La muerte de Sócrates: su último día de vida.

Un día del año 399 a.C. a la caída de la tarde, tras la puesta del sol, apuraba Sócrates, el más sabio y mejor de los hombres, el vaso de cicuta (una planta bien frecuente en nuestro entorno geográfico) que le produciría la muerte, en presencia de sus amigos íntimos que asisten desolados a la entereza moral con que afronta la sentencia. Tenía Sócrates 70 o 71 años. Una sentencia injusta, consecuencia de las infames denuncias oportunistas de tres ciudadanos envidiosos y resentidos con el maestro, formuladas en un ambiente general propicio para ello al que la actitud orgullosa del propio Sócrates contribuyó,acabó con la vida del maestro y le concedió una fama imperecedera que de ninguna forma pudieron sospechar sus coetáneos.

¿Por qué condenaron a Sócrates a la muerte?

La pregunta ha sido muchas veces formulada. Platón en su “Apología o Defensa de Sócrates” y en algunos diálogos y Jenofonte en su “Defensa de Sócrates”, nos dan información suficiente de cómo se fue generando el ambiente negativo para condenar al más sabio y justo de los hombres por la denuncia aparentemente inconsistente de tres compatriotas mediocres y envidiosos.
Y es justamente esta insuficiencia e injusticia la que mantiene siempre vivo el interés por comprender la contradicción de que la primera democracia de la Historia condenara injustamente al más sabio y justo de los hombres, que acepta con entereza la pena de muerte.Ahora bien, como norma general, no puede interpretarse el pasado con los valores sociales del momento actual.

El trueno es el pedo de las nubes

La comedia Las Nubes, de Aristófanes, ridiculiza hasta el extremo la figura de Sócrates, ayudando así a crear un ambiente de hostilidad ante el filósofo íntegro que le llevaría a la condena a muerte.

La comedia no se priva de utilizar los temas y caricaturas que excitan la hilaridad popular, tales como la insistencia en los temas escatológicos y “anales” (referidos al ano o culo), como la explicación de por qué se producen las ventosidades o pedos en opinión del “gran Sócrates”.

Hombres, mujeres, andróginos

En estas fechas en torno al solsticio de verano, cuando los días son más largos y las noches más cortas, proliferan las celebraciones y manifestaciones del llamado “orgullo gay” en las que homosexuales, gays, lesbianas y transexuales exhiben la bandera arcoíris y afirman el derecho a tener una sexualidad diferente a la heterosexual, que hasta hace bien poco era la única canonizada y defendida por las leyes y costumbres, mientras las otras eran condenadas y perseguidas.

El mito de las edades o razas del hombre.

El mito antiguo de las razas o edades del hombre, con una primera de oro que va degenerando hasta el duro y fiero hierro a medida que empeora el comportamiento moral del hombre, existe en muchas literaturas. Mil veces contado en la Antigüedad y desde la Antigüedad, era suficientemente conocido por Cervantes en quien influyó de manera importante: a fin de cuentas el “Caballero de la Triste figura” lo que pretende es crear un mundo mejor, tal vez como el que existió en la “edad de oro”, a juzgar por la presencia que esta ilusión tiene en El Quijote.

El hombre es un animal político (Zóon politikón, ζῷον πoλιτικόν)

Hemos de ser políticamente correctos. ¿Pero qué quiere decir esta frase tan “manida” en estos tiempos? Se refiere sin duda a la actitud evidentemente hipócrita con la que las personas, especialmente las que desempeñan alguna función “política”, deben comportarse ante los ciudadanos, expresando tan sólo lo que sus oyentes quieren oír o al menos lo que no excite su oposición.

“La experiencia, madre de las ciencias” (El Quijote I 21)/ “Magister dixit”. “Roma locuta, causa finita”

Como es lógico, la experiencia se adquiere con la práctica y ésta necesita del tiempo; por lo tanto la experiencia es propia de personas de cierta edad. Es justamente la repetición de la acción y el recuerdo de lo hecho y de la forma en que se hizo lo que proporciona “el saber” al hombre. A ello han de añadirse la necesidad de cohesión del grupo social frente a una vida y subsistencia difícil. Todo ello explica en gran parte el respeto y consideración a la “autoridad” de los mayores.

Academia de Platón (2): el barrio de Academos.

Conviene hacer alguna precisión acerca de los “jardines de Academos”, que dieron nombre a la famosa escuela creada por Platón. En primer lugar la Academia no es un edificio, como alguien puede pensar, sino una zona o barrio de Atenas, fuera de las murallas, a 1,5 kilómetros aproximadamente, que recibe el nombre de Academia, Ἀκαδημία, o Hekademeia (Ἑκαδήμεια), del nombre del héroe local Academos o Hekademos, como dice Diógenes Laercio, (Vida de los filósofos ilustres, 3,7 ss.).

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