Las frases, sentencias, proverbios, apotegmas fueron en la Antigüedad un instrumento eficaz para la educación moral y cívica de los ciudadanos. Así que son miles las sentencias latinas y griegas que se recogen en colecciones o diccionarios nunca completos. Además el mundo antiguo ofrece toneladas de material para construir y crear permanentemente sentencias atractivas en cada momento o para parafrasear o adaptar las propiamente antiguas.

Véase: http://www.antiquitatem.com/apotegma-aforismo-axioma-dicta-aurea

Existe también la posibilidad, con frecuencia aprovechada, de adjudicar determinado proverbio a determinado autor antiguo de prestigio y autoridad a sabiendas de que tal “sabio” nunca pronunció tal máxima. Esta es una mala práctica, aunque denota cultura y conocimiento del mundo clásico. Otra cosa es cuando alguien, con pretensiones culturales, cita una sentencia inexistente dando por supuesto que existió, es decir, ignorando que es apócrifa.

Nota:  La Real Academia Española define el término como: 1. adj. Fabuloso, supuesto o fingido. La palabra apócrifo viene del vocablo ἀπόκρυφος , y este de   ἀποκρύπτω ("apokrypto", poner en lugar seguro, hacer desaparecer, esconder); de del griego ἀπό (apó = lejos de, privación) y κρυπτός (kryptos = oculto). Por lo tanto significa oculto, escondido, secreto . Se aplica también a un documento sin autor conocido o atribuido erróneamente a alguien.

Entre los mortales, son muy dados al uso, a veces abuso, de la cita clásica los profesores, especialmente los de latín, griego, filosofía, historia, literatura; en el pasado lo fueron los curas en sus sermones, más que para afianzar e ilustrar la doctrina para “maravillar” al creyente; ad terrendos paisanos”,  decía Fray Gerundio de Campazas en latín macarrónico.

También en el pasado utilizaron profusamente sentencias los “oradores profanos”, cuyo relevo han tomado, aunque a enorme distancia, los hoy llamado políticos, con resultados desiguales.

Hace pocas fechas, una política, presidenta de un gobierno regional español  y con grandes responsabilidades nacionales quiso afianzar una invectiva contra los partidos adversarios, que recientemente han surgido en el panorama político español, con una cita clásica de las inexistentes.

María Dolores de Cospedal dixit con aplomo: "Hay un dicho griego muy conocido que dice que cuando los dioses quieren castigar a los pueblos, les envían reyes jóvenes".

Afirma que es un dicho muy conocido. Hasta donde yo sé, no aparece en ningún texto griego. Desconozco de dónde lo ha podido sacar. Ahora bien, si hubiera parafraseado o imitado alguna sentencia ya existente y hubiera eliminado la afirmación tajante de su exactitud  griega, hubiera quedado como una personalidad política  creativa y cultamente conocedora del mundo antiguo; así parece más bien ridícula.

A lo sumo, la frase de Cospedal puede recordar ciertamente a algunas existentes, que comento.

1. "Cuando los dioses quieren castigarnos, atienden nuestras plegarias".

La frase no es griega sino inglesa. (When the gods wish to punish us, they listen to our prayers). La frase la dice Sir Robert Chiltern, el protagonista de "Un marido ideal" (An ideal husband), la obra de teatro que el gran escritor irlandés Oscar Wilde estrenó en 1899.

La frase se pronuncia también en algún momento en la película “Memorias de Africa” (Out of Africa),  basada en el libro autobiográfico Memorias de África de la escritora danesa Isak Dinesen. Así que esta frase se ha hecho muy famosa difundida entre los amantes del séptimo arte.

Tal vez se pueda conectar esta frase con la mitología antigua, pero no lo tengo averiguado. 
Así hay quien dice que la leyenda cuenta  que Apolo había prometido a la sibila de Delfos el obsequio de cumplir su mayor deseo: no morir nunca; así que padeció los horrores de una senectud interminable, hasta que convertida en una suerte de grillo amojamado acabó como juguete de los niños.

Puede también ilustrarnos del peligro de pedir a los dioses cosas descabelladas  o exageradas y fuera del alcance de los humanos, el conocido episodio de Midas, si bien es cierto que en este caso los dioses no quieren castigar al hombre sino agradecerle su buen comportamiento, pero el deseo del mortal fue excesivo. Midas, rey de Frigia,  impulsado por un irrefrenable deseo de riqueza, pide en su avaricia a los dioses que pueda convertir en oro todo lo que toque. El deseo le es concedido por Dioniso y convierte en el dorado metal todo lo que toca, incluso con su boca cuando pretende alimentarse. Tuvo que pedir de nuevo a los dioses que le liberaran del don concedido.

Lo cuentan entre otros Ovidio en sus Metamorfosis XI, 85-193; Higinio en sus Fabulas, 191; Filóstrato el Viejo: Cuadros; I, 21: Midas (Μίδας).

Así que la frase no es griega ni clásica pero suena a clásica porque parece ser consecuencia o tener relación con el objetivo antiguo moralizante de pretender frenar, entre otros males, la avaricia.

2. «aquellos a los que aman los dioses mueren jóvenes.

Algunos ven el origen de este  proverbio en la muerte prematura de Trofonio y Agamedes, dos personajes mitológicos fundadores del templo de Apolo en Delfos.

En latín existe la frase “Quem dii diligunt,  adolescens moritur (A quien los dioses aman, muere joven), que es un verso de Plauto, de su comedia Bacchides (Las Gemelas). V. 816-817, que a su vez está tomado de la obra del autor de comedias griego Menandro,(murió en 292 a.C.),  “El doble engaño” ,

Plautus, Bacchides, 816 y ss. (Acto cuarto. Escena séptima. Nicobulo y Crisalo)

CRISALO:

A quien los dioses aman,
muere joven, cuando está sano, con pleno sentido y juicio.
Si algún dios le ama, tiene que estar muerto
a los diez años, a los veinte:
camina como una molestia para la tierra,
ya ni es consciente ni siente nada,
vale tanto como un hongo podrido.

Actus Quartus
Scaena septima. Nicobulus-Chrysalus

….
CHRYSALUS:

… Quem di diligunt
adulescens moritur, dum valet sentit sapit.
hunc si ullus deus amaret, plus annis decem,
plus iam viginti mortuom esse oportuit:
terrai odium ambulat, iam nil sapit
nec sentit, tantist quantist fungus putidus.

La conclusión que Crisalo le transmite a Nicobulo es que él claramente no es un favorito de los dioses, porque él todavía no ha muerto…

La obra del latino podría ser una mera traducción del griego, a juzgar por la literalidad de estos versos, que aparecen en  Estobeo, en su Florilegio, 120, 8.

Menandro, (115 K.-Th):

A quien los dioses aman muere joven

ὂν θεοὶ φιλοῦσιν ἀποθνῄσκει νέος
(on Theoi filusin anothnesskei neos)

Hay alguna variante del tipo “A quienes los dioses aman se los llevan jóvenes” y otras más ramplonas del tipo “los dioses los prefieren jóvenes” sobre la que se han formado otras irrelevantes del tipo “los caballeros las prefieren rubias”, y vulgaridades por el estilo, etc.

3.: “A quien los dioses quieren destruir, antes lo enloquecen”.

Esta es la frase similar de más sabor clásico, sin que pueda decirse que aparece tal cual en ningún autor griego.

En Homero, en Iliada IX, 492-93 encuentro alguna referencia que pudiera tener algún parecido:

  No, deja que el príncipe estúpido, al que Júpiter priva del sentido y de la justicia,
corra a donde su extravío le conduzca.

Frecuentemente se atribuye la frase a Eurípides, pero erróneamente, pues.

En la tragedia Antígona, de Sófocles, versos 620-623 se dice algo similar:

Sabiamente fue dada a conocer por alguien la famosa sentencia: lo malo llega a parecer bueno a aquel cuya mente conduce una divinidad hacia el infortunio. (Traducción de Assela Alamillo. Edit. Gredos. Sófocles: Tragedias)

Un antiguo escoliasta de estos versos comenta:

Cuando un dios planea  daño contra un hombre,  primero daña la mente del hombre que está conspirando en contra.

όταν  ό δαίμων άνδρΐ πορσύνῃ κακά,
τον νουν εβλαφε πρώτον ώ βουλεύεται.

August Nauck  recoge este dístico como uno de los fragmentos de sus Fragmenta Tragicorum Graecorum (Leipzig.Teubner 1889), en concreto el 455 de los Adespota o anónimos y por tanto sin autor:

El dístico se encuentra en los escolios a Sófocles, Antigone 620  y con omisión de las dos últimas palabras griegas en Atenágoras, Supplicatio pro Christianis, Cap. 26, párr.. 129.

Licurgo de Atenas (396 a. C.–323 a. C) atribuye en su Oratio in Leocratem, sección 92, la siguiente frase a “algunos de los antiguos poetas”. El  tipo de verso sugiere que se trata de una tragedia.

[92] El primer paso que los dioses toman en el caso de  hombres perversos es desquiciar su razón; y personalmente yo considero como  expresión de un oráculo los siguientes versos, compuestos por los poetas antiguos y transmitidos a la posteridad:

Cuando los demonios airados  buscan el daño de un mortal,
Primero lo privan de su cordura,
Y hacen que su pensamiento se vuelva necio,
De manera que no se percatan de sus errores.

Nota: daimones, demonios, dioses menores que rigen el destino individual de cada persona)

En relación con la adjudicación de la frase a Eurípides, podemos rastrear el origen del error.

Atenágoras de Atenas, filósofo cristiano del siglo II, dice sin referirse para nada al poeta,  en su  Supplicatio pro Christianis, Cap. 26, párr.. 129:

       “Si el demonio prepara algún mal a los mortales,
         primero les priva de la razón”.

"!Όταν ὁ δαίμων ἀνδρὶ πορσύνῃ κακά,
τὸν νοῦν ἔβλαψε πρῶτον",

Es decir, Atenágoras ha recogido el dístico del escoliasta de Sófocles con exclusión de las dos últimas palabras.

De Atenágoras lo tomaron los filólogos clásicos ingleses James Duport, nacido en Cambridge en 1606, y Joshua Barnes que en 1694 preparó una edición de las obras de Eurípides para la Universidad de Cambridge. En el índice de esta edición incluye atribuye como fragmento de Eurípides la frase de Atenágoras que él crea como “Deus quos vult perdere, dementat prius”  resumiendo aproximadamente el pensamiento de Eurípides, que venía a decir que “cuando los dioses quieren ocasionar un mal a un hombre,  primero le quitan la voluntad y la razón o capacidad de deliberación”.

Pero volviendo al latín de época antigua, podemos comprobar que esta frase y su  variante muy similar con el mismo significado en latín Quem deus vult perdere,  prius dementat. parecen  estar basadas en una sentencia de Publilio Syro (85 a. C. – 43 a. C ), Sententiae,612, que dice:

Stultum facit Fortuna quem vult perdere

La Fortuna hace necio a aquel a quien quiere destruir.

Nota: de Publilio (85 a.C.-43 a.C.), sólo se conserva cuatro fragmentos, tres de un verso y uno de 16, y una colección de sus sentencias, Sententiae, ordenadas alfabéticamente. Se consideran auténticas unas 700.

El proverbio traspasó el mundo clásico y así aparece también en el autor sánscrito del siglo V o posterior Bhartṛhari o Denavagari

Tampoco los dioses aparecen revestidos con la armadura del guerrero para derribarlos con espada y lanza. A quienes quieren destruir primero los vuelven locos.

Un aforismo también sánscrito expresa también esta idea:

Cuando la muerte de una persona está cerca,
su inteligencia se vuelve autodestructiva.

Vinash kale viparit buddhi

En la época actual y moderna son numerosos los usos y variantes de sentencias similares. Citemos a título de ejemplo:

Tolstoi, Anna Karenina, libro IV, capítulo XVII, aunque con un ligero cambio:

"Quos vult perdere Jupiter dementat prius”

O Benjamin Franklin, en una carta  de 1768 a su impresor en Londres de su “On Civil War”. Concluye la carta con

¿Y no hay un hombre sabio y bueno que se pueda encontrar en Gran Bretaña, que puede proponer alguna medida conciliadora que pueda prevenir este terrible mal? – Me temo que no hay ninguno. Porqe “Quos Deus vult perdere, prius dementat”!

"And is there not one wise and good man to be found in Britain, who can propose some conciliating measure that may prevent this terrible mischief? – I fear not one. For Quos Deus vult perdere, dementat prius!

En fin, las citas clásicas, las auténticas utilizadas en la justa proporción, dan lustre y autoridad; las citas falsas a conciencia no son aconsejables pero pueden resultar un divertimento; las citas falsas por ignorancia sólo sirven para poner en evidencia la "idem", mejor, la "eadem".

Los dioses nunca han enviado reyes jóvenes a quienes quieren perjudicar

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