En la mitología griega son muy frecuentes los casos en que dioses poderosos se enamoran de bellas mortales y procrean con ellas héroes, en su mitad inmortales y en su mitad mortales. También las diosas se enamoran a veces de hombres, que son mortales. Así por ejemplo Venus es la madre de Eneas, habido del mortal Anquises, de quien desciende la estirpe de los julios (Julio César, Augusto, etc.).

Un episodio muchas veces utilizado en el arte y en la literatura antigua es el del rapto de Hylas por unas Ninfas, diosas de las aguas:

Hylas es un miembro de la expedición de los Argonautas en busca del vellocino de oro; en determinado momento, en que han tocado tierra en el país de Cío para pasar la noche, sale a buscar agua para la cena; las Ninfas de las aguas del río, enamoradas del joven guerrero, lo raptan y sumergen en las aguas; sus compañeros, especialmente su amigo Hércules prendado de su hermosura, salen a buscarle, pero no lo encuentran; la nave sigue su rumbo, abandonando a Hércules en tierra que luego fue a pie a la Colquide; más tarde conocerán la verdad de lo sucedido, que Hylas, raptado por las Ninfas,  se había convertido en un ser divino.

Este mito de las Ninfas, Ondinas, Náyades, Nereidas, danzando en el agua en la que viven o en las praderas cercanas, y que arrebatan a los mortales que tienen la desgracia de verlas, ha llegado incluso a nuestro tiempo en creencias o en el folclore,  como las Xanas asturianas.

El mito aparece ya en la literatura griega del siglo V a.C. y se populariza en la época helenística. Son muy conocidas las versiones de Teócrito en el Idilio XIII y de Apolonio de Rodas en Las Argonáuticas. Curiosamente no aparece en las pinturas de los vasos griegos áticos o sicilianos.

Reproduzco la versión de Teócrito y dejo para el final del artículo la versión, muy interesante, de Apolonio para aligerar el texto.

Teócrito, Idiio XIII

La divinidad, sea cual fuere, de quien nació tal hijo, no engendró a Amor para nosotros solos, Nicias, como pensábamos; no somos  los primeros a los que lo hermoso hermoso les parece, nosotros, que somos mortales, que el mañana no vemos. También el guerrero de corazón de bronce, el hijo de Anfitrión, el que afrontó al león terrible, se prendió de un doncel, del adorable Hilas, que lucía  su rizosa melena. Enseñábale, cual hace un padre con su querido hijo, todos los conocimientos que a él le habían servido para ser un héroe celebrado. Nunca lo dejaba, ni al llegar el mediodía, ni cuando la Aurora de albos corceles se remontaba a los dominios de Zeus, ni cuando los polluelos piando miraban al nido mientras su madre agitaba las alas en la ahumada percha, pendiente siempre de que el doncel acabara formado según su designio y de que por su propio esfuerzo se convirtiera en un verdadero hombre. Y así, cuando Jasón Esónida se disponía a navegar en busca del vellocino de oro e iban a acompañarle los paladines elegidos en todas las ciudades para prestar ayuda en la empresa, llegó también a la opulenta Yolco el hombre de los penosos trabajos (Heracles), el hijo de Alcmena, heroína de Midea, y con él se dirigió Hilas a Argo, la nave de fuertes bancos que no tocó las azules Rocas Chocadoras, sino que pasó entre ellas y corrió rumbo al profundo Fasis, cual águila al espacioso mar; por ello quedaron desde entonces fijos estos escollos.

Cuando se levantan las Pléyades y en las alzadas pacen los jóvenes corderos, al declinar ya la primavera, aquel divino grupo de héroes escogidos se hizo a la mar, y a bordo de la cóncava Argo llegaron al Helesponto en tres días con el Viento del Sur. Tomaron puerto dentro de la Propóntide, donde los bueyes del país de Cío desgastan los arados abriendo anchos surcos. Desembarcaron en la playa y al atardecer pusiéronse por parejas a preparar la cena, y, aunque eran muchos, dispusieron un solo lecho, pues había una pradera que les ofrecía mucho servicio para sus yacijas. En ella cortaron agudo carex y altas juncias.

El rubio Hilas fue con una vasija de bronce a buscar agua para la cena del propio Heracles y del intrépido Telamón, ya que estos dos amigos compartían siempre la misma mesa. Pronto advirtió una fuente en una hondonada, a cuyo alrededor abundaban los juncos, la obscura celidonia, el verde culantrillo, el florido apio y la reptante grama. En medio del agua danzaban las Ninfas en corro, las Ninfas que nunca duermen, deidades terribles para los campesinos: Éunica y Málide, de ojos de primavera. Fue el mancebo con prisa a hundir la grande jarra en la fontana, mas ellas lo asieron todas de la mano, que a todas el tierno corazón les rindió Amor con el deseo del muchacho argivo. Cayó él de golpe en el agua obscura, como cuando del cielo cae una encendida estrella de golpe al mar, y dice el marinero a sus iguales: “Largad velas, muchachos, que se levanta el viento”.

Tenían las Ninfas al lloroso mancebo en su regazo y lo consolaban con palabras tiernas. El hijo de Anfitrion, acongojado, había salido en busca del doncel,con su arco, bien corvado a la manera escita, y su clava, que siempre le pendía de la diestra. “¡Hilas!”, gritó tres veces cuanto pudo con su fuerte garganta; tres veces el doncel le respondió, pero su voz salió tenue del agua, y, estando tan cerca, lejos parecía. Cuando un cervato bala por los montes, el león carnicero corre de su cubil en busca de la comida ya segura. Tal se agitaba Heracles, que añorab a al doncel, por breñas no pisadas, recorriendo gran trecho. ¡Cuitados los amantes! ¡Cuánto penó por montes y maleza! La empresa de Jasón no le importaba ya.

Hallábase la nave tripulada por todos los presentes, los aparejos estaban izados, y los héroes en mitad de la noche, aprestaban las velas aguardando a Heracles; mas él iba enloquecido a donde sus pies lo condujeran, pues un dios cruel le desgarraba por dentro las entrañas. Así entre los bienaventurados se encuentra ahora el bellísimo Hilas.

A Heracles, en cambio, reprochábanle los héroes haber abandonado la nave, pus que dejó a Argo, la nao de treinta bancos, y llegó a pie a la Cólquide y al inhóspito Fasis. (Traducción de Manuel García Teijeiro y Mª Teresa Molinos Tejada, Editorial Gredos, 1986)

Son muy numerosos los textos y referencias antiguas a este mito; reproduciré alguno de ellos :
Apolonio de Rodas nos lo cuenta en  Las Argonáuticas, I, 1171-1357: Lo reproduzco, como decía, al final de este artículo. Es un texto muy interesante que nos da una versión ligeramente diferente.

Virgilio hace una rápida referencia en la Egloga VI, 40 y ss.:

Refirióse luego a las piedras lanzadas por Pirro, al reino de Saturno, a las aves del Cáucaso y al robo de Prometeo. Cantó después en qué fuente dejaron los navegantes a Hylas, y cómo le llamaban a grandes gritos, sin que respondiesen por doquiera más que los ecos: “¡Hilas”, ¡Hilas”.

Hinc lapides Pyrrhae iactos, Saturnia regna,
Caucasiasque refert volucres, furtumque Promethei:
his adiungit, Hylan nautae quo fonte relictum
clamassent, ut litus “Hyla, Hyla!” omne sonaret.

Ovidio tambén en su Ars amandi, II, 109

Aunque seas como el Nereo cantado por el antiguo Homero,
y tan encantador como Hylas, arrebatado por las Náyades criminales,
para retener a tu amada y no extrañarte de quedar abandonado,
añade las dotes de la inteligencia a las bondades de tu cuerpo.

Sis licet antiquo Nireus adamatus Homero,
     Naïadumque tener crimine raptus Hylas,
Ut dominam teneas, nec te mirere relictum,
     Ingenii dotes corporis adde bonis.

Propercio, (inspirándose en Apolonio y Teócrito) escribe el siguiente poema, Elegías, I, 20:

Esto te advierto, Galo, por mi fiel amistad (que no se pierda en tu animo distraído), a menudo la mala suerte le sale al paso al enamorado incauto: el cruel Ascanio podría decírselo a los Minias. Tú tienes un amor de no inferior belleza ni de nombre desigual al de Hylas, el hijo de Teodamante. A éste, bien vayas recorriendo los arroyos del bosque sombrío, ya moje tus pies la onda del Anio, ya recorras la costa de los Gigante, o en cualquier rincón por el movible cobijo del río, defiéndelo siempre del rapto codicioso de las ninfas (pues no esmenor el amor de las itálicas que el de las Adríadas). Que no tengas, Galo, que ir a los duros monte y a las frías peñas, y a los lagos nunca conocidos; lo cual, habiéndolo sufrido Hércules en su desventurado viaje por desconocidas riberas, tuvo que llorar ante el Ascanio indómito.

Pues cuentan que antaño la nave Argo, salida del astillero de Pagasa, recorría el remoto rumbo de Fasis, y ya después de pasar las olas de la hija de Atamas, arribó a los escollos de los misios. Allí, el grupo de los héroes, cuando arribó a las serenas orillas, cubrió el risueño litoral de muelle ramaje. Pero el compañero del invencible mancebo avanzó más allá a buscar la rara agua de una fuente apartada. Dos jóvenes lo persiguieron, descendencia de Aquilón. Lo perseguía desde lo alto Zetes, lo perseguía desde lo alto Cálais, querían robarle sus besos extendiendo sus manos, y arrebatárselos desde arriba en alternativa huida. El, en vilo, busca refugio bajo su propio brazo y con una rama espanta las asechanzas que vuelan. Y ya se había retirado la estirpe de Orithya Pandónide, pero ¡ay dolor!, Hylas caminaba, caminaba hacia las Hamadríadas. Allí había una fuete en la ladera del monte Arganto, húmeda morada, grata a las niñas de Tinia, encima de la cual pendían, sin que se debieran a cuidado alguno, frescas manzanas de árboles abandonados; en torno, en el fresco prado, crecían lirios blancos entremezclados con adormideras purpúreas. E Hylas,ora cortándolas puerilmente con sus delicadas uñas, prefería la flor al deber que se había impuesto, ora echándose ignorante sobre las hermosas aguas, entretenía su descuido con tiernas imágenes. Al cabo se dispone a beber del río metiendo en él las manos y libando el agua recostado en su hombro derecho, por cuya blancura como arrobadas las doncellas Dríadas, dejaron asombradas sus acostumbradas danzas, y como resbalara, fácilmente lo arrastraron con el blando líquido: Hylas, al ser robado su cuerpo, dio un grito. A éste desde lejos Alcides repitió respuestas, mas sólo el aura le devolvió el nombre dese la lejana fuente.

Aleccionado con estos ejemplos, Galo, guardarás tu amor, pues parece que has confiado el hermoso Hylas a las ninfas. (Traducción de Antonio Tovar y MaríaT.Belfiore Mártire. Ediciones Alma Mater. 1963)

Hoc pro continuo te, Galle, monemus amore,
quod tibi ne vacuo defluat ex animo:
saepe imprudenti fortuna occurrit amanti:
crudelis Minyis sic erat Ascanius.
est tibi non infra specie, non nomine dispar,
Theiodamanteo proximus ardor Hylae:
huic tu, sive leges Umbrae rate flumina silvae,
sive Aniena tuos tinxerit unda pedes,
sive Gigantei spatiabere litoris ora,
sive ubicumque vago fluminis hospitio,
Nympharum semper cupidas defende rapinas
(non minor Ausoniis est amor Adryasin);
ne tibi sit duros montes et frigida saxa,
Galle, neque expertos semper adire lacus.
quae miser ignotis error perpessus in oris
Herculis indomito fleverat Ascanio.
namque ferunt olim Pagasae navalibus Argo
egressam longe Phasidos isse viam,
et iam praeteritis labentem Athamantidos undis
Mysorum scopulis applicuisse ratem.
hic manus heroum, placidis ut constitit oris,
mollia composita litora fronde tegit.
at comes invicti iuvenis processerat ultra
raram sepositi quaerere fontis aquam.
hunc duo sectati fratres, Aquilonia proles
(nunc superat Zetes, nunc superat Calais),
oscula suspensis instabant carpere plantis,
oscula et alterna ferre supina fuga.
ille sed extrema pendentes ludit in ala
et volucris ramo summovet insidias.
iam Pandioniae cessit genus Orithyiae:
ah dolor! ibat Hylas, ibat Hamadryasin.
hic erat Arganthi Pege sub vertice montis,
grata domus Nymphis umida Thyniasin,
quam supra nulli pendebant debita curae
roscida desertis poma sub arboribus,
et circum irriguo surgebant lilia prato
candida purpureis mixta papaveribus.
quae modo decerpens tenero pueriliter ungui
proposito florem praetulit officio,
et modo formosis incumbens nescius undis
errorem blandis tardat imaginibus.
tandem haurire parat demissis flumina palmis
innixus dextro plena trahens umero.
cuius ut accensae Dryades candore puellae
miratae solitos destituere choros
prolapsum et leviter facili traxere liquore,
tum sonitum rapto corpore fecit Hylas.
cui procul Alcides ter 'Hyla!' respondet: at illi
nomen ab extremis montibus aura refert.
his, o Galle, tuos monitus servabis amores,
formosum ni vis perdere rursus Hylan.

La version de Apolonio, que más abajo reproduciré, inspiró a varios poetas de la época Flavia. Así Valerio Flaco, III, 545-564;  Marcial VI, 68,9; VII,15,1-1; IX, 65,14. Estacio, Silvas,I, 5,22; III,4, 42-43.

Valerio Flaco, Argonáuticas, III, 545-564:

Así habló y levanta un ciervo veloz entre la maleza del bosque sin caminos
y ofrece al muchacho su cabeza altiva con sus cuernos,
que retardando su decisión de huir y deteniéndose largo tiempo,
le solicita e invita a competir en igual carrera.

Hylas lo cree (al alcance) e incendiado por el fuego de la cercana presa,
lo persigue. Mientras Alcides observándole le anima con sus gritos;
y ya uno y otro desaparecen de sus ojos,
cuando el cuadrúpedo conduce lejos al joven que le persigue
y le amenaza con los dardos en su mano cansada
junto a al manantial de una límpida fuente
y él mismo ligero huye sobre las aguas sin tocarlas.

Perdió el muchacho de esta manera la esperanza
y no porfía en perseguirle más allá; y como el sudor
había empapado sus miembros y su agitado pecho,
se echa ávido en las agradables aguas.
Brillan las aguas con la luz que se proyecta
como cuando Cintia se ve en el cielo
o pasa la rueda brillante de Febo en mitad de su carrera:
así un destello se difundió sobre las aguas.

Nada le impresionan ni la sombra ni el cabello ni el sonido
de la Ninfa que surge para besarle.
Ella  le echa sus ávidas manos y arrastra al joven que pide,
ay, demasiado tarde auxilio y pronuncia el nombre de su gran amigo;
pues la propia fuerza de su peso le proyecta hacia abajo.

sic ait et celerem frondosa per avia cervum
suscitat ac iuveni sublimem cornibus offert.
ille animos tardusque fugae longumque resistens
sollicitat suadetque pari contendere cursu.
credit Hylas praedaeque ferox ardore propinquae
550insequitur; simul Alcides hortatibus urget
prospiciens; iamque ex oculis aufertur uterque,
cum puerum instantem quadripes fessaque minantem
tela manu procul ad nitidi spiracula fontis
ducit et intactas levis ipse superfugit undas.
555hoc pueri spes lusa18 modo est, nec tendere certat
amplius; utque artus et concita pectora sudor
diluerat, gratos avidus procumbit ad amnes.19
stagna vaga sic luce micant, ubi Cynthia caelo
prospicit aut medii transit rota candida Phoebi:
560tale iubar diffundit aquis; nil umbra comaeque
turbavitque sonus surgentis ad oscula Nymphae.
illa avidas iniecta manus heu sera cientem
auxilia et magni referentem nomen amici
detrahit; adiutae prono nam pondere vires.

También hace referencia Marcial en varias ocasiones, por ejemplo en VI, 68

A un niño ahogado en Bayas

Llorad vuestro crimen, pero lloradlo por todo el Lucrino, Náyades, y que la misma Tetis sienta vuestros lamentos. Arrebatado entre las aguas de Bayas ha muerto el famoso niño Eutico, tu lado más dulce, Cástrico. Éste era el compañero y el dulce alivio de tus preocupaciones; éste  era tu amor y éste, el Alexis de nuestro poeta. Acaso te vio desnudo bajo las aguas cristalinas una ninfa lasciva y ha devuelto Hilas al Alcida? ¿O  la diosa desprecia ya al afeminado Hermafrodita deseosa del abrazo de un tierno varón? Sea ello lo que sea y cualquiera que sea la causa de este súbito rapto, ruego que tanto la tierra como el agua te sean suaves.

Flete nefas vestrum, sed toto flete Lucrino,
Naides, et luctus sentiat ipsa Thetis.
Inter Baianas raptus puer occidit undas
Eutychos ille, tuum, Castrice, dulce latus.
5Hic tibi curarum socius blandumque levamen,
Hic amor, hic nostri vatis Alexis erat.
Numquid te vitreis nudum lasciva sub undis
Vidit et Alcidae nympha remisit Hylan?
An dea femineum iam neglegit Hermaphroditum
10Amplexu teneri sollicitata viri?
Quidquid id est, subitae, quaecumque est causa rapinae,
Sit, precor, et tellus mitis et unda tibi.

Marcial, VII,15

Joven precavido

¿Quién es este joven que se aparte de las transparentes aguas del Yantis. ¿Huyó acaso Hilas de la Náyade, su deñora? ¡Qué bien!, que el Tirintio es venerado en ese bosque y que guarda tan cerca las aguas amorosas! Argino, puedes seguro guardar estas fuentes. Nada te harán las Ninfas. Pero ten cuidado, no te desee él mismo (el dios).

Quis puer hic nitidis absistit Ianthidos undis?
Effugit dominam Naida numquid Hylas?
O bene, quod silva colitur Tirynthius ista
Et quod amatrices tam prope servat aquas!
Securus licet hos fontes, Argynne, ministres:
Nil facient Nymphae: ne velit ipse, cave.

Estacio también lo cuenta en sus Silvas I, 5,22;  y III,4, 42-43.

Estacio, Silvas, I,5

Venid, oh diosas glaucas, mostradme vuestros rostros transparentes, ornada vuestros cabellos cristalinos con tiernos racimos de hiedra; venid sin veste alguna, cual emergéis de las profundas fuentes y con vuestra presencia atormentáis a los amantes Sátiros. No pretendo atraeros a vosotras, las que con vuestra culpa enturbiasteis el brillo de las aguas: lejos de aquí Salmácide con su fuente engañosa; lejos las  linfas, secas por el llanto, de la hija de Cebrene abandonada; atrás la que raptó al alumno de Hércules. Venid vosotras, las ninfas que pobláis el Lacio y las siete colinas, las que el Tíber nutrís con caudal nuevo, y a las que regocijan las cascadas del Anio y el Agua virgen, que acogerá a los nadadores, y el Agua Marcia, que nos trae la frescura de las nieves marsas, cuyo caudal errante se acrecienta en un alto recinto y circula, sostenido sobre innúmeros arcos: vuestra es la obra que me propongo cantar y vuestra la moradas cuyas puertas abro con mis versos festivos.  (Traducción de Francisco Torrent Rodríguez. Editorial Gredos)

ite. deae virides, liquidosque advertite vultus
et vitreum teneris crimen redimite corymbis,
veste nihil tectae, quales emergitis altis
fontibus et visu Satyros torquetis amantes,
Non vos, quae culpa decus infamastis aquarum,
quae culpa decus infamastis aquarum. 3 4 [p. 60]
20sollicitare iuvat: procul hinc et fonte doloso
Salmacis et viduae Cebrenidos arida luctu
flumina et Herculei praedatrix cedat alumni,
vos mihi, quae Latium septenaque culmina, nymphae,
incolitis Thybrimque novis attollitis undis,
25quas praeceps Anien atque exceptura natatus
Virgo iuvat Marsasque nives et frigora ducens
Marcia, praecelsis quarum vaga molibus unda
crescit et innumero pendens transmittitur arcu—:

Estacio, Silvae III, 4, 40 ss.

Ante ti cederá el hijo del Latmo y el del Sangario y a aquel a quien perdió la vana imagen de una fuente y su estéril amor. La Náyade azulada te habría preferido y asiéndose a tu urna te habría retenido con más fuerza. Tú, hijo mío, ante todos; tan solo es más hermoso aquel a quien serás ofrendado”. Tras estas palabras, lo alzó consigo por las auras ligeras y le ordenó sentarse en su biga de cisnes. (Traducción de Francisco Torrent Rodríguez. Editorial Gredos)

…     cedet tibi Latmius ultro 
Sangariusque puer quemque irrita fontis imago
et sterilis consumpsit amor. te caerula Nais
mallet et adprensa traxisset fortius urna.
tu, puer, ante omnis; solus formosior ille,
cui daberis.’ sic orsa leves secum ipsa per auras
tollit olorinaque iubet considere biga.

Aunque, como he dicho, este motivo de Hilas no aparece en las pinturas de los vasos griegos del Atica o de Sicilia, sí aparece en cambio profusamente en pinturas murales, en relieves escultóricos, relieves de estuco, en obras de orfebrería y sobre todo en mosaicos, que se han conservado mejor.  Todas estas representaciones están repartidas por varios sitios aparecen entre el comienzo del imperio y el siglo V, sumando no menos de cuarenta. Desde luego fue un motivo muy repetido en los mosaicos que adornaban las mansiones de los ricos de la época. Lo encontramos en Italia,  Africa, Hispania, la Galia.

Hay más de quince  en el entorno de Pompeya y Herculano y Estabias, (en donde se dan especialmente las pinturas murales).   Aparecen mosaicos Saint Colombe en Francia, en Thina, Cartago, Constantina y Djemila en Argelia, en Volubilis en Marruecos, en varios puntos de Roma (Via Appia, Basílica de Iunius Bassus, Via Flaminia en la tumba de los Nasoni. Aparecen relieves escultóricos, monedas, etc.

Que fue motivo de los cuadros de algunos pintores lo deducimos también de Petronio en su Satiricón, 83, en donde se describe una pintura del pintor griego Apeles con este motivo, aunque bien pudiera ser simplemente una creación literaria sin que hubiera existido una pintura de la que no sabemos nada más:

Petronio, Satiricón, 83:

Llegué a una galería de pintura muy notable por la variedad de los cuadros. Vi obras de la mano de Zeuxis, todavía no estropeadas por la antigüedad, y examiné no sin cierto escalofrío bocetos de Protógenes que competían en realismo con la propia naturaleza. Me extasié también ante la obra de Apeles que lleva en griego el nombre de ‘monocnemon” (quizás porque representaba una estatua apoyada en una sola pierna). Con tanta nitidez estaban rematadas las figuras según el natural que podía creerse que tenían también espíritu. En este lado un águila levantaba al cielo al garzón de Ida (Ganimedes), allá el honesto Hylas rechazaba a una Náyade desvergonzada. Condenaba Apolo sus manos criminales y decoraba su lira depuesta con una flor que acababa de abrirse. Entre los retratos de estos amantes, como si estuviese en soledad, dije en voz alta:
– Así pues también el amor toca a los dioses. Júpiter en su cielo encontró a quien amar, y sin embargo cuando decidió pecar en la tierra a nadie hizo injuria. La ninfa que raptó a Hylas habría reprimido su arrebato si hubiera sospechado que Hércules llegaría a reclamar su propiedad. Apolo convirtió en una flor la sombra de su amado (el Jacinto), y todas las leyendas de la misma manera acabaron en caricias sin rivales. Yo, en cambio, acogí como amigo a un compañero de viaje más desalmado que Licurgo
. (Traducción de Manuel C. Díaz y Díaz. Ediciones Alma Mater, 1969)

In pinacothecam perveni vario genere tabularum mirabilem. Nam et Zeuxidos manus vidi nondum vetustatis iniuria victas, et Protogenis rudimenta cum ipsius naturae veritate certantia non sine quodam horrore tractavi. Jam vero Apellis quam Graeci mon(kthmon appellant, etiam adoravi. Tanta enim subtilitate extremitates imaginum erant ad similitudinem praecisae, ut crederes etiam animorum esse picturam. Hinc aquila ferebat caelo sublimis Idaeum, illinc candidus Hylas repellebat improbam Naida. Damnabat Apollo noxias manus lyramque resolutam modo nato flore honorabat. Inter quos etiam pictorum amantium vultus tanquam in solitudine exclamavi: "Ergo amor etiam deos tangit. Iuppiter in caelo suo non invenit quod diligeret, sed peccaturus in terris nemini tamen iniuriam fecit. Hylan Nympha praedata temperasset amori suo, si venturum ad interdictum Herculem credidisset. Apollo pueri umbram revocavit in florem, et omnes fabulae quoque sine aemulo habuerunt complexus. At ego in societatem recepi hospitem Lycurgo crudeliorem."

Los mosaicos suelen decorar las estancias de acuerdo con lo que representan. Así es lógico que las musas o las gracias adornen espacios dedicados al deleite literario o artístico, que mosaicos con escenas de caza adornen grandes salones de ricos y ociosos latifundistas; que pinturas o mosaicos referidos al amor adornen espacios más íntimos, como los dormitorios.

Del rapto de Hylas por las ninfas se han dado varias interpretaciones. La más evidente si no la única parece desde luego la del rapto amoroso; a Hylas lo arrebatan por amor, por pasión. Es más, en varias ocasiones aparece este tema junto a otros de cierta similitud: Artemisa y Acteo, Píramo y Tisbe, Amymone y Poseidón, Narciso, Ninfas y sátiros, Selene y Endymion, etc. Este fue un lugar común en la Antigüedad hasta el punto que los primeros apologistas y padres de la Iglesia, como diré más adelante, los critican y agrupan con frecuencia.  Claro que si aparece la escena en un sarcófago parece más lógico interpretarlo como el rapto por las divinidades de ultratumba, como el paso de la vida al mundo de los muertos.

En su representación pictórica o musivaria hay numerosas variantes, pero también cierta unidad iconográfica y compositiva cuasi fosilizada: Hylas con el cántaro a orillas del rio o lago,  una rodilla totalmente doblada, apoyada sobre una roca, mientras que la otra pierna, estirada, está ya dentro del agua, anticipando el momento de la caída, las ninfas cogiéndole de los brazos, en otras ocasiones de las piernas o del torso.

                          
 

En España han aparecido varios mosaicos representando el mito en Los Villares, cerca de la Bañeza en León, en Carranque y en Itálica. A este último dedicaré especialmente mi atención por sus especiales características.

Mosaico de Hylas y las Ninfas. Quintana del Marco (Museo Arqueológico Provincial de León)

Villa Romana de Carranque (Toledo)

En Itálica el mito aparece como emblema central de un mosaico geométrico de gran dimensión. Se interpretó primero como el dios Neptuno o Nereo y luego García Bellido lo identificó definitivamente como el rapto de Hylas. En 1962 fue trasladado al Museo Arqueológico de Sevilla, en donde continúa.

Aunque no está claro el plano de la casa en la que aparece, está desde luego en una zona de cierta intimidad porque no está abierta al peristilo, lejos de los salones de reuniones, en el centro de un mosaico grande geométrico de meandros formando esvásticas, tal vez en la zona de entrada a los dormitorios o cubicula. Esto avalaría su interpretación erótico-amorosa.

                      

En este mosaico de Itálica el motivo iconográfico central es el rapto de Hylas. A la izquierda aparecen tres ninfas, que agarran al héroe, que aparece desnudo con chlamys, lanza y ánfora o cántaro para recoger el agua. A la derecha aparece la figura masculina de Heracles con el brazo  derecho levantado y con el manto y clava en la izquierda. Por la ambientación de fondo de penumbra y los tonos oscuros (el mito transcurre en un bosque al anochecer), el agua delicadamente sugerida, los árboles desprovistos de hojas y la disposición de los personajes, este mosaico parece ser la trasposición de un modelo pictórico que a su vez siga algún modelo helenístico. La composición es muy dramática: las tres Ninfas, Hylas a punto de desaparecer en el agua, al otro lado alarmado Heracles en el momento que se supone inmediatamente posterior a la sumersión de Hylas. A semejanza de algunas pinturas pompeyanas y a diferencia de la mayoría, la figura de Hylas aparece descentrada. Como en casi todos los mosaicos, se le representa con una rodilla doblada apoyada en una roca y la otra pierna ya sobre el agua. Los comentaristas suelen resaltar como el rasgo más excepcional  la aparición de Heracles, que no suele aparecer en ninguno, excepto en Iálica, porque se centran en el motivo esencial del mito:el rapto. Quizás la proximidad a las "columnas de Hércules" del estrecho motivó su aparición en este mosaico tan peculiar.

Sin embargo hay un detalle excepcional que no se resalta. De manera general las Ninfas agarran a Hilas de los brazos, de las piernas e incluso del torso. En este mosaico excepcionalmente, una de las Ninfas le agarra precisamente de su miembro viril, lo que avala su interpretación erótico-festiva. 

No conozco  otra representación similar. Si este fuera un caso único, habría que relacionarlo tal vez con el viejo y extraordinario sentido del humor que las tierras del sur de Hispania ya tenían desarrollado cuando todavía no se llamaban Andalucía sino Baetica.

Por eso resulta más incomprensible la mojigatería del Museo Arqueológico de Sevilla que lo reproduce en una postal de recuerdo o merchanding, pero sólo de cintura para arriba. Pero poner algunas puertas o velos en Andalucía parece un sinsentido y una empresa imposible.

El mito tiene un evidente sentido erótico y eso explica que con frecuencia y como ocurre en el caso de Itálica, estos mosaicos aparezcan lejos del peristilo central de las casas romanas y más bien en alguna área más escondida, con frecuencia en los accesos al cubiculum o dormitorio. Confirma este sentido erótico el hecho de que con frecuencia también aparezca asociado a otros mitos, tanto en los textos literarios como en las representaciones pictóricas o musivarias,  tales como el rapto de Ganímedes (“el más bello de los mortales” según Iliada, XX,231º 265  por Júpiter, Jacinto muerto aqccidentalmente por Apolo enamorado de él,  Acteón observando a Diana en el baño, Narciso reflejando su bello rostro en el agua, con un resultado similar al de Hilas,  …

Algunos escritores cristianos ya observaron que Ganimedes, Jacinto e Hilas coincidían en el carácter homosexual que despertaron en los dioses (Hilas, aunque raptado por las Ninfas, era amado por Hércules). Así Clemente de Alejandría en Protrepticus II,33,5:

Heracles es el hijo de Zeus, engendrado en esta larga noche. Y él es un verdadero hijo; así como largo y pesado fue el tiempo en el que llevó a cabo sus doce trabajos, sin embargo, en una sola noche sedujo a las cincuenta hijas de Testio, convirtiéndose a la vez en novio y adúltero de todas estas doncellas. No sin razón, entonces, los poetas le apodan “abandonado” y "autor de hechos malvados."  Sería una larga historia contar sus diversos  adulterios y su corrupción de los jóvenes. Vuestros dioses no se abstienen de muchachos. Uno [Heracles] amó a Hylas, otro [Apolo] a Jacinto, otro [Poseidon] a Crisipo, otro [Zeus] a Ganímedes.

Estos son los dioses a los que han de adorar vuestras esposas! Ellas mismas deben orar por sus propios maridos para que ocurra, modelos similares de la virtud, – que ellos puedan ser como los dioses aspirando después igualmente a tan altos ideales! Permitid que  éstos sean a los que vuestros jóvenes aprendan a venerar,  para que puedan crecer hasta la edad adulta como un manifiesto ejemplo ante ellos  de fornicación!

Pero tal vez son sólo los dioses masculinos los que  corren  indulgentes con impaciencia tras los placeres sexuales.

También Firmicus Maternus en su  De errore profanarum religionum 12,2;

A alguno le gusta el adulterio; mira a Júpiter y ahí  encuentra incentivos para su pasión. Aprueba, imita, y alaba el hecho de que su dios engañe en la figura de un cisne, rapte en la de un toro, se divierta en la de un sátiro, y como si  acostumbrara a ser generoso en sus fechorías  el hecho de que seduzca a una virgen real encerrada cayendo como  oro generoso. A otros les gustan los abrazos de los jóvenes muchachos: así, que mire a Ganímedes en el seno de Júpiter, que vea a  Hércules buscando a Hylas con impaciente, que aprende de Apolo arrebatado por el deseo de Jacinto,  otro que vea Crisipo  y otro a Pelope,  de modo que le este permitido decir por sus dioses lo que hoy se castiga severísimamente por las leyes romanas.

Adulterio delectatur aliquis: Iovem respicit, et inde cupiditatis suae fomenta conquirit; Probat imitatur et laudat, quod deus sus in cygno fallit, in tauro rapit ludit in satyro, et ut liberalis in flagitiis esse consuescat, quod inclusam regiam virginem auro largiter fluente corruperit. Puerorum aliquis delectatur amplexibus: Ganymedem in sinu Iovis quaerat, Herculem videat Hylam impatiente amore quaerentem, Hyacinthi desiderio captum Apollinem discat, Chrysippum alius, alius  Pelopem videat, ut per deos suos sibi licere dicat quicquid hodie severissime Romanis legibus vindicatur.

Y También Arnobius, Adversus Nationes,  IV,26,10.

Así que no contentos con haber atribuido a los dioses amores con el  género femenino, ¿añadis que eran amados por ellos los de genero masculino? No sé quien ama a Hilas, otro está ocupado con Jacinto, aquel arde de deseo por Pélops, este otro suspira ardientemente por Crisipo, Catamito (Ganimedes) fue raptado para ser el favorito y copero, y Fabio, como si se llamara el pollo*  de Júpiter, se quema en sus partes muelles y queda marcado con el sello en su trasero.

Quid quod non contenti feminei generis adtribuisse diis curas etiam sexus adiungitis adamatos ab his mares? Hylam nescio quis diligit, Hyacintho est alius occupatus, ille Pelopis desideriis flagrat, hic in Chrysippum suspirat ardentius, Catamitus rapitur deliciarum futurus et poculorum custos, et ut Iovis dicatur pullus, in partibus Fabius aduritur mollibus obsignaturque posticis..

* Nota. Traduzco “pullus” por su significado más evidente, “pollo”, pero esto necesita una explicación. Con la palabra “pullus” designamos a la cría de cualquier animal e incluso el rejeton de una planta. Se refería, pues, también a nuestro “pollo” o cría de un ave, significado reducido con el que ha pasado generalmente al español (o al francés como “poulet”). No hay que descartar que su origen este en la palabra “puer”, que traducimos al español como “niño”, a través de la evolución puer > puerulus > puellulus > pullus; también hay que considerar que en griego existe la palabra   , que significa precisamente “pollo”. En todo caso se utiliza en el lenguaje erótico con un significado que nos explica el gramático latino Festo (285,3):

“el niño que era amado obscenamente por alguien, era llamado el “pollo” de aquel por el que era amado. De donde Quinto Fabio, que tenía el apodo de “Ebúrneo” por su blancura, fue llamado el pollo de Júpiter, porque sus nalgas fueron golpeadas por un rayo.

Todavía en español “pollo, pollita, pollito” se usan con el sentido de joven, tierno, cría… El Diccionario de la RAE da como una de sus acepciones “5. m. coloq. p. us. Hombre joven, aludido o invocado por persona de mayor edad.”

Así que la palabra “pullus” podríamos traducirla, con una traducción explicativa como “el pollito, el pichoncito, el niño, el niñito, el amante, el cariño, las delicias, etc. Todo ello es bien significativo de las dificultades que encierra toda traducción y por qué con frecuencia son necesarias las notas explicativas, aún a riesgo de entorpecer el valor literario.

Festus, 285, 3 (p. 244,ed.Müller): puer, qui obscene ab aliquo amabatur,eius a quo amatus esset pullus dicebatur. Unde Q.Fabius, cui Eburno cognomen erat proter candorem, quod eius natis fulmine icta erat, pullus Iovis appellatus est.


Quizas puer, puerus,puerulus, pullus coincide con el griego polos.

Y Luciano  de Samósata en Verdadera Histora II,17

…Vi también a Sócrates, hijo de Sofronisco, charlando con Néstor y Palamedes; en torno suyo estaban Jacinto de Esparta, Narciso de Tespias, Hilas y otros jóvenes hermosos. A mi parecer tenía amores con Jacinto, pues era a él a quien más recientemente refutaba.

Por lo demás el mito ha tenido y sigue teniendo un notable éxito hasta nuestros días. Sin duda los hombres bellos también ocupan la imaginación y los sueños de las mujeres.

En este blog no suelo utilizar imágenes, sobre todo de manera abusiva; en esta ocasión reproduzco unas cuantas, quizás demasiadas, después del texto de Apolonio para demostrar  la fuerza y vigor que este mito (y la mitología grecolatina en general)  presenta hasta nuestros días.

Apolonio de Rodas, Viaje de los Argonautas, I, 1200-1357:

Entre tanto Hilas, con un cántaro de bronce, aparte del grupo buscaba el sagrado curso de una fuente, para sacar con prontitud agua para la cena, y prepararle pronto a su compañero todas las demás cosas a gusto cuando regresara.

Pues le había educado con estas costumbres, desde que Heracles lo arrebató muy niño de la casa de su padre, el destructor Teodamante, al que mató entre los Dríopes, sin pidedad, combatiendo por un buey de labranza. En aquella ocasión Teodamante se hallaba abriendo con el arado los surcos del campo, cuando fue alcanzado por la desgracia. Porque Heracles lo mandó que le entrgara el buey del arado y no accedió. Buscaba sin duda un feroz pretexto de guerra para arrojar contra los Dríopes, que vivían sin cuidarse en nada de la justicia. Pero tales relatos me harían errar muy lejos de mi canto.

De repente Hilas llegó a una fuente que los habitantes de los campos vecinos llaman Pegas (Fuentes). Los coros de las ninfas estaban sin duda allí, ya que era ocupación de tods ellas, las que habitaban en torno aquel amable promontorio, celebrar a Artemis una y otra vez con sus cantos nocturnos. Las que dominan las cumbres de los montes y las grutas, venían en ordenada procesión a través del bosque. Pero de la fuente, su hermosa morada, acababa de emerger una ninfa acuática. Le vio de cerca, a Hilas, enrojecido con su hermosura y sus delicados encantos, pues además le envolvía en su brillo la luna llena brillante en el aire sereno. La Cipria Afrodita turbó el corazón de la ninfa, y apenas pudo recobrarse de la perplejidad en su ánimo.  En el preciso momento en que él hundió el cántaro en la corriente, agachándose hacia un lado, mientras chasqueaba el agua con fuerza al penetrar contra el resonante bronce, entonces ella le echó de abajo arriba u brazo izquierdo al cuello, ansiosa de besar su boca suave, y con la mano derecha lo atrajo por el codo. Y lo hundió en medio de un remolino.

Tan sólo entre sus compañeros uno pudo oír el grito de Hilas,, el héroe Polifemo Ilátida, que marchaba en avanzada por el camino, y que allí esperaba encontrar al paso al formidable Heracles a su regreso. Enseguida desenvainó aquel su gran espada y empezó a correr, temiendo que hubiera sido presa de fieras o que, como estaba solo, algunos le hubieran tendido una emboscada, y se lo llevaran como escogido botín. Llegó a grandes saltos cerca de la fuente Pegas, como una fiera salvaje a la que de lejos le alcanza el sonido de los corderos, y ardiendo de hambre se dirige hacia ellos, pero no consigue alcanzar el rebaño, pues ya antes los pastores lo han encerrado en los establos. Y ruge incontenible de dolor, hasta que se fatiga. Así entonces el Ilárida sollozó a grandes voces, y recorría dando gritos el terreno de alrededor, y lastimoso era su vocerío. Entonces encontró por el sendero a Heracles, cuando agitaba su desnuda espada en la mano, y a pesar de la tiniebla reconoció bien al que avanzaba de regreso a la nave, afligido en ánimo y jadeando.

“Desgraciado, voy a ser el primero en decirte una pena terrible para ti. Pues Hilas no ha regresado salvo, después de marchar a la fuente, sino que acaso los piratas se lo llevan preso a o las fieras lo destrozan. Yo le he oído gritar”

Así dijo. Al escucharle, a Heracles comenzó a brotarle abundante sudor de las sienes y la sangre le hervía negra en sus entrañas. Afligido tiró por tierra el remo, y corría por el sendero en la dirección que le llevaban precipitado sus pies. Como cuando un toro atormentado por un tábano se desboca, abandona pastos y praderas, y no se cuida de los pastores ni del rebaño, y unas veces corre sin descanso su carrera, y otras, deteniéndose y alzando su ancho cuello lanza un mugido, herido por el terrible aguijón. Del mismo modo él, enloquecido, unas veces movía sus rápidas rodillas sin parar, y otras en cambio abandonando su ardor gritaba con su enorme voz que penetraba a lo lejos.
Entonces sobrevino sobre las más altas cumbres la estrella matutina, y con ella llegaron los vientos. Rápidamente ordenó Tifis embarcar y aprovechar el viento. Ellos subieron a la nave con presura, ansiosos, y tras recoger a bordo del barco las piedras de anclaje, tensaron los cables. Se hinchó la vela en su centro, y lejos de la costa surcaban alegres el mar frente al monte de Poseidón. En el momento en que desde el cielo resplandece la clara aurora, que regresa del oeste, y verdean los senderos y los prados brillan con l esplendor chispeantge del rocío, entonces se dieron cuenta de que sin saberlo, los habían dejado. Entre ellos se entablço una vilenta discusión, y un vocerío inmenso, sobre si iban a marcharse abandonando almejor de sus compañeros. El Esónida, abrumado por las dificultades,  no decía ni esto ni aquello, sino que permanecía sentado consumiendo su ánimo por dentro con la pesada desgracia. La cólera se apoderó de Telamón, y le habló así:

“¡Quédate así tranquilo” Sin duda, que para ti mejor es dejar a Heracles. De ti ha salido este plan, a fin de que no te haga sombra la gloria de aquél a lo largo de Grecia, si los dioses nos conceden el viaje de regreso a la patria. ¿Pero qué ganancia obtengo de mis palabras? Porque también yo me iré lejos de los compañeros tuyos que han maquinado esta trampa.”

Dijo. Y avanzó hacia Tifis el Hagníada, sus ojos le relucían como las chispas del fuego devorador. Sin duda hubiera vuelto atrás de nuevo a la tierra de los Misios, forzando la distancia y el soplo incesante del viento, si no hubieran detenido al Eácida los dos hijos del Tracio Bóreas con duras palabras. ¡Infelices” Sí que tuvieron más tarde un odioso castigo bajo las manos de Heracles, al que impidieron buscar. Pues al regresar de los juegos por la muerte de Pelias, en Tenos, rodeada por el mar, aquel los mató. Y amontonó la tierra en torno de ellos y dejó encima dos estelas, de las que una, prodeigio divino ala vista de los hombres, se bambolea bajo el soplo de Bóreas resonante. En fin, esto iba a cumplirse con el tiempo.

Pero del rugiente mar surgió a su vista Glauco, muy sabio intérprete del divino Nereo. Emergiendo su rizosa cabeza y el pecho hasta sus flancos, tendió su robusta mano  sobre el costado de la nave, y gritó a los agitados héroes:

“¿Por qué, en contra de la voluntad del gran Zeus, persistis en conducir al fuerte Heracles a la ciudad de Eetes´Su destino es realizar en Argos con fatiga todos sus doce trabajos a órdenes del cruel Euristeo.  Y habitar como familiar de los Inmortales, cuando cumpla los pocos restantes. Así que no sintáis nostalgia de él. Del mismo modo a Polifemo le está destinado fundar,junto a los afluentes del Cíos, una famosa ciudad de los Misios y acabar su desitno en la tierra ilimitada de los Cálibes. Por otra parte a Hilas por amor una diosa ninfa le ha hecho su esposo, a él por cuya causa andan errantes y abandonados.”

Dijo, y se sumergió bajo las incesantes ondas. A su alrededor el agua de oscuros reflejos cubrióse de espuma, agitada en remolinos, y el flujo del mar batió con chasquido la cóncava nave.
Los héroes se llenaron de alegría. El Eácida Telamón avanzó entonces con apresuramiento hasta Jasón, le estrechó la mano en la suya, le abrazó y le dijo:

“¿Esónida, no vayas por favor a enojarte conmigo, si me irrité en unos momentos de locura y la pena me forzó a dirigirte palabras de excesivo orgullo e insoportables! Demos, pues, a los vientos tal ofensa, y quedemos tan amigos como antes.”

Le contestó luego el hijo de Esón, sensatamente:

“Amigo mío, de verdad que me has ofendido con un grave insulto, al acusarme ante todos los presentes de causar el abandono de tan firme compañero. Pero no voy a guardar por más tiempo un amargo rencor contra ti, por mucho que me haya dolido. Porque no te enfureciste disputando por unas cabezas de ganado ni por piezas de botín, sino por un camarada, y confío que del mismo modo disputarías tú con otro a favor de mí, si algo semejante me ocurriese alguna vez.”

Así habló, y puestos de acuerdo como antes ocuparon sus asientos.

En cuanto a los dos que quedaron allí, el uno Polifemo Ilítida, iba a fundar entre los Misios una ciudad a la que puso nombre del río vecino, y Heracles de nuevo marchaba a realizar las pruebas impuestas  por Euristeo.

Pero amenazó Heracles con devastar Misia, si sus habitantes no descubrían el destino de Hilas, estuviera vivo o muerto. Ellos ofrecieron rehenes por él, escogiendo a los mejores jóvenes de su pueblo y le ofrecieron juramentos de Cíos preguntan por Hilas, el hijo de Teodamante.  Y se cuidan de Traquis, puesto que allí dejó Heracles establecerse a los muchachos que le habían permitido llevarse como rehenes.

Un viento que sopló con ímpetu llevó la nave durante todo el día y toda la noche. Pero al despuntar la aurora, sólo suave brisa corría. Los Argonautas avistaron un saliente de tierra, de anchuroso aspecto, que sobresalía en medio de una bahía, y arribaron bogando con sus remos a la salida del sol. (Traducción de Carlos García Gual. Editora Nacional. Madrid.1975)

Pompeya VII, 4, 62. Museo Nazionale di Napoli    
Pompeya VII, 4, 62. Museo Nazionale  di Napoli

In the northern Greek city of Amphipolis

Saint Colombe (Francia). Museo de Grenoble. 3rd. century

Opus sectile. Basílica de Iunius Bassus en la colina del Esquilino

Tor Bella Monaca. Museo Nazionale Romano

Museo de Constantina

Djemila (Argelia). Museo

Hylas A Nymphis Raptus (Hylas Captured by the Nymphs), after Giulio Romano

Bertel Thorvaldsen (1770-1844)-Hylas and the Water Nymphs-Thorvaldsens Museum

Carl Ferdinand Sohn, 1805-1867- Der Raub Des Hylas

 

Victorian Sculpture

Duncan Grant (1885-1978)

Hylas and the Nymphs- Karl Bryullov, 1827

Según el anterior

Hylas stolen by the Nymphs, from an antique painting by Santi Bartoli-Giovanni Battista Piranesi

Henrietta Rae (1859–1928)

Hylas And The Water Nymps. by David Neaves

James Stenhouse

Hylas and the Water Nymphs by Edouard Theophile Blanchard

HYLAS RESCUED FROM THE RIVER BY THE NYMPHS' (31), by Joshua Cristall, (1767-1847) in the East Anteroom at Attingham Park

by doomed-echo

by RevolverWinds

ECLECTICLANZ – Artwork

Atley Loughridge as Dyrope and Justin Blanchard as Hylas in the Shakespeare Theatre Company’s production of Argonautika, written and directed by Mary Zimmerman. Photo by Carol Rosegg.

Hylas and the Nymphs by KatiaST

http://antidepresivo.net/wp-content/…ylasNymphs.jpg

El rapto de Hylas representado en un mosaico de Itálica muy peculiar

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