¿Fue real el exilio que alimenta parte de la poesía de Ovidio o fue tan sólo una ficción poética con la que el creativo poeta nos ha tenido engañados dos mil años?

La cuestión puede parecer una exageración moderna, propia de estudiosos que buscan la notoriedad a cualquier precio. Pero no es así y merece la pena dedicarle algún tiempo a este tema que ya se planteó a principios del siglo XX, y al que desde entonces se han dedicado reflexiones y estudios serios.

El año 8 de nuestra era Ovidio fue desterrado fulminantemente por Augusto a Tomis, la actual Constanza, en Rumanía, en las costas del Ponto Euxio, el Mar Negro. Escribió tres obras desde el exilio: sus famosos Tristia, (Tristezas, Poemas tristes), Epistulae ex Ponto (Cartas desde el Ponto o Ponticas) y una invectiva contra un enemigo suyo que le perjudica en Roma titulado Ibis. En ellas se encuentran algunos de los poemas más famosos del poeta. Véanse los artículos anteriores dedicados al poeta en este blog.

La mera posibilidad de que el exilio que motiva estas obras sea una ficción produce al menos cierta inquietud y choque sentimental en quienes desde jóvenes sentimos la carga emocional de algunos de los poemas que el poeta escribió en el exilio.

A principios del siglo XX, en 1923, J.J. Hartman cuestionó la realidad del exilio de Ovidio y afirmó que todas sus referencias al destierro en Tomis no fueron sino un ejercicio de imaginativa ficción humorística; que el “yo” del poema nada tiene que ver con el “yo” real del poeta. El tema fue debatido en las décadas siguientes con alguna insistencia, hasta que en el año 1985 A.D.Fitton Brown publicó un artículo en la revista Liverpool Classical Monthly, 10.2 (1985), 18-22 titulado “La irrealidad del exilio de Ovidio en Tomis (The unreality of Ovid's Tomitan exile), que obtuvo la consideración y atención de numerosos estudiosos. Luego periódicamente aparecen estudios y artículos posicionados en un sentido o en otro. En España, recientemente, en el año 2008, el profesor E. Berchez Castro hizo su tesis doctoral en la Universidad de Barcelona sobre el tema: Realidad y ficción del destierro de Ovidio en Tomis. Basada en ella ha publicado el libro “El destierro de Ovidio en Tomis: realidad y ficción.

Los argumentos que  Fitton Brown y luego Berchez de forma más detallada y exhaustiva esgrimen para negar o al menos dudar seriamente de la realidad del exilio del poeta podemos agruparlos básicamente en seis o siete grupos:

1. La información que tenemos sobre el exilio de Ovidio es básicamente la que el propio poeta nos da en sus poemas y está llena de lagunas, imprecisiones y contradicciones. Véase su autobiografía en el artículo http://www.antiquitatem.com/ovidio-bimilenario-tristia-ponto-euxino y su descripción del exilio en http://www.antiquitatem.com/ovidio-bimilenario-destierro-ponto-euxin

Hasta el siglo IV no aparece ninguna mención a este exilio, a excepción de una de Plinio el Viejo, que resulta dudosa,  y otra de Estacio (vivió en 45-96).

De la cita de Plinio lo único que puede deducirse con seguridad es que conocía la obra de Ovidio y que éste estuvo los últimos años en el Ponto, pero no hace ningún comentario más a ello.

Plinio, Naturalis Historia 32, 152 (54)

A la enumeración anterior añadiremos algunos animales citados por Ovidio, que no se encuentran en ningún otro escritos, y que son probablemente peculiares del Ponto, en donde comenzó su obra al final ya de su vida:  el buey de mar, el cercyrus, que vive entre las rocas …

Naturalis Historia XXXII 152  (LIV)

his adiciemus ab Ovidio posita animalia, quae apud neminem alium reperiuntur, sed fortassis in Ponto nascentia, ubi id volumen supremis suis temporibus inchoavit:  bovem, cercyrum in scopulis vivente…

Estacio por su parte tan sólo escribió en Silvas I 2, 254-255:

…cantad poemas dignos de esta fiesta nupcial. El propio Filitas, con el aplauso de su isla de Cos, y el viejo Calímaco y Propercio desde su gruta de umbría habrían rivalizado para ensalzar este día, y Nasón, aunque en Tomos, habría depuesto su tristeza, y Tibulo, ante su hogar encendido, se habría sentido rico. (Traducción de Francisco Torrent Rodríguez. Editorial Gredos.)

date carmina festis
digna toris, hunc ipse Coo plaudente Philetas
Callimachusque senex Umbroque Propertius antro
ambissent laudare diem, nec tristis in ipsis
Naso Tomis divesque foco lucente Tibullus.

Pero de ello no puede deducirse que hubiera sido realmente exiliado a Tomis.

Especialmente llamativo resulta que ni Suetonio, que tantas cosas y cotilleos nos cuenta de Augusto, ni Tácito se refieran al asunto, cuando informan con detalle de los castigos de otros escritores de la misma época.

Ya en el siglo IV lo mecionan Aurelio Víctor (c. 320 – c. 390) y San Jerónimo (340 –420) que en  su Chronicon 2033 nos informaba del año de su muerte, como vimos en el artículo anterior de esta serie sobre el bimilenario de Ovidio:

El poeta Ovidio murió en el exilio y está sepultado junto a la ciudad de Tomis

Ovidius poeta in exilio diem obiit et iuxta oppidum Tomos sepelitur

y también brevemente en  Epitome de Caesaribus I, 24:

Pues (Augusto) castigó con el exilio al poeta Ovidio, conocido también como Nasón, porque escribió tres libritos sobre el “arte de amar”.

 "Nam [Augustus] poetam Ovidium, qui et Naso, pro eo, quod tres libellos amatoriae artis conscripsit, exilio damnavit"

Estas citas, evidentemente son muy tardías ya.

2. Las causas de su exilio nos son desconocidas, a pesar de las numerosas referencia a ellas que el propio poeta hace y de los infinitos esfuerzos de los numerosísimos estudiosos hechos desde entonces. Comenté algo al respecto en el artículo anteriormente citado. También resulta desconocido e inexplicado el motivo por el que fue elegido tal destino: Tomis en el Ponto Euxino.

En diversos pasajes achaca su condena a un “error” y a una "indiscreción". Por ejemplo de manera muy clara en Tristia II, 207 y ss.:

Concedamos que me han perdido dos delitos: un poema y un error; sobre la culpabilidad del segundo de estos dos delitos es mejor que calle, pues yo no valgo tanto la pena como para reabrir tus heridas, César, y ya es más que demasiado que hayas sufrido una sola vez. Queda el otro delito, por el que se me acusa de haberme convertido con mi obsceno poema en maestro del impúdico adulterio. (Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

perdiderint cum me duo crimina, carmen et error,
alterius facti culpa silenda mihi :
nam non sum tanti, renovem ut tua vulnera, Caesar,
quem nimio plus est indoluisse semel.
altera pars superest, qua turpi carmine factus
arguor obsceni doctor adulterii.

Así ya en su época, como informa el mismo Ovidio, se le conoce como “maestro del impúdico adulterio”, y esto chocaba directamente con el programa de moralización de Augusto  y las  Leges Iuliae del 18 a.C. al 9 d.C. que pretendían la defensa de la familia y las tradiciones antiguas, castigando el adulterio con del exilio y multando a las que no tenían hijos. Se trata en concreto de la  lex Iulia de adulteriis coercendis, la lex Julia de maritandis ordinibus y la lex Papia Poppaea.

Está claro que su error fue escribir el “Arte de amar” (Ars amandi), como ya deja bien claro en el poema que sirve de presentación a sus Tristia: I,1, 67-68 y luego en múltiples ocasiones:

Mira mi título: esto no son lecciones de amor; aquella obra pagó ya el castigo que merecía.

'inspice' dic 'titulum. non sum praeceptor amoris;
quas meruit, poenas iam dedit illud opus'.

Pero él se defiende afirmando la diferencia entre la literatura y la vida, que una cosa es escribir y otra distinta el mantener determinado comportamiento. En la elegía dirigida a un amigo orador, dice en Tristia I,9,55 y ss:

Mejor hubiera sido que mi obra no hubiera brillado por su celebridad, y así como las graves disciplinas, elocuente amigo, te están dando provecho, así un arte diferente a ellas me ha perjudicado. Sin embargo mi vida te es conocida; tú sabes que las costumbres de su autor se apartaron de tales artes; y sabes que ese viejo poema fue compuesto en mi juventud y que tales poemas, aunque no son precisamente dignos de elogio, con todo no son sino bagatelas. (Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

at nostrum tenebris utinam latuisset in imis !
expediit studio lumen abesse meo.
utque tibi prosunt artes, facunde, severae,
dissimiles illis sic nocuere mihi.
vita tamen tibi nota mea est. scis artibus illis
auctoris mores abstinuisse sui :
scis vetus hoc iuveni lusum mihi carmen, et istos
ut non laudandos, sic tamen esse iocos.

Esta idea de que fue un error y no un delito la falta que él cometió, la repite al menos en otras seis o siete ocasiones además de la citada: Tristia I,1,51-52; II,109; III,1,7-8; III,14,5-6; III,7,29-30; IV,1,24;   IV,10, 99 y ss.; en Pónticas II,2,15-16; II,3,91-94; III,3,71-72

Como tuvieron que defenderse  antes también Catulo con sus poemas y luego Marcial con algunos de sus epigramas,  y tantos otros escritores desde entonces,  Ovidio aclara las cosas en Tristia,  II, 345 y ss. :

Este libertinaje es el que me ha hecho odioso ante ti por culpa de mi Arte, del que tú piensas que incita a las alcobas veladas. Pero ni bajo mi magisterio las esposas aprendieron a ser infieles, ni nadie puede enseñar lo que poco conoce. Yo he compuesto versos divertidos y poemas amorosos de manera que ninguna habladuría atentara contra mi reputación. Y no hay ni siquiera marido alguno entre el pueblo llano, cuya paternidad se ponga en duda por mi culpa. Créeme, mis costumbres son distintas de mi poesía (mi vida es honesta, mi Musa divertida) y gran parte de mis obras es falsa y fingida: se han permitido decir más de lo que su propio autor se propuso. Mi libro no es expresión de mi espíritu, sino la inocente intención de ofrecer muchos temas apropiados para deleitar los oídos. De lo contrario Accio sería cruel, Terencio un parásito y los que cantan fieros combates serían belicosos. (Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

haec tibi me invisum lascivia fecit, ob artes,
quis ratus es vetitos sollicitare toros.
sed neque me nuptae didicerunt furta magistro,
quodque parum novit, nemo docere potest.
sic ego delicias et mollia carmina feci,
strinxerit ut nomen fabula nulla meum.
nec quisquam est adeo media de plebe maritus,
ut dubius vitio sit pater ille meo.
crede mihi, distant mores a carmine nostro
-vita verecunda est, Musa iocosa mea-
magnaque pars mendax operum est et ficta meorum :
plus sibi permisit compositore suo.
nec liber indicium est animi, sed honesta voluntas
plurima mulcendis auribus apta ferens.
Accius esset atrox, conviva Terentius esset,
essent pugnaces qui fera bella canunt.

En este libro Tristia II, 237 y ss. le dice al emperador Augusto, ocupado en las importantes tareas de gobierno de un imperio tan grande, que él no es responsable del mal uso de sus poemas:

¿Me voy a sorprender, pues, de que abrumado por el peso de asuntos tan importantes, no hayas hojeado nunca mis bromas poéticas? Pero si por casualidad, cosa que yo preferiría,  hubieses tenido tiempo libre para hacerlo, no habrías leído nada delictivo en mi Arte. Confieso, en verdad, que no es una obra de apariencia seria ni digna de ser leída por un Príncipe tan grande, pero, sin embargo, no por ello es contraria a los dictámenes de las leyes ni pretende enseñar a las jóvenes romanas. Y para que no quepa duda acerca de para quién escribo yo estos libros, he aquí cuatro versos contenidos en uno de los tres libros*: “¡Lejos de aquí pequeñas cintas, distintivo del pudor, y tú largo volante que cubres la mitad de los pies!** No cantaré sino lo permitido por las leyes y los amores clandestinos autorizados y en mi poema no habrá ningún delito. ¿Acaso no alejé un tanto rigurosamente de este Arte a todas aquellas a las que por llevar estola y cinta está prohibido tocar? “Pero una dama honesta puede utilizar artes enseñadas a otras y tiene donde aprender, aunque no sea a ella a la que se enseñe”. Que no lea, pues, nada la matrona, ya que de cualquier poema puede salir mejor preparada para delinquir. Tome en sus manos la obra que tome, si es propensa al mal, sacará de ella instrucciones que orienten sus costumbres al vicio: que tome los Anales (nada hay más tosco que ellos), pues bien, leerá cómo Ilia*** llegó a ser madre; que toma el poema que comienza con “Madre de los Enéadas”, indagará cómo Venus Nutricia llega a ser la madre de los Enéadas****. Proseguiré más adelante, si se me permite exponerlo, con la demostración de que cualquier tipo de poesía puede ser perjudicial para los espíritus. (Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

Y a fe que lo hace, repasando en muchos versos los episodios más escabrosos de la mitología grecolatina, ante los que puede palidecer los consejos de su Arte de amar.

Notas:
* Los versos parecen ser los de  Arte de Amar, I 31-34  y Remedios de Amor 285-86
* * Las cintas son los lazos con los que se atan el cabello las mujeres romanas de condijo libre y el volante de púrpura lo llevan las matronas en la estola, que es su vestido característico. Nos está diciendo el poeta que su obra no es para muchachas romanas libres ni matronas, sino para esclavas y profesionales del amor.
***Ilia o Rea Silvia era una sacerdotisa vestal, por lo tanto con voto de castidad, que quedó embarazada del dios Marte y dio a luz a los gemelos romanos más famosos, Rómulo y Remo.
****La diosa Venus o Afrodita, esposa de Hefaistos o Vulcano, se enamoró del mortal Anquises, se le presentó como la hija de Otreo, rey de Frigia y de él nació Eneas.

mirer in hoc igitur tantarum pondere rerum
te numquam nostros evoluisse iocos ?
at si, quod mallem, vacuum tibi forte fuisset,
nullum legisses crimen in Arte mea.
illa quidem fateor frontis non esse severae
scripta, nec a tanto principe digna legi :
non tamen idcirco legum contraria iussis
sunt ea Romanas erudiuntque nurus.
neve, quibus scribam, possis dubitare, libellos,
quattuor hos versus e tribus unus habet :
" este procul, vittae tenues, insigne pudoris,
quaeque tegis medios instita longa pedes !
nil nisi legitimum concessaque furta canemus,
inque meo nullum carmine crimen erit."
ecquid ab hac omnes rigide summovimus Arte,
quas stola contingi vittaque sumpta vetat ?
" at matrona potest alienis artibus uti,
quodque trahat, quamvis non doceatur, habet."
nil igitur matrona legat, quia carmine ab omni
ad delinquendum doctior esse potest.
quodcumque attigerit, siqua est studiosa sinistri,
ad vitium mores instruet inde suos.
sumpserit Annales -nihil est hirsutius illis-
facta sit unde parens Ilia, nempe leget.
sumpserit Aeneadum genetrix ubi prima, requiret,
Aeneadum genetrix unde sit alma Venus,
persequar inferius, modo si licet ordine ferri,
posse nocere animis carminis omne genus.

Es la idea que reitera también en Pónticas III, 3, 49 y ss. hablando imaginativamente con Eros que se le ha aparecido en sueños:

Sabes, sin embargo, y lo puedes afirmar claramente jurándolo, que yo no he atentado nunca contra los matrimonios legítimos. Escribí esto para aquellas cuyos púdicos cabellos no ciñe la venda, ni el largo vestido cubre sus pies. Di, te lo ruego, ¿alguna vez aprendiste a seducir a las mujeres casadas y a hacer incierta la descendencia por medio de mis mandatos? ¿O acaso no fue apartada enérgicamente de estos librillos toda aquella a la que la ley prohíbe tener amantes secretos? ¿De qué me sirve esto, sin embargo, si se cree que compuse escritos de adulterio, delito prohibido por una ley severa? (Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

scis tamen, et liquido iuratus dicere possis,
non me legitimos sollicitasse toros.
scripsimus haec illis, quarum nee vitta pudicos
contingit crines nee stola longa pedes.
die, precor, ecquando didicisti fallere nuptas,
et facere incertum per mea iussa genus ?
an sit ab his omnis rigide summota libellis,
quam lex furtivos arcet habere viros ?
quid tamen hoc prodest, vetiti si lege severa
credor adulterii composuisse notas ?

Insiste en la misma idea poco después, Tristia II, 303 y ss.

Además, la primera página aleja las manos virtuosas de mi Arte, escrito solamente para cortesanas. Toda aquella que irrumpe en un lugar adonde el sacerdote no permite la entrada, inmediatamente se convierte en culpable de un delito del que el sacerdote queda absuelto.

No es, por tanto, un delito hojear versos de tema amoroso, pues a las mujeres les está permitido leer muchas cosas que, sin embargo, han de evitar hacer. Con frecuencia una matrona de severa expresión ve mujeres desnudas y preparadas para todo tipo de experiencia amorosa; los ojos de las Vestales contemplan los cuerpos de las prostitutas*, sin que esto haya sido motivo de castigo para su jefe.

Pero ¿por qué en nuestra poesía hay demasiado libertinaje o por qué mi libro incita a todos a amar? No es sino un error y (hay que reconocerlo) una falta manifiesta: me arrepiento de mi inspiración y de mi juicio. (Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

Nota:* Porque asistían a las fiestas de Floralia entre el 28 de abril y el 3 de mayo en que las prostitutas  se exhibían desnudas según la obra también de Ovidio Fastos V, 159-378.

et procul a scripta solis meretricibus Arte
summovet ingenuas pagina prima manus.
quaecumque erupit, qua non sinit ire sacerdos,
protinus huic dempti criminis ipsa rea est.
nec tamen est facinus versus evolvere mollis ;
multa licet castae non facienda legant.
saepe supercilii nudas matrona severi
et veneris stantis ad genus omne videt.
corpora Vestales oculi meretricia cernunt,
nec domino poenae res ea causa fuit.
at cur in nostra nimia est lascivia Musa,
curve meus cuiquam suadet amare liber ?
nil nisi peccatum manifestaque culpa fatenda est :
paenitet ingenii iudiciique mei.

Todo el libro II es en realidad una defensa de su poesía, que en absoluto pretende ser un estímulo para la inmoralidad de las matronas romanas, porque no va dirigida a ellas. Por otra parte sus presuntas inmoralidades no desentonan en el contexto  cultural, religioso y social grecorromano, en el contexto de su mitología, plagada de episodios escabrosos, y de su forma de vida.

Ya al comienzo de este libro II, verso 1 y ss. nos dice:

¿Qué puedo hacer yo con vosotros, libritos, afición funesta, yo que, ¡desgraciado de mí!, perecí víctima de mi propia inspiración? ¿Por qué vuelvo a las Musas poco ha condenadas, objeto de mi delito? ¿Acaso es poco haber merecido ya una vez el castigo? Mis poemas han hecho que mujeres y hombres quisieran conocerme por mi infausta estrella; mis poemas hicieron que el César condenara mi persona y mis costumbres a causa de Arte, cuya desaparición ha sido ya ordenada. Quítame esta pasión y suprimirás también los delitos de mi vida”. (Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

Quid mihi vobiscum est, infelix cura, libelli,
ingenio perii qui miser ipse meo ?
cur modo damnatas repeto, mea crimina, Musas ?
an semel est poenam commeruisse parum ?
carmina fecerunt, ut me cognoscere vellet
omine non fausto femina virque meo :
carmina fecerunt, ut me moresque notaret
iam demi iussa Caesar ab Arte mea.
deme mihi studium, vitae quoque crimina demes ;

Pero a pesar de los problemas que sus poemas le han ocasionado, la poesía es una pasión a la que no puede renunciar. Esa pasión es la que le hizo desoir los consejos de su padre. Véase el artículo de este mismo blog en el que cito el famoso verso “todo lo que decía me salía en verso” “quod temptabam dicere versus erat”: http://www.antiquitatem.com/poesia-don-del-cielo-carmen-vate-ovidio

De manera expresiva y sentida nos explica por qué recurre a la poesía en su destierro. Dice en Tristes, IV, 1, 19 y s.:

También a mí, que voy a los lugares del Ponto que se me han impuesto, me consuela la Musa: ella es la única compañera de destierro que me ha quedado; es la única que no teme las emboscadas, ni la espada del soldado síntico, ni el mar, ni los vientos, ni la barbarie. 
…..
Verdaderamente querría, ya que habrían de perjudicarme, no haber puesto mis manos en los misterios de las Piérides (las Musas) . Pero ahora, ¡qué puedo hacer? La fuerza misma de su culto me posee y, como un loco, amo la poesía que me ha herido.
(Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

me quoque Musa levat Ponti loca iussa petentem :
sola comes nostrae perstitit ilia fugae ;
sola nee insidias, Sinti nec  militis ensem,
nec mare nec ventos barbariamque timet.
…………….
non equidem vellem, quoniam nocitura fuerunt,

Pieridum sacris inposuisse manum.
sed nunc quid faciam ? vis me tenet ipsa sacrorum,
et carmen demens carmine laesus amo.

¿Pudo ser entonces la causa del destierro este libro, Ars Amandi, que además llevaba ya más de ocho años circulando por Roma? El mismo poeta se extraña de que el castigo le haya llegado tan tarde. Nos dice en Tristia. II, 539–546:

Yo también, hace tiempo, cometí la falta de escribir un poema por el estilo: y un delito que no era nuevo paga un castigo inusitado; y sin embargo , yo había publicado esos versos cuando, sin haber dejado nunca de ser caballero, desfilaba tantas veces ante ti, siendo tú censor. De esta manera, los escritos de juventud que, por mi falta de prudencia, nunca pensé que me pudieran perjudicar, lo han hecho ahora en mi vejez. Tarde ha recaído el castigo sobre mi viejo librito y la pena está lejos del tiempo del delito que la mereció. (Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

La verdad es que el poeta no era tan joven: ya tenía 42 años.

nos quoque iam pridem scripto peccavimus isto:
supplicium patitur non nova culpa novum;
carminaque edideram, cum te delicta notantem
praeteriit totiens inreprehensus eques.
ergo quae iuvenis mihi non nocitura putavi
scripta parum prudens, nunc nocuere seni.
sera redundavit veteris vindicta libelli,
distat et a meriti tempore poena sui.

No parece, pues, que la causa real fuera haber escrito el Ars Amandi, sino otra de más enjundia y gravedad,  como el mismo poeta refleja  cuando le hace decir al propio Eros, al que ha recurrido para justificar su poesía, en Epistulae ex Ponto, III, 3, 65 y ss.

Esto me parecía haber dicho al niño alado y estas palabras son las que me pareció que él me respondió: “Por mis antorchas y por mis flechas, que son mis armas, por mi madre y por la vida del César, juro que nada que no estuviera permitido aprendí de ti, mi maestro, y que en tu Arte no existe nada delictivo. ¡Ojalá pudiera defender lo demás como esto! Sabes que hay otra cosa que te dañó más. Sea lo que fuere (pues ni el propio dolor se debe recordar, ni puedes decir que estés libre de culpa), aunque ocultes tu delito bajo la apariencia de error, la cólera del juez no fue más rigurosa de lo que tú merecías. (Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

haec ego visus eram puero dixisse volucri,
hos visus nobis ille dedisse sonos :
" per mea tela, faces, et per mea tela, sagittas,
per inatrem iuro Caesareumque caput,
nil nisi concessum nos te didicisse magistro,
Artibus et nullum crimen inesse tuis.
utque hoc, sic utinam defendere cetera possem !
scis aliud, quod te laeserit, esse, magis.
quicquid id est (neque enim debet dolor ipse referri,
nee potes a culpa dicere abesse tua)
tu licet erroris sub imagine crimen obumbres,
non gravior merito iudicis ira fuit.

Hubo algo más grave, una indiscreción que tuvo que ver directamente con Augusto, a la que hace referencia claramente en el libro II, 103 y ss.:

¿Por qué tuve yo que ver algo? ¿Por qué torné culpables mis ojos? ¿Por qué, ¡imprudente de mí! tuve yo conocimiento de aquel delito? Sin pretenderlo, Acteón contempló desnuda a Diana y, sin embargo, no por ello fue menos presa de sus propios perros; y es que a los ojos de los dioses, hasta el azar hay que expiarlo y un hecho casual no obtiene el perdón, si ha sido ofendida una divinidad. Aquel mismo día en que me perdió un mal error, cayó la ruina sobre mi casa, modesta ciertamente, pero sin tacha; (Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

Cur aliquid uidi? cur noxia lumina feci?
      Cur imprudenti cognita culpa mihi?
Inscius Actaeon uidit sine ueste Dianam:
      Praeda fuit canibus non minus ille suis.
Scilicet in superis etiam fortuna luenda est,
      Nec ueniam laeso numine casus habet.
Illa nostra die, qua me malus abstulit error,
      Parua quidem periit, sed sine labe domus:

La alusión al mito de Acteón, que vio desnuda a Diana o Artemis, la diosa virgen de la caza y fue transformado en ciervo  devorado por sus propios perros, desató las especulaciones e hizo pensar a varios autores que Ovidió vio algo que ofendió al emperador, tal a Livia, su esposa; o tal vez vio alguna ceremonia de los cultos a la Buena Diosa o Isis, vedados a los hombres.

Insiste en el hecho culpable de haber visto algo que no debía en Tristia, III,5, 45 y ss.:

Yo no atenté contra la vida del César, que era la cabeza del orbe, tratando de destruirlo todo; nada dije, ni mi lengua fue arrogante al hablar, ni se me escaparon palabras sacrílegas en los excesos del vino. Soy castigado porque mis ojos, inconscientemente, contemplaron un delito y mi culpa consiste en haber tenido ojos. No puedo, ciertamente rechazar todo reproche, pero buena parte de mi delito radica en un error. (Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

Non mihi quaerenti pessumdare cuncta petitum
      Caesareum caput est, quod caput orbis erat:
Non aliquid dixiue, elataue lingua loquendo est,
      Lapsaque sunt nimio uerba profana mero:
Inscia quod crimen uiderunt lumina, plector,
      Peccatumque oculos est habuisse meum.
Non equidem totam possum defendere culpam:
      Sed partem nostri criminis error habet.

Y de nuevo en Tristia III,6, 27 y ss.:

Sería prolijo y peligroso explicarte por qué azar mis ojos resultaron ser testigos de un delito funesto: mi mente rehúsa recordar aquel momento, como si de sus propias heridas se tratara, y el propio dolor se renueva con el recuerdo; y todo aquello que puede causarme tanta vergüenza conviene que permanezca oculto cubierto por una oscura noche. Nada diré, pues, sino que cometí una falta, pero que ningún beneficio busqué con ella, y que mi delito debe llamarse necedad, si quieres dar a mi acción su verdadero nombre. (Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

Nec breue nec tutum, quo sint mea, dicere, casu
      Lumina funesti conscia facta mali:
Mensque reformidat, ueluti sua uulnera, tempus
      Illud, et admonitu fit nouus ipse pudor:
Sed quaecumque adeo possunt afferre pudorem,
      Illa tegi caeca condita nocte decet.
Nil igitur referam nisi me peccasse, sed illo
      Praemia peccato nulla petita mihi,
Stultitiamque meum crimen debere uocari,
      Nomina si facto reddere uera uelis.

Visto y leído todo este relato, aparentemente tan detallado y tantas veces repetido, no parece sino un intento de dejarlo todo en la más absoluta nebulosa y ambigüedad, y en consecuencia  nos quedamos sin enterarnos realmente de la falta.

Como ya comenté en el artículo anterior citado,  se han propuesto varias explicaciones o soluciones al enigma de qué es lo que Ovidio vio, cuál fue su indiscreción, que evidentemente tuvo que ver directamente con Augusto
Se ha pensado que tal vez  Ovidio fuera conocedor o partícipe de algún escabroso episodio de la familia imperial, concretamente de su hija Julia habida de Escribonia, o su nieta, Julia también hija de la misma Escribonia y Agripa, o incluso que el propio Augusto hubiera cometido incesto con ellas (recordemos que en el mismo año que el poeta la Joven Julia fue desterrada a una remota isla probablemente por adulterio); o viera en algún momento desnuda a la esposa de Augusto, tal vez en el baño; o viera algo prohibido a los hombres en las fiestas en honor de Isis o de la Buena Diosa;  o que incluso tuviera algún affaire amoroso con la hija del emperador;  o fuera conocedor y partícipe de alguna reunión  de algún grupo poco partidario de Augusto, o participara en la conspiración de Fabio Máximo en favor de la sucesión de Agrippa Postumus,nieto de Augusto y de partidarios de Germánico y no de Tiberio en la sucesión en el contexto de las rivalidades entre los “Julios” y los “Claudios”. Esta última hipótesis la han planteado numerosos y reconocidos estudiosos.  Todo ello son hipótesis poco fundadas, que en cualquier caso no han sido confirmadas.

Hay incluso una suposición un tanto disparatada que no merecería ser citada sino fuera obra de una persona experta y famosa en el estudio de la Historia  romana, Jerôme Carcopino (1881-1970), miembro de la Academia Francesa entre otros muchos títulos.

Según la imaginativa propuesta de este autor, Ovidio pertenecería de forma activa a una especie de secta secreta neopitagórica que celebra reuniones donde utilizando  el poder mágico de los números conspiran o intentan perjudicar a Augusto; téngase en cuenta que Augusto también había prohibido determinadas prácticas adivinatorias.

3. No casa bien su participación en un complot contra el emperador y las características de la condena. Como el propio Ovidio nos cuenta en varias ocasiones, no fue exiliado sino relegado o confinado (relegatus) sin confiscación de bienes ni pérdida de otros derechos; aunque sus obras fueron retiradas de las bibliotecas y su lectura fue prohibida, Ovidio no sufrió una “damnatio memoriae” o eliminación de cualquier referencia que mantuviera su recuerdo, porque sus obras nos han llegado casi en su totalidad; y todo esto también resulta un tanto contradictorio con la terquedad de Augusto y luego Tiberio en no concederle el perdón,  ni siquiera para acercar su destino a Italia o Roma:

Tristia, II, 121 y ss.

Se arruinó, pues, esta casa querida por las Musas, derrumbada bajo el peso de un solo delito, si bien no pequeño; pero ha caído de tal manera que podría levantarse, si la cólera del Cesar ofendido se calmara. Su clemencia en la asignación del castigo fue tan grande que resultó ser más suave de lo que yo me temía. La vida se me concedió y tu cólera se detuvo más acá de la muerte, ¡oh Príncipe que has usado tan parcamente de tu poder!  Además hay que añadir el hecho de que no me has privado de mi patrimonio, como si la vida fuera un regalo pequeño. No condenaste mis delitos con un decreto del Senado, ni mi exilio ha sido ordenado por un jurado especial; zahiriéndome con amargas palabras (eso es lo digno de u Príncipe) te has vengado, como conviene, de las ofensas cometidas contra ti. Además, el edicto, aunque riguroso y amenazador, sin embargo, ha sido suave en la designación del castigo, ya que soy declarado en él relegado y no desterrado, y contiene términos suaves para mi suerte. (Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

Corruit haec igitur Musis accepta, sub uno
      Sed non exiguo crimine lapsa domus:
Atque ea sic lapsa est, ut surgere, si modo laesi
      Ematuruerit Caesaris ira, queat.
Cuius in euentu poenae clementia tanta est,
      Venerit ut nostro lenior illa metu.
Vita data est, citraque necem tua constitit ira,
      O princeps parce uiribus use tuis!
Insuper accedunt, te non adimente, paternae,
      Tamquam uita parum muneris esset, opes.
Nec mea decreto damnasti facta senatus,
      Nec mea selecto iudice iussa fuga est.
Tristibus inuectus uerbis (ita principe dignum)
      Vltus es offensas, ut decet, ipse tuas.
Adde quod edictum, quamuis immite minaxque,
      Attamen in poenae nomine lene fuit:
Quippe relegatus, non exul, dicor in illo,
      Priuaque fortunae sunt ibi uerba meae.

La misma idea de que él no fue declarado exul, es decir, “desterrado” con pérdida de derechos, sino relegatus (relegado, expulsado del país manteniendo los derechos fundamentales)  la reitera y casi en los mismos términos en el Libro V, 2bis, 11 y ss.; evito por ello lo que sería una mera redundancia.

Recordemos cómo al principio de Tristia II, en el verso 8, citado anteriormente nos informa de que sus obras han sido retiradas:

Mis poemas hicieron que el César condenara mi persona y mis costumbres a causa de mi Arte, cuya desaparición ha sido ya ordenada.

En Tristia III, 1, 65 y ss. expone el mismo hecho de la exclusión de sus libros de las bibliotecas públicas de Roma. Es el propio libro, que acude a Roma y ha llegado al templo de Apolo en el que se exponen los libros, el que habla y nos lo cuenta:

Buscaba yo allí a mis hermanos, salvo aquellos, naturalmente, a los que su propio padre desearía no haber engendrado; mientras los buscaba en vano, el guardián encargado de aquel templo me ordenó salir de aquel lugar sagrado. Me dirijo a otros templos que están unidos a un teatro vecino: a estos también me está prohibida la entrada. La Libertad no me dejó tocar su atrio, que fue el primero en abrirse a doctos libros.
La desventura de un autor desgraciado redunda en su producción y sus hijos sufrimos el mismo destierro que él soportó. Puede ser que un día el César, ablandado por el largo tiempo transcurrido, se vuelva menos severo para con nosotros y para con él. ¡Dioses, os lo suplico, y, sobre todo (pues no hay necesidad de implorar a todos), César, la más grande de las divinidades, atiende a mis deseos!
(Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

quaerebam fratres, exceptis scilicet illis,
quos suus optaret non genuisse pater,
quaerentem frustra custos e sedibus illis
praepositus sancto iussit abire loco,
altera templa peto, vicino iuncta theatro :
haec quoque erant pedibus non adeunda meis.
nec me, quae doctis patuerunt prima libellis,
atria Libertas tangere passa sua est.
in genus auctoris miseri fortuna redundat,
et patimur nati, quam tulit ipse, fugam.
forsitan et nobis olim minus asper et illi
evictus longo tempore Caesar erit.
di, precor, atque adeo neque enim mihi turba roganda est-
Caesar, ades voto, maxime dive, meo !

Y algo semejante en Epistulae ex Ponto, I,1,1 y ss.:

Nasón, que ya no es un habitante recién llegado de la tierra de Tomos, te envía esta obra desde el litoral gético. Si dispones de tiempo, Bruto, recibe con hospitalidad estos librillos que llegan de tierra extranjera, y guárdalos en el sitio que sea. Ellos no se atreven a entrar en las bibliotecas públicas, por miedo a que su autor les haya cerrado este acceso. ¡Ay! ¡Cuántas veces dije: “En verdad que no enseñáis nada indecente; id, está abierto aquel lugar a los castos versos”! A pesar de todo no se acercan, sino que como tú mismo ves, estiman más seguro ocultarse bajo un techo particular. (Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

Naso Tomitanae iam non novus incola terrae
hoc tibi de Getico litore mittit opus,
si vacat, hospitio peregrinos, Brute, libellos
excipe, dumque aliquo, quolibet abde loco.
publica non audent intra monimenta venire,
ne suus hoc illis clauserit auctor iter.
a ! quotiens dixi " certe nil turpe docetis :
ite, patet castis versibus ille locus ! "
non tamen accedunt, sed, ut aspicis ipse, latere
sub Lare privato tutius esse putant.

4.  Hay además toda una serie de datos que el poeta aporta que podemos considerar poco compatibles con la realidad, como pueden ser la última noche en Roma y su despedida, la descripción del viaje, el punto de partida, la tormenta en el mar, la ruta seguida. todo parece plagado de elementos retóricos y tópicos literarios (el de la tormenta especialmente significativo y de larga tradición en la poesía épica), y en consecuencia todo parece exagerado,  distorsionado, falso, difícilmente creíble para el lector.

Del viaje prácticamente desconocemos todos los datos que podríamos considerar objetivos: no sabemos el punto exacto en el que embarcó: ¿Ostia, Brindís, otro puerto más al norte?; la ruta no parece la adecuada para un barco mercante romano; la duración parece excesivamente larga.

5.  Los partidarios de la hipótesis de la no realidad del exilio encuentran muchos argumentos que podemos considerar objetivos en la descripción geográfica de Tomis y su ubicación, de su puerto, del paisaje árido, de su clima siempre invernal que lo hace según el poeta en un locus horribilis y que no coincide con lo que indican los modernos estudios paleoclimáticos,  del Istria o Danubio y sus aguas, de la errónea ubicación de la Estrella Polar que dice que está sobre la cabeza de sus habitantes y que situaría el lugar mucho más al norte. El lugar por otra parte venía siendo visitado desde muchos cientos de años antes por comerciantes griegos y luego por romanos.

La descripción de lugar tan horrible la hace de manera especial en Tristia III, 10, poema dedicado precisamente a esta descripción, que todos los críticos consideran exagerado y tópico. Hasta el propio poeta debió percatarse de sus exageraciones cuando en los versos  35 y ss. nos advierte:

Seguramente, apenas se me creerá, pero, cuando no hay recompensa alguna para el engaño, el que da testimonio debe encontrar crédito.

vix equidem credar, sed, cum sint praemia falsi
nulla, ratam debet testis habere fidem :

Por lo demás los estudiosos han señalado cómo esta descripción es deudora absolutamente de la descripción que Virgilio hace de la Escitia y de su clima en Geórgicas, III, 349-366. Evitaré reproducir los textos para no alargar más todavía un artículo ya excesivo. Curiosamente el propio Ovidio hace una rápida referencia a Escitia helada al principio de su Metamorfosis I, 61 y ss.

El Euro se retiró al país de la Aurora, a los reinos nabateos, a Persia y a las cimas bañadas por los rayos de ala mañana. El Occidente y las playas que se entibian por el sol poniente son vecinos del Zéfiro. El espantoso Bóreas ocupó la Escitia y los Siete Triones; la parte opuesta de la tierra se humedece con las constantes nubes que produce el lluvioso Austro.(Traducción de Antonio Ruiz de Elvira. Alma Mater. CSIC)

Eurus ad Auroram Nabataeaque regna recessit
Persidaque et radiis iuga subdita matutinis;
vesper et occiduo quae litora sole tepescunt,
proxima sunt Zephyro: Scythiam septemque triones
horrifer invasit Boreas: contraria tellus
nubibus adsiduis pluviaque madescit ab Austro.

Nota: El Bóreas es el gélido viento del norte y los Siete Triones (siete bueyes) es la constelación de la Osa Mayor o Carro.

Según estos autores, como Beerchez, en la elección del destino, tan lejano, tan inhóspito, tan inexplicable, no busca el poeta sino aumentar el sentimiento de duelo en el lector.

6.  Desconcierta también un tanto  la descripción de sus habitantes, exageradamente feroces y semisalvajes, la mala diferenciación de las diversas etnias, y sobre todo la afirmación de que hubiera nadie con quien hablar en latín o griego y hubiera de hacerlo tan sólo en gético o sármata, lenguas en las que nos dice que llegó a componer poemas. Sin duda habría allí algún comerciante griego o algún funcionario romano.

En todo caso, si hemos de creer en la realidad del exilio, Ovidio estuvo dedicado plenamente a su pasión poética en ese ambiente tan adverso; allí escribió sus Tristia, Epistulae ex Ponto, Ibis, Nux, Halieutica y es posible que continuara con la redacción de los Fastos, que sólo había completado para los seis primeros meses del año. Todos estas obras fueron enviadas a Roma. Claro que el poeta nos presenta su tarea como una forma de olvidar y hacer soportable su desgracia. Nos lo dice en varios pasajes como Tristia IV 10, 111-132, o  en Tristia V, 7, 39 y ss. que reproduzco:

Entretengo mi espíritu con el estudio y trato de olvidar mis sufrimientos y de engañar mis preocupaciones. ¿Qué puedo hacer mejor, solo en estas playas desiertas, o qué otro consuelo intentaré buscar a mis males? Si miro el lugar, es un país odioso y no puede haber en todo el mundo ningún otro más triste; si miro a sus hombres, apenas si son personas dignas de este nombre, y son más fieros y crueles que los lobos. No temen las leyes, sino que la justicia cede su lugar a la fuerza y el derecho yace vencido bajo la combativa espada. Evitan el duro frío con pieles y anchos calzones y sus horribles rostros van cubiertos por largas cabelleras. En unos pocos quedan restos de la lengua griega, pero incluso éstos se han convertido ya en bárbaros por el acento gético. No hay ni uno siquiera en este pueblo que por casualidad pueda decir algunas palabras usuales en latín.

Yo mismo, famoso poeta romano (¡perdonadme, Musas!), me veo obligado a hablar la mayor parte de las cosas en la lengua de los sármatas. He aquí (me avergüenza, lo confieso) que, por el largo desuso, apenas si a mí me salen ya palabras latinas. Y no dudo de que incluso en este librito haya no pocas expresiones bárbaras: la culpa no es del hombre, sino del lugar. No obstante, para no perder el manejo de la lengua ausonia y para que mi boca no se quede muda en el habla patria, hablo conmigo mismo y repaso las palabras menos usadas y vuelvo a los distintivos funestos de mi afición poética. Así ocupo el espíritu y el tiempo, así me aparto y me alejo de la contemplación de mi desgracia. Busco en los versos el olvido de mis desdichas: si con mi afición consigo esta recompensa, será suficiente. (Traducción de José González Vázquez. Editorial Gredos).

Detineo studiis animum falloque dolores,
      Experior curis et dare uerba meis.
Quid potius faciam desertis solus in oris,
      Quamue malis aliam quaerere coner opem?
Siue locum specto, locus est inamabilis, et quo
      Esse nihil toto tristius orbe potest,
Siue homines, uix sunt homines hoc nomine digni,
      Quamque lupi, saeuae plus feritatis habent.
Non metuunt leges, sed cedit uiribus aequum,
      Victaque pugnaci iura sub ense iacent.
Pellibus et laxis arcent mala frigora bracis,
      Oraque sunt longis horrida tecta comis.
In paucis remanent Graecae uestigia linguae,
      Haec quoque iam Getico barbara facta sono.
Vnus in hoc nemo est populo, qui forte Latine
      Quaelibet e medio reddere uerba queat.
Ille ego Romanus uates (ignoscite, Musae)
      Sarmatico cogor plurima more loqui.
En pudet et fateor, iam desuetudine longa
      Vix subeunt ipsi uerba Latina mihi.
Nec dubito quin sint et in hoc non pauca libello
      Barbara: non hominis culpa, sed ista loci.
Ne tamen Ausoniae perdam commercia linguae,
      Et fiat patrio uox mea muta sono,
Ipse loquor mecum desuetaque uerba retracto,
      Et studii repeto signa sinistra mei.
Sic animum tempusque traho, sic meque reduco
      A contemplatu summoueoque mali.
Carminibus quaero miserarum obliuia rerum:
      Praemia si studio consequar ista, sat est.

No parece, pues, que el lugar  fuera tan “horribilis” como el poeta reiteradamente nos dibuja.

7. A todas estas razones, los autores que cuestionan la realidad del exilio añaden otras importantes que deducen del estudio literario de los propios textos. Así la información sobre el Ponto la ha podido obtener de diversas fuentes literarias a su alcance. Como he comentado, es indudable la influencia de Virgilio y la descripción que de la Escitia y su clima en Geórgicas III, 349 y ss.

Otras razones puramente literarias esgrimidas son la propia disposición y estructura de los Tristia I, como si fuera una pieza oratoria, las fórmulas y reiteraciones utilizadas.

Se argumenta también que la elegía amorosa había llegado a su agotamiento tras las obras de Catulo, Propercio, Tibulo y el propio Ovidio, que utiliza ahora su capacidad para crear obras de ficción,  como había hecho en sus Heroidas o cartas imaginarias de heroínas míticas.

En esa labor creativa encuentra también que son muchas las posibilidades literarias que le ofrecen los recursos retóricos que tan bien maneja, como las oposiciones presente/pasado, amigos/soledad, civilización y seguridad romanas/barbarie, etc. Con todo ello crea una nueva poesía muy atractiva, la poesía del exilio, en la que a veces se mezcla y confunde la ficción con la realidad y que inspiró y sirvió de modelo después hasta nuestros días.

De todo ello deducen estos autores que no existió el exilio de Ovidio o al menos no está probado que existiera. Pero un estudio también crítico de todas estas razones nos obligarían a concluir que tampoco son definitivas ni contundentes y todas pueden ser negadas desde la perspectiva de la verdad histórica del exilio. También podemos preguntarnos ¿por qué si el exilio no fue real, nadie lo hizo ver, nadie lo denunció, nadie anotó que fue una ficción?

Para ser más exactos, todos excepto el argumento que podemos llamar ex silentio, es decir, el hecho realmente llamativo de que ni los poetas de su época y posteriores hasta el siglo IV ni los historiadores, especialmente Suetonio y Tácito hagan referencia a este exilio y castigo cuando en cambio sí reflejan las condenas a otros varios autores. Es probablemente éste el argumento con más fuerza a favor de la posible no realidad del exilio.

En todo caso la duda sembrada es difícil de olvidar y una nueva lectura de estos poemas desde la perspectiva de su irrealidad es muy sugerente e inquietante. La amplia selección de textos ofrecidos es sin duda suficiente para dejar abierta la cuestión.

Podemos anotar como curiosidad que el exilio de Ovidio ha sido alguna vez novelado en época moderna. A veces esta es una buena forma de acercarse a la realidad de la historia. Citaré tan sólo tres:

Dios ha nacido en el exilio (1960),( Dieu est né en exil, Fayard, Paris, 1960).de Vintila Horia, que recibió el premio Goncourt en 1960 y también provocó la polémica y reacción de la izquierda cultural capitaneada por Sartre.

Al austriaco Christoph Ransmayr  le debemos El último mundo (1989). Y a Pablo Montoy:  Lejos de Roma (2008; reeditada en 2016)

En todo caso y para acabar este artículo reproduciré lo que se considera fue el epitafio que el propio poeta dejó escrito para sí mismo y encargó a su mujer en Tristia, III, 3, 73-76; tal vez sea una broma más, fruto de su poderosa imaginación, pero ello no ha de impedirnos, viajeros por sus obras dos mil años después, que esté donde esté, deseemos que “descanse tranquilamente en paz”.

                Yo que yazgo aquí, soy Nasón,
                poeta que canté los tiernos amores y morí por mi propio ingenio.
               A ti, quien seas, que pasas por aquí, a ti que has amado también,
               que no te sea molesto decir: que los huesos de Nasón descansen en paz.

                HIC EGO QUI IACEO TENERORVM LVSOR AMORUM
                INGENIO PERII NASO POETA MEO
                AT TIBI QVI TRANSIS NE SIT GRAVE QVISQVIS AMASTI
                DICERE NASONIS MOLLITER OSSA CVBENT

¿Fue real el exilio de Ovidio o fue una mera ficción literaria? (Ovidio IV)

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