La península Ibérica fue rica en minerales en la Antigüedad.Desde muy antiguo los minerales fueron prospectados, encontrados y explotados por fenicios, griegos, cartagineses y romanos.

La fama al respecto de Hispania se resume en la conocida cita de Estrabón refiriéndose a la Turdetania (el sur de la Península, actual Andalucía fundamentalmente): en el libro III de su Geografía, 2,8:

A la riqueza tan grande de esta comarca se suma la abundancia de minerales. Ello es motivo de admiración; pues si bien  la tierra toda de los íberos está llena de ellos, no todas las regiones son  tan fértiles y tan ricas a la vez, y sobre todo  las  abundantes en  minerales, porque raramente  se dan ambas cosas a la vez, y es raro también que  se den  toda clase de metales en una región pequeña. Pero la Turdetanía y las regiones vecinas abundan en las dos   cosas, y no hay palabras  suficientes  para valorar  justamente esta riqueza. Hasta ahora, ni el oro, ni la plata, ni el cobre, ni el hierro nativos se han encontrado  en ningún lugar  de la tierra tan abundantes y ni de tanta calidad..

No sólo era buscada la plata reluciente  de Cartagena o el oro brillante del Noroeste.  Hay un mineral no metálico aparentemente menos noble pero muy importante que los romanos explotaron con fruición, la selenita, un yeso transparente al que llamaron “lapis sepecularis” (piedra especular), espejuelo.

Su configuración laminar permitía su exfoliación en láminas de diversos espesor, cortadas a la medida, que servían para cubrir ventanas o vanos en los muros permitiendo pasar la luz y protegiendo de las inclemencias del tiempo. Es decir, el lapis specularis servía como el cristal o vidrio, que poco a poco se iría imponiendo en los edificios.

El autor latino que más referencias da al respecto es el naturalista y científico Plinio el Viejo, autor de una especie de enciclopedia de la Naturaleza de entonces llamada Naturalis Historia (Historia Natural)

Este Plinio es un mártir de la ciencia porque, con ocasión de la erupción del Vesubio que destruyó Pompeya, Herculano y otros puntos cercanos en el año 79, en su afán de conocer mejor el fenómeno, no sólo no huyó en la escuadra que él precisamente mandaba, sino que se acercó a la costa, en donde le encontraron muerto en la mañana siguiente asfixiado por los gases letales del volcán.

Dice Plinio al respecto: III,30

Casi toda  Hispania es abundante  en metales de plomo, hierro, cobre, plata y oro; la Citerior es rica en espejuelo ( lapis specularis), la Bética en cinabrio. Hay también canteras de mármol” (Plinio el Viejo: Naturalis Historia, Libro  III,30).

metallis plumbi, ferri, aeris, argenti, auri tota ferme Hispania scatet, citerior et specularis lapidis, Baetica et minio. sunt et marmorum lapidicinae

Y refiriéndose al lapis specularis en XXXVI, 162:

Alguna vez se encuentra también piedra negra, pero la maravillosa propiedad de la blanca, a pesar de su conocida blandura, es que resiste el sol y el frío.

invenitur et niger aliquando, sed candido natura mira, cum sit mollitia nota, perpetiendi soles rigoresque,

Para medir la importancia de este material que deja pasar la luz, piénsese en  el afán constructivo y urbanístico que caracteriza  a la cultura romana y que fue imponiendo allá en donde sus legiones alcanzaron a dominar.

Pues bien, las minas o canteras de este yeso más importantes del Imperio Romano en cantidad y en calidad se encontraban en la Hispania Citerior, en un círculo en torno a cien mil pasos de la ciudad de Segóbriga, como nos dice explícitamente Plinio el Viejo en su famosa obra Naturalis Historia, XXXVI, 160

"Estas (las piedras de las que habla) se pueden cortar ; pero la piedra especular, pues también esta recibe el nombre de piedra, se separa en  láminas tan finas como se desee por su naturaleza  mucho más manejable. En otro tiempo  sólo la Hispania Citerior la proporcionaba, y no en toda la provincia, sino  en un espacio  de cien mil pasos alrededor de la ciudad de Segóbriga. Ahora  la proporcionan  también Chipre, Capadocia y Sicilia y hace poco se ha encontrado en África, pero todas han de posponerse  a la de Hispania; Capadocia las produce  muy grandes, pero  oscuras."

Et hi quidem sectiles sunt, specularis vero, quoniam et hic lapidis nomen optinet, faciliore multo natura finditur in quamlibeat tenues crustas. Hispania hunc tantum citerior olim dabat, nec tota, sed intra centum millia passuum circa Segobrigam urbem, iam et Cypros et Capadocia et Sicilia et nuper inventum Africa, postferendos tamen omnes Hispaniae, Cappadocia amplissimos magnitudine, sed obscuros."

Segóbriga se encuentra junto a la actual Saelices, en la provincia de Cuenca. Por cierto que el nombre de la ciudad Segobriga es un término celta que  viene a significar “ciudad” (briga; relaciónese con burg, elemento constitutivo de cientos de nombres de lugares, ciudades y pueblos en Europa) y victoria (Sieg,Seg…; relaciónese con el sustantivo actual alemán Der Sieg  = la victoria).

Los 100.000 pasos que determina Plinio equivalen a unos 150 kilómetros y ciertamente en ese radio son numerosos los lugares que en la provincia de Cuenca eran ricos en lapis specularis tales  como Osa de la Vega, Torrejoncillo del Rey, Torralba, Huete, … como confirma la arqueología, que localiza en la zona 25 yacimientos en 15 municipios, sin que esta cifra esté cerrada.

Se empezaron a utilizar como si fuera vidrio en el s.I, al final de la República y sobre todo de forma sistemática en el Imperio, a partir de Augusto.

Se extraía de pozos profundos de hasta 30 metros y galerías, porque se encuentra bajo tierra. Nos dice Plinio: XXXVI, 161

En Hispania se extrae de pozos a gran profundidad, y muchas veces se encuentra bajo tierra incrustada en la roca y se  extrae o se corta, pero la mayor parte por su naturaleza fósil se encuentra suelta en sí a modo de fragmentos, nunca mayores en longitud de cinco pies.

puteis in Hispania effoditur e profunda altitudine, nec non et saxo inclusus sub terra invenitur extrahiturque aut exciditur, sed maiore ex parte fossili natura, absolutus in se caementi modo, numquam adhuc quinque pedum longitudine amplior

Este material se extraía de la mina, pues,  en bloques de hasta 1,5 metros de espesor, se recortaba en piezas estandarizadas y se terminaba de preparar en láminas adaptadas a la ventana o vano en el lugar de colocación. Las laminas se encastraban o incrustaban en un bastidor de madera o metal a la manera de nuestras vidrieras.

Existieron otro tipo de piedra con alguna característica similar, por ejemplo la que llaman lapis penghites, material más duro veteado que se produce en Capadocia, pero lejos de las cualidades de transparencia del lapis specularis (Plinio, Nat. Hist. XXXVI, 163). Tal vez con ese nombre se estén refiriendo a algún tipo de ónix o de alabastro, translúcido pero no transparente.

La propia piedra y sus desechos tuvieron también otros usos,  como piedra ornamental y decorativa para revestir paredes y cubrir suelos por el reflejo que producía; nos dice por ejemplo una vez más  Plinio: Nat. Hist. 36, 162:

Se le encontró también el uso distinto en virutas y escamas de adornar el Circo Máximo en los Juegos Circenses para que fuera de una blancura agradable.

invenere et alium usum in ramentis squamaque, Circum maximum ludis Circensibus sternendi ut sit in commendatione candor.

Conocida es la pasión de los romanos por las carreras de caballos y carros que se celebraban en el circo, en donde competían equipos identificados por el color de su uniforme y divisa. Las pasiones que las carreras originan sólo son comparables las que levanta modernamente el fútbol, deporte o espectáculo con el que sociológicamente tiene muchas semejanzas, a las que en otro momento me referiré.

Como nos dice el propio Plinio, el mejor yeso es el procedente del lapis specularis, por lo que su desecho servía como yeso de fragua para fabricar  estucos,  molduras, vaciados, enyesados de pareces, pavimentos, bóvedas, techos, etc. XXXVI, 182:

El major de todos sin embargo se hace de piedra especular y de la que tiene tales escamas.

omnium autem optimum fieri compertum est e lapide speculari squamamve talem habente.

Sin entrar en detalles al respecto podemos pensar y reflexionar en la complejidad de cualquier explotación minera de estas dimensiones en el mundo antiguo: prospección del terreno, realización de catas, determinación de la mina que pasa a ser “ager publicus” o terreno del Estado; sistema de explotación, generalmente por concesión o arrendamiento contra el pago de una cantidad, realización de los trabajos técnicos de apertura de pozos  generalmente cuadrado de 2 x 2 mts. y hasta 30  metros de profundidad, y galerías horizontales o en rampa, extracción del material con los instrumentos adecuados (picos, martillos,punteros, tenazas, cinceles, sierras, et.), aireación y ventilación, utilización de cuerdas, cestos y serones de esparto, cestos impermeabilizados para extracción del agua, lámparas y lucernas generalmente de aceite (el combustible duraba unas cinco horas), traslado  a la superficie, preparación en la boca de la mina.

Una vez preparado el material se transportaba con carros, tirados por bueyes más que por caballerías, hasta Carthago Nova, el puerto más importante en el Levante, por la vía principal que precisamente se llamaba “via spartaria” (vía o camino del esparto) desde Ercavica (junto a la actual Cañaveruelas,, cercana a Opta, la actual Huete),  a Segóbriga y a Cartagena a través de Cuenca, Albacete y Murcia.

Naturalmente, la importante red viaria romana es la infraestructura que explica en parte y es efecto al mismo tiempo de la eficacia extractiva de los romanos. Numerosos miliarios o hitos (semejantes a nuestras actuales señales kilométricas) conmemorativos de época altoimperial  (primera parte del Imperio) aparecidos en la vía nos dan idea de su importancia.

Desde Carthago Nova se exporta a otras partes del Imperio, sobre todo a Roma, Massalia (Marsella), El Pireo (Atenas), Antioquía, Leptis Magna y Karthago (en Túnez), Alejandría

Es probable que al tratarse de minas afectas al fiscus o caja imperial, colaborae en las cuestiones técnicas y organizativas el propio ejército, como ocurría en las explotaciones auríferas del Noroeste peninsular. 

Aunque las minas de Segobriga son las más importante, se explotaron también otras en Almeria, zona por lo demás rica en otros minerales y metales como cobre, plata, plomo o mármoles que se explotaban  desde el siglo II a.C.

La evolución en la fabricación del vidrio y su aplicación creciente  acabó con esta minería del lapis specularis, cuyas ruinas y restos arqueológicos hoy podemos visitar.

No es oro todo lo que reluce: lapis specularis

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