La palabra “posta”, con ligeras variantes, denomina al servicio de correos de numerosos países en el mundo; su creación es muy antigua.

Posta deriva de la latina “posita”, empleada en la frase “positae mansiones”, con la que se designaba a las “paradas fijas(positae= puestas, situadas) establecidas a lo largo de las calzadas romanas cada 25 o 30 kilómetros para efectuar el cambio de caballos o animales que tiraban de los carros de viaje o de mercancías. 

En realidad este sistema de relevo de caballerías para transmitir o transportar mensajes lo creó el rey persa Dario I, que reinó del año 521 al 486 a.C. Este monarca hizo construir la llamada “carretera real” que con su recorrido de más de 2.000 kilómetros enlazaba las costas del mar Egeo con las del Golfo Pérsico. Por esta carretera los correos llegaban a recorrer 160 kilómetros diarios.

Ni la rueda ni los carros los inventaron los romanos, claro está. Pero los prácticos latinos si supieron construir un carro pesado, pero firme, dedicado al transporte de personas y mercancías. Se le colocaba además un toldo para proteger a los viajeros de la lluvia o el sol. Circulaban estos vehículos por la extensa y sólida red de vías o carreteras que recorrían el Imperio y facilitaban el contacto con la capital.

Es en estas “vías” en donde construían las “positae mansiones”. Conocido es el refrán “todos los caminos conducen a Roma”. Las vías romanas son una de la aportación más sólida y espectacular a la vida económica, política y social en todo el Imperio. Sin ellas ni las legiones ni las mercancías podrían moverse con rapidez de un lugar a otro. Muchos de sus trazados coinciden todavía con el de las grandes vías de comunicación internacionales. En muchos casos incluso se conservan tramos de esas vías. Muchas de aquellas “mansiones positae” o postas dieron lugar a muchas poblaciones actuales.

Precisamente el español mantiene dos acepciones significativas  de “posta” directamente relacionadas con su origen: “conjunto de caballerías que se apostaban en los caminos a distancia de dos o tres leguas, para que los tiros, los correos, etc., pudiesen ser renovados” y “casa o lugar donde estaban las postas” según el Diccionario de la Real Academia Española.

Pero curiosamente también el término para designar la institución que se encarga del envío de cartas, paquetes u otros efectos entre dos puntos, en español no es “posta” sino “correos”, palabra de origen incierto existente también en otras lenguas romances: francés courrier, italiano corriere, catalán correu. Quizás provenga del provenzal “corrieu”, palabra formada a partir de “corir =correr” y “lieu=lugar”.

En contraste con tal situación, la organización del transporte colectivo creada por los romanos desde la mitad del siglo I a. C., constituía una innovación revolucionaria. El Cursus  Publicus, como se llamaba en el lenguaje administrativo, era una organización puesta al servicio de cualquiera mediante el pago de una retribución razonable. 
 

La posta o servicio de correos

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