los babilonios, habitantes de extensiones llanas y abiertas, como no sobresalía de la tierra nada que pudiera estorbarles para la contemplación del cielo, pusieron toda su atención en el conocimiento de los astros. Los etruscos, por su parte, puesto que, imbui¬dos de su religión, inmolaban víctimas con gran dedicación y frecuencia, se entregaron sobre todo al conocimiento de las entrañas, convirtiéndose en ejercitadísimos intérpretes de las apariciones, ya que, a causa de la densidad del aire, se producían entre ellos muchas descargas del cielo, y ya que, por esa misma causa, se originaban muchos fenómenos nunca vistos: procedentes del cielo, en parte, otros de la tie¬rra, y algunos a raíz incluso de la concepción y generación de hombres y ganados. El carácter de estas apariciones lo revelan además — como tú sueles decir— los propios vocablos que les asignaron sabiamente nuestros mayores, por¬ que, como se nos aparecen, se nos ponen por delante, se nos muestran y nos aportan predicciones, se llaman ‘aparicio¬nes’, ‘portentos’, ‘monstruos’ y ‘prodigios’ .

Por su parte, los árabes, los frigios y los cilicios, como recurren sobre todo al pastoreo de ganado, recorriendo los cam¬pos y los montes en invierno y en verano, tuvieron por ello más fácil el dejar constancia «de los cantos y de los vuelos de las aves. La misma motivación halló Pisidia, así como esta Umbría nuestra. Por último, toda Caria y, principalmente, los de Telmeso que antes dije prefirieron prestar atención a las apariciones, dado que habitan campiñas ubérrimas y sumamente fértiles, en las que, gracias a su fecundidad, puede formarse y desarrollarse una multitud de seres.

Pues bien, ¿quién no advierte que, en todo Estado de pro, han tenido gran vigencia los auspicios y los demás tipos de adivinación? ¿Acaso ha habido algún rey o algún pueblo
que no recurriera a las predicciones divinas? Y no sólo en tiempo de paz, sino mucho más, incluso, en tiempo de gue¬rra, por el hecho de que el peligro y el riesgo que corría la supervivencia eran mayores. Dejo a un lado a los nuestros, que no emprenden nada, en tiempo de guerra, sin consultar las entrañas, y que nada preservan, sin consultar los auspicios, en tiempo de paz. Veamos lo del extranjero: resulta que los atenienses recurrieron siempre, para todas sus decisiones de carácter público, a unos sacerdotes adivinos a los que llamaban mánteis ; los lacedemonios otorgaron a sus reyes un augur como consejero, y quisieron, asimismo, que un augur asistiese a ‘los ancianos’ (porque así llaman al consejo público); y también recababan siempre un orá¬culo de Delfos, del santuario de Hamón o de Dodona para los asuntos de mayor importancia.

Licurgo al menos, quien se encargó de regular el Estado de los lacedemonios, refrendó sus propias leyes mediante la autoridad del Apolo délfico; cuando Lisandro quiso cam¬biarlas, se vio impedido por esa misma instancia religiosa. Pues bien, además, quienes estaban al frente de los lacedemonios, no satisfechos con sus desvelos durante la vigilia, iban a acostarse al templete de Pasífae — que se encuentra en la campiña próxima a su ciudad— para recabar sueños, ya que consideraban verdaderos aquellos oráculos que se les ofrecían mientras reposaban. (Traducción de Angel Escobar. Editorial Gredos)

Ac mihi quidem videntur e locis quoque ipsis, qui  a quibusque incolebantur, divinationum oportunitates esse ductae. Etenim Aegyptii et Babylonii in camporum patentium aequoribus habitantes, cum ex terra nihil emineret, quod contemplationi caeli officere posset, omnem curam in siderum cognitione posuerunt, Etrusci autem, quod religione inbuti studiosius et crebrius hostias immolabant, extorum cognitioni se maxume dediderunt, quodque propter aëris crassitudinem  de caelo apud eos multa fiebant, et quod ob eandem causam multa invisitata partim e caelo, alia ex terra oriebantur, quaedam etiam ex hominum pecudumve conceptu et satu, ostentorum exercitatissimi interpretes exstiterunt. Quorum quidem vim, ut tu soles dicere, verba ipsa prudenter a maioribus posita declarant. Quia enim ostendunt, portendunt, monstrant, praedicunt, ostenta, portenta, monstra, prodigia dicuntur. Arabes autem et Phryges et Cilices, quod pastu pecudum maxume utuntur campos et montes hieme et aestate peragrantes, propterea facilius cantus avium et volatus notaverunt; eademque et Pisidiae causa fuit  et huic nostrae Umbriae. Tum Caria tota praecipueque Telmesses, quos ante dixi, quod agros uberrumos maximeque fertiles incolunt, in quibus multa propter fecunditatem fingi gignique possunt, in ostentis animadvertendis diligentes fuerunt. 
  Quis vero non videt in optuma quaque re publica plurimum auspicia et reliqua divinandi genera valuisse? Quis rex umquam fuit, quis populus, qui non uteretur praedictione divina? neque solum in pace, sed in bello multo etiam magis, quo maius erat certamen et discrimen salutis. Omitto nostros, qui nihil in bello sine extis agunt, nihil sine auspiciis domi [habent auspicia]; externa videamus: Namque et Athenienses omnibus semper publicis consiliis divinos quosdam sacerdotes, quos μάντεις vocant, adhibuerunt, et Lacedaemonii regibus suis augurem adsessorem dederunt, itemque senibus (sic enim consilium publicum appellant) augurem interesse voluerunt, iidemque de rebus maioribus semper aut Delphis oraclum aut ab Hammone aut a Dodona petebant. Lycurgus quidem, qui Lacedaemoniorum rem publicam temperavit, leges suas auctoritate Apollinis Delphici confirmavit; quas cum vellet Lysander commutare, eadem est prohibitus religione. Atque etiam qui praeerant Lacedaemoniis, non contenti vigilantibus curis in Pasiphaae fano,  quod est in agro propter urbem, somniandi causa excubabant, quia vera quietis oracla ducebant. Ad nostra iam redeo. Quotiens senatus decemviros ad libros ire iussit! quantis in rebus quamque saepe responsis haruspicum paruit! Nam et cum duo visi soles sunt et cum tres lunae et cum faces, et cum sol nocte visus est, et cum e caelo fremitus auditus, et cum caelum discessisse visum est atque in eo animadversi globi, delata etiam ad senatum labe agri Privernatis, cum  ad infinitam altitudinem terra desedisset Apuliaque maximis terrae motibus conquassata esset (quibus portentis magna populo Romano bella perniciosaeque seditiones denuntiabantur; inque his omnibus responsa haruspicum cum Sibyllae versibus congruebant); quid? cum Cumis Apollo sudavit, Capuae Victoria? quid?  ortus androgyni nonne fatale quoddam monstrum fuit? quid? cum fluvius Atratus sanguine fluxit? quid? cum saepe lapidum, sanguinis non numquam, terrae interdum, quondam etiam lactis imber defluxit? quid? cum in Capitolio ictus Centaurus e caelo est, in Aventino portae et homines, Tusculi aedes Castoris et Pollucis Romaeque Pietatis: nonne et haruspices ea responderunt, quae evenerunt, et in Sibyllae libris eaedem repertae praedictiones sunt? 

Naturalmente se cree que el catastrófico anuncio puede ser evitado mediante las ofrendas y ritos adecuados que reviertan el presagio.

Los ritos son recogidos y explicados en ”libros de prácticas” necesarias para el efecto. que son de origen etrusco. Si el fenómeno es especialmente grave se ha de recurrir a algún adivino de reconocido prestigio, a los Libros Sibilinos o los oráculos famosos como el de Delfos. De las Sibilas hablaremos en otra ocasión.

Falta también en inglés, pero puede ser interesante reproducir el texto de Ovidio, Metamorfosis XV, 552 y ss. en donde nos cuenta cómo aparece Teages y enseña a los etruscos a revelar el futuro..

Los antiguos en general y de manera especial los romanos eran muy supersticiosos, y por ello toda su vida social, religiosa y cultura está plagada de ritos y prevenciones de todo tipo.

Tanto les atraen e importan estos fenómenos diríamos hoy “paranormales”, que existen unos colegios sacerdotales especializados en la interpretación de ellos; son los augures que observan permanentemente el cielo y el vuelo de las aves y los arúspices que analizan permanentemente las entrañas de los animales que tan frecuentemente sacrifican a su dioses, como anteriormente comenté.

El poeta Ovidio nos cuenta en sus Metamorfosis (por lo demás obra plagada de prodigios) cómo aparece Teages, que enseña a los etruscos a revelar el futuro según las señales anteriormente referidas:

Metamorfosis XV, 547 y ss.

Pero las calamidades ajenas no son capaces de aliviar la aflicción de Egeria (esposa del rey Numa Pompilio); y tendida en la parte más baja de la falda de un monte se deshace en lágrimas hasta que la hermana de Febo (Diana), impresionada por la piedad de la apenada, hizo de su cuerpo una helada fuente y adelgazó sus miembros hasta convertirlos en inagotables aguas.

El prodigio maravilló a las ninfas y también el hijo de la Amazona (Hipólito) se quedó  no de otro modo atónico que el labrador tirreno cuando en mitad del campo vio cómo un terrón marcado por el destino se movía, por sí mismo al principio y sin que nadie lo empujara, y en seguida tomó forma de hombre y perdía la tierra y abría la flamante boca para pronunciar el destino venidero: los nativos lo llamaron Tages, y fue el primero que enseñó al pueblo etrusco a revelar los sucesos futuros; o a la manera como Rómulo vio antaño que de repente se cubría de hojas su lanza clavada en la colina palatina, y que se erguía sobre una raíz antes inexistente y no ya sobre el hierro hincado en tierra, y, sin ser ya un arma, sino un árbol, una flexible mimbrera, ofrecía insospechada sombra a los admirados espectadores. (Traducción de Antonio Ruiz de Elvira. Alma Mater.CSIC.)

Non tamen Egeriae luctus aliena levare
damna valent, montisque iacens radicibus imis
liquitur in lacrimas, donec pietate dolentis
mota soror Phoebi gelidum de corpore fontem
fecit et aeternas artus tenuavit in undas.
Et nymphas tetigit nova res, et Amazone natus
haud aliter stupuit, quam cum Tyrrhenus arator
fatalem glaebam mediis adspexit in arvis
sponte sua primum nulloque agitante moveri,
sumere mox hominis terraeque amittere formam
oraque venturis aperire recentia fatis
(indigenae dixere Tagen, qui primus Etruscam
edocuit gentem casus aperire futuros);
utve Palatinis haerentem collibus olim
cum subito vidit frondescere Romulus hastam,
quae radice nova, non ferro stabat adacto
et iam non telum, sed lenti viminis arbor
non exspectatas dabat admirantibus umbras;

E incluso elaboran amplias listas, índices y libros en los que se recogen esas “maravillas”, los “mirabilia”. Son las paradoxografías.  Naturalmente, fueron los griegos los primeros en hacerlo y dentro de ellos el primero del que tenemos noticia cierta que escribe un libro específico al respecto es Calímaco (310 a. C. – 240 a. C.). Su desarrollo tiene lugar en la época helenística en conexión con la creación de las grandes bibliotecas y centros de investigación como Alejadría o Pérgamo.

Quienes sean proclives a creer en prodigios y milagros encontrará en el mundo grecorromano cientos de ejemplos de hechos maravillosos, que según algunos siguen produciéndose en abundancia en nuestro mundo tan científicamente estudiado. El conocimiento de estos “milagros” tan antiguos que con tanta frecuencia se producen, debería al menos servir a tantas personas crédulas para cuestionar el presunto carácter de estos hechos prodigiosos, muchos de ellos explicables por el conocimiento y otros simplemente creaciones fantásticas del propio hombre; como pintó Goya, “el sueño de la razón produce monstruos”.

Presentaré en una pequeña serie de artículos algunos textos de Tito Livio, en cuya historia siempre están presentes los prodigios; de los poetas Lucano y Virgilio,; de Plinio el Joven y Tácito  sobre la aparición de una “mujer de estatura sobrehumana” y de San Agustín y su Ciudad de Dios

Tito Livio, historiador que vivió en tiempos del emperador Augusto, escribió una historia de Roma desde su misma fundación; por eso le llama “Ab urbe condita”, “Desde la fundación de la ciudad”. Su relato está plagado de referencias a estos milagros, portentos y monstruos; son decenas los pasajes en los que refiere decenas y aun centenas de hechos “maravillosos”, de presagios de todo tipo. A este asunto han dedicado algunos investigadores importantes artículos.

El crédulo Livio parece recoger los prodigios tal como se los ofrecen las fuentes sin  más consideración, pero diferencia entre prodigios mayores y menores, públicos y privados, en Roma o fuera de Roma. Presentaré más adelante una incompleta clasificación que nos dará idea de la variedad de prodigios.

Un momento de especial tensión y por tanto propicio para la aparición de “prodigios” es el tiempo cuando en la Segunda Guerra Púnica entre romanos y cartagineses, Anibal sale desde Hispania y lleva la confrontación a Italia, atravesando los Alpes en invierno con sus elefantes, un gran temor y preocupación se extiende entre los romanos. Esas circunstancias son un buen ambiente para que se multipliquen los rumores de prodigios de todo tipo. Algunos de ellos se siguen produciendo de vez en cuando hoy en día.

Citaré tan sólo dos pasajes de Tito Livio de las decenas posibles como muestra suficiente y ofreceré también una relación más amplia con la referencia a la ubicación del texto correspondiente por si el lector quisiera ampliar sus lecturas.

En la relación de prodigios encontraremos rayos, meteoros y lenguas, de fuego halos y coronas luminosas, multiplicación de soles y de lunas ; hendiduras y hundimientos de la tierra ; resplandores extraños en el cielo; lluvia de sangre, de piedras, de tierra, de leche; ríos que arrastran agua sanguinolenta; erupciones volcánicas, transpiración del bronce o del mármol de las estatuas; seres híbridos o monstruosos, como caballos de cinco patas, cerdos con cabeza de hombre, animales bicéfalos; animales o infantes que hablan, etc., etc.

Pues bien, estos efectos tan especiales son aprovechados frecuentemente por los poetas. Daré tan sólo dos ejemplos, uno del indiscutible Virgilio y otro de nuestro poeta de origen hispano Lucano. Reproduciré un texto famoso de Plinio el Joven y Tácito sobre las apariciones de seres de gran estatura o fantasmas.

Citaré también un pasaje de La Ciudad de Dios de San Agustín, en el que se refiere y descalifica estas supersticiones.

En el caso de este último autor llama poderosamente la atención la clarividencia con la que analiza las supercherías de los ajenos y la seguridad con la que acepta las supercherías propias; sin duda un lector ajeno a nuestra cultura no apreciaría diferencia alguna entre las creencias de los paganos y las creencias de los cristianos; de hecho, históricamente estas últimas se alimentan absolutamente de las primeras.

Como decía, las referencias a prodigios son innumerables en la obra de Tito Livio. Veremos algunos ejemplos y al final daré una relación incompleta, con alguna clasificación, que nos permitirá hacernos una idea aproximada de su importancia. Un asunto de interés es analizar hasta qué punto Tito Livio cree en estos prodigios y las fuentes de las que los toma, entre ellas  los libros pontificales y los Annales oficiales en que se reflejan siguiendo la costumbre etrusca.

T.Livio: Ab urbe condita, XXII,1,8 y ss.

Aumentaba más y más el temor con los prodigios que referían de muchos puntos a la
vez. En Sicilia, los venablos de algunos soldados se habían inflamado en sus manos, y de la misma manera en Cerdeña el bastón de un caballero que hacía la ronda en las murallas; en la playa habían brillado muchos fuegos; dos escudos habían sudado sangre; algunos soldados habían sido heridos por el rayo y había parecido que el disco del sol se apequeñaba. En Prenesto habían caído del cielo piedras abrasadoras; en Arpis habíanse visto escudos en el aire, y al sol luchando con la luna; en Capena habían aparecido dos lunas en pleno día; en Cerea habían arrastrado sangre las aguas, y en la fuente  de Hércules habían  aparecido manchas sangrientas; en Anzio habían caído espigas ensangrentadas en la cesta de un segador; en Faleria se había abierto en el cielo ancho desgarrón , por el que brotó intensa luz; las suertes se habían contraído por sí mismas, y había caído una con estas palabras: «Marte blande su lanza.» En el mismo tiempo habíanse visto en Roma, la estatua de Marte en la vía Apia, y la de los lobos, cubierta de sudor. En Capua, en fin, habíase visto el fenómeno del cielo ardiendo y la luna cayendo con la lluvia. En seguida se creyó en prodigios mucho menos graves: el pelo de algunas cabras se había trocado en lana, gallinas en gallos y gallos en gallinas.

Habiéndose expuesto estos hechos, según se habían anunciado, e introducidos en el Senado los testigos, el cónsul abrió discusión acerca de la cuestión religiosa. Decretóse que estos prodigios se expiarían en parte con víctimas mayores y en parte con menores, y que delante de todos íos altares se celebrarían, durante tres días, solemnes rogativas; que para lo demás, los decenviros consultarían los libros sagrados , y que se haría también lo que ordenasen los dioses por medio de los cantos de la Sibila. Por consejo de los decenviros decidióse que se ofrecería á Júpiter un rayo de oro de cinco libras de peso, y dones de plata a Juno y á Minerva; que se inmolarían víctimas mayores a Juno Reina, sobre el Aventino, y a Juno Sospita, en Lanuvio; que las señoras romanas, contribuyendo cada una según sus fuerzas, llevarían una ofrenda a Juno Reina, sobre el Aventino, y que se celebraría un lectisterno ; en'fin, que l a s mismas libertas reunirían medios para ofrecer un don á la diosa
Feronia .  Después de estas expiaciones, los decenviros inmolaron víctimas mayores en el foro de Ardea. En el mes de diciembre anterior se había hecho un sacrificio en Roma; en el templo de Saturno habíase ordenado un lectisterno y dispuesto el lecho para los senadores; habíase celebrado un festín público; en fin, toda la ciudad había repetido durante un día y una noche el grito de las saturnales, y habíase decretado que el pueblo conservaría y celebraría en lo venidero este día festivo.

augebant metum prodigia ex pluribus simul locis nuntiata: in Sicilia militibus aliquot spicula, in Sardinia autem in muro circumeunti vigilias equiti scipionem quem manu tenuerat arsisse, et litora crebris ignibus fulsisse, et scuta duo sanguine sudasse, et milites quosdam ictos fulminibus,  et solis orbem minui visum, et Praeneste ardentes lapides caelo cecidisse, et Arpis parmas in caelo visas pugnantemque cum luna solem,  et Capenae duas interdiu lunas ortas, et aquas Caeretes sanguine mixtas fluxisse fontemque ipsum Herculis cruentis manasse respersum maculis, et Antii8 metentibus cruentas in corbem spicas cecidisse,  et Faleriis caelum findi velut magno hiatu visum, quaque patuerit ingens lumen effulsisse; sortes adtenuatas unamque sua  sponte excidisse ita scriptam: “mavors telum suum concutit;”  et per idem tempus Romae signum Martis Appia via ac simulacra luporum sudasse, et Capuae speciem caeli ardentis fuisse lunaeque inter imbrem cadentis.  inde minoribus etiam dictu prodigiis fides habitat: capras lanatas quibusdam factas, et gallinam in marem, gallum in feminam sese vertisse.
 his sicut erant nuntiata expositis auctoribusque in curiam introductis consul de religione patres consuluit. decretum ut ea prodigia partim maioribus hostiis, partim lactentibus procurarentur, et uti supplicatio per triduum ad omnia pulvinaria haberetur; cetera, cum decemviri libros inspexissent, ut ita fierent quem ad modum cordi esse divis e carminibus praefarentur.  decemvirorum monitu decretum est Iovi primum donum fulmen aureum pondo quinquaginta fieret et Iunoni14 Minervaeque ex argento dona darentur et Iunoni reginae in Aventino Iunonique Sospitae Lanuvii maioribus hostiis sacrificaretur matronaeque pecunia conlata,  quantum conferre cuique commodum esset, donum Iunoni reginae in Aventinum ferrent lectisterniumque fieret,et ut libertinae et ipsae, unde Feroniae  donum daretur, pecuniam pro facultatibus suis16 conferrent.
haec ubi facta, decemviri Ardeae in foro maioribus hostiis sacrificarunt. postremo Decembri iam mense ad aedem Saturni Romae immolatum est lectisterniumque imperatum—eum lectum senatores straverunt—et convivium publicum,  ac per urbem Saturnalia diem ac noctem clamata, populusque eum diem festum habere ac servare in perpetuum iussus.

Otro ejemplo de prodigios diversos en Tito Livio, 24,10:

Aquel año corrieron noticias de numerosos hechos portentosos; cuanto más crédito les daban las gentes sencillas y supersticiosas, más se multiplicaban los rumores: en Lanuvio habían anidado unos cuervos en el interior del templo de Juno Sóspita; en Apulia había ardido una palmera verde; en Mantua había aparecido ensangrentada una laguna, consecuencia de un desbordamiento del río Mincio; además había llovido arcilla en Cales, y sangre en Roma en el mercado de ganado, y en el barrio Insteyo había brotado bajo tierra un manantial con tanta fuerza en el agua que había arrastrado con el ímpetu de un torrente los cántaros y toneles que allí había; cayeron rayos en un atrio público en el Capitolio, en el templo de Vulcano del campo de Marte, en el de Vacuna en la Sabina, y en una vía pública, un muro y una puerta en Gabios. Circulaban ahora  rumores de otros hechos extraordinarios: la lanza de Marte en Preneste se había movido sola, en Sicilia había hablado un buey; en el claustro materno un niño exclamó «¡Viva, triunfo!» en el país de los marrucinos; en Espoleto, una mujer se había transformado en hombre; en Adria habían visto un altar en el cielo y figuras humanas en torno a él vestidas de blanco. Es más, incluso en Roma, en la propia ciudad, inmediatamente después de verse un enjambre de abejas en el foro, lo cual es sorprendente por lo inusual, algunos aseguraban estar viendo legiones armadas en el Janículo, con lo cual concitaron a las armas a la población, mientras que los que estaban en el Janículo decían que por allí no había aparecido nadie aparte de los ocupantes habituales de la colina. Estos portentos fueron conjurados, por indicación de los arúspices, con víctimas mayores, y se decretó una rogativa pública a todos los dioses que tenían cojines sagrados en Roma.

prodigia eo anno multa nuntiata sunt, quae quo magis credebant simplices ac religiosi homines, eo plura nuntiabantur: Lanuvi in aede intus Sospitae Iunonis corvos nidum fecisse; in Apulia palmam viridem arsisse; Mantuae stagnum effusum Mincio amni cruentum visum; et Calibus creta et Romae in foro bovario sanguine pluvisse;  et in vico Insteio fontem sub terra tanta vi aquarum fluxisse ut serias doliaque quae in eo loco erant provoluta velut impetus torrentis tulerit;  tacta de caelo atrium publicum in Capitolio, aedem in campo Volcani, Vacunae in Sabinis publicamque viam, murum ac portam Gabiis.  iam alia vulgata miracula erant:  hastam Martis Praeneste sua sponte promotam; bovem in Sicilia locutum; infantem in utero matris in Marrucinis “io triumphe” clamasse; ex muliere Spoleti virum factum; Hadriae aram in caelo speciesque hominum circum eam cum candida veste visas esse.  quin Romae quoque in ipsa urbe, secundum apum examen in foro visum—quod mirabile est, quia rarum—adfirmantes quidam legiones se armatas in Ianiculo videre concitaverunt civitatem ad arma,  cum qui in Ianiculo essent negarent quemquam ibi praeter adsuetos collis eius cultores adparuisse.  haec prodigia hostiis maioribus procurata sunt ex haruspicum responso, et supplicatio omnibus deis quorum pulvinaria Romae essent indicta est.

Relación y clasificación incompleta de los prodigios aparecidos en la obra de Tito Livio:

Celestes
– Eclipses de sol: 7,28,7 / 30,38,8 / 37,4,4 / 38,36,4
– Eclipses de luna: 44,37,8-9 / 26,5,9
– Pluralidad de soles, de lunas, etc.: 28,11,3/ 29,14,3/ 41,21,12/ 22,1,9/ 22/1/10/ 30,38,8/  30,2,11-12/ 38,36,4
– Sol de color de sangre: 25,7,8/ 31,12,5
– Otros prodigios celestes:
     – Cielo que arde: 3,9,14/ 3,10,6/ 7,28,7/ 22,1,12/ 30,2,12/ 31,12,5/ 32,9,3/ 39,22,3/
     – Enorme antorcha ardiendo: 30,2,12/ 43,13,3/ 45,16,5
     – Figura de naves ardiendo en el cielo: 21,62,4/ 42,2,4/
      – Escudos volando por los aires: 22,1,9
      – El sol luchando con la luna: 22,1,9/
      – El cielo rasgado y una gran luz refulgiendo: 22,1,11/
      – La luna cayendo entre la lluvia: 22,1,12
      – Una piedra enorme volando: 23,7,8
      – Aparición de una luz por la noche: 28,11,3/ 29,14,3/ 32,29,2/
      – Lluvia deTierra
      – Piedra que cae del cielo: 41,9,5/
      – Movimientos sísmicos: 3,10,6/
      – Tempestades: 2,62,2/ 26,11,2/ 40,58,6/
      – Rayos: dice Luterbacher, recogido por Jose Jiménez Delgado en Helmántica, 12, 1961, que   28 rayos cayeron en los templos, 18 en murallas, 3 en estatuas, además de los que caen en hombres, animales, plantas, seres inanimados. Algunos ejemplos: 1,3,9 (a Rómulo)/ 10,31,8/ 22,1,8/ 25,7,8/ 27,7,7/ 27,11,12/ 27,,7,2/ 27/37,2/ 24,10,9/ 24,44,7/  27,37,2/ 32,1,10/ 32,9,2/ 36,37,3/ 27,23,3/ 37,37,2/ 28,11,2/ 28,11,4/ 32,1,10/ 32,29,1/ 40,2,4/ 45,16,5/  21,62,4/ 25,7,7/ 27,11,2/ 24,10,9/ 42,20,1/ 32,9,2/ 26,23,4/ 33,26,8/ 42,20,1/ 27,4,11/ 30,38,9/ 41,13,1/ 27,37,2/ 22,1,8/ 24,44,8/ 26,223,5/ 27,11,2/27,23,3/ 29,14,3/ 30,38,9/ 35,21,4/ 37,3,2/ 45,16,5/ 25,7,8/ 32,9,2/ 32,29,2/ 36,37,3/ 32,1,12/ 35,9,3/ 45,16,5/ 30,38,9/ 36,37,3/ 42,20,5/
      – Lluvias prodigiosas: tierra 10,1,8/ 34,45,6-7/ piedras ardiendo 22,1,9/ piedras 25,7,7/ 39,22,3/ 37,3,2/ 27,11,5/ sangre 34,45,6-7/ 39,46,5/ 42,20,5/ 24,10,7/ carne 3,10,6/ cal 24,10,7/ Leche 27,11,5/
    – 7, 28; 10, 31; 21, 62; 22, 36; 23, 31; 26, 23; 27, 32; 29, 10; 29, 14; 35, 21; 37, 3; 39, 56;
    – 40, 19; 42, 2; 43, 15; 44, 18; 45, 16.
    – Otros muchos menos frecuentes o importantes
Terrestres
    – Sangre en fuentes y ríos: 22,1,10/ 24,10,7/ 24,44,8/ 27,11,3/  27,23,4/ 27,37,3/ 45,16,5/
    –  Imágenes que lloran o sudan: 22,1,12/ 22,36,7/ 23,31,15/ 27,4,14/ 28,11,4/ 40,19,2/ 43,13,4/
    –  Bosques sagrados: 27,4,12-14/ 27,37,2/ 41,9,4/
    – Enjambres de abejas: 21,46,1/ 24,10,11/ 27,23,2/ 35,9,4/
    – Presencia de lobos: 3,29,6-9/ 10,27,8/ 21,46,1/ 21,62,5/ 27,37,3/ 32,29,2/ 33,26,9/
    – Serpientes: 1,56,4/ 7,17,3/ 25,16,2/ 26,19,7/ 27,4,13/ 28,11,2/ 41,9,6/ 41,21,13/ 43,13,4
    – Aves de bueno y mal augurio: 10,40,14/ 21,62,4/ 22,1,13/ 24,10,6/ 27,4,12/ 30,2,9/
    – Llamas y nimbos misteriosos: arde la cabeza de Servio Tulio 1,39,1/ dardos inflamados 22,1,8/ palmera inflamada 24,10,7/ cabeza en llamas  25,39,16/ cabeza de Vulcano 34,45,7/
   – Espigas sangrando:  22,1,10/ 28,11,2/
   – Escudos sangrando: 25,39,10/
   – Ratones que roen el oro del templo: 27,23,2
   – Engendros monstruosos:
   –  Andrógino: 27,11,4/ sin definir sexo 27,37,5/ 31,12,6 /
   –  Niños sin ojos y nariz y manos: 35,21,3

– Animales monstruosos
   –  Cabras con lana: 22,113/
   –  Vaca que pare un potro: 23,31,15/
   –  Cerdo con dos cabezas:28,11,3/ cerdo con rostro humano: 27,4,14/ 32,9,3/
   – Nace un cordero con una ubre llena de leche: 27,4,11/
   – En Reate pario una mula 26,23,5
   – Cordero macho y hembra a la vez: 28,11,3/
   – Cordero con dos cabezas: 32,9,3/
   – Potro con cinco patas: 31,12,7/ 32,1,11/
   – Tres pollos con tres patas cada uno: 32,1,11/ una polla con lana
   – Cabra que pare seis cabritos: 35,21,3/
   – Mula que pare: 37,3,3/ Mula con tres patas: 40,45,5/ 42,20,5/
   –  Asno con gres patas: 42,20,5
   – Animales que hablan:  Una vaca que habla: 3,10,6/ 43,13,3/ 27,11,4/ 28,11,4/ 35,21,4/
   – Niños que hablan: de seis meses: 21,62,2/ en el vientre de su madre: 24,10,10/
    – Buey que sube al tercer piso y se arroja desde él /21,62,3/  bueyes que suben al tejado: 36,37,2/
   – Vaca de bronce fecundada: 41,13,2
– voces misteriosas:  enorme voz: 1,31,3/ 2,7,2/ más que humana: 5,32,6/ 6,33,5/
– Visiones, sueños: sueño de Anibal: 21,22,6/

Si alguno de los lectores de este blog creía que los milagros eran propios y exclusivos de su propia creencia, estaba muy equivocado: una vez más “Nihil novum sub sole”.

Quedan para otro artículos los restantes textos anunciados.

Prodigios, milagros, maravillas, portentos, fenómenos, monstruos (I)

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