Con alguna frecuencia oigo a alguna persona rechazar el ordenador como instrumento educativo para los niños y jóvenes con el argumento de que perjudica el desarrollo de la memoria o de cierta capacidad de razonamiento. Con anterioridad oímos argumentos similares en el rechazo de las calculadoras electrónicas que impedirían la capacidad de pensamiento matemático. Todo ello me recuerda un famoso pasaje de Platón en su diálogo Fedro 274c-277a y 279b- 279c en el que en boca de Sócrates rechaza el invento de la escritura por la misma razón de que acabará con la memoria, facultad indispensable del ser humano.
El pasaje encierra en sí la mayor de las contradicciones por cuanto Platón es un filósofo que escribió mucho (a diferencia de Sócrates) y gracias a esa escritura conocemos las obras y el pensamiento de Platón, entre otros el pasaje al que me refiero, aunque afirme que la verdadera filosofía no puede expresarse por escrito.
Pero al margen de la contradicción expuesta, el mito plantea una serie de cuestiones de gran interés que merecen algún comentario. En todo lo caso, el paso previo es el de leer y conocer en sí mismo el texto señalado, que transcribo a pesar de su extensión, en la traducción que de él hizo Emilio Lledó en el volumen III de los Diálogos editados por Gredos en 1988 y que reproduce en su librito “El silencio de la escritura”:
274a y ss.
SOCRATES: Tengo que contarte algo que oí de los antiguos, aunque su verdad sólo ellos la saben.Por cierto que, si nosotros mismos pudiéramos descubrirla, ¿nos seguiríamos ocupando todavía de las opiniones humanas?
FEDRO: Preguntas algo ridículo. Pero cuenta lo que dices haber oído.
SOC. – Pues bien,oí que había por Náucratis, en Egipto, uno de los antiguos dioses del lugar al que, por cierto, está consagrado el pájaro que llaman Ibis. El nombre de aquella deidad era el de Theuth. Fue éste quien, primero descubrió el número y el cálculo y, también, la geometría y la astronomíay,además, el juego de damas y el de dados, y, sobre todo, las letras. Por aquel entonces,era rey de todo Egipto Thamus,que vivía en la gran ciudad de la parte alta del país,que los griegos llaman la Tebas egipcia, así como a Thamus llaman Ammón. A él vino Theuth, y mostrándole sus artes, le decía que debían ser entregadas al resto de los egipcios. Pero Thamus le preguntó cuál era la utilidad que cada una tenía, y, conforme se la iba minuciosamente exponiendo, lo aprobaba o desaprobaba, según le pareciese bien o mal lo que decía. Muchas, según se cuenta, son las observaciones que, a favor o en contra de cada arte, hizo Thamus a Theuth, y tendríamos que disponer de muchas palabras para tratarlas todas.
Pero cuando llegaron a lo de las letrar,dijo Theuth: “Este conocimiento,oh rey, hará mássabios a los egipcios y más memoriosos, pues se ha inventado como un fármaco de la memoria y de la sabiduría”. Pero él le dijo: “¡Oh artificiosísimo Theuth! A unos les es dado crear arte, a otros juzgar qué de daño o provecho aporta a los que pretenden hacer uso de él.Y ahora tú, precisamente, padre que eres de las letras, por apego a ellas, les atribuyes poderes contrarios a los que tienen. Porque es obvio lo que producirán en las almas de quienes las aprendan,al descuidar la memoria,ya que, fiándose de lo escrito, llegarán al recuerdo desde fuera, a través de caracteres ajenos,no desde dentro, desde ellos mismos y por sí mismos.No es, pues, un fármaco de la memoria lo que has hallado,sino un simple recordatorio. Apariencia de sabiduría es lo que proporcionas a tus alumnos, que no verdad.Porque habiendo oído muchas cosas sin aprenderlas, parecerá que tienen muchos conocimientos,siendo, al contario, en la mayoría de los casos,totalmente ignorantes,y difíciles,además, de tratar porque han acabado por convertirse en sabios aparentes en lugar de sabios de verdad”.
FED.-¡Qué bien se te da, Sócrates,hacer discursos de Egipto,o de cualquier otro país que se te antoje!
SOC.- El caso es,amigo mío, que, según se dice que se decía en el templo de Zeus en Dodona, las primeras palabras proféticas habían salido de una encina. Pues a los hombres de entonces,como no eran sabios como vosotros los jóvenes, tal ingenuidad tenían que se conformaban con oir a una encina o a una roca, sólo con que dijesen la verdad. Sin embargo, para ti tal vez hay diferencia según quién sea el que hable y de dónde. Pues no te fijas únicamente en si lo que dicen es así o de otra manera.
FED.- Tienes razón al reprenderme, y creo que con lo de las letras pasa lo que el tebano dice.
SOC.- Así pues, el que piensa que ha dejado un arte por escrito, y, de la misma manera,el que lo recibe como algo que será claro y firme por el hecho de estar en letras,rebosa ingenuidad y, en realidad,desconoce la predicción de Ammón, creyendo que las palabras escritas son algo más,para el que las sabe, que un recordatorio de aquellas cosas sobre las que versa la escritura.
FED.- Exactamente
SOC.- Porque es que es impresionante, Fedro, lo que pasa con la escritura,y por lo que tanto se parece a la pintura. En efecto, sus vástagos están ante nosotros comosi tuvieran vida; pero,si se les pregunta algo, responden con el más altivo de los silencios. Lo mismo pasa con las palabras escritas . Podrías llegar a creer que lo que dicen fueran como pensándolo; pero si alguien pregunta, queriendo aprender de lo dicho, apuntan siempre y únicamente a una y la misma cosa. Pero, eso sí, con que una vez algo haya sido puesto por escrito, las palabras ruedan por doquier,igual entre los entendidos que como entre aquellos a los que no les importa en absoluto, sin saber distinguir a quiénes conviene hablar a a quiénes no. Y si son maltratadas o vituperadas injustamente, necesitan siempre la ayuda del padre,ya que ellas solas no son capaces de defenderse ni de ayudarse a sí mismas.
FED.- Muy exacto es todo lo que has dicho.
SOC.- Entonces, ¿qué? ¿Podemos dirigir los ojos hacia otro tipo de discurso, hermano legítimo de éste, y ver cómo nace y cuánto mejor y más fuertemente se desarrolla?
FED.- ¿A cuál te refieres y cómo dices que nace?
SOC.- Es ese que se escribe con fundamento en el alma del que aprende; capaz de defenderse a sí mismo, y sabiendo con quiénes hablar y ante quiénes callarse.
FED.- ¿Te refieres al discurso lleno de vida y de alma,que tiene el que sabe y del que el escrito se podría justamente decir que es el reflejo?
SOC.- Sin duda. Pero dime ahora esto. ¿Un labrador sensato que cuidase de sus semillas y quisiera que fructificasen, las llevaría, en serio, a plantar en verano, a un jardín de Adonis, y gozaría al verlas ponerse hermosas en ocho días,o solamente haría una cosa así por juego o por una fiesta, si es que lo hacía? ¿No sembraría, más bien, aquellas que le interesasen en el lugar adecuado de acuerdo con lo que manda el arte de la agricultra, y no se pondría contento cuando, en el octavo mes, llegue a su plenitud todo lo que sembró?
FED.- Así es,Sócrates.Tal como acabas de expresarte;en un caso obraría enserio,en otro de manera muy diferente.
SOC.- ¿Y el que posee el conocimiento de las cosas justas, bellas y buenas,diremos que tiene menos inteligencia que el labrador con respecto a sus propias simientes?
FED.- De ningún modo.
SOC.- Por consiguiente, no se tomará en serio el escribirlas en agua, negra por cierto, sembrándolas por medio del cálamo,con discursos que no pueden prestarse ayuda a sí mismos, a través de las palabras que los constituyen, e incapaces también de enseñar adecuadamente la verdad.
FED.- A menos, no es probable.
SOC.- No lo es, en efecto. Más bien, los jardines de las letras, según parece, los sembrará y escribirá como por entretenimiento; atesorando, al escribirlos, recordatorios para cuando llegue la edad del olvido, que les servirán a él y a cuantos hayan seguido sus mismas huellas. Y disfrutará viendo madurar tan tiernas plantas, y cuando otros se dan a otras diversiones y se hartan de comer y beber y todo cuanto con esto se hermana, él, en cambio, pasará, como es de esperar,su tiempo distrayéndose con las cosas que te estoy diciendo.
FED.- Uno extraordinariamente hermoso, al lado de tanto entretenimiento baladí, es el que dices, Sócrates, y que permite entretenerse con las palabras,componiento historias sobre la justicia y todas las otras cosas a las que te refieres,
SOC.- Así es, en efecto, querido Fedro. Pero mucho más hermoso,pienso yo, es ocuparse con seriedad de esas cosas, cuando alguien, haciendo uso de la dialéctica y eligiendo un alma adecuada, planta y siembra palabras con fundamento, capaces de ayudarse a sí mismas y a quienes las planta,y que no son estériles, sino portadoras de siemientes de las que surgen otras palabras que, en otros caracteres, son canales por donde se transmite, en todo tiempo, esa semilla inmortal, que da felicidad al que la posee en el grado más alto posible para el hombre.
………….
279b
FED.- Así será. Pero vámonos yendo,ya que el calor se ha mitigado.
SOC.- ¿Y no es propio que los que se van a poner en camino hagan una plegaria?
FED.- ¿Por qué no?
SOC.- Oh querido Pan, y todos los otros dioses que aquí habitéis, concededme que llegue a ser bello por dentro,y todo lo que tengo por fuera se enlace en amistad con lo de dentro; que considere rico al sabio; que todo el dinero que tenga sólo sea el que puede llevar y transportar consigo un hombre sensato, y no otro. ¿Necesitamos de alguna otra cosa, Fedro? A mí mebasta con lo que he pedido.
FED.- Pide todo esto también para mí, ya que son comunes las cosas de los amigos.
SOC.-Vayámonos.
Nota: Theuth es el equivalente egipcio de Prometeo. Los “jardines de Adonis” se refiere a las macetas o tiestos plantados con cereales y flores aromáticas para embellecer y aromatizar las calles y plazas en las fiestas de Adonis (las Adonías) que se celebraban en verano. Las altas temperaturas las hacían crecer rápidamente, pero con la misma rapidez se marchitaban.
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Las mismas ideas las expresa Platón en su Séptima Carta dirigida a los parientes y amigos de Dión, aunque es necesario advertir que la autoría de la Carta VII por parte de Platón ha sido cuestionada. En todo caso la carta es congruente con los otros escritos de Platón.
El texto es un lugar ya tópico al hablar de la “escritura”, pero su lectura plantea algunas cuestiones actuales e importantes que aquí sólo puedo esbozar.
Por supuesto, fracasa Platón en cuanto premonición de la ruina de la inteligencia y del conocimiento, como fracasan sin duda quienes actualmente rechazan el uso de los instrumentos electrónicos desde los primeros momentos de la educación.
El texto plantea la utilidad de la escritura frente al mundo oral todavía muy importante en tiempos de Platón. Como decía, Sócrates, su maestro, no escribió sus pensamientos.
Para Platón, la escritura, como la pintura, no es sino una representación inmóvil, pasiva, del pensamiento, una aproximación al objeto.
Para Platón, la expresión oral es algo interno y constitutivo del propio hombre que en el diálogo y relación con el otro admite la pregunta, la estimulación del oyente y constituye la sabiduría y el conocimiento.
La escritura, en cambio, es algo externo que a lo sumo puede servir de recordatorio, pero no es parte constitutiva del hombre ni reacciona a pregunta o cuestión alguna ni puede defenderse si la contradices; no es sabiduría, a lo sumo es información, pero no conocimiento. La verdadera escritura es la que se graba en el alma del que aprende; el aprendizaje se realiza cuando la palabra se graba en el alma, de la que la esritura es sólo una imagen. La escritura no es sino el “fármacon”, el remedio, para recordar lo aprendido antes mediante el coloquio dialéctico.
Lo escrito no se debe a la experiencia vital del lector sino de otro. Ese texto escrito cae en manos de cualquiera, esté preparado para darle sentido o no lo esté.
Esta es la principal objeción de Platón. La segunda es que la escritura debilita y destruye la memoria y los hombres se harán olvidadizos porque lo escrito no está integrado en su propio ser.
Naturalmente, si Platón tuviera razón en un momento en que la escritura y lectura no es generalizada sino que en buena medida coexiste con la oralidad, ¿qué decir de la imprenta y su ingente producción desde que fue inventada?
De hecho hubo voces críticas sobrela imprenta, como la del humanista, editor e impresor veneciano Hieronimo Squarciafico, que trabajaba para el famoso impresor Aldo Manuzio. En su libro Memoria y libros, 1477, decía:
“la abundancia de libros hace a los hombres menos estudiosos, destruye la memoria y debilita el pensamiento porque le releva del trabajo excesivo”. (Citado por Lowry, Martin J.C. (1979), The World of Aldus Manutius: Business and Scholarship in Renaissance Venice, Ithaca, N.Y, pág. 31
Hieronimo Squarciafico, Memory and Books, 1477)
Y sin embargo Squarciafico promovió la impresión de los clásicos latinos, pero en 1481 se muestra escéptico con tanta publicación de libros. Se imagina que recibe una carta del humanista Francesco Filelfo, que había muerto poco antes, en la que le da cuenta de una discusión en los Campos Elíseos entre autores famosos del pasado . Algunos se muestran partidarios de la imprenta ya que sin ella las obras perecerían, pero otros se quejan porque la impresión “ahora es obra de hombres ignorantes que corrompen todo”.
Conocida es también la opinión de Rousseau en su Emilio o Sobre la Educación:
“Yo odio los libros, porque enseñan a hablar de lo que no se sabe” (III, 145).
“Ningún otro libro que el mundo, ninguna otra instrucción que los hechos. El muchacho que lee no piensa, no hace más que leer: y no se instruye porque no aprende más que palabras” (III, 130),
Todo lo dicho anteriormente se aplica a fortiori (con más motivo) al mundo de los ordenadores o computadoras, soporte no sólo externo al hombre sino que lo supera ampliamente por cuanto su información es ingente. En cierta manera, estamos tan acostumbrados hoy a la escritura desde la infancia que en algún sentido la sentimos como algo interno. No ocurre lo mismo con los ordenadores, con las computadoras, que por su complejidad y todavía novedad, nos parecen máquinas externas, técnicas ajenas no integradas en el conocimiento o sabiduría propia.
Pero volviendo a Platón, éste no cayó en la cuenta de que la escritura personal, propia de cada individuo, también es un elemento de identificación. Una nota manuscrita o firmada por un individuo es un documento que da fe incluso aun no estando presente el interesado, por lo que la escritura transciende el presente y se proyecta en el futuro.
Tampoco cayó en la cuenta de la importancia que tendría el documento escrito. Si algo existe en el documento, más si el documento es oficial, ese algo existe en la realidad. En ello se basa toda la enorme burocracia que sostiene el aparato administrativo de los Estados. Quien figura, por ejemplo, en un libro registro de nacimientos, vivió realmente; aquel de quien no hay relación escrita, no existió, aunque realmente viviera.
Durante mucho tiempo, la lectura se hacía vocalizando y en voz alta y de ello hay pruebas suficientes en el mundo antiguo; sólo muy tarde, la lectura se hace sin emitir sonido alguno, alejándose aún más del mundo oral. Y en cambio debería desarrollarse más en la escuela la “lectura bella”, la lectura en voz alta, la lectura sonora.
Es cierto que los oradores podían escribir sus discursos, pero era para aprenderlos de memoria y exponerlos con la fuerza expresiva de la palabra oral.
Es verdad que en la educación tardó más en disminuir la oralidad en beneficio del libro de texto, que parece haberse convertido ahora en instrumento único de educación desde la aparición de la imprenta y la generalización del libro impreso. La presencia del libro de texto en la educación en todos los niveles es, desde luego, excesiva y genera problemas serios o no atiende aspectos del desarrollo humano esenciales.
Podemos concluir que la oralidad ha ido perdiendo importancia social y la escritura la ha ido aumentando en la propia vida social, cultural, jurídica, administrativa…
Por lo demás, la escritura, que nunca queda descontextualizada, permite almacenar el saber, recuperarlo y transmitirlo también en un contexto, generalmente distinto de aquel en el que fue escrito, pero no por eso falso o inútil.
Cuando hoy hablamos de escritura y de almacenamiento del saber debemos incluir también en el concepto los modernos sistemas digitales de conservación del saber, que preservan cantidades ingentes de información y facilitan su rápido acceso y utilización. Lo que el hombre necesita, pues, son los instrumentos y la capacidad para encontrar y utilizar esa ingente información para integrarla en el conocimiento.
En cualquier caso, a la vista de lo que está ocurriendo, podemos preguntarnos con toda lógica, sobre los efectos de la buena o mala utilización de las nuevas tecnologías.
Es lo que se pregunta Nicholas Carr en un sugerente artículo en la Revista The Atlantic, Julio-Agosto de 2008: Is Google Making Us Stupid? What the Internet is doing to our brains.
O José Manuel Trabado Cabado, desde la Universidad de León, que afirma en su estudio "Saturación informativa y los nuevos cronotopos de lectura" que el sistema de hipertextos -los enlaces de la web- "amenaza con no dejarnos regresar nunca, prometiéndonos maravillas aquí y allá y tesoros camuflados en selvas demasiado grandes para los mapas del hombre".
El asunto sobrepasa el objetivo de este blog, pero será de justicia reconocer que el fondo de la cuestión es el que hace 2.400 años planteó Platón.
Y podemos aprovechar también la ocasión para enfatizar la importancia del diálogo y de la palabra, que llama “pequeño soplo”, y su poder de persuasión, recogiendo las famosas palabas del sofista Gorgias de Leontinos en su Elogio a Helena, 8…
la palabra es un gran soberano que, con un pequeñísimo y muy invisible cuerpo, consigue efectos absolutamente divinos; pues en efecto, puede eliminar el miedo, y suprimir el dolor, e infundir alegría, y aumentar la compasión.