Como comenta Plinio en su Naturalis Historia, libro 33, dedicado a los metales, existió en la Antigüedad una verdadera fiebre del oro. Véase http://www.antiquitatem.com/oro-en-la-antiguedad-mineria-romana

A Hispania llegaron a principios del primer milenio antes de Cristo los fenicios, luego  cartagineses y los griegos atraídos precisamente por su riqueza minera. A partir del siglo III a.C, los romanos comienzan su extensión desde el Levante y la Bética hacia el interior, las dos mesetas y el noroeste atraídos por sus minas.

Estrabón dedica el libro III de su Geografía a Iberia y nos dice en su capítulo 2,8 refiriéndose a la Turdetania (en otros pasajes se refiere al Noroeste peninsular):

A tanta riqueza como tiene esta comarca se añade la abundancia de minerales. Ello constituye un motivo de admiración; pues si bien toda la tierra de los íberos está llena de ellos, no todas las regiones son a la vez tan fértiles y ricas, y con más razón las que tienen abundancia de minerales, ya que es raro se den ambas cosas a un tiempo, y raro es también que en una pequeña región se halle toda clase de metales. Pero la Turdetanía y las regiones comarcanas abundan de ambas cosas, y no hay palabra digna para alabar justamente esta virtud. Hasta ahora, ni el oro, ni la plata, ni el cobre, ni el hierro nativos se han hallado en ninguna parte de la tierra tan abundantes y excelentes.

La misma opinión nos transmite Plinio el Viejo en un fragmento del libro 33 de su Naturalis Historia, 33,25 (78) referido ahora al Noroeste de Hispania (Asturias, Galicia, Lusitania):

dicen que  Asturias, Galicia y Lusitania proporcionaron en un año  veinte mil libras de peso. Así  Asturias es la que más produce. Esta fertilidad no ha durado tanto ni en ninguna parte ni durante tantos siglos.

vicena milia pondo ad hunc modum annis singulis asturiam atque callaeciam et lusitaniam praestare quidam prodiderunt, ita ut plurimum Asturia gignat. neque in alia terrarum parte tot saeculis perseverat haec fertilitas.

En el mismo pasaje que estábamos citando, Estrabón nos da noticia de los métodos de extracción del oro:

El oro no se extrae únicamente de las minas, sino también por lavado. Los ríos y torrentes arrastran arenas auríferas. Otros muchos lugares desprovistos de agua las contienen también; el oro, empero, no se advierte en ellos, pero sí en los lugares regados, donde el placer (¡qué nombre tan apropiado!) de oro se ve relucir; cuando el lugar es seco, basta irrigarlo para que el placer reluzca; abriendo pozos, o por otros medios, se lava la arena y se obtiene el oro; actualmente son más numerosos los lavaderos de oro que las minas. Según los galátai, sus minas del monte Kémmenon (actuales montes Cevenes en el Ródano) y las que tiene al pie del Pyréne son más importantes; sin embargo, son más preciados los metales de allí. Dícese que a veces se encuentran entre los placeres del oro lo que llaman “palas”, pepitas de un “hemilitron”,(media libra) que se purifican con poco trabajo. Se dice también que al hendir las rocas suelen hallarse pepitas menores semejantes a ubres. Sometido el oro a una cocción y purificado por medio de cierta tierra aluminosa, se obtiene un residuo que es el “eléktron” (aleación de 4/5 de oro y 1/5 de plata). Éste, cuando va mezclado de plata y oro, se cuece de nuevo; la plata entonces se quema y queda el oro, pues siendo de naturaleza grasa, se puede licuar sin trabajo. En efecto, el oro se funde con facilidad mayor por medio de la paja, ya que su llama es más floja y se adapta mejor a su fin, fundiendo el metal fácilmente, Por el contrario, el carbón, con la vehemencia de su fuego, liquida el metal demasiado pronto, consumiéndolo. En los ríos, el oro se extrae y se lava allí cerca, en pilas o en pozos abiertos al efecto y a los que se lleva la arena para su lavado. Los hornos de la plata se hacen altos, con el fin de que los vapores pesados que desprende la masa mineral se volatilicen, ya que son gases densos y deletéreos. A algunas de las minas de cobre se las suele llamar áureas, pues se supone que de ellas se obtenía antes oro.

También Plinio nos describe  con más detalle  el método y las penosas condiciones de explotación. Dedica  el libro 33 de su Historia Naturales a los metales y en él nos da valiosa información.  Léase http://www.antiquitatem.com/oro-en-la-antiguedad-mineria-romana

Dada la codicia y hambre de oro (sacra fames , hambre sagrada, le llama Virgilio y Plinio) de los romanos, es fácilmente comprensible la justificación que el historiador Floro nos da sobre la Guerra contra los cántabros de Augusto y la fundación de Asturica Augusta. Nos dice en el Epitome Rerum Romanorum , 2.33.12.60:

“Ayudaba a esta decisión,( la de fundar la ciudad de Astúrica Augusta), la naturaleza de la región, rica en oro en todo su entorno  y  rica en malaquita , minio y abundante en  productos de otros colores. En consecuencia ordenó que se explotase el suelo. Así los astures comenzaron a conocer sus recursos y sus riquezas trabajando con esfuerzo  en las profundidades  mientras las buscaban para otros.”

Favebat consilio natura regionis; circa enim omnis aurifera 2est et chrysocoliae 3miniique et aliorum colorum ferax. Itaque exerceri solum iussit. Sic Astures 4nitentes in profundo opes suas atque divitias, dum aliis quaerunt, nosse coeperunt.

Así que el Noroeste de Hispania fue ampliamente prospectado y explotado por los romanos. De estas explotaciones mineras nos ha quedado una huella indeleble en el paisaje y en la retina de todo viajero que tiene la suerte de contemplarla: las Médulas, junto a Ponferrada, en la provincia de León, la mayor explotación minera romana de oro a cielo abierto… porque lo abrieron, abrieron el monte, como explicaré. 

(Sobre el nombre no hay acuerdo: hay quien lo relaciona con el latino “metalla”, metales , y quien lo relaciona con el nombre de un monte mítico en los enfrentamientos entre cántabros y romanos, el Mons  Medulius. Si así fuera nos quedaría el problema de explicar el origen o significado de Medulius.)

Nota bene: La actual ciudad de León recibe su nombre no del fiero animal de la sabana africana sino de la Legio Septima Gemina acampada precisamente ahí para protección y control de la zona del  Noroeste peninsular, de indudable interés estratégico, dada su riqueza minera y la presencia de lugareños siempre belicosos. (de legionem deriva León, La Legión)

Es un paisaje arruinado de tal belleza y un testigo de la historia de tanta importancia que la Unesco lo declaró Patrimonio de la Humanidad en 1997.

Fotografía de Patrimonio Natural de Castilla y León

  Autor: Håkan Svensson (Xauxa)

Algunos estudiosos, Antonio García Bellido, por ejemplo, han calculado que se removieron 500 millones de m³ y suponiendo un rendimiento de 3 gramos por tonelada (las explotaciones actuales de la zona dan de 1,8 a 2,8 gramos) durante 250 años de explotación darían la extraordinaria cifra de 1.635.000 kg. Recordemos que Plinio informaba que producían 20.000 libras al año en toda la zona.

El precio, siempre oscilante, del oro a fecha 17 de julio de 2013 es de 31,39 euros en Londres. Aplicando este precio a lo extraído obtenemos la difícilmente inteligible cifra de 51.322.650.000 €.  Es este un ejercicio un tanto absurdo, ahistórico y acientífico, pero sirve para imaginar la importancia que estas minas tuvieron para atender la insaciable hambre de oro (sacra famis le llama Plinio) de Roma.

En las Médulas trabajaron permanentemente de 10.000 a 20.000 personas, esclavos primero y luego manumitidos, en las terribles condiciones que nos describe Plinio (véase articulo sobre la fiebre del oro citado anteriormente). Curiosamente y contra la opinión general, en esta zona del Imperio los trabajadores de las minas son libres y no esclavos, a diferencia de otros lugares.

Plinio nos comenta las diversas formas de extracción del oro;  así dice en Naturalis Historia XXXIII,22:

No hay oro más perfecto, que el pulido por el propio río y por la fricción del agua. Otro modo consiste en extraerlo con excavación de pozos o buscándolo con la destrucción del monte. En segundo lugar se busca  por la excavación de los pozos para extraerlo, o  en lel desplome de los montes.

nec ullum absolutius aurum est, ut cursu ipso attrituque perpolitum. alio modo puteorum scrobibus effoditur aut in ruina montium quaeritur;

Así pues, el oro se extrae de las tierras de aluvión mediante el sistema llamado  “ruina montium” ,  “derrumbe o caída de los montes”, porque el monte se venía abajo literalmente, basándose en la fuerza del agua.

La palabra “ruina” es el sustantivo de la misma raíz que el verbo  latino “ruo, ruere”, que significa precipitarse, derrumbarse, lanzarse, desplomarse.

Nos lo describe perfectamente Plinio el Viejo en  Libro 33, 72 y 73: (33,25)

El tercer método  supera al trabajo de los Gigantes; los montes son minados en   grandes espacios  mediante galerías hechas a la luz de las lámparas. Su duración es la misma que la de los turnos  y en muchos meses no se ve la luz del día. Este tipo de explotación se llama ”arrugias". De repente  se producen grietas y los derrumbes aplastan  a los trabajadores, de tal forma que parece menos arriesgado buscar perlas y caracoles  de púrpura en el  fondo del mar; ¡hasta tal punto   hemos hecho más peligrosa  a la tierra (que al mar)! Se dejan, pues,  numerosas bóvedas para sostener los montes.

El obstáculo en uno y otro método son las rocas, que se fragmentan con fuego y vinagre. Pero como esto satura de vapor y humo las galerías, muchas veces las rompen con martillos rompedores de hierro de ciento cincuenta libras y las sacan sobre sus hombros día y noche en la oscuridad pasándolas de mano en mano. Los últimos ven la luz. Si la roca parece más ancha, se sigue el lado de la veta y se ahonda. Sin embargo el trabajo en la roca se considera un tanto fácil.

Existe,  pues,  una tierra de cierto tipo de arcilla mezclada con guijarros, la llaman 'gangadia", casi irrompible. Se la ataca con cuñas de hierro y con los mismos mazos y piensan que nada es más duro, sino aquello que es más duro  que todas las cosas, la avidez de oro.

Acabado el trabajo  se derriban los apeos de los arcos desde el último; se da la señal del  derrumbe y sólo la percibe el vigía colocado en la cima de ese monte. Este con sus voces y gestos da órdenes de que se avise a los trabajadores y él mismo igualmente baja volando. La montaña, resquebrajada, se derrumba por si misma a lo largo  con un estruendo que la mente humana no puede imaginar y con una explosión  increíble.

Victoriosos contemplan el derrumbe de la Naturaleza.Y sin embargo todavía no hay oro ni sabían si lo había cuando cavaban.  Esperar lo que deseaban fue causa suficiente para tan grandes peligros y gastos.

Pero queda otro trabajo igual o de mayor coste: llevar ríos de agua para lavar los escombros desde la cumbre de los montes muchas veces desde cien millas de distancia.
                  …..
Con el método anterior se extrae la tierra con enorme trab ajo para que no colmate los pozos; con este sistema la arrastra el agua. El oro obtenido mediante la arrugia no se funde sino que ya al instante  es oro propio. Así pues se encuentran fuera de los pozos bloques que pasan de las diez libras; unos las llaman “palagas” y otros “palacurnas” y a lo que es grano lo llaman “baluce”; el ulex se seca y se quema y sus cenizas se lavan en un lecho de césped herboso, para que el oro deposite.

tertia ratio opera vicerit gigantum. cuniculis per magna spatia actis cavantur montes lucernarum ad lumina; eadem mensura vigiliarum est, multisque mensibus non cernitur dies. arrugias id genus vocant. siduntque rimae subito et opprimunt operatos, ut iam minus temerarium videatur e profundo maris petere margaritas atque purpuras. tanto nocentiores fecimus terras! relinquuntur itaque fornices crebri montibus sustinendis. occursant in utroque genere silices; hos igne et aceto rumpunt, saepius vero, quoniam id cuniculos vapore et fumo strangulat, caedunt fractariis cl libras ferri habentibus egeruntque umeris noctibus ac diebus per tenebras proximis tradentes; lucem novissimi cernunt. si longior videtur silex, latus sequitur fossor ambitque. et tamen in silice facilior existimatur opera; est namque terra ex quodam argillae genere glarea mixta – gangadiam vocant – prope inexpugnabilis. cuneis eam ferreis adgrediuntur et isdem malleis nihilque durius putant, nisi quod inter omnia auri fames durissima est. peracto opere cervices fornicum ab ultimo caedunt. dat signum ruina, eamque solus intellegit in cacumine eius montis vigil. hic voce, nutu evocari iubet operas pariterque ipse devolat. mons fractus cadit ab sese longe fragore qui concipi humana mente non possit, aeque et flatu incredibili. spectant victores ruinam naturae. nec tamen adhuc aurum est nec sciere esse, cum foderent, tantaque ad pericula et inpendia satis causae fuit sperare quod cuperent. alius par labor ac vel maioris inpendii: flumina ad lavandam hanc ruinam iugis montium obiter duxere a centesimo plerumque lapide;
                                              ……
in priore genere quae exhauriuntur inmenso labore, ne occupent puteos, in hoc rigantur. aurum arrugia quaesitum non coquitur, sed statim suum est. inveniuntur ita massae, nec non in puteis, et denas excedentes libras; palagas, alii palacurnas, iidem quod minutum est balucem vocant. ulex siccatur, uritur, et cinis eius lavatur substrato caespite herboso, ut sidat aurum.

En realidad lo que hacen es recoger el agua de los manantiales, de la lluvia y de la nieve  en grandes embalses, y conducirla por gravedad desde largas distancias con  un sistema de canales hasta  las minas. En los estratos estériles se excavan  a muchos  muchos metros de profundidad varias galerías que se superponen a las capas de conglomerado aurífero. Se abren  las compuertas de las presas y enormes cantidades de agua fluyen por  las galerías de diverso diámetro de luz, que están cerradas en sus extremos. La enorme presión acumulada hace estallar las rocas y las arrastra a varios kilómetros creando enormes áreas para el lavado. Este  proceso es claramente evidente en el aspecto de la zona  principal de Las Médulas. El sistema de canales y conducciones de agua alcanzaba al menos 100 Km.

Curiosamente este principio de la presurización del agua es el utilizado actualmente por las modernas máquinas de corte por chorro de agua, más precisas y versátiles que el corte por laser, plasma o descarga eléctrica para trabajar con todo tipo de material. La técnica ciertamente ha evolucionado pero el principio general es el utilizado por los especialistas romanos.

En resumen y como se reconoce en la propia documentación de la Unesco, “La Zona Arqueológica de Las Médulas es así un magnífico ejemplo de proceso histórico en el que los elementos naturales y la intervención humana aparecen constantemente entrelazados”.

Ciertamente, lo único que les faltó a los romanos fue el desarrollo de alguna de las técnicas modernas más sofisticadas, como la  lixiviación con cianuro o la fusión del arsénico aurífero, técnicas que modernas empresas extractivas emplean precisamente hoy en día en la misma zona del Noroeste hispano.  Pero estas explotaciones suelen contar con la oposición de los habitantes de la zona y de grupos de defensores del medio ambiente por las grave contaminación que suele llevar parejo el movimiento de millones de toneladas de escombros. Claro que en la Antigüedad los romanos establecieron todo una campamento y una legión, la Legio VII Gemina"  (la Legíon Septima Gemela) para controlar la zona. Por algo sería…

Pero la fiebre del oro sigue siendo todavía muy alta y los obstáculos a su extracción suelen ser fácilmente superados, precisamente por el propio oro transformado en papel moneda o dinero digital, más moderno todavía.

Las Médulas son la evidencia de la “ruina montium”

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