Horacio me parece el mejor poeta latino. Ya sé que habrá quien me lo cuestione y me dirá que lo es Virgilio. Bueno, la épica y la lírica son dos géneros distintos de la poesía. De Horacio conocemos alguna anécdota curiosa.

Horacio es el autor de famosos versos que se han convertido en sentencias siempre citadas: aurea mediocritas, carpe diem, beatus ille… A él me he referido en varias ocasiones en este blog, como puede comprobarse buscando en el espacio que en la barra superior del propio blog hay junto al símbolo de la lupa. Véase por ejemplo:

http://www.antiquitatem.com/horacio-poema-mas-hermoso-de-antiguedad

http://www.antiquitatem.com/carpe-diem-horacio-oda-poesia-latina

En sus versos nos ha dejado algunos datos de su vida y contamos también con una breve biografía que de él nos dejó Suetonio en su libro De poetis, Sobre los poetas,  correspondiente a su obra De viris illustribus, Sobre hombres ilustres.

Suetonio escribió numerosas obras, parece haberse especializado en la biografía, plagadas siempre de anécdotas que podríamos calificar como de “cotilleo histórico”, a las que en el fondo somos tan aficionados hoy como ayer.

Contaré un par de anécdotas de “cotilleo histórico” referidas a su trato con Augusto o a sus peculiares gustos sexuales.

Horacio gozó de la amistad del gran Mecenas y también de la del emperador Augusto, aunque siempre supo mantener cierta distancia, celoso de su independencia y consciente de su realidad personal. Por eso parece que rechazó el puesto de secretario personal que le ofreció el emperador. No por eso se enfadó Augusto, que mantiene con el poeta una relación cargada de ironía y confianza, correspondida en el mismo sentido por el poeta.

Augusto bromea con la baja estatura y obesidad del poeta (brevis atque obesus, dice Suetonio), al que también en broma le llama “castísimo pene”  o “tipo divertidísimo”.

Horacio permaneció soltero toda su vida, pero esto no quiere decir que no tuviera una amplia experiencia sexual, como se deduce de sus versos. Por ejemplo son varias las muchachas citadas de nombre griego Cínara, Glícera, Lálage, Inaquia, como muchas cortesanas, con las que tal vez tuvo relaciones. También menciona a algún joven muchacho como Licisco y Ligurino. Tal vez lo de “castísimo pene” era pues una pícara ironía de Augusto.

Es más, Suetonio dice de él que era “un tanto desenfrenado en cuestión de amores” , “ad res venereas intemperatior”. Y para completar estos datos nos dice cómo hacía colocar espejos en su habitación (speculato cubículo) para poder observarse desde todo ángulo a sí mismo en el acto amoroso.

Reproduzco los fragmentos de la breve Vita que nos ofrece Suetonio referidos a estas anécdotas:

Además de esto, entre otras bromas, muchas veces le llama  “purísimo pene”  y “hombrecillo graciosísimo”  y al mismo tiempo le obsequia con regalos como prueba de su liberalidad generosidad.

…….

En cuanto a la forma del cuerpo fue bajo y gordo, como él mismo se describe en sus Sátiras y como lo describe  Augusto en esta carta: “Onisio me ha traído tu pequeño libro,  que yo, no te culpo por ello, aunque pequeño lo  valoro muy bien. Sin embargo me parece que temes  que tus libritos sean más grandes  de lo que tú eres. Pero si te falta estatura, sin embargo no te falta corpulencia. Y así podrás escribir encima de un celemín de tal forma que el tamaño de tu libro sea tan grande como el de tu panza bien redonda”

Se dice que en los asuntos del amor era un tanto desenfrenado; pues se dice que tenía colocadas imágenes de señoritas en una habitación llena de espejos, para poder observar allí la imagen de su propio coito en  cualquier lugar al que mirase.

Praeterea saepe eum inter alios iocos «purissimum pene» et «homuncionem lepidissimum» appellat, unaque et altera liberalitate locupletavit.
……
Habitu corporis fuit brevis atque obesus, qualis et a semetipso in saturis describitur et ab Augusto hac epistula: «Pertulit ad me Dionysius libellum tuum, quem ego ut accusantem quantuluscumque est, boni consulo. Vereri autem mihi videris ne maiores libelli tui sint, quam ipse es. Sed tibi statura deest, corpusculum non deest. Itaque licebit in sextariolo scribas, quo circuitus voluminis tui sit ὀγκωδέστατος, sicut est ventriculi tui».

Ad res venereas intemperantior traditur; nam speculato cubiculo scorta dicitur habuisse disposita, ut, quocumque respexisset, ibi ei imago coitus referretur.

La multiplicación especular, pues, parece ser un notable afrodisiaco (término derivado de Afrodita diosa griega del amor, como la Venus latina) ayer como hoy, especialmente para voyeurs porque numerosos son los palacios, castillos, hoteles en los que existe “la habitación de los espejos”. Famoso es el palacio de Versalles, aunque el enorme salón de los espejos no fuera escenario adecuado para  especiales escarceos amorosos sino para alimentar el ego de los cortesanos, que es otra forma de voyeurismo. Tal vez lo fue la habitación del castillo de Belmonte, construido por el famoso y poderoso marqués de Villena,  cuyo techo está adornado por gran cantidad de pequeños espejos.

Relación evidente entre eros y espejo tienen las diversas Venus del Espejo pintadas por artistas tan notables como Velázquez y Rubens; en ambas un eros o amorcillo sostiene el espejo en el que Venus, tratada como una mortal y no como una diosa, ve reflejado su rostro;

En fin, los cinéfilos recordarán sin duda las primeras escenas de la tórrida película, mezcla de thriller (investigación policiaca) y sexo agresivo, Instinto Básico, (19929, dirigida por Paul Verhoeven y protagonizada por Sharon Stone y Michael Douglas.

Probablemente en ningún otro campo como el del amor en sus diversas formas es más verdad el lema de este blog:  nihil novum sub sole

Una habitación con espejos

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