Pocas palabras hay de uso más contemporáneo que “computar, computación, digital”. Pues bien, “computar, computación” son palabras latinas que significan calcular, contar, computar evidentemente.
La palabra “digital” deriva de la latina “digitum”,que significa “dedo”. “Huellas digitales” son las señales que los dedos dejan en los objetos que tocan y que tanta ayuda ofrecen a la policía porque son exclusivas de cada individuo.
Los romanos, como el resto de pueblos antiguos y no tan antiguos (nosotros lo seguimos haciendo algunas veces aunque sólo sea para remarcar nuestra dicción) contaban con los dedos. Por eso a las primeras nueve cifras les llamamos “dígitos” que en puridad significa “dedos” y si la cantidad pasa de nueve decimos que tiene dos o más dígitos.
La mano es la máquina de contar y calcular más antigua existente. Con una mano o con dos a la vez los egipcios, los persas, los griegos, los romanos podían expresar los números hasta el 9.999 con un lenguaje parecido al de los sordomudos.
El monje irlandés del siglo VII Beda el Venerable en su obra De ratione temporum (Sobre la división del tiempo), en el primer capítulo titulado De computo vel loquela digitorum (Sobre la cuenta o lenguaje de dedos) nos describe el sistema. Señalando otras partes del cuerpo con las manos se llega a contar hasta un millón, cantidad que se expresa según el monje entrecruzando los dedos de las dos manos.
Los egipcios y los persas conocerían el sistema de contar con los dedos y, por supuesto, se conocía en Grecia. A él se refiere Aristófanes (444 a. C. – 385 a. C), por ejemplo, en su comedia Las Avispas (v. 655-663) : (sátira contra el político Cleón y el mal funcionamiento de los tribunales) :
BDELICLEÓN (el que odia a Cleón).-
Escucha, papaíto; relaja un poco el entrecejo:
comienza a calcular sencillamente
no con piedrecillas, sino con la mano
(con los dedos) (v.655-656)
Βδελυκλέων: ἀκρόασαί νυν ὦ παππίδιον χαλάσας ὀλίγον τὸ μέτωπον•
καὶ πρῶτον μὲν λόγισαι φαύλως, μὴ ψήφοις ἀλλ᾽ ἀπὸ χειρός,
También los romanos contaban con los dedos de las manos. Los testimonios son numerosos, como por ejemplo las abundantes téseras numéricas o pequeñas fichas de hueso o marfil, especie de recibo que los recaudadores romanos entregaban a los contribuyentes por las cantidades de dinero entregadas; por un lado llevan la figura digital correspondiente y por el otro el valor en cifras romanas.
Lo atestiguan también numerosos autores:
Plauto en su comedia Miles Gloriosus, 204 (El soldado fanfarrón) :
Su mano derecha lleva la cuenta con los dedos
dextera digitis rationem computat
Cicerón en una carta a su amigo Atico, Epistulae ad Atticum, V,21,13 dice:
si conozco tus dedos (es decir, tu habilidad para contar con los dedos).
“si tuos digitos novi “
O el poeta Juvenal en su Sátira X, 246.251, refiriéndose a Néstor, famoso en la Antigüedad por su longevidad:
El rey de Pilos (Néstor),si alguno credibilidad concedes al gran Homero,
fue un ejemplo de vida tan larga como la de la corneja.
¡Enormemente afortunado quien por tantos siglos difirió su muerte
y cuenta ya sus años con la mano derecha
y ha bebido tantas veces el vino nuevo!
Rex Pylius, magno si quicquam credis Homero,
exemplum uitae fuit a cornice secundae.
felix nimirum, qui tot per saecula mortem
distulit atque suos iam dextra conputat annos,
quique nouum totiens mustum bibit.
Se deduce de este testimonio que las unidades y decenas se contaban con la mano izquierda y las centenas se contaban con la mano derecha.
Muy expresivo es el siguiente texto de Apuleyo en su “Apología, 89”, sólo inteligible si se conoce la expresión de los números con los dedos:
“Si hubieras dicho treinta años en lugar de diez, podríamos creer que te has
equivocado en el gesto de la numeración y que habías abierto los dedos que
debías tener en forma de círculo. Pero los cuarenta, que son los más fáciles que
ningún otro de expresar con la palma abierta, que tú aumentas en la mitad, no
puede ser un error en el gesto de los dedos, a no ser que creyendo que Pudentilla
tiene treinta años los has contado por dos por los dos cónsules de cada año”
Si triginta annos pro decem dixisses, posses uideri computationis gestu errasse, quos
circulare debueris digitos aperuisse. Cum uero quadraginta, quae facilius ceteris
porrecta palma significantur, ea quadraginta tu dimidio auges, non potes[t]
digitorum gestu errasse, nisi forte triginta annorum Pudentillam ratus binos
cuiusque anni consules numerasti .
Y el famoso Quintiliano en su método de formación de oradores Institutio Oratoria, I, 10,35:
En los procesos es muy frecuente que se trate de números y en ellos es
considerado ignorante no digo el que duda en las sumas, sino incluso si yerra en la
cuenta por el gesto equivocado o torpe de los dedos.
In causis vero vel frequentissime versari solet: in quibus actor, non dico si circa
summas trepidat, sed si digitorum saltem incerto aut indecoro gestu a computatione
dissentit, iudicatur indoctus .
Los testimonios son, pues, numerosos.
Parece que San Cirilo de Alejandría (c. 376-444) en su Liber de computo, cap. CXXXVIII, titulado De flexibus digitorum,III,135 (Sobre las posturas de los dedos) nos ofrece la más antigua descripción del sistema; S.Isidoro de Sevilla la reproduce en su grandiosa enciclopedia Etimologías en el siglo VI, y en él se inspira el monje Beda, cuya descripción no ha dejado de estar presente durante la Edad Media y hasta bien entrada la Moderna.
A este arte de contar o expresar los números con con los dedos y las manos se le llama técnicamente dactilonomía, del griego δάκτυλος (dáktulos: dedo).
Ilustración tomada de la obra publicada en Venecia en 1494 de Luca Pacioli titulada Summa de Arithmetica, geométrica,, proportioni et proportionalita
Todo esto ha estado vigente mucho tiempo , desde luego durante la Edad Media y siglos XVI y aún después quedan algunos restos.
Pero existe también otro arte, la dactilología o arte de hablar con los dedos y las manos, a la manera del lenguaje de los sordos, que también se practicaba en la Antigüedad.
Citaremos el testimonio de Ovidio en ,aunque evidentemente el sistema se conocía con anterioridad, como atestiguan algunos autores como Ennio:
No hay necesidad de dedos con los que decir secretos (Ars amatoria, , 137)
Nihil opus est digitis, per quos arcana loquaris
Y en Lib. I Amorum, elegia 4
Leerás palabras en mis dedos y palabras escritas con vino.
verba leges digitis, verba notata mero.
A este arte también se refiere Beda en su De Loquela per Gestum Digitorum (Del lenguaje por el gesto de los dedos) que lo explica haciendo coincidir la expresión de cada una de las letras del alfabeto, por su orden, con el gesto digital y manual correspondiente a los números también según su orden; es decir,el gesto del 1 para la a, el del 2 para la b y así sucesivamente.
Si quieres expresar la primera letra del alfabeto, representa el uno
Con la mano; si quieres la segunda, el dos, si la tercera el tres y
así las demás según su orden.
cum primam alphabeti literam intimare cupis, unum manu teneto; cum
secundam, duo. cum tertiam, tria. et sic ex ordine ceteras
Así que con razón decíamos al principio que los romanos digitalizaban; lo hacían con los números y con la voz; digitalizaban cantidades y palabras.
Precisamente de “digiti” deriva la palabra inglesa “digit” con el significado de “cifra”. Las modernas computadoras u ordenadores trabajan con código o base “binaria” (del latín bini = dos). De la contracción de estas dos palabras, binary y digits surge la palabra “bit” o unidad mínima de información en la moderna computación. Así que estas máquinas modernas digitalizan también, pero de otra manera.
Conviene también conocer que otro sistema de contar muy primitivo y generalizado consistía en agregar o separar guijarros de un montoncito, piedrecitas que en latín se llaman “calculi” (cálculos, del griego χάλις, kalis = piedra caliza, de donde la palabra castellana “cal,piedra de cal”). Por eso se llaman también “cálculos” las concreciones pétreas que se forman en los riñones o en la vejiga o en otros órganos del cuerpo y que tanto dolor ocasionan hasta ser expulsadas. De este sistema surgió el arte de calcular y más tarde el ábaco como instrumento adecuado.