La respuesta más ponderada a la pregunta de si el poeta nace o se hace afirmará que el poeta debe venir a este mundo provisto de unas especiales cualidades que el ejercicio diario y constante ha de desarrollar y consolidar. Probablemente así son las cosas pero el asunto admite alguna reflexión.

En primer lugar la misma etimología de la palabra “poeta” nos puede ayudar a dilucidar el dilema. “Poeta”, del griego  ποιητής,  “poietés”,  es el creador, autor, fabricante, hacedor, poeta (hacedor de versos);  y, claro está,  no todo el mundo tiene capacidad creativa. Así que la poesía, desde su origen, está conectada con los dioses. La poesía es “un don de los dioses”.  El poeta es un ser “insanus” o loco, arrebatado  por el “furor poeticus”, por la “inspiración divina”.

Recordemos asimismo cómo la palabra “carmen”  significa “poema, verso”, pero también “embrujo, canción, canto y encantamiento, profecía, predicción, embrujo, filtro mágico, fórmula religiosa, sentencia moral…”.

También el poeta es llamado  “vate“ del latín “vates”, adivino, profeta, poeta inspirado por los dioses (por cierto, el Vaticano es la colina de los “vaticinios” o profecías según una etimología que no todos admiten, seamos precisos, pero que parece plausible).

Así que el poeta es un ser tocado por la divinidad, que en su origen emitía “carmina”, poemas, versos, sentencias que son profecías y mensajes de los dioses. El poeta canta y produce encantamientos. Todo esto ya lo comenté hace algún tiempo en otro artículo; véase http://www.antiquitatem.com/aut-insanit-homo-aut-versus-facit-horaci

Esta creencia se ha prolongado  a lo largo del tiempo y hasta nuestros días.  Recordemos a Cervantes y su referencia a la poesía como “la gracia que no quiso darme el cielo”.

Yo, que siempre trabajo y me desvelo
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el cielo […]

(Viaje del Parnaso, vv. 25-27)

Desde esta perspectiva es acertado afirmar que “el poeta nace”.

Pero no todo el mundo opina igual  ya desde la Antigüedad. Así   Horacio no está de acuerdo  en su preceptiva literaria en forma de carta, Epistula ad Pisones 289-97,  con  Demócrito, que  exigía a los poetas cierta locura;  Horacio confía más en  el trabajo exigente del pulido y corrección, en la  “labor limae et mora”, en el trabajo y constancia de la lima:

No sería el Lacio menos poderoso por su literatura
como lo es por su valor y sus hazañas bélicas
si los poetas no fueran tan impacientes
y reacios a la labor de la lima.
Vosotros, linaje de Pompilio, censurad un poema
que no haya madurado con el tiempo
y sufrido muchas tachaduras, hasta adquirir
un pulimento perfecto; porque Demócrito cree
que el talento natural es más afortunado que la pobre técnica
y excluye del Helicón a los poetas sanos (que no están locos),
una gran parte procura no cortarse las uñas
ni la barba, busca los lugares apartados y
no frecuenta los baños. Pues merecerá el nombre
y la estimación de poeta el que nunca confió
al barbero Licinio su cabeza, que no alcanzará a curar
el eléboro de las tres Anticiras.

Nota: El Helicón es un monte cercano al Parnaso dedicado al dios Apolo y a las Musas.
Las tres Anticiras son tres ciudades griegas con este nombre en las que se supon que se criaba el eléboro, planta medicinal que se creía que curaba la locura.

Nec virtute foret clarisve potentius armis,
quam lingua Latium, si non offenderet unum
quemque poetarum limae labor et mora. Vos, o
Pompilius sanguis, Carmen reprehendite, quod non
multa diez et multa litura coercuit atque
praesectum decies non castigavit ad unguem.
Ingenium misera quia fortunatius arte
credit et excludit sanos Helicone poetas
Democritus, bona pars non ungues ponere curat,
non barbam, secreta petit loca, balnea vitat.
Nanciscetur enim pretium nomenque poetae,
si tribus Anticyris caput insanabile numquam
tonsori Licinio commiserit.

Algunos episodios y momentos de poetas  de época romana,  que lo fueron por la fuerza interna de su decisión, confirman la realidad de esta afirmación.

En general ayer como hoy la tarea esta de la poesía gozaba de notable prestigio pero de escasa compensación económica. Son numerosos, ayer como hoy, los ejemplos de extraordinarios poetas incomprendidos por sus progenitores, que hubieran deseado para ellos empleos más lucrativos. Es el caso de Ovidio, de Marcial, etc.

De Ovidio se cuenta una anécdota, apócrifa por cierto,  al respecto,  que resulta interesante. Hijo de una familia tradicional y terrateniente fue enviado a Roma con su hermano para estudiar retórica y convertirse en un buen abogado. Ovidio se mostró más interesado en la poesía que en el derecho. Su padre le recriminaba que se dedicara a una tarea que ya desde Homero, que murió en la pobreza, no producía ninguna ganancia.  Todo esto nos lo cuenta el propio Ovidio en su Tristia, IV, 10, 21-26  en la que nos proporciona unos cuantos detalles autobiográficos. 

Reproduzco algunos versos y animo al lector a hacer una lectura completa.

Muchas veces  me dijo mi padre: ¿por qué haces un esfuerzo inútil?
El mismo Meónida (Homero) ninguna riqueza dejó.
Quedaba yo afectado por estas palabras y olvidándome del Helicón
intentaba escribir palabras libres de toda medida (en prosa),
pero espontáneamente  me venía el poema con su adecuada medida,
y todo lo que intentaba decir era verso

Saepe pater dixit: “Studium quid inutile temptas?
Maeonides nullas ipse reliquit opes”
Motus eram dictis, totoque Helicone relicto
Scribere conabar verba soluta modis.
Sponte sua Carmen números veniebat ad aptos,
Et quod temptabam dicere, versus erat.

Pues bien, probablemente el verso  “quidquid temptabam dicere versus erat”  (todo lo que intentaba decir era verso)  es el que  dio origen a la anécdota apócrifa, aunque repetida hasta la saciedad  de manera poco exigente, que refiero a continuación. 

Es una cita sin duda apócrifa (oculta, sin firma, que es lo que significa la palabra del griego  ἀπόκρυφος, ἀπό ,apó, lejos de, privado de, y κρυπτός , kryptos , oculto) que dice que a la reconvención paterna Ovidio respondió:

Parce mihi, nunquam versificabo, pater!

¡Perdóname, padre!, nunca volveré a escribir versos

Pero esta respuesta en sí misma era la negación de lo que afirmaba, porque resulta ser ella misma un verso.

Confirma su carácter apócrifo de la anécdota alguna otra versión paralela, con alguna variación, facilitada precisamente por no encontrarse el citado verso entre los de Ovidio. Así

Te juro, te juro, padre que nunca más compondré versos

Iuro, iuro, pater numquam componere versus

Iuro tibi pater numquam componere carmen

Nunc tibi promitto nunquam componere uersus

Horacio es también un buen ejemplo de la fuerza interna que con la que los dioses tocan a los poetas. Es verdad que su padre, un liberto que hizo alguna fortuna, se empeñó en que su hijo estudiara con los mejores profesores en Roma y luego en Grecia. Lo suyo, desde luego, eran las letras, aunque estando en Grecia participó en la batalla de Filippos en el ejército perdedor de Bruto, el republicano, uno de los asesinos de César. Vivió como pudo hasta que entró en el círculo del gran Mecenas y del propio Augusto, pero nunca dejó la poesía que le abrió la puerta de la inmortalidad.

El texto anteriormente citado de la Epistula ad Pisones es clara expresión del trabajo que debe acompañar a toda inspiración.

Otro ejemplo similar es el del  ingenioso, a veces ácido, a veces tierno, Marcial, que nació en Bilbilis junto a la actual Calatayud. Marcho a Roma, a la Urbe, para triunfar como poeta.  Harto de malvivir a la sombra de los poderosos,  volvió a su natal Bilbilis, acogido por una rica viuda.  Como detalle curioso diré que Plinio el Joven le proporcionó la ayuda necesaria para el viaje; ayuda que por eso recibe el nombre de viático, de "via", camino, carretera.  Pues bien, durante su estancia en Roma sus amigos le aconsejaron una y otra vez que se dedicara al “foro”, a los pleitos, que es lo que entonces como hoy dan dinero.

El epigrama  que reproduzco dibuja perfectamente el duro ambiente romano en el que han de subsistir los poetas.

Epigramas III, 38 a

“—¿Qué motivo o qué confianza te trae a Roma, Sexto? ¿Qué esperas
o qué vienes a buscar aquí? Dímelo.

—Yo trataré causas, me respondes, con más elocuencia que el propio
Cicerón, y no habrá quien me iguale en los tres foros.

—Han intervenido en causas Atestino y Civis. A los dos los conocías.
Pues bien, ninguno de los dos sacaba para pagar a la patrona.

—Si por esa parte no hay salida, compondré poemas. Apenas los
oigas, pensarás que son de Virgilio.

—Estás loco. Todos esos que ves ahí con sus mantos heladores, son
Ovidios y Virgilios.

—Frecuentaré los atrios de las grandes casas.

—Esto es solución para tres o cuatro. Todos los demás, una turba
inmensa, se mueren de hambre.

—¿Qué debo hacer? Dímelo, porque tengo decidido vivir en Roma.

—Si eres bueno, será una casualidad que puedas vivir”.


Quae te causa trahit vel quae fiducia Romam,
Sexte? quid aut speras aut petis inde? refer.
'Causas' inquis 'agam Cicerone disertior ipso
Atque erit in triplici par mihi nemo foro.'
Egit Atestinus causas et Civis—utrumque
Noras—; sed neutri pensio tota fuit.
'Si nihil hinc veniet, pangentur carmina nobis:
Audieris, dices esse Maronis opus.'
Insanis: omnes gelidis quicumque lacernis
Sunt ibi, Nasones Vergiliosque vides.
'Atria magna colam.' Vix tres aut quattuor ista
Res aluit, pallet cetera turba fame.
'Quid faciam? suade: nam certum est vivere Romae.'
Si bonus es, casu vivere, Sexte, potes.

Estos poetas y muchos otros son ejemplo de personas que sucumbieron  a la pasión interna que les consumía,  la poesía , y confirman la opinión de quien afirma que hay que nacer poeta para serlo pero también hay trabajar duro con la lima (labor limae et mora).

Esta necesidad del trabajo constante de perfeccionamiento del texto poético nos lo confirma la vida del grandioso Virgilio.  Dedicó los últimos años de su vida a componer la Eneida,  el gran canto épico a la historia y grandeza del pueblo romano y  del emperador Augusto en cuya época vivió y que le protegió.

Su método  consistía en dictar a su amanuense  y liberto Eros  por la mañana decenas de versos, que por la tarde dejaba reducidos a unas pocas unidades. Parece que tenía un guión en prosa más o menos definido de lo que sería la obra e iba completando los diversos libros según le venía la inspiración. Incluso dejaba versos incompletos para finalizar más tarde si el hemistiquio (medio verso) expresaba la idea completa.

Nos lo cuenta Suetonio en la vida de Virgilio, una de las vidas de su De poetis, que a su vez forma parte de su De viris illustribus:

Cuando estaba escribiendo las “Geórgicas”, se dice que acostumbraba todos los días a dictar por la mañana muchos versos inspirados y a lo largo del día, corrigiéndolos, los dejaba reducidos a muy pocos, diciendo no absurdamente que él “paría”  y daba forma al poema como la osa, lamiendo y lamiendo.  Decidió escribir  la Eneida resumida en doce libros primero en prosa y componerla en verso según le apetecía en cada caso sin guardar ningún orden establecido. Y para que la inspiración no le demorase, nos transmitió algunos versos imperfectos, algunos  los anunció con pocas palabras, que en  broma decía que colocaba como puntales  para sostener la obra, en tanto le llegaban las sólidas columnas.

Cum "Georgica" scriberet, traditur cotidie meditatos mane plurimos versus dictare solitus ac per totum diem retractando ad paucissimos redigere, non absurde carmen se more ursae parere dicens et lambendo demum effingere. "Aeneida" prosa prius oratione formatam digestamque in XII libros particulatim componere instituit, prout liberet quidque, et nihil in ordinem arripiens. Ac ne quid impetum moraretur, quaedam inperfecta transmisit, alia levissimis verbis veluti fulsit, quae per iocum pro tibicinibus interponi aiebat ad sustinendum opus, donec solidae columnae advenirent.

Aulo Gelio en XVII, 10  también recuerda la forma de producir sus versos

Recuerdo que el filósofo Favorino, una vez que acudió durante el verano del año  a la villa de un amigo suyo en Anzio, y yo había venido de Roma para verlo, disertó poco más o menos  de la siguiente manera sobre los poetas Píndaro y Virgilio. Dijo que "los amigos y los íntimos de Publio Virgilio, en los  recuerdos  que la memoria nos ha dejado de su talento y su carácter, dicen que él solía declarar que paría los  de la forma y la manera de una osa, "
Porque así como  la bestia da a luz a su cría sin figura y deforme, y luego lamiendo da figura y forma a lo que había parido, así los productos recientes de su mente también eran groseros en su figura e imperfectos,  pero después  trabajándolos y puliéndolos les daba las formas del rostro y de la expresión.

Favorinum philosophum, cum in hospitis sui Antiatem villam aestu anni concessisset nosque ad eum videndum Roma venissemus, memini super Pindaro poeta et Vergilio in hunc ferme modum disserere:  “Amici,” inquit, “familiaresque P. Vergilii, in his quae de ingenio moribusque eius memoriae tradiderunt, dicere eum solitum ferunt parere se versus more atque ritu ursino. Namque
ut illa bestia fetum ederet ineffigiatum informemque lambendoque id postea quod ita edidisset conformaret et fingeret, proinde ingenii quoque sui partus recentes rudi esse facie et inperfecta, sed deinceps tractando colendoque reddere iis se oris et vultus liniamenta
.

Nota: esta comparación con el lamer de la loba tuvo notable éxito y se utilizó naturalmente en nuestro Renacimiento y Barroco.

En el añ 19 a.C. cuando ya la tenía acabada pero no definitivamente corregida, marchó a Atenas para revisarla. Allí se encontró con  Augusto, que le convenció para volver con él a Roma. Visitó Megara bajo un sol abrasador y cayó enfermo.  Apenas desembarcar en Brindis, murió el 21 de septiembre, a los 51 años.  Antes de morir, pidió las cajas con los manuscritos de la Eneida para quemarlos; con anterioridad ya lo había así dispuesto en su testamento y pedido a sus albaceas Vario y Tucca. Sin duda este deseo se debía a su pasión por la perfección.  Se dice que fue la intervención de Augusto la que impidió que se cumpliera el deseo del poeta y se salvara el poema para la posteridad que siempre lo ha tenido de modelo de poesía épica. A Virgilio no le parecía presentable; le faltaba la última mano.

El primero que nos lo cuenta o la primera y principal fuente es Plinio en su  Naturalis Historia VII 114:

El Divino Augusto prohibió que fueran quemados los poemas de Virgilio  en contra del respeto  de su testamento y proporcionó así al poeta mayor fama que si hubiera aprobado su petición.

Divus Augustus carmina Vergili cremari contra testamenti eius verecundiam vetuit maiusque ita vati testimonium contigit quam si ipse sua probavisset.

También Donato en su Vida de Virgilio, XIV, 52 recoge el hecho:

Cuando sintió que se agravaba su salud con su enfermedad pidió muchas veces y con gran fuerza que le llevasen las cajas (con los rollos) porque quería quemar la Eneida. Como  no se los llevaron ordenó en su testamento que fuera quemada como obra sin corregir e imperfecta.

Tiberius Claudius Donatus, Vita Publii Virgilii Maronis, XIV, 52

Quo ut gravari morbo se sentiret scrinia saepe et magna instantia petivit
crematurus Aeneida. Quibus negatis testamento comburi iussit ut rem inemendatam imperfectamque.

Hay que añadir Gellio XVII 10.7, que después de comentar que el mismo poeta decía que perfeccionaba sus versos como las osas dan forma a sus cachorros, nos informa:

La propia realidad demuestra que fue un hombre de extraordinario buen gusto el que dijo esto con honestidad y verdad. Pues  las partes que dejó perfectas y pulidas,  a las que  su juicio y  aprobación habían aplicado su última la mano,   disfrutar de toda alabanza por su belleza poética; pero aquellas partes que se  pospusieron, con la intención de revisarlas más tarde, pero que  no pudo terminar porque le adelantó la muerte, no son de ninguna manera dignas de la fama y el agrado de los más elegantes de los poetas. Y así,  cuando abatido por la enfermedad  que la muerte estaba cerca, pidió y rogó y rogó insistentemente a  sus mejores amigos que quemaran la Eneida, que todavía no había “limado” suficientemente.

Hoc virum iudicii subtilissimi ingenue atque vere dixisse, res,” inquit, "indicium facit.  Nam quae reliquit perfecta expolitaque quibusque inposuit census atque dilectus sui supremam manum,  omni poeticae venustatis laude florent; sed quae procrastinata sunt ab eo, ut post recenserentur, et absolvi, quoniam mors praeverterat, nequiverunt, nequaquam poetarum elegantissimi nomine atque iudicio digna sunt. Itaque cum morbo obpressus adventare mortem viderat, petivit oravitque a suis amicissimis inpense, ut Aeneida, quam nondum satis elimavisset, adolerent.

También Macrobio en sus Saturnales I,24,6:

¿Quién a la hora de morir legó su poema al fuego, porque quería sustraer a la posteridad las carencias de su buena fama?

Qui enim  moriens poema suum legavit igni, quid nisí famae suae vulnera posteritati subtrahenda curavit?,

También  Suetonio en su Vida de Virgilio. Aunque redundante, ofrezco el texto de Suetonio, que recoge todo lo anteriormente dicho al final del artículo. Nada sabemos del citado por Suetonio Sulpicio el Cartaginés, relacionado también en Anthologia Latina 653

Por lo demás la anécdota también está en las vidas de Virgilio, en la llamada Vita Serviana, 26-28 B

«Aeneidem…scripsit…,sed nec emendavit nec edidit: unde eam moriens praeccpit
incendí.”

y en la Probiana se repite también,lo mismo que en Donato y Servio:

La Eneida fue conservada gracias a Augusto, aunque él mismo (Virgilio) en su testamento la había ordenado que no se conservase nada que él no hubiera editado:

Aeneis servata ab Augusto, quamvis ipse testamento damnaverit, ne quid eorum quod non edidisset extaret

Esta realidad descrita confirma la necesidad de trabajar incansablemente para que aparezcan como fluidos los versos que no son sino fruto de un enorme esfuerzo y tensión emocional. Así que firmaré también la definición con la que comenzaba el artículo: el poeta nace y se hace con un esfuerzo permanente, con un constante “labor limae”. Con ello no hago sino seguir el sabio consejo de Horacio  preceptiva literaria “Epistula ad Pisones”, v. 408-411:

Se pregunta si el mérito de un poema
depende de la naturaleza o del arte.
Yo ni creo en el estudio sin inspiración,
ni veo qué aprovecha un genio sin educar;
una cosa necesita del auxilio de la otra
y son perfectamente compatibles.

Natura fieret laudabile Carmen an arte,
quaesitum est: ego nec studium sine divite vena,
nec rude quid prosit video ingenium; alterius sic
altera poscit opem res et coniurat amice.

Y si esto es así, ¿cómo es posible que modernos vates publiquen un libro de poemas al año e incluso al semestre? Probablemente porque ni fueron tocados por la divinidad ni aplican la diaria lima necesaria;  tan sólo emborronan versos con  sonidos vacíos de significado, flatus vocis, decían los antiguos. Y a ellos también se les debe aplicar el consejo del tan citado Horacio en Epistula ad Pisones, 445-450:

El varón bueno y prudente hará como Aristarco,
Censurará los versos flojos, rechazará los incorrectos
Y con la pluma al revés trazará una señal negra sobre los mal medidos,
Recortará los adornos afectados, obligará a esclarecer lo oscuro,
Atacará lo dicho ambiguamente, señalará lo que hay que cambiar. 
(Traducción de Helena Valentí. Edit. Bosch)

vir bonus et prudens versus reprehendet inertis,
culpabit duros, incomptis adlinet atrum
transverso calamo signum, ambitiosa recidet
ornamenta, parum claris lucem dare coget,
arguet ambigue dictum, mutanda notabit:
fiet Aristarchus;

       ………………

Suetonio, Vida de Virgilio, 35 y ss.

A los 51 años de edad (en el año quincuagésimo segundo), dispuesto a dar la última
mano a su Eneida, decidió marcharse  a Grecia y a Asia, y durante  tres años continuos no hacer ninguna otra cosa  que corregirla, para estar libre  el resto de su vida sólo para la filosofía. Pero ya en el viaje se encontró en Atenas con Augusto, que regresaba a Roma desde Oriente, y decidió no separarse de él e incluso volver juntamente,  y mientras  conoció la ciudad vecina de Megara   bajo un sol muy ardiente, contrajo una enfermedad, que se aumentó durante  la navegación ininterrumpida,  de tal forma que alcanzó Brindis bastante más grave. Allí murió a los pocos días, el 21 de septiembre, siendo cónsules Cneo Sentio y Quinto Lucrecio.  Sus huesos fueron trasladados a Nápoles, y enterrados en un sepulcro que está en la vía Puteolana, dentro del segundo miliario, en el que (hay escrito) este dístico que él hizo:

Mantua me engendró, los calabrenses me raptaron, ahora me tiene
Parténope; canté los pastos, los campos, a los generales.

Nombró herederos, de  la mitad  a Valerio Próculo, hermano de diferente padre; de la cuarta parte a Augusto; de la duodécima parte, a Mecenas; de lo restante a Lucio Vario y
a Plocio Tuca, quienes revisaron su Eneida después de su muerte por orden el César.  Sobre  este asunto, quedan estos versos de Sulpicio el cartaginés:

Había ordenado Virgilio que fueran destruidos en las rápidas llamas
estos poemas, que cantaban al general frigio.
Tuca y Vario lo impiden; al mismo tiempo tú, César máximo,
no lo permites y velas por la historia del Lacio.
La desgraciada  Pérgamo cayó junto al fuego doble,
Y Troya casi fue quemada en otra hoguera.

Antes de abandonar Italia, había tratado con Vario, que si le pasaba algo, quemara la Eneida; pero éste  había negado enérgicamente  que así lo haría;  así pues, al final de su salud pidió con insistencia sus cajas de libros para quemarlos él mismo. Pero, como no se los llevó nadie, no dispuso nada especial sobre ella (la Eneida)   Por lo demás, legó sus escritos al mismo Vario y también a Tuca, con la condición de que no publicaran nada, que no hubiera sido publicado por él.  Sin embargo Vario la publicó  con autorización de Augusto, aunque ligeramente enmendada,  de modo que incluso  dejó  los versos incompletos tal como estaban. Muchos pronto intentaron  completarlos, pero no pudieron hacerlo por su dificultad, porque casi todos los hemistiquios, en su caso, tienen  absoluto y perfecto sentido, excepto aquel: “quem tibi iam Troia”.

Anno aetatis quinquagesimo secundo inpositurus "Aeneidi" summam manum statuit in Graeciam et in Asiam secedere triennioque continuo nihil amplius quam emendare, ut reliqua vita tantum philosophiae vacaret. Sed cum ingressus iter Athenis occurrisset Augusto ab Oriente Romam revertenti destinaretque non absistere atque etiam una redire, dum Megara vicinum oppidum ferventissimo sole cognoscit, languorem nactus est eumque non intermissa navigatione auxit ita ut gravior aliquanto Brundisium appelleret, ubi diebus paucis obiit XI Kal. Octobr. Cn. Sentio Q. Lucretio conss. Ossa eius Neapolim translata sunt tumuloque condita qui est via Puteolana intra lapidem secundum, in quo distichon fecit tale:

"Mantua me genuit, Calabri rapuere, tenet nunc
Parthenope; cecini pascua rura duces. "

Heredes fecit ex dimidia parte Valerium Proculum fratrem alio patre, ex quarta Augustum, ex duodecima Maecenatem, ex reliqua L. Varium et Plotium Tuccam, qui eius "Aeneida" post obitum iussu Caesaris emendaverunt. De qua re Sulpicii Carthaginiensis exstant huiusmodi versus:

"Iusserat haec rapidis aboleri carmina flammis
Vergilius, Phrygium quae cecinere ducem.
Tucca vetat Variusque; simul tu, maxime Caesar,
Non sinis et Latiae consulis historiae.
Infelix gemino cecidit prope Pergamon igni,
Et paene est alio Troia cremata rogo."

Egerat cum Vario, priusquam Italia decederet, ut siquid sibi accidisset, "Aeneida" combureret; at is ita facturum se pernegarat; igitur in extrema valetudine assidue scrinia desideravit, crematurus ipse; verum nemine offerente nihil quidem nominatim de ea cavit. Ceterum eidem Vario ac simul Tuccae scripta sua sub ea condicione legavit, ne quid ederent, quod non a se editum esset. Edidit autem auctore Augusto Varius, sed summatim emendata, ut qui versus etiam inperfectos sicut erant reliquerit; quos multi mox supplere conati non perinde valuerunt ob difficultatem, quod omnia fere apud eum hemistichia absoluto perfectoque sunt sensu, praeter illud: "quem tibi iam Troia."

¿El poeta nace o se hace? ¿La poesía, ¿don del cielo o trabajo de lima, “limae labor?

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