El arte de la pintura fue muy importante en la Antigüedad, aunque de ella apenas si nos queda algún resto por la propia naturaleza del soporte en que se suele hacer.

Nos quedan alguna pintura en algún muro de edificios, sobre todo en Pompeya aunque también en otros puntos aislados, alguna tabla excepcionalmente bien conservada en el clima cálido del desierto egipcio y poco más. Se conservan en cambio numerosos mosaicos que sin duda reproducen muchas pinturas o intentan imitarlas.

Y nos quedan también numerosos textos que a este arte hacen referencia. Entre ellos, por ejemplo, un tratadito de Luciano de Samósata y sobre todo el libro XXXV de Plinio, que en su enciclopédica Historia Natural escribió de casi  todo.

Pues bien en Hitoria Natural,  XXXV, cap. 36 (60). nos relata, aunque sucintamente, una anécdota muy conocida en la Antigüedad y reproducida hasta la saciedad a partir del Renacimiento, sobre el método para pintar a partir de un modelo natural.

La anécdota la cuenta con más detalle y ambientada de otra manera Cicerón en una de sus obras menores sobre retórica, en su De inventione rhetorica, Sobre la invención retórica, II, 1, 1-4

La anécdota ha tenido una especial importancia en toda la historia del arte posterior. Plantea la cuestión de la búsqueda de la belleza a partir de un modelo natural y el asunto enlaza con la doctrina platónica de las ideas generales, porque, cuando un pintor dibuja el rostro de un hombre o de una mujer o de cualquier otro ser,  ¿qué es lo que realmente plasma en el lienzo o en la tabla, el rostro que está viendo o la representación ideal que del rostro bello ha creado en su mente, es decir, la idea general?

Leeremos estos dos textos y haré también tres referencias posteriores a la anécdota, una del humanista Leon Battista Alberti, otra del pintor  Rafael de Sanzio y otra de Francisco Pacheco (1564-1644) , el maestro y suegro de  Velázquez, que naturalmente no pudo sustraerse a su cita. 

Cicerón (106a.C.-43a.C.) escribió su manual de retórica titulado De inventione, Sobre la invención retórica, siendo muy joven, hacia el año 86, con unos 20 años. Sólo conservamos dos de los cuatro libros iniciales de que debía constar. Como obra de juventud, el Cicerón orador maduro no estaba muy orgulloso de ella, según él mismo nos dice en su De oratore, , (Lib.I . 5)  y también Quintilian (Institutio Oratoria, III. 1, 20.)

Pues bien nos dice Cicerón en “Sobre la invención retórica”, Libro II, 1,1-4:

En cierta ocasión los habitantes de Crotona, que poseían toda clase de recursos y se contaban entre los más ricos de Italia, quisieron enriquecer con pinturas excepcionales el templo de Juno, por el cual sentían una veneración especial. Así pues, contrataron por una enorme suma de dinero a Zeuxis de Heraclea, que en ese momento pasaba por ser el mejor de todos los pintores. Éste pintó muchos cuadros, algunos de los cuales se han conservado hasta nuestros días por la veneración de que ese templo ha sido objeto y, para fijar en una imagen muda el modelo perfecto de belleza femenina, les dijo que quería reproducir la figura de Helena.

Los crotoniatas, que habían oído decir a menudo que superaba a todos en la representación de la figura femenina, se entusiasmaron con la idea. Pensaron, en efecto, que si desplegabasu talento en el género en que era el mejor, les dejaría en aquel templo una obra maestra.

No se vieron defraudadas sus esperanzas. En efecto, Zeuxis les preguntó inmediatamente cuáles eran las más bellas jóvenes que allí vivían. Condujeron al pintor directamente al gimnasio y le mostraron muchos jóvenes dotados de gran belleza. Pues efectivamente hubo un tiempo en que los crotoniatas superaron a todos por la fuerza y belleza de sus cuerpos y proporcionaron a su patria en las pruebas de atletismo las victorias más honrosas y las mayores distinciones. Y mientras Zeuxis admiraba extasiado la belleza de sus cuerpos, le dijeron: «En casa están las hermanas de estos jóvenes; por ellos puedes hacerte una idea de su belleza)).

«Por favor)), les contestó, ((enviadme a las más bellas de esas muchachas mientras pinto lo que os he prometido, para que la verdadera belleza de estos modelos vivos pase a un cuadro mudo)).

Entonces los ciudadanos de Crotona, tras una deliberación pública, reunieron a las jóvenes en un mismo lugar y permitieron al pintor elegir la que prefiriese.  Él, sin embargo, eligió cinco jóvenes cuyos nombres nos han transmitido muchos poetas porque les dio su aprobación quien, en lo referente a la belleza, tenía sin duda el juicio más seguro. En efecto, creía que no podría encontrar en un solo cuerpo todas las cualidades que buscaba para representar la belleza ideal: la naturaleza, como si temiera carecer de dones para conceder a otras personas si los otorgara todos a una, ofrece a cada una diferentes cualidades a la vez que le añade algún defecto.

De manera parecida, cuando quise escribir un tratado de retórica no me propuse imitar un único modelo al cual debería seguir en todos los detalles, con sus cualidades y defectos, sino que, después de reunir todo lo escrito sobre la materia, cogí de cada autor los preceptos que me parecieron más apropiados, eligiendo así lo más sobresaliente de sus diferentes talentos.  (Traducción de Salvador Núñez. Edit. Gredos)

Crotoniatae quondam, cum florerent omnibus copiis et in Italia cum primis beati numerarentur, templum Iunonis, quod religiosissime colebant, egregiis picturis locupletare voluerunt. itaque Heracleoten Zeuxin, qui tum longe ceteris excellere pictoribus existimabatur, magno pretio conductum adhibuerunt. is et ceteras conplures tabulas pinxit, quarum nonnulla pars usque ad nostram memoriam propter fani religionem remansit, et, ut excellentem muliebris formae pulchritudinem muta in se imago contineret, Helenae pingere simulacrum velle dixit; quod Crotoniatae, qui eum muliebri in corpore pingendo plurimum aliis praestare saepe accepissent, libenter audierunt. putaverunt enim, si, quo in genere plurimum posset, in eo magno opere elaborasset, egregium sibi opus illo in fano relicturum.

neque tum eos illa opinio fefellit. nam Zeuxis ilico quaesivit ab iis, quasnam virgines formosas haberent. illi autem statim hominem deduxerunt in palaestram atque ei pueros ostenderunt multos, magna praeditos dignitate. etenim quodam tempore Crotoniatae multum omnibus corporum viribus et dignitatibus antisteterunt atque honestissimas ex gymnico certamine victorias domum cum laude maxima rettulerunt. cum puerorum igitur formas et corpora magno hic opere miraretur: ‘Horum,’ inquiunt illi, ‘sorores sunt apud nos virgines. quare, qua sint illae dignitate, potes ex his suspicari.’ ‘Praebete igitur mihi, quaeso,’ inquit, ‘ex istis virginibus formonsissimas, dum pingo id, quod pollicitus sum vobis, ut mutum in simulacrum ex animali exemplo veritas transferatur.’ tum Crotoniatae publico de con- silio virgines unum in locum conduxerunt et pictori quam vellet eligendi potestatem dederunt. ille autem quinque delegit; quarum nomina multi poetae memoriae prodiderunt, quod eius essent iudicio probatae, qui pulchritudinis habere verissimum iudicium de- buisset. neque enim putavit omnia, quae quaereret ad venustatem, uno se in corpore reperire posse ideo, quod nihil simplici in genere omnibus ex partibus perfectum natura expolivit. itaque, tamquam ceteris non sit habitura quod largiatur, si uni cuncta concesserit, aliud alii commodi aliquo adiuncto incommodo muneratur.

[4] Quod quoniam nobis quoque voluntatis accidit, ut artem dicendi perscriberemus, non unum aliquod proposuimus exemplum, cuius omnes partes, quocumque essent in genere, exprimendae nobis necessarie vi- derentur; sed omnibus unum in locum coactis scriptoribus, quod quisque commodissime praecipere videbatur, excerpsimus et ex variis ingeniis excellentissima quaeque libavimus. ex iis enim, qui nomine et memoria digni sunt, nec nihil optime nec omnia prae- clarissime quisquam dicere nobis videbatur. quapropter stultitia visa est aut a bene inventis alicuius recedere, si quo in vitio eius offenderemur, aut ad vitia eius quoque accedere, cuius aliquo bene praecepto duceremur.

Por lo demás, comprenderá fácilmente el lector cómo el asunto había de ser tema frecuente en la pintura a partir del Renacimiento y por supuesto en el barroco y neoclasicismo, tan amantes de los temas clásicos. Reproduzco también un par de ilustraciones sobre el contenido de los textos; la que viene a continuación  parece la representación de un moderno casting de selección de candidatas para una representación, como al pie de ella comento.

Nota: la palabra inglesa "casting" con el significado de “reparto” en una película o comedia ha pasado al español como tal, “casting”, convirtiéndose en un anglicismo bien asentado.

Obra deL pintor neoclásico François-André Vincent ( París, 1746-1816), “Zeuxis et les filles de Crotone”, “Zeuxis y las hijas de Crotona”  (3,23 m. x 4,15 m.), pintado en 1789. Museo del Louvre.

En él cuadro, como si de un moderno “casting” se tratara, podemos apreciar la belleza de cada muchacha, la vergüenza de algunas por permanecer desnudas, el contento de las elegidas, los nervios de las que esperan, el enfado de las rechazadas… en fin, como si de un “casting” se tratara.

Amplío un poco más el correspondiente texto de Plinio, en el que se refiere a una estatua de la diosa Juno, para incluir otra famosa anécdota referida a la rivalidad de Zeuxis y Parrasio,  a la que ya hice referencia en http://www.antiquitatem.com/zeuxis-parrasio-polignoto-pinturaantigua 

En estas dos anécdotas se ejemplifica la discusión entre la teoría estética de la imitación exacta de la naturaleza hasta engañar al ojo, de donde viene el concepto de “trampantojo”, “trampa para el ojo”, y la de la imitación ideal, transcendiendo así la propia belleza de la naturaleza.

Plinio, Naturalis Historia, XXXV, 36 (60)

Ahora bien, en la Olimpiada 90 vivieron Aglaofon, Cefísoro, Erilo, Evenor, el padre y preceptor de Parrasio, el mayor pintor, del que hablaremos cuando lleguemos a sus años, todos ellos ya hombres ilustres, pero sin embargo no tales para que se deba detener esta exposición corriendo hacia las luminarias de est arte, entre las que el primero que brilló fue Apolodoro el Ateniense en la Olimpiada 93. Este fue el primero en decidir expresar las formas de las cosas y el primero en conseguir con todo derecho la gloria con sus pinceles. De él es el sacerdote orando y Ayax incendiado por el rayo, pinturas que hoy se ven en Pérgamo. Antes de él no se mostraba la pintura de ningún autor capaz de atraer los ojos.

Por las puertas del arte abiertas por él entró Zeuxis de Heraclea en el cuarto año de la Olimpiada 95, y llevó el pincel, que ya se atrevía a algo más –de esto hablaremos luego- a la mayor gloria, aunque algunos lo sitúan falsamente en la Olimpiada 98, cuando necesariamente debieron vivir Demófilo de Himera y Nesea Tasio,  pues de uno de estos dos fue discípulo, aunque no se sabe de cuál. El antes citado Apolodoro escribió un poema contra él en el que dice que Zeuxis se llevó consigo el arte que les había robado a ellos.

Adquirió tantas riquezas también, que por el deseo de ostentarlas  en Olimpia, mostró su nombre bordado con letras de oro en las piezas de su vestido. Luego decidió regalar sus obras, porque decía que no se podían vender por ningún precio suficientemente, y así a los Agrigentinos les dio una Alcmena y a Arquelao un dios Pan.  Hizo también una Penélope, en la que parece que había pintado la virtud en sí, y un atleta con el que hasta tal punto estaba contento  que escribió este  verso célebre por ello: “será más fácil que alguien me envidie a que me imite”. Su Júpiter en el trono rodeado de los dioses es también magnífico y Hércules niño estrangulando a las dos serpientes en presencia de su madre Alcmena y de Anfitrión.

Sin embargo se le reprocha que era excesivamente exagerado con las cabezas y articulaciones, y por eso en otra ocasión puso tanta diligencia en hacer un cuadro para los Agrigentinos para que la dedicasen públicamente en el templo de Juno Lacinia, que examinó a sus jóvenes desnudas y eligió a cinco para poner en la pintura lo que de más bello hubiese en cada una.

También hizo pinturas monocromas en blanco. Fueron contemporáneos suyos y sus seguidores Timantes, Andrócides, Eupompo y Parrasio.

Se dice que éste participó en un concurso y que, mientras aquel presentó unas uvas pintadas con tanto éxisto que unos pájaros fueron volando al cuadro, él presentó una cortina pintada con tanta verosimilitud que Zeuxis, eufórico por el juicio de los pájaros, le pidió que retirase la cortina y mostrase la pintura y que reconocido su error, con toda modestia se le concediese la victoria, porque él había engañado a las aves pero Parrasio le había engañado a él que era un artista.

Se cuenta también que después Zeuxis pintó a un niño llevando unas uvas a las que acudieron volando unos pájaros y que con la misma modestia se enfadó con su obra y dijo: he pintado mejor las uvas que el niño, pues si lo hubiera hecho perfecto, los pájaros le debería haber tenido miedo. Hizo también obras de arcilla, que solo dejó en Ambracia, cuando Fulvió Nobilior se llevó de allí las Musas a Roma. En Roma en los pórticos de Filipo queda de la mano de Zeuxis su Helena y en el templo de la Concordia un Marsias atado.

LXXXX autem olympiade fuere Aglaophon, Cephisodorus, Erillus, Euenor, pater Parrhasii et praeceptor maximi pictoris, de quo suis annis dicemus, omnes iam inlustres, non tamen in quibus haerere expositio debeat festinans ad lumina artis, in quibus primus refulsit Apollodorus Atheniensis LXXXXIII olympiade. hic primus species exprimere instituit primusque gloriam penicillo iure contulit. eius est sacerdos adorans et Aiax fulmine incensus, quae Pergami spectatur hodie. neque ante eum tabula ullius ostenditur, quae teneat oculos.
Ab hoc artis fores apertas Zeuxis Heracleotes intravit olympiadis LXXXXV anno quarto, audentemque iam aliquid penicillum — de hoc enim adhuc loquamur — ad magnam gloriam perduxit, a quibusdam falso in LXXXVIIII olympiade positus, cum fuisse necesse est Demophilum Himeraeum et Nesea Thasium, quoniam utrius eorum discipulus fuerit ambigitur.
in eum Apollodorus supra scriptus versum fecit, artem ipsis ablatam Zeuxim ferre secum. opes quoque tantas adquisivit, ut in ostentatione earum Olympiae aureis litteris in palliorum tesseris intextum nomen suum ostentaret. postea donare opera sua instituit, quod nullo pretio satis digno permutari posse diceret, sicuti Alcmenam Agragantinis, Pana Archelao.

fecit et Penelopen, in qua pinxisse mores videtur, et athletam adeoque in illo sibi placuit, ut versum subscriberet celebrem ex eo, invisurum aliquem facilius quam imitaturum. magnificus est et Iuppiter eius in throno adstantibus diis et Hercules infans dracones II strangulans Alcmena matre coram pavente et Amphitryone.

reprehenditur tamen ceu grandior in capitibus articulisque, alioqui tantus diligentia, ut Agragantinis facturus tabulam, quam in templo Iunonis Laciniae publice dicarent, inspexerit virgines eorum nudas et quinque elegerit, ut quod in quaque laudatissimum esset pictura redderet. pinxit et monochromata ex albo. aequales eius et aemuli fuere Timanthes, Androcydes, Eupompus, Parrhasius.

descendisse hic in certamen cum Zeuxide traditur et, cum ille detulisset uvas pictas tanto successu, ut in scaenam aves advolarent, ipse detulisse linteum pictum ita veritate repraesentata, ut Zeuxis alitum iudicio tumens flagitaret tandem remoto linteo ostendi picturam atque intellecto errore concederet palmam ingenuo pudore, quoniam ipse volucres fefellisset, Parrhasius autem se artificem.

fertur et postea Zeuxis pinxisse puerum uvas ferentem, ad quas cum advolassent aves, eadem ingenuitate processit iratus operi et dixit: uvas melius pinxi quam puerum, nam si et hoc consumassem, aves timere debuerant. fecit et figlina opera, quae sola in Ambracia relicta sunt, cum inde Musas Fulvius Nobilior Romam transferret. Zeuxidis manu Romae Helena est in Philippi porticibus, et in Concordiae delubro Marsyas religatus.

Como decía más arriba, la anécdota, bien conocida desde la propia Antigüedad es recordada, por ejemplo, por el gran humanista Leon Battista Alberti (1404 – 1472), que se dedicó como buen humanista a todas las artes y conocimientos de las más variadas disciplinas y fue el primer teórico del arte. 

Escribió el tratado De pictura, Sobre la pintura, primero en latín y luego él mismo lo tradujo  al italiano. Ofrezco también en español lo que dice en el libro III, capítulo 56 a propósito de la anécdota de Zeuxis y la cuestión de pintar imitando o no a la naturaleza.

Pero para que el estudio no sea  inútil y vano, se debe huir de esa costumbre de algunos necios, que buscan la alabanza en la pintura con su sola imaginación, sin seguir modelo alguno natural de la cosa ante sus ojos o mente. Estos, pues, no aprenden a pintar correctamente sino que se acostumbran a los errores. Así se aparta de estos ignorantes  esa idea de belleza que incluso los muy expertos apenas alcanzan a ver. Zeuxis, el pintor más famoso y más sabio y más experto de todos, para pintar hacer una tabla que se iba a dedicar públicamente por los habitantes de Crotona en el templo de Lucina, no confiando temerariamente en su solo ingenio, como casi todos los pintores hacen en este tiempo nuestro, se decidió a pintarla, pero porque pensaba que todas las cosas que se requieren para la belleza no sólo no pueden encontrarse en el solo ingenio, sino que ni siquiera buscadas en la naturaleza pueden encontrarse en un solo cuerpo, eligió en consecuencia de toda la juventud de la ciudad a las cinco muchachas más llamativas por su belleza,  para trasladar a la pintura aquello de belleza femenina  más alabado que se encontrase en cada una. Prudentemente actúa ciertamente este (Zeuxis),  pues como sucede facilmente a los pintores que no tienen ningún modelo ejemplar para imitar, cuando en cambio se apoyan sólo en su imaginación para alcanzar la alabanza de su belleza, que con su trabajo no consiguen la belleza que deben o buscar encontrar, sino que caen en las malas  maneras de pintar, que luego incluso queriéndolo apenas pueden dejar.  En cambio quien esté acostumbrado a tomar todas las cosas de la propia naturaleza, ese hará su mano tan experta que siempre todo lo que intente parecerá sacado de la propia naturaleza. Y vemos cuánto se desea en las pinturas esto, pues si en el cuadro hay un rostro de algún hombre conocido, aunque haya algunos otros detalles de mayor perfección, sin embargo el rostro conocido atrae hacia él los ojos de todos los espectadores, pues tan gran atractivo y fuerza tiene lo que tomamos de la naturaleza. Tomemos siempre, pues, de la propia naturaleza lo que vayamos a pintar y luego elijamos siempre lo más hermoso y más a propósito de ella.

III, 56. Ma per non perdere studio e fatica si vuole fuggire quella consuetudine d'alcuni sciocchi, i quali presuntuosi di suo ingegno, senza avere essemplo alcuno dalla natura quale con occhi o mente seguano, studiano da sé a sé acquistare lode di dipignere. Questi non imparano ipignere bene, ma assuefanno sé a' suoi errori. Fugge gl'ingegni non periti quella idea delle bellezze, quale i bene essercitatissimi appena discernono. Zeusis, prestantissimo e fra gli altri essercitatissimo pittore, per fare una tavola qual pubblico pose nel tempio di Lucina appresso de' Crotoniati, non fidandosi pazzamente, quanto oggi ciascuno pittore, del suo ingegno, ma perché pensava non potere in uno solo corpo trovare quante bellezze egli ricercava, perché dalla natura non erano ad uno solo date, pertanto di tutta la gioventù di quella terra elesse cinque fanciulle le più belle, per torre da queste qualunque bellezza lodata in una femmina. Savio pittore, se conobbe che ad i pittori, ove loro sia niuno essemplo della natura quale elli seguitino, ma pure vogliono con suoi ingegni giugnere le lode della bellezza, ivi facile loro avverrà che non quale cercano bellezza con tanta fática troveranno, ma certo piglieranno sue pratiche non buone, quali poi ben volendo mai potranno lassare. Ma chi da essa natura s'auserà prendere qualunque facci cosa, costui renderà sua mano sì essercitata che sempre qualunque cosa farà parrà tratta dal naturale. Qual cosa quanto sia dal pittore a ricercarla si può intendere, ove poi che in una storia sarà uno viso di qualche conosciuto e degno uomo, bene che ivi sieno altre figure di arte molto più che questa perfette e grate, pure quel viso conosciuto a sé imprima trarrà tutti gli occhi di chi la storia raguardi: tanto si vede in sé tiene forza ciò che sia ritratto dalla natura. Per questo sempre ciò che vorremo dipignere piglieremo dalla natura, e sempre torremo le cose più belle.

56. Sed quo sit studium non futile et cassum, fugienda est illa consuetudo nonnullorum qui suopte ingenio ad picturae laudem contendunt, nullam naturalem faciem eius rei oculis aut mente coram sequentes. Hi enim non recte pingere discount sed erroribus assuefiunt. Fugit enim imperitos ea pulchritudinis idea quam peritissimi vix discernunt. Zeuxis, praestantissimus et omnium doctissimus et peritissimus pictor, facturus tabulam quam in tempio Lucinae apud Crotoniates publice dicaret, non suo confisus ingenio temere, ut fere omnes hac aetate pictores, ad pingendum accessit, sed quod putabat omnia quae ad venustatem quaereret, ea non modo proprio ingenio non posse, sed ne a natura quidem petita uno posse in corpore reperiri, idcirco ex omni eius urbis iuventute delegit virgines quinque forma praestantiores, ut quod in quaque esset formae muliebris laudatissimum, id in pictura referret. Prudenter is quidem, nam pictoribus nullo proposito exemplari quod imitentur, ubi ingenio tantum pulchritudinis laudes captare enituntur, facile evenit ut eo labore non quam debent aut quaerunt pulchritudinem assequantur, sed plane in malos, quos vel volentes vix possunt dimittere, pingendi usus dilabantur. Qui vero ab ipsa natura omnia suscipere consueverit, is manum ita exercitatam reddet ut semper quicquid conetur naturam ipsam sapiat.  Quae res in picturis quam sit optanda videmus, nam in historia si adsit facies cogniti alicuius hominis, tametsi aliae nonnullae praestantioris artificii emineant, cognitus tamen vultus omnium spectantium oculos ad se rapit, tantam in se, quod sit a natura sumptum, et gratiam et vim habet. Ergo semper quae picturi sumus, ea a natura sumamus, semperque ex his quaeque pulcherrima et dignissima deligamus.

Poco después el gran Rafael (1483 –1520), conocido también como Rafael de Sanzio o Rafael de Urbino, dice en una carta a Baltasar Castiglione, que se siente admirado por la pintura “Triunfo de Galatea”: 

IV. Carta a Castiglione

Señor conde: …Sobre la Galatea, me consideraría un gran maestro si hiciera la mitad de las cosas tan grandes que Vuestra Señoría me escribe. Pero en sus palabras reconozco el amor que me tiene: y le digo que para pintar a una bella necesitaría muchas bellas, con esta condición, que vuestra señoría se encontrase conmigo para elegir lo mejor. Pero habiendo escasez de buenos jueces y de bellas damas,  yo me sirvo de cierta idea que me viene a la mente. Si ésta tiene en sí alguna excelencia de arte, yo no lo sé; bien me afano en que la tenga. A lo que mande vuestra Señoría. Desde Roma”.

IV. Lettera al Castiglione

Signor conte….Della Galatea mi terrei un gran maestro se vi fossero la metà delle tante cose che V.S. mi scrive. Ma nelle sue parole riconosco l´amore che mi porta: et le dico che per dipingere una bella mi bisogneria veder più belle, con questa conditione, che V.S. si trovasse meco a far scelta del meglio», Ma, essendo carestia e di buoni giudici e di belle donne, io mi servo di certa idea che mi viene nella mente. Se questa ha in sé alcuna eccellenza d'arte, io non so; ben m'affatico di averla. Vostra Signoria mi comandi. Di Roma. 

Esta opinión de Rafael de Sanzio la conoce Francisco Pacheco, el maestro de Velázquez, que en el capítulo 12 del libro I de su  Arte de la pintura, dice en las pàg. 216-118 de la edición de 1866 de Imprenta de Manuel Galiano.

Y cuando esto faltare , ó no se hallare con la belleza que conviene, ó por incomodidad de lugar ó de tiempo, viene admirablemente el valerse de las hermosas ideas que tiene adquiridas el valiente artífice. Como lo dió á entender Rafael de Urbino escribiendo al Conde Baltasar Castellón, que le encareció mucho la figura de la Galatea que había pintado al fresco. Diciendo de esta manera : Ma essendo carestia, e de buoni giudecij et de belle dome, io mi servo di certa iddea, che mi viene nellamente ; si questa ha in se alcuna escellenza d'arte, io non so : ben me affatico di haberla. Quiere decir : « Mas careciendo de buen juicio y de hermosas mujeres , yo me sirvo de cierta idea que se me ofrece á la imaginación ; si esta tiene alguna excelencia en el arte , no lo sé ; pero bien me fatigo para alcanzarla, de manera que la perfección consiste en pasar de las ideas á lo natural , y de lo natural á las ideas : buscando siempre lo mejor y más seguro y perfecto.

De manera que la perfección consiste en pasar de las ideas a lo natural , y de lo natural a las ideas : buscando siempre lo mejor y más seguro y perfecto. Así lo hacía también su maestro del mismo Rafael, Leonardo de Vinci, varón de sutilísimo ingenio , atendiendo á seguir los antiguos ; el cual primero que se pusiese á inventar cualquier historia, investigaba todos los efectos propios y naturales de cualquier figura , conforme á su idea. Y hacia luego diversos rasguños, después se iba donde sabia que se juntaban personas de la suerte que las había de pintar y observaba el modo de sus semblantes y vestidos y movimientos del cuerpo ; y hallando cosa que le agradase , conforme á su intento, lo dibujaba en el libreto que siempre llevaba consigo (veremos adelante sus palabras conforme a este intento ) y de esta manera acababa sus obras maravillosamente.

Esto es finalmente lo que conviene hacer en este último grado, con el ejemplo del antiguo Zéusis , que para la bellísima Helena que se le ofreció pintar al pueblo de Agrigento, eligió cinco hermosas doncellas , y de cada una de ellas fue escogiendo lo más perfecto para hacer una figura igualmente acabadísima, aventajando la arte á la misma naturaleza: pues pintó en un sugeto la hermosura que apenas se hallaba en muchos.

En cuanto a las numerosas representaciones pictóricas de la anécdota, además de la presentada anteriormente, muestro otra anterior en el tiempo, que es una ilustración de un manuscrito del Roman de la Rose, editado hacia el año 1525 en Rouen,  conservado en New York, The Pierpont Morgan Library, MS M.0948, folio 159.

¿La pintura ha de ser imitación de la naturaleza o creación del intelecto?

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