Por fin el cálido verano ha dado paso al más dulce otoño. El verano se extiende de Junio, el mes de la diosa Juno, la homóloga romana de la griega Hera, a Septiembre, el més séptimo de un inicial año de diez meses. Entre el mes inicial y el final del verano se desgranan día a día los meses de Julio y Agosto. Julio se llamó primeramente “quintilis”, es decir, el mes quinto y Agosto “sextilis”, es decir, el mes sexto. El general o “imperator” Julio César dio su nombre al quinto y su sobrino y primer emperador Octavio Augusto dio el nombre al sexto.

Octavio nació en septiembre del año 63 a.C.  y murió en agosto del año 14 d.C., (prescindiendo de la  exactitud cronológica dificultada por los cambios, adaptaciones y reajustes del calendario, que su tío Julio César ya reformó, hasta el día de hoy). Así que acaban de cumplirse 2.000 años y puede ser esta una buena ocasión para comentar algún detalle.

"Augusto" fue uno de los numerosos títulos honoríficos que César Octavio acumuló en su persona. La palabra está relacionada con “augeo” que significa aumentar, crecer, ganar fuerza y “augurio” u “observación e interpretación de los mensajes favorables de los dioses”, por lo que “augusto” viene a significar  “consagrado por los augurios, con augurios favorables,santo, venerable, el elegido o favorecido por la divinidad”. Todavía hoy en italiano se emplea la palabra  “auguri” para expresar “los mejores deseos” para alguien. Hasta Octavio,el término “augustus” sólo se aplicaba a las cosas y no a las personas.

El poeta Ovidio nos ilustra sobre el significado  del término. Al cantar la festividad y las ceremonias del día 13 de Enero dedicadas a Augusto, nos dice  en sus Fastos 1. 607 y ss.

Sin embargo todos son celebrados con honores humanos;
Sólo éste (Augusto) tiene un nombre asociado al supremo Júpiter.
Los patricios a las cosas sagradas las llaman augustas; augustos son llamados
los templos dedicados ritualmente por la mano de los sacerdotes.
Tambien “augurio”  tiene su origen en esta palabra,
y  todo lo que Júpiter engrandece con su poder.
¡Que engrandezca el imperio de nuestro guía, que aumente sus años
y proteja vuestro umbral con la corona de encina.
Y que el heredero de tan gran apellido con los auspicios de los dioses
cargue con el peso del mundo con el mismo favor divino que su padre!

sed tamen humanis celebrantur honoribus omnes:
hic socium summo cum Iove nomen habet,
sancta vocant augusta patres, augusta vocantur
templa sacerdotum rite dicata manu;
huius et augurium dependet origine verbi,
et quodcumque sua Iuppiter auget ope.
augeat imperium nostri ducis, augeat annos,
protegat et vestras querna corona fores,
auspicibusque deis tanti cognominis heres
omine suscipiat, quo pater, orbis onus 

Según las fuentes, al menos las que yo conozco, Augusto estuvo tres veces en Hispania y de las tres quedan algunos hechos relevantes y  alguna anécdota.

El primer viaje tuvo lugar el año 45 a.C., cuando apenas contaba 18 años. Debía haber viajado antes con su tío, pero una enfermedad le impidió la marcha. Así que vino sólo para encontrarse en Tarragona con Julio César. En el viaje  naufragó y cuando llegó, su tío ya no estaba allí por lo que hubo de marchar por terreno enemigo y hostil hacia la Bética en donde se encontraba luchando en la guerra civil contra los hijos de Pompeyo.

Nos lo cuenta Nicolás de Damasco en su  Vida de Augusto, FGrH F 127, …(10-11)

(10) …Había muchos que querían acompañarle porque ya era una gran promesa, pero rechazó a todos, incluida su propia madre. Seleccionó al  más rápido y más fuerte de sus siervos e inició rápidamente  su viaje y cubriendo el largo camino con una increíble marcha  llegó junto a César, que ya había completado toda la guerra en el espacio de siete meses.

(11) Cuando Octavio llegó a Tarraco, pareció difícil creer que había logrado llegar en medio de tantas dificultades propias de la guerra. Al no encontrar a César allí, tuvo que afrontar  más problemas y peligros. Alcanzó a César en España, cerca de la ciudad de Calpiá. César lo abrazó como a un hijo y le dio la bienvenida, porque él lo había dejado en casa, enfermo, y ahora lo veía inesperadamente a salvo de tantos enemigos y  bandidos. De hecho, ya no le dejó apartarse de él, sino que lo acogió  en sus propias dependencias militares. Elogió su celo e inteligencia, ya que él fue el primero en llegar de los que habían salido de Roma . Conversaba con él y le hacía preguntas porque quería hacerse una opinión correcta de su entendimiento. Se dio cuenta de  que era sagaz, inteligente y conciso en sus respuestas, que  siempre contestó inmediatamente, y aumentó  su estima y afecto por él. Después de esto tuvieron que navegar hasta Carthago Nova (Cartagena) para hacer acuerdos.  Octavio se embarcó en el mismo barco que César, con cinco esclavos, pero, además de los esclavos eligió a tres de sus compañeros a bordó y temía  que César se enfadara al descubrirlo. Sin embargo, currió todo lo contrario, y a César  le agradó que Octavio sintiera  cariño por  sus compañeros y lo elogió porque a él también  le gustaba tener siempre  con él hombres atentos y deseosos de de alcanzar la excelencia; y porque él ya daba no poca importancia a ganar una buena reputación en su patria.

La rapidez y valentía con la que acudió el joven Octavio y el sentido común y responsabilidad con la que actuó durante la estancia en Hispania impresionaron favorablemente a Julio César, que probablemente comenzó a pensar en él como su heredero, como luego se descubrió en la apertura de su testamento que había custodiado la sacerdotisa vestal Máxima.

También recoge esta información  Suetonio en su Vida de Augusto VIII:

Poco después marchó  a Hispania junto a su tío materno, que luchaba contra los hijos de C. Pompeyo, apenas recuperado de una grave enfermedad, marchando a través de caminos infestados de enemigos, con unos pocos acompañantes incluso después de haber naufragado. Por todo esto se ganó su gran agradecimiento (César) y también por la sobriedad de sus costumbres, que pronto demostró, además de por su actuación durante el viaje.

profectum mox auunculum in Hispanias aduersus Cn. Pompei liberos uixdum firmus a graui ualitudine per infestas hostibus uias paucissimis comitibus naufragio etiam facto subsecutus, magno opere demeruit, approbata cito etiam morum indole super itineris industriam.

Y también Veleyo Patérculo, 2.59.3  nos recuerda cómo su tío César se lo llevó a Hispania con dieciocho años y lo mantuvo con él, montandolo incluso su carro.

Aunque se había criado en la casa de su padrastro, Filipo, Cayo César, su tío abuelo, amaba a este niño como su propio hijo. A la edad de dieciocho años se lo llevó como compañero a la guerra de Hispania, y nunca tuvo otro hospedaje que el suyo ni vaijó en otro vehículo,  y aunque todavía un niño, lo honró con el sacerdocio del pontificado

Quem C. Caesar, maior eius avunculus, educatum apud Philippum vitricum dilexit ut suum, natumque annos duodeviginti Hispaniensis militiae adsecutum se postea comitem habuit, numquam aut alio usum hospitio quam suo aut alio vectum vehiculo, pontificatusque sacerdotio puerum honoravit.

El segundo viaje lo realizó entre los años 27 y 24 a.C. y acudió a Hispania para dirigir personalmente la guerra contra los cántabros y astures. En el año 26 se retiró enfermo a Tarraco, habiendo sufrido antes un percance de enorme importancia para un romano.

Durante una marcha nocturna, (Augusto prefería viajar por la noche) se desencadenó una fuerte tormenta y un rayo, lanzado sin duda por el poderoso Júpiter, mató a uno de los porteadores de su litera, dejando tal vez inconsciente o gravemente afectado al propio Octavio. Este rayó le dejó para siempre secuelas, al parecer una especie de tembleque que de vez en cuando se le hacía presente.
Suetonio nos informa de cómo consagró un templo a Júpiter Tonante en el Capitolio por haberle librado de este rayo. Tonante es precisamente el adjetivo que expresa el terror supersticioso que Júpiter producía en los romanos con sus truenos y rayos.

“Consagró un templo a Júpiter Tonante, porque le  libró del peligro, cuando en una expedición contra los cántabros, durante la noche, un rayó rozó  ligeramente su litera y mató a un esclavo que iba delante para alumbrarle”. (Vida de Augusto, 29, 3)

Tonanti Iovi aedem consecravit liberatus periculo,cum   expeditione Cantabrica per nocturnum iter lecticam eius fulgur praestrinxisset servumque praelucentem exanimasset.

A la enfermedad que le apartó a Tarraco, consecuencia tal vez del rayo que estuvo a punto de matarlo, hace referencia Suetonio en Vida de Augusto, 81, 1:

“A lo largo de toda su vida sufrió un buen  número de enfermedades graves y peligrosas. Sobre todo una, después de dominar Cantabria, cuando los flujos del hígado enfermo le llevaron a la desesperación y le obligaron necesariamente a recurrir a un tratamiento médico contrario e incierto: como los tratamientos  calientes no surtían efecto, se vio obligado a tratarse con   fríos, siguiendo la indicación de Antonio Musa (su médico)”.

Graues et periculosas ualitudines per omnem uitam aliquot expertus est; praecipue Cantabria domita, cum etiam destillationibus iocinere uitiato ad desperationem redactus contrariam et ancipitem rationem medendi necessario subiit: quia calida fomenta non proderant, frigidis curari coactus auctore Antonio Musa

Dion Casio en Historia de Roma 53, 25 nos recuerda la venida de Augusto a Hispania desde la Galia “para restablecer el orden” en el año 27 a.C. y cómo dirigió personalmente la guerra:

Llevó a cabo el censo de los Galos y reguló su estado civil y político. Desde allí pasó a Hispania e igualmente organizó esta provincia.
….
Augusto, en el momento de marchar con su ejército a Bretaña (los bretones no habían querido aceptar sus condiciones), fue retenido por los Salassos, que se levantaron contra él, y por los cántabros y Asturias que le hicieron la guerra.  El primero de estos dos pueblos vive al pie de los Alpes, como he dicho antes; los otros dos, a los pies de los Pirineos, en la parte más fuerte de la costa de Hispania y en la llanura debajo de la montaña.
….
Augusto en persona marchó contra los Astures y contra los cántabros a la vez; como quiera que rechazaban rendirse por la seguridad que les inspiraba la fuerza de sus posiciones y tampoco entablaban combate porque eran inferiores en número; como por otra parte la mayoría estaban armados con jabalinas y le hostigaban en cuanto hacía algún movimiento, siempre situados delante en los lugares elevados y emboscados en lugares escondidos y en los bosques, Augusto se encontró en gran aprieto

La fatiga y las preocupaciones habían alterado su salud y se retiró a Tarraco, donde cayó enfermo; entretanto, C.Antistio combatió a estos pueblos y obtuvo muchos éxitos, no porque fuera mejor general que Augusto, sino porque los bárbaros, despreciándole, se lanzaron en masa contra los Romanos y fueron derrotados. Así que él se apoderó de unos pocos lugares y luego T.Carisio se apoderó de Lancia, la ciudad más fuerte de los Astures, que había sido abandonada y redujo a un gran número de otras a su poder.

Otros historiadores como Floro, en su Epitome Rerum Romanorum 2,33,12, 46 ss.  y Orosio en su “Historia adversus paganos”  6, 20-21 recuerdan también las Guerras Cántabras y cómo una vez finalizadas, a criterio de Augusto en el año 24 aunque se prolongaron hasta el 19 a.C., se cerraron después de doscientos años las puertas del templo de Jano en Roma, que debían permanecer abiertas en tiempos de guerra. Comenzaba así la llamada “paz de Augusto” (pax augusta)..

Precisamente durante este viaje nos cuenta Dion Casio cómo el año 25 a.C. licenció a los soldados veteranos y fundo Augusta Emerita, la actual ciudad de Mérida.

Dion 53, 26, 1

Una vez acabada esta guerra, Augusto licenció a los soldados de más edad y les permitió fundar en Lusitania una ciudad llamada Augusta Emerita; a los que todavía estaban en edad en edad de servir en el ejército les ofreció en el propio campo algunos espectáculos bajo la dirección de Tiberio y Marcelo, como si fueran los ediles”.

El tercer viaje tuvo lugar entre los años 16 y 13 a.C..  Primero fue a la Galia y dese allí a Hispania.
En Narbona, en febrero del año 15 a.C. publicó los edictos referidos a los “Paemeiobrigenses” y a los “Aiiobrigiaecinos", ambos en el Bierzo, que aparecen en la  llamada “tessera Paemeiobrigensis” o Edicto del Bierzo. En ellos se recompensa a los pueblos que le permanecieron fieles en las guerras cántabras. Sin duda estos decretos y otras muchas medidas referidas a la promoción del estatus de numerosas ciudades de Hispania en estos años están en relación con el hecho de que viniera a Hispania por tercera vez, aunque las fuentes no lo atestiguan directamente. 

Precisamente a la vuelta a Roma, el Senado decidió construir un altar a la paz, la  famosa Ara Pacis, a la que  parece referirse Dion Casio en su Historia de Roma, 54, 25:

Después de poner todo en orden en  la Galia, en Germania y en Hispania, gastando mucho para algunas ciudades por separado,  recibiendo mucho de otras,  dando a unas la libertad y el derecho de ciudadanía y privando de él a otras, Auguste dejó a Druso en Alemania y regresó a Roma en el consulado de Tiberio y  Quintilio Varo. La noticia de su llegada, extendida por toda Roma, coincidió con los días en que Cornelio Balbo ofrecía unos espectáculos por la dedicación del teatro que todavía hoy lleva su nombre; Balbo se sintió tan orgulloso como si hubiera sido él el que había hecho volver a  Augusto,  aunque el agua desbordada del Tíber le  impidió llegar a su teatro sino en barco,  y también porque, en honor a su teatro, Tiberio le dio el primer turno de palabra. El Senado, de hecho, se reunió a continuación, y, entre otros acuerdos, decidió que, con motivo del regreso de Augusto, fuera erigido un altar en la propia Curia, en el que los suplicantes, cuando el príncipe estuviera  en el interior del  Pomoerium, debían encontrar  impunidad.

El propio Augusto hace referencia  en sus Res Gestae divi Augusti (Monumnetum Ancyranum), 12:

Cuando desde Hispania y la Galia regresé a Roma, después de haber realizado felizmente mis acciones en esas provincias, bajo el consulado de Tiberio Nerón y de Publio Quintilio, el senado decretó que se debía consagrar en honor de mi regreso el “Ara pacis de Augusto”  junto al Campo de Marte, y ordenó que los magistrados, sacerdotes y vírgenes Vestales celebrasen en ella cada año un sacrificio.

Cum ex Hispania Gallaque, rebus in iis provincis prospere gestis, Romam redi Ti. Nerone P. Quintilio consulibus, aram Pacis Augustae senatus pro reditu meo consacrandam censuit ad campum Martium, in qua magistratus et sacerdotes et virgines Vestales  anniversarium sacrificium facere iussit.

Ovidio también se hace eco de la fundación del Ara pacis en Fasti 1, 709 ss. Se refiere a los fastos del día 30 de Enero. Estos versos finales del libro son un canto a la paz, que me permito reproducir:

El propio poema nos ha llevado al altar de la Paz.
Este será el penúltimo día del mes.
Con tus cabellos peinados y rodeada de las ramas de Accio,(1)
acude, Paz, y quédate dulce en todo el orbe.
Mientras falten enemigos, faltará también motivo para el triunfo,
pero tú serás mayor motivo de gloria que la guerra para los generales.
Que sólo el soldado lleve las armas con las que vencer a las armas,
y  que la fiera trompeta no resuene sino en el desfile.
Que el mundo cercano y el más lejano se asuste de los hijos de Eneas;
Si alguna tierra temía un poco a Roma, que ahora la ame.
Vosotros, sacerdotes, echad inciensos en las llamas de la paz.
Y que una blanca víctima caiga muerta golpeada en su frente
y rogad a los dioses, favorables a las peticiones piadosas,
que la casa que trabaja por la paz, perdure en paz.

(1) Se refiere a las ramas de laurel de la victoria de la batalla de Accio frente a Marco Antonio.

Ipsum nos carmen deduxit Pacis ad aram.
haec erit a mensis fine secunda dies.
frondibus Actiacis comptos redimita capillos,
Pax, ades et toto mitis in orbe mane. 
dum desint hostes, desit quoque causa triumphi:
tu ducibus bello gloria maior eris.
sola gerat miles, quibus arma coerceat, arma,
canteturque fera nil nisi pompa tuba.
horreat Aeneadas et primus et ultimus orbis:
si qua parum Romam terra timebat, amet.
tura, sacerdotes, pacalibus addite flammis,
albaque percussa victima fronte cadat,
utque domus, quae praestat eam, cum pace perennet
ad pia propensos vota rogate deos.

Podía ser esta frase, utque domus, quae praestat pacem, cum pace perennet, la versión clásica y antigua de la máxima: “si quieres la paz, trabaja por la paz”.
 

Octavio Augusto estuvo tres veces en Hispania

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